Volumen 1

SECCIONES

Año 1 Número 1

LA ACCIÓN LACANIANA UN ASUNTO DE ESCUELA



EDITORIAL:

Raquel Baloira

Ceder al discurso del amo o resistir.
Judith Miller [1]

Provocar desde la escritura las palabras que hagan posible la transmisión del psicoanálisis es una apuesta por la acción lacaniana. Una acción que representa un modo de llamar de la Escuela para hacer salir un deseo sin retroceso posible,que anime en el psicoanálisis el fuego de la lengua poética presente en él. Y es que no hay vuelta atrás ante la ocasión de causar la lectura de aquello que no es escuchado más que como ruido. Para alcanzar este acto sabemos que se necesita la interpretación analítica. Resistir entonces requiere crear la brecha para que reverberen las consecuencias de dicho acto.

Pero no podemos olvidar el riesgo que corre la acción lacaniana de terminar absorbida por el discurso del amo. Resistir requiere también un esfuerzo de poesía; de una “manera de decir que se caracterice por su gratuidad, su esencia lúdica”, que anime a ser descifrada, tal como nos enseña Jacques-Alain Miller. [2]

La revista de acción lacaniana de la NEL se constituyó por varios años en una serie que llegó hasta el número 11. The Wannabe, con su lema “querer ser”, sin nunca alcanzarlo, fue una revista que logró alojar las voces de la Escuela al mostrar, en lo múltiple de la acción lacaniana, lo Uno que hace acto como respuesta a una política que nos orienta.

El anverso y el reverso de lo que no cesa de escribirse en esa carta, que acoge lo Uno y lo múltiple que es la NEL, causa la posibilidad de leer este momento de Escuela que ha privilegiado el punto de vista analítico en todo.

Comprender lo nuevo en la NEL, reanimando lo anterior, nos llevó a preguntarnos: ¿Cómo seguir inscribiendo la serie The Wannabe?

La experiencia de la Escuela sujeto permitió captar una suerte de discontinuidad que todavía hoy intentamos esclarecer a partir de los efectos que produjo después la interpretación de Miller: “Campo Freudiano, año cero”.

Si el momento anterior de la revista de acción lacaniana estuvo marcado por el “querer ser”, sin nunca alcanzarlo, un esfuerzo de poesía de la mano de Miller nos volvió a interpretar para comprender lo nuevo a la luz de esa forma de nombrar el hay de lo Uno, como: el factor (a). [3]

La propuesta de Miller para pensar lo inconmensurable, aquello que se intercala siempre en el cálculo, nos llevó a pensar, en el seno de la comisión editorial, en una identidad para la revista que subvirtiera ella misma el discurso del Otro. Y fue así como surgió la idea de jugar con el (a) y lo sustituimos por el símbolo @, advertidos de la utilidad que se le da en los correos electrónicos para separar el nombre del usuario del nombre de dominio.

Las secciones que hemos situado como eje de la revista se abocarán algunas a los temas que hacen a la especificidad del discurso analítico. Otras buscarán conversar con otros discursos de la cultura. Será una cuestión de kairos la que nos irá orientando en la política editorial para crear la brecha por donde resonará el discurso analítico.

“La ocasión la pintan calva” para emprender entonces el desafío que representa hacer de Factor @ un saber supuesto. Si perdemos el buen momento, tal como nos recuerda la diosa antigua de la oportunidad, con sus cabellos ausentes en la nuca, corremos el riesgo de quedar atrapados por lo real. La interpretación es cuestión de oportunidad.

¿Qué puede tener lugar al lado del acto analítico, como acción psicoanalítica, o mejor dicho como acción lacaniana, que dé, en la sociedad, a este acto psicoanalítico las consecuencias que pueda tener? [4]

Encontraremos, en este primer número, la puesta a prueba de esta pregunta que se hace Miquel Bassols. El resultado de una Escuela despierta [5] y decidida por la formación del analista se hace presente en cada uno de los textos que leerán para responder a las preguntas: ¿Qué acciones emprendemos en circunstancias donde el psicoanálisis recibe los embates de las neurociencias? ¿Cómo resistimos frente al cognitivismo que pretende borrar la singularidad del sujeto con sus categorías y evaluaciones? ¿Cómo juega el psicoanálisis su partida con el partenaire social?

Deseamos que Factor @, con su cambio de hojas, nos permita hacer un litoral de nuestro exilio, allí en ese lugar donde como seres hablantes nos encontramos, cada uno, ante la necesidad de saber- hacer, cada vez, con el goce que nos habita.

NOTAS

  1. Miller, Judith. El Campo Freudiano y la acción lacaniana. Bitácora Lacaniana 1, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2012, p.71.
  2. Miller, Jacques-Alain. Un esfuerzo de poesía. Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 13.
  3. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Cuestión de Escuela: consideraciones sobre la garantía. Disponible en http://ampblog2006.blogspot.com/…
  4. Bassols, Miquel. Una política para la Acción Lacaniana. The Wannabe 11, Revista virtual de la NEL, 2014.
  5. Almanza, Marcela. Discurso de asunción como presidenta de la Nel. Disponible en: http://www.nel-amp.org/…


TEXTO DE ORIENTACIÓN


Cuestión de Escuela: Acerca de la garantía

Jacques-Alain Miller

Pronunciado a modo de introducción en la tarde de la Garantía de la ECF.

Considero apropiado tratar las relaciones entre discurso del analista y discurso del amo bajo la égida de la Garantía ¿En efecto, qué es la garantía. Qué es el título de Analista Miembro de la Escuela que otorga la comisión de Garantía de la Escuela? Es el sesgo por el cual nuestro grupo analítico se hace representar en el discurso del amo, en tanto que ese grupo se constituyó como una asociación, una asociación legal, regida por la ley de 1901 y distinguida hace algunos años con el título «de utilidad pública» por el gobierno. Por lo tanto no es «Sin garantía Del Gobierno», para retomar el término de Serge Cottet.

El algoritmo del amo

Lo que designamos como discurso del amo es, si se quiere, un algoritmo, el algoritmo de la representación del sujeto bajo la forma del significante amo. Pero las formas de ese discurso no son ne varietur, se han modificado en nuestro aire y en nuestra era. Por eso el término ciudad es anticuado, la ciudad no existe más, en el sentido de La ciudad antigua. La ciudad antigua de Fustel de Coulanges.

Si seguimos a Lacan, el capitalismo sustituye por el sujeto dividido al significante amo, en el lugar arriba a la izquierda del esquema, que es el del semblante. En términos políticos, se dice «individualismo democrático». En otros aires, el discurso del amo subsiste tal cual, en particular bajo formas intensificadas donde el significante Uno es exaltado como sagrado, divino. Lo religioso domina allí a lo social. Incluso creemos observar entre nosotros veleidades de retorno a la dominación de lo religioso. Dejo esto abierto.

¿Qué es lo que ocupa hoy el lugar dominante en el discurso del amo? De hecho, la respuesta no es unívoca. Acabo de decir que en términos políticos era el sujeto barrado, el sujeto del individualismo. Pero me ha ocurrido sostener que era el objeto a minúscula, como lo que está en el «cenit social». Según Philippe De Georges, lo que domina es S2, bajo la forma de la burocracia. Finalmente, podemos decir que es siempre S1 que en definitiva hace que se sostenga el discurso del amo.

El psicoanálisis en plural

¿Qué relación quiere mantener el psicoanalista con el discurso del amo en toda su generalidad? No es reconocido como tal en el discurso del amo, no pide serlo, pide incluso no serlo. Sin embargo, si un psicoanalista no pide ser reconocido por el Estado, los psicoanalistas se agrupan, y se forman en asociaciones legales, y cada una tiene una personería jurídica registrada por la administración. En relación con el discurso del amo, los psicoanalistas «uno por uno» se eclipsan y solo se presentan bajo la forma de conjuntos.

La Escuela murciélago

El título que entrega la Comisión de Garantía mira hacia el estado y hacia el público, en la medida que califica al analista en tanto que miembro de una asociación legal. Por el contrario el título de AE mira hacia el psicoanálisis. Se deduce de ello que la Escuela es un ser ambiguo que tiene alas analíticas y patas sociales, lo que produce, para hablar como Baudelaire, una doble procuración, una hacia el discurso analítico, la otra hacia el discurso del amo. Por el sesgo de la asociación, el discurso analítico se somete abiertamente al discurso del amo al mismo tiempo que, secretamente, lo subvierte. Subversión y sumisión a la vez. Juego sutil que, si me atrevo a decirlo, tiene un costado jesuita. Cuando la presión del amo se acerca demasiado, nosotros debemos engatusarlo, seducirlo, para continuar nuestro pequeño asunto sin irritar su paciencia.

Un contra lobby

Hace algunos años, fuimos confrontados a una exigencia de diploma, bastante confusa que quedó encallada. Hay algunos que querrían hoy expulsarnos de la práctica con los autistas. Encontrar los significantes «prohibir y condenar» a propósito del psicoanálisis, incluso si se trató de un proyecto rechazado por la Asamblea Nacional era una novedad, y esto no solo hizo estremecerse a los practicantes, sino más ampliamente a los defensores de la democracia liberal. Creyeron volver verdaderamente a los tiempos de la ciudad antigua, cuando Sócrates fue condenado a muerte por haber manipulado, se decía, y arruinado, los significantes amo de la ciudad.

Un gran número de padres de autistas hicieron del psicoanalista el chivo emisario de su malestar y se formaron en un lobby. Y bien, para las asociaciones analíticas hay una elección forzada: deberán formarse en contra lobby, es la lección pragmática que debe extraerse de este episodio. Cuando recibimos en el pasado una respuesta del amo que testimoniaba de nuestra utilidad para el público, fue el júbilo de nuestro pueblo. El «¡Revienta, cochino!» del Señor diputado Fasquelle no podía más que traumatizarnos. Nuestro trabajo de hoy ha tomado el giro de una elaboración de ese trauma. ¿En efecto, qué valdría nuestra garantía si el psicoanálisis mismo fuera desacreditado? Más bien que «demonizar» el psicoanálisis, esfuerzo que solo concierne al lobby de los «padres de autistas», se trata me parece, de arrojar el descrédito sobre él – como si se interpretara al psicoanálisis en estos términos: «¡Tú nos acusas de ser semblante…Semblante tú mismo!»

Hacia lo real por el semblante

No hay porqué conmoverse. Lacan no dudaba en pronunciar a propósito del acto analítico la palabra estafa. Entendámoslo. Buscando fundar el psicoanálisis como un discurso que no tomaría sus efectos a partir del semblante, concluyó en lo vano de la empresa.

El discurso del analista también obtiene sus efectos a partir del semblante como los otros discursos. En ese sentido no vale más. En ese sentido, es una estafa. Pero esta cae justo en la medida que disuelve no solo los semblantes de los otros discursos, sino que denuncia también el suyo propio. Cae justo, porque el resultado de su operación, aunque esta tome su efecto del semblante, es desnudar lo real. Es la paradoja de una «estafa» que toca lo real.

Descubrí hace algunos días los juegos virtuales, en particular un juego, o una familia de juegos, llamada Bubble Shooter. En su pequeña pantalla, lanzan una bola sobre una cadena de bolas del mismo color, y el resultado es que todas la bolas de este color explotan, incluida la que ustedes lanzaron sobre las otras. Es bastante así como veo el efecto del psicoanálisis: in fine, su soporte de semblante, el sujeto supuesto saber, se autodestruye.

Conclusión

El psicoanálisis es un abrazo con lo particular, lo no universal, lo que no vale para todos, mientras que el discurso del amo, reforzado por su pacto con la ciencia, está bajo el régimen del «para todos». Lo que produce trauma, es la ferocidad actual de este para todos que resulta de las bodas del amo y de la ciencia. Pericoloso sporgersi. Está prohibido inclinarse fuera del para todos. El discurso analítico, por el contrario, regido por el no todo, se liga a existencias que no solo preceden la esencia, sino que le son antinómicas. Obligan en consecuencia a una enumeración del uno por uno, mientras que la evaluación por el amo toma a los individuos en cantidades, en una común medida. El discurso analítico le hace lugar a lo inconmensurable, es decir al factor (a) que se intercala siempre en el cálculo. La objeción del objeto induce en el amo una rabia de la que tuvimos un ejemplo reciente.

Este es, me parece, el contexto en el que debatimos esta tarde.



POLÍTICA LACANIANA


CUESTIÓN DE ESCUELA: DEL SUJETO DEL DERECHO AL SUJETO ESCUELA

Angelina Harari

Lo que voy a presentarles tiene como punto de partida una percepción que he tenido durante la reunión del Consejo de la AMP en enero 2017, y es que habría una relación intrínseca entre lo que se podría llamar la política de los Congresos/Encuentros en la AMP y en sus Escuelas y la cuestión de la Garantía tal como fue enfocada en la actividad de la ECF-Cuestión de Escuela en la parte sobre la garantía, específicamente la articulación del discurso del Amo y del discurso Analítico.

Haré una lectura del texto introductorio de Jacques-Alain Miller “Propos sur la garantie” (Opção online), al que se sumaron otros en esa mesa, teniendo como objetivo proponer: ¿Qué política del psicoanálisis orienta los Congresos en la AMP?

En la actividad de las ECF se formuló una cuestión en la apertura que sirvió de orientación general: «El psicoanálisis en la Ciudad: De la urgencia de definir la incidencia política del psicoanálisis?»

A partir de la cuestión de la garantía, verificamos que el psicoanalista no pide el reconocimiento del Estado, pero sí el colectivo de psicoanalistas, ellos se agrupan en asociaciones de orden legal, reglamentadas por sus estatutos y por el Código Civil, y con eso las asociaciones obtienen su calidad de persona jurídica. En cada momento se extraen, de esos acontecimientos mayores en ese colectivo, en nuestro caso los de la experiencia de la EBP, principios que despliegan una orientación para la Escuela, siguiendo una política del propio psicoanálisis. Y en la medida en que la historia del psicoanálisis solo acontece en la ciudad, en una determinada ciudad, no está separada de un lazo con el discurso del Amo, discurso con el que el discurso del Analista se manifiesta emparentado, en parentesco (Lacan, [1968], 1992). El psicoanálisis mantiene un vínculo con el discurso del amo en la medida en que este constituye la matriz del lazo social, incluso porque no hay en el discurso del psicoanálisis voluntad de dominar, de adiestrar. Lo que los hace opuestos. El psicoanálisis está fundamentado en la interpretación no es el actuar político y social (Alberti), en la Escuela se trata de poner en forma dialéctica momentos de acción, de despertar, que no son constantes, con los dispositivos de vigilia, que sí serían constantes, la vigilia condición de la acción.

¿Qué relación quiere mantener el psicoanálisis con el Discurso del Amo?

Para Miller es por el sesgo del grupo que el discurso Analítico se somete abiertamente al discurso del Amo, ya que el psicoanalista no es reconocido ni lo pide al discurso del Amo. Abiertamente, por el sesgo asociativo se somete al discurso del Amo, al mismo tiempo con docilidad, lo subvierte. Me llamó la atención que se dijera que el discurso Analítico se somete abiertamente. ¿Qué significa abiertamente? Abiertamente se somete, hace sobreentender que no es de forma implícita, al mismo tiempo que, a escondidas, lo subvierte. Estanos habituados a entender que el discurso Analítico es el reverso, que se ubica a contramano, como espina atravesada en la garganta del discurso del Amo. Hay sumisión, pero no sin subversión. Sumisión junto a subversión, juego sutil.

Cuando la presión del Amo se acerca demasiado, nosotros debemos engatusarlo, seducirlo, para continuar nuestro pequeño asunto sin irritar su paciencia.

Entiendo que el ‘abiertamente’ quiere decir que la Escuela muestra la cara al Amo, dialoga con él, con la Escuela iremos a seducirlo e incluso persuadirlo. El discurso Analítico a través de la Escuela se presta a no disolver los semblantes característicos de los otros discursos. El psicoanálisis no solo no disuelve los semblantes de los otros discursos, sino que denuncia igualmente el suyo propio como estafa (escroquerie), es decir que en tanto que solo obtenía su efecto del semblante, la operación del psicoanálisis tiene como objetivo desnudar lo real. Esta es la paradoja de una estafa que apunta a lo real, en tanto que al final, el soporte del semblante, el SSS, tiene como vocación autodestruirse.

Es conveniente tratar las relaciones entre discurso Analítico y discurso del Amo bajo la égida de la garantía, de este modo J.-A. Miller inicia su intervención. Y prosigue,  «[…] El AME es el sesgo por el cual nuestro grupo analítico se hace representar en el discurso del Amo, en tanto que ese grupo se constituyó como una asociación, una asociación legal». El AME es el analista como miembro de una asociación jurídica.

¿Qué mantiene hoy el lugar dominante en el discurso del Amo? La respuesta, de hecho, es multivalente.

Miller evoca allí el discurso capitalista de Lacan donde el S1 substituye al S barrado, en el lugar arriba y a la izquierda del esquema, que es el lugar del semblante. Y deja abierta una pregunta: ¿Será siempre el S1 el que sostendrá el discurso del Amo?

En otras áreas el discurso del Amo subsiste igual. El significante «Uno» entonces es elevado como sagrado, divino. Lo religioso domina lo social.

En términos políticos, el Sujeto barrado es el sujeto del «individualismo democrático».

Veamos las posibilidades que tenemos en el mundo contemporáneo, en este primer cuarto de siglo XXI: Miller mismo, retomando a Lacan, evoca su propuesta de Comandatuba del objeto a situado en el «cenit social» y concluye diciendo qué es.

Los colegas de la ECF, que participaron en esa mesa sobre la garantía, dieron otras posibilidades del S1 como soporte del discurso del Amo:

La propuesta de Philippe De Georges es ubicar el S2 como lo que domina, y el discurso del Amo se presenta bajo la apariencia de la burocracia.

Éric Laurent «Le grand remplacement clinique»(Laurent, 2017) propone la política de las «buenas prácticas» en el lugar del S1, y tiene a la cultura de la prueba como el argumento central en contra del psicoanálisis: «no sería validado por pruebas». El bueno, de «buenas prácticas,» se encuentre en el lugar del universal.

Con su independencia que escapa al control del Estado, el psicoanálisis ya sea en su formación de analistas, o en su práctica, estaría alcanzado por ese lugar de exterioridad. Para Brousse el discurso del Amo actual utiliza «Laciencia» en una sola palabra, como argumento de dominación, transformándola en totalidad. «Laciencia», como un neologismo, escrita como una sola palabra, está colocada en posición de agente del discurso del Amo. El lugar de exterioridad del psicoanálisis, marcaría que solo hay discurso dominante del goce. Para ella el discurso Analítico tiene con el discurso del Amo una relación moebiana, de tal forma que el discurso analítico permite pasar en el discurso del Amo del derecho al revés, Brousse le da un nombre a ese parentesco: relación moebiana donde el discurso Analítico permite adentrarse en el discurso del Amo y dar vuelta, pasando del derecho al revés.

Zuliani trabaja el término atopia para el lugar del psicoanálisis, el psicoanálisis por todos lados.

En la intervención de Serge Cottet, donde el título de su presentación ya trajo una novedad, Sin Garantía del Gobierno (SGDG), fundamenta en una frase de Lacan en Radiofonía (Lacan, [1970]; (2003)), cuando preconiza que el psicoanalista lacaniano, enfatizando que todos lo serán un día el «todos lacanianos», él entiende así, que el discurso del Amo le devuelve algo al psicoanálisis: el que hecho que el psicoanálisis produce la enfermedad. El hecho que no pueda medirse, no pueda controlarse, en esa medida lo vuelve próximo a la inseguridad social, lo que llamamos actualmente uberización, es decir una economía colaborativa en oposición al mundo fijo y reglamentado por el salario. El psicoanálisis como peste, o como el Uber, pondría en riesgo situar en el «cenit social» una ideología de dominio de sí pautada en el bien estar, alimentada por el coaching de la felicidad.

De este modo «cuando se es psicoanalista […], citando a Lacan en Radiofonía, aludiendo al «todos lacanianos» […] y también lacaniano. En breve todo el mundo lo será – […]». luego siguiendo la orientación lacaniana, entendemos así, tendemos a lo real y al goce, que termina produciendo la búsqueda del llamado al sentido, la ideología del dominio de sí pierde fuerza. Siguiendo con la cita de Radiofonía, «Alcanzaría con el ascenso al cenit social del objeto llamado por mí pequeño a, por el efecto de angustia que provoca el vaciamiento con el que lo produce nuestro discurso, al faltar a su producción», Serge Cottet enfatiza en este párrafo los términos vaciamiento y el efecto de angustia producido. El vaciamiento consiste en sustraer toda evidencia a lo real, despojar lo real de toda consistencia falaz (Solo hay verdad como tal al vaciar ese real). Y la operación de disolución de esta falacia revela el semblante y vuelve aparente el agujero desencadenando una angustia de lo real.

Confrontado a lo real que disfraza el plus de gozar, la angustia surge y el psicoanálisis aparece tanto como lo que causa cuanto su remedio.

Para terminar esta serie de lugares dominantes, tenemos a Philippe La Sagna que toma la coartada científica del protocolo.

Recientemente Jacques-Alain Miller, usando el contexto de las elecciones en Francia, señaló la diferencia entre la posición del analista que se compromete a título personal, como ciudadano, en un partido político de su elección, y la política del psicoanálisis que se mueve a través de su colectivo, es el caso de la Ecole de la Cause freudienne. Respondiendo a Radio Lacan relata su movimiento entre el instante de ver y el momento de concluir que provocó una serie de Foros apoyados por el Consejo de la ECF, que lanzó el llamado anti voto a Marine Le Pen, es decir, llamado al voto, por la anti abstención.

De esta forma, igualmente, nuestros Congresos tienen la alternancia en la secuencia de las mesas. Por un lado los AE, con el discurso analítico, los AME en dialogo con el discurso del amo se prestan al juego de sumisión abiertamente para poder persuadir y someter al discurso del amo.

En las jornadas de las Escuelas de la AMP se establecieron secuencias de mesas con otros campos del saber, siguiendo la idea de un ser híbrido, con alas analiticas y patas sociales. Pero no podemos decir que nos sometemos al discurso del Amo, a otros campos del saber. La aparente sumisión abierta al discurso del Amo hecha por los AME, representando la Escuela, tiene como objetivo persuadir y subvertir al Amo. Es fundamental poner en juego la sumisión al discurso del Amo, porque solo así podremos convencerlo, persuadirlo, subvertirlo.

Esa alternancia de las mesas en los Congresos apunta, en nombre del psicoanálisis, ya al discurso Analítico, ya al diálogo del psicoanálisis con el discurso del Amo. Se engaña el que piensa que la trasmisión se refiere solo a la vertiente de sumisión al discurso del Amo.

La sumisión al discurso del Amo no pasa de un semblante encarnado por el AME, y necesariamente la alternancia entre el AE y el AME, que da cuenta de la trasmisión del psicoanálisis en nuestros Congresos.

La trasmisión del psicoanálisis ocurre vía el AE, en el psicoanálisis en intensión, vía Garantía (AME), en el psicoanálisis en extensión. El término psicoanálisis prevalece por las dos vías.

Inhotim, 29 de abril de 2017.

Traducción: Silvia Baudini

NOTAS

  1. Ponencia presentada en el Congreso de miembros de la EBP, el 29 de abril de 2017 en la Fundação Inhotim, Belo Horizonte/Minas Gerais.

BIBLIOGRAFÍA

Alberti, C. 2017. L’Hebdo-Blog. Disponible en http://www.hebdo-blog.fr.

Lacan, Jacques. Seminário 17. El envés del psicoanálisis. Zahar, Río de Janeiro, [1968] 1992, p.95.

Lacan, Jacques. Radiofonia. Outros Escritos. Zahar, Rio de Janeiro, [1970] 2003, p.400.

Laurent, Éric. 2017. [En línea]. Le Grand Remplacement de la clinique. Disponible en Lacan Quotidien Nº 622 https://www.lacanquotidien.fr/….

Miller, Jacques-Alain. Questão de Escola: proposta sobe a Garantia. Opção Lacaniana online nova série 23, 2017.


El Psicoanálisis no es sólo una experiencia íntima

Flory Kruger

Cuando Miller se refirió a la Acción Lacaniana, en el año 2003, fue a partir de interrogar la relación entre el psicoanálisis y la sociedad. En ese tiempo, se propuso pensar, por un lado, el psicoanálisis, la posición del analista, el discurso del analista; y, por el otro, se interrogó por la sociedad. Dice Miller: “Nosotros y lo que tomamos como nuestro Otro, la sociedad”. [1] O sea, que ubica a la sociedad en el lugar del Otro. Subrayo pues que se trata de dos campos diferentes. Este modo de presentar ambos lados nos muestra que el sujeto no está solo, sino que siempre está el Otro que lo precede, incluso, desde su nacimiento mismo. Es lo que le posibilitó a Lacan hablar de lazo social; sin embargo, es necesario establecer una diferencia entre el lazo social y la sociedad. La sociedad es Una; en cambio, a partir del lazo social, Lacan inventa los cuatro discursos y con ellos muestra que no hay el Uno de la sociedad. A partir de los cuatro discursos, Lacan pudo mostrar el tipo de relación que se establece en cada uno de ellos y marcar la diferencia que hay entre ellos, sin perder de vista que se constituyen sobre la base de una relación de dominación.

Nos preguntamos ¿Por qué Miller llega a proponer este término de Acción Lacaniana? Su respuesta es clara. Dice que: “Lacan y con él el psicoanalista lacaniano concebía su posición, en la sociedad, como un exiliado en el interior”. [2] A partir de esta concepción, se entiende la preocupación de Miller por interrogar cuál es la perspectiva que tiene el psicoanálisis respecto de la sociedad, en la medida en que el psicoanálisis, tal como él lo piensa, no es exclusivamente una experiencia de uno por uno, una experiencia íntima, ajena al caos, al malestar que prevalece ahí afuera. [3]

Si pensamos la sociedad desde los registros de Lacan, podemos afirmar que ella funciona de terceridad, por lo tanto, la ubicamos en el registro simbólico. Es la que viene a ordenar lo que ocurre a nivel imaginario. Lacan lo muestra muy bien en el estadío del espejo. Se trata de una relación igualitaria entre semejantes que sólo conduce a la pura agresividad, al exterminio de uno o el otro. La sociedad es lo que viene a poner orden, es lo que viene a hacer la diferencia, a superar el estadío del espejo, a establecer la jerarquía, a darle a cada uno su lugar. Es lo dominial en términos de Miller. La sociedad suscita nuestra confianza, pero no tenemos la menor idea de cómo funciona ni cómo se sostiene, sólo nos queda confiar en que eso se va a sostener. Esa creencia, en la sociedad, constituye un acto de fe, por eso es un concepto discutible.

El psicoanálisis, respecto de la sociedad, se ubica en una posición de exterioridad, no responde a los significantes amos de la época, no se somete a las identificaciones grupales ni se orienta por la justicia distributiva ¿Cuáles son las diferencias que podríamos señalar entre el acto analítico y la Acción analítica? El psicoanalista, en su acto, ocupa el lugar de objeto causa y es desde esa posición que provoca la división del analizante, único sujeto de la experiencia. La diferencia es que así como el acto analítico se sostiene del uno por uno, la Acción analítica está orientada hacia la sociedad. Se trata de las consecuencias del acto analítico, pero en el registro del vínculo social. La interpretación que hicimos de este término está expresada en la FAPOL, a partir de la creación de los seis Observatorios y las cuatro Redes. Estos espacios fueron creados con el objetivo de incidir, desde la Orientación Lacaniana, en las diferentes políticas de Estado: Violencia de género, Legislación; Autismo, Transgénero, Infancia, Drogadicción. Estos son los temas que abordan los Observatorios. A su vez, la Universidad, el Psicoanálisis Aplicado, la Iniciativa Universitaria de Formación e Investigación, el Cine y Psicoanálisis son las Redes que crecen buscando ampliar el campo de incidencia del psicoanálisis en toda Latinoamérica.

Esto en cuanto a la Acción Lacaniana, pero ahora, respecto de la apuesta de Miller llamada “Campo Freudiano Año Cero”, entiendo que debemos establecer algunas diferencias. En primer lugar, si se tratara de una continuidad con lo que nos orienta de la Acción lacaniana, no se llamaría Año Cero. Este significante anuncia algo nuevo, algo que antes no estuvo, razón por la cual parte del cero ¿Cómo seguir inscribiendo la serie? ¿Cómo escribir el uno, dos, tres, etc.? Además, no nombra a la AMP, sino al Campo Freudiano, lo cual es una clara referencia a la exterioridad de las Escuelas. El Campo Freudiano no alberga a las Escuelas, va junto a ellas, pero por fuera de ellas. Ésta es la razón por la cual las reuniones de ZADIG se realizan en Buenos Aires, fuera de la EOL. Es otra de las diferencias con la Acción Lacaniana; sin embargo, podemos señalar una coincidencia, tanto la AMP como el Campo Freudiano pueden ser una forma de acción con incidencia en el campo de la política a partir del proyecto que plantea Miller.

La propuesta es la de “hacernos presentes, no sólo en la clínica, en la psicología individual, sino también en la psicología individual en tanto que colectiva, es decir, en el campo político, no como un partido sino como psicoanalistas que pueden aportar algo a la humanidad”. [4]; pero, ¡cuidado!, sin perder de vista que lo que se haga debe sostenerse en los principios mismos del psicoanálisis, sabiendo que la política que le toca al psicoanálisis es la política del síntoma.

Es sin duda un desafío frente al cual debemos interrogarnos por los instrumentos a partir de los cuales acercarnos a la política, evitando lo peor, que sería que la política, con su gran poder de sugestión, subsuma al psicoanálisis. Como todo hecho social, la política tiene sus propios síntomas. Si, como recien dijimos, el psicoanálisis tiene como orientación escencial el síntoma, éste debería ser la orientación para acercarnos a la política. El psicoanalista tiene su propio instrumento que es la interpretación. Su uso nos permite, entre otras cosas, separar al psicoanalista del político. El político, enfrentado a elecciones, tiene un voto cautivo por su propia identidad política, el psicoanalista, en cambio, tiene lo que podríamos llamar el voto útil, un voto contingente que depende de cada circunstancia y que implica una decisión a tomar. En este punto, podemos decir que la propuesta de Miller de votar a Macron no estaba planteada sobre el fondo de una identidad con Macron, sino como un voto para enfrentar a Marine Le Pen. Es una propuesta que no implica una identidad, sino que, en este caso, tenía la intención de dejar afuera a Le Pen, pero no se descarta que en próximas elecciones haya que votar en contra de Macron. Se trata, en cada caso, de un voto siguiendo una lógica y no la identidad de un partido. Una identidad partidaria tiene un voto obligado que no depende de la singularidad del que lo elige.

Son muchos los interrogantes que esta propuesta nos plantea. Tenemos que definir cuál es la extensión que le vamos a dar a lo que Miller llama política ¿Se trata sólo de votos frente a la elección de autoridades de gobierno? O bien debemos pensar que la política incluye hoy temas de alta implicancia como la violencia, la corrupción, el feminismo, el aborto, sólo por nombrar algunos. Es nuestra responsabilidad poder determinar cuáles son los temas que formarán parte de esta nueva propuesta llamada Campo Freudiano Año Cero.

NOTAS

  1. Miller, Jacques-Alain. Un esfuerzo de poesía. Paidós, Buenos Aires, 2016, p.159.
  2. Ibíd, p.159.
  3. Miller, Jacques-Alain. Conferencia de Madrid. Lacan Quotidien Disponible en http://www.lacanquotidien.fr/…
  4. Miller, Jacques-Alain. Conferencia de Madrid. Lacan Quotidien Disponible en http://www.lacanquotidien.fr/…

La Acción Lacaniana leída a partir del Año Cero: Factor (a)

Clara Holguín

La revista de Acción Lacaniana de la NEL propone el factor (a) como brújula. Orientarse a partir de lo inconmensurable, eso que no tiene medida, y que “se intercala siempre en el cálculo.” [1] Es sin duda la propuesta de un discurso, el analítico, que, al contrario del discurso del amo, que se rige por el “para todos” y lo universal, denuncia el semblante en el que se funda y desnuda lo real.

Nuestra acción, que llamamos “lacaniana”, supone la paradójica garantía de un deseo o mejor sería decir de su causa, que al distinguirse del objeto, acoge la diferencia y el goce de cada uno, respecto al cual “no hay todos… sino dispersos descabalados.” [2]

La Acción Lacaniana no es nueva en el Campo Freudiano. Bajo el nombre del “analista ciudadano” [3], el analista tomó relevo como “ciudadano” [4] y dejó de estar confinado a su consultorio. Mantenemos esa consigna, pero agregamos otro significante, Campo Freudiano, Año cero, para introducir con ello, el impacto que puede tener el psicoanalista en el amplio campo de la polis, según el dicho lacaniano, el inconsciente es la política.

Significante Año cero

Señalaba Angelina Harari [5], en una entrevista reciente, el valor de “Punto de capitón” [6] que tiene el significante Campo freudiano, Año cero, propuesto por J-A Miller. Interpretación que renueva la apuesta de Lacan en acuerdo con las coyunturas actuales de las escuelas de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y nuestra civilización.

Dos “Años ceros” anteceden al Campo Freudiano, Año cero, propuesto por J-A Miller en su conferencia de Madrid en el 2017. [7] El primero, lo podemos situar con la fundación de la Escuela en el año 64 que permite a Lacan mismo renovar su compromiso con la causa freudiana, buscando restaurar y restablecer la verdad freudiana.

[…] en mi intención representa el organismo en el que debe cumplirse un trabajo que, en el campo que Freud abrió, restaure el filo cortante de su verdad, que vuelva a llevar la praxis original que él instituyó con el nombre de psicoanálisis al deber que le corresponde en nuestro mundo; que, mediante una crítica asidua, denuncie en él las desviaciones y las concesiones que amortizan su progreso para degradar su empleo. [8]

Un segundo momento, atravesado por la crisis sobre el pase en el año 67, cuando los notables de su Escuela, la Escuela Freudiana de París, rehusaron avalar su Proposición sobre el psicoanalista de la Escuela, se constituye en un Año cero, con la creación de la Escuela de la Causa Freudiana, donde como dice J-A Miller, “había que recomenzar todo para llevarlo a un nivel superior.” [9] Ya no se trata del retorno a Freud, sino del retorno a la clínica y la inauguración de los encuentros del campo freudiano para “pensar el mundo.” [10]

Hoy la propuesta de J-A Miller nos lleva a dar un paso, ir más lejos. Un compromiso, una llamada a la acción, una llamada urgente que invita a inscribir el discurso de Lacan en el ruido de la civilización e “inscribir para siempre la enseñanza de Lacan en el discurso universal” y relanzar así la transferencia con el psicoanálisis de modo inédito. Precedió este momento un instante de ver:

La Escuela de la Causa Freudiana, unánime en el nivel de sus instancias, se encontraba haciendo lo que, desde mi conocimiento, jamás fue hecho en la historia del psicoanálisis; es decir, participar en el ámbito público, tomar parte en una consulta electoral, llamando a la opinión de los conciudadanos y movilizarse sobre todo lo ancho del territorio nacional. Eso jamás fue hecho en la historia del psicoanálisis. [11]

Se renueva el compromiso a partir de una inédita propuesta, que hoy se conoce como la movida Zadig (Zero Abjection Democratic International Group), con la apertura hacia “la opinión” que saca al psicoanálisis de la parroquia e invita a tomar partido, J-A Miller propone: “Hacernos presente en la psicología individual en tanto colectiva, es decir en el campo político […] como psicoanalistas que pueden aportar algo a la humanidad en este momento de la o de la civilizaciones.” [12]

La acción lacaniana a partir del Campo freudiano, Año cero.

Me sirvo de los significantes propuestos por Miller con su inédita propuesta del Campo Freudiano, Año cero, para pensar la Acción Lacaniana como una conversación analítica, una interpretación, un compromiso. Se trata de introducir decididamente la conversación analítica sobre los impasses de la civilización que se manifiestan en cada lugar para que allí, cada uno, tome su lugar de sujeto. Una experiencia entre varios, donde se trata de “hacer de la excepción que es siempre cada sujeto en el grupo, la singularidad de su síntoma, algo que valga para todos y cada uno de ellos…” [13]

¿Cómo intervenir en tanto que comunidad analítica?, ¿Cómo hacer un lazo social fundado en lo herético de la identificación al sinthome, desde donde cada uno habla por uno mismo y de acuerdo consigo mismo, con ese “si mismo” singular que es su síntoma? Se trata de intervenir a partir de la formalización del síntoma de cada uno, tolerar la diferencia absoluta que toda solución sintomática presenta, sin anular lo singular en beneficio de un “nosotros”.

Desde esta perspectiva, la Acción Lacaniana es un acto que se sostiene, uno, en la toma posición respecto a un real que le concierne a cada uno, como lo propone la experiencia analítica como punto de partida, donde se pone en juego el compromiso y la decisión y, dos, encontrar un modo en que la palabra que se dirige al discurso del amo pueda pasar, lo que supone que se plantee de acuerdo al discurso analítico, el discurso –como ya anotábamos– que se dirige al uno por uno para que allí resuene la enunciación, que es diferente a la denuncia. La autoridad del deseo y el poder de la palabra, que se desprenden de aquí, no son un acto solitario, presumen una autoridad reconocida por los otros y con los otros, pero sin un Otro que la garantice.

Así, podemos decir que una acción fundada en la conversación analítica tiene como brújula tanto la interpretación, “un significante que percute… un efecto de significación a esclarecer, un enunciado, un texto a desarrollar” [14] como la posibilidad de dar lugar a la palabra del otro. Es una invitación de hablar en nombre propio para hacer resonar la enunciación singular.

Esta es la garantía que ofrece la Escuela, nudo entre intensión y extensión, que permite que el discurso analítico tenga “alas analíticas y patas sociales”. Al tiempo que puede someterse al discurso del amo, lo subvierte y de este modo hace del acto una apuesta por lo real de la vida.

“La apuesta del discurso analítico es una apuesta política de diálogo y presencia viva que puede esclarecer lo que hace síntoma en nuestra sociedad”. [15] Es una apuesta herética: “decidir el deseo para poder acoger por este camino, el goce propio de cada uno, que es la vía contraria a seguir el deseo de los canallas, que impone y legitima un goce que sería igual para todos, eliminando toda diferencia”, como señala nuestra colega italiana Paola Bolgiani. [16]

Zadig. Acción lacaniana en el campo político

Zadig es una “red política lacaniana mundial”. Una red implica que no funciona de manera jerárquica. Su objeto es llevar la política lacaniana en cada lugar y en cada frente donde el malestar en la civilización se nos hace presente. Esta red no es la Escuela, pero tampoco está disyunta de ella; se trata de ver cómo hacer surgir esta política desde la Escuela para ir más allá de ella. En ese sentido “es una extensión de un mismo espacio, el de la experiencia analítica, el de la experiencia de la Escuela como sujeto, en sus consecuencias políticas llevada al grupo social.” [17] Esta red de nudos requiere de una Escuela sólida, anclada en principios analíticos para llevar a cabo una acción política, la sobrevivencia del psicoanálisis como refugio ante el malestar en la civilización.

Concluyamos. La red Zadig es una oportunidad para la participación en la Acción Lacaniana, un modo de ampliarla.

NOTAS

  1. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Cuestión de Escuela: consideraciones sobre la garantía. Disponible en http://www.psicoanalisisinedito.com/…
  2. Jacques, Lacan. Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI. Otros Escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 601.
  3. Laurent, Eric. Analista ciudadano. Psicoanálisis y Salud Mental. Tres Haches, Buenos Aires, 2000, p. 113-121.
  4. “Lo único que existe es el debate democrático, abierto, crítico y… sin dinámica de grupos. En esto los analistas tienen que incidir muy activamente y si no lo hacen nadie lo hará por ellos. Han de ser inventivas e incidir de distintas formas. El analista útil, ciudadano, está a favor de la existencia de un lobby que intervenga en el debate democrá Hay que transformarse en un lobby y no es una desgracia” (E. Laurent).
  5. Harari, Angelina. 2018. [En línea]. Instantá Entrevista del Centro de Investigación y Estudios Clínicos. Disponible en https://www.youtube.com/…
  6. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Punto de capitón. Disponible en https://psicoanalisislacaniano.com/…
  7. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Conferencia de Madrid. Disponible en http://ampblog2006.blogspot.com/…
  8. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Punto de capitón. Disponible en https://psicoanalisislacaniano.com/…
  9. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Punto de capitón. Disponible en https://psicoanalisislacaniano.com/…
  10. Ibíd.
  11. Ibíd.
  12. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Conferencia de Madrid. Disponible en http://ampblog2006.blogspot.com/…
  13. Bassols, Miquel. Una política para erizos y otras herejías psicoanalíticas. Grama, 2018, p.45.
  14. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Punto de capitón. Disponible en https://psicoanalisislacaniano.com/…
  15. Bolinches, M. Lo real de la vida. Enseñanzas de/en la Escuela. III encuentro de elucidación de la ELP. Bilbao, 2017.
  16. Bolgiani, Paola. 2019. [En línea]. El deseo, una apuesta política. Disponible en http://www.hebdo-blog.fr/…
  17. Bassols, Miquel. Una política para erizos y otras herejías psicoanalíticas. Grama, 2018, p. 53.


LA ACCIÓN HACE LAZO


Sobre las XVII Jornadas de la ELP: ¿Quieres lo que deseas?

Gabriela Galarraga

El 24 y 25 de noviembre se celebraron en Barcelona las XVII Jornadas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, con la asistencia de psicoanalistas de la Asociación Mundial de Psicoanálisis de España, Europa (Francia, Italia, Bélgica y Suiza) y América (Canadá, Brasil, Argentina, Chile, Venezuela y Colombia).

El título de nuestras Jornadas evoca cierta tensión entre lo que se quiere y lo que se desea. Entre el dinamismo del deseo, barrera al goce, y el goce que aparece en forma disruptiva, como defensa contra el deseo. Entre el deseo, en relación a una falta, y el goce, en tanto fija un objeto para obturarla.

Deseo y goce, dos conceptos que Lacan, a lo largo de su enseñanza, ha puesto en disyunción: el deseo vinculado al Otro, a la ley, a la prohibición; el goce al Uno, fuera de sentido, fuera de ley.

Desde el psicoanálisis, orientados por lo Real, hablamos de las excentricidades e irrupciones, los impasses, los malestares, y las soluciones que se van encontrando para hacerse con un deseo que encuentre una manera de hacer con el goce irreductible que hace viva a una existencia.

El goce se enuncia como indecible, como “no quiero saber nada de eso”, articulado a la contingencia, al azar, fuera de la dialéctica propia al deseo. Deseo que empuja a hablar, y si esto se produce en un análisis, se intentará buscarlo en las marcas del encuentro con el goce en el cuerpo. Ese encuentro siempre traumático e inolvidable de goce, será conmemorado por la repetición y lalengua fijará sus coordenadas.

Las Jornadas se pensaron como una oportunidad de plantearnos nuevas reconfiguraciones y arreglos entre el goce y el deseo, acercándonos a lo que Lacan tomó como instrumento: una topología que da cuenta de la incidencia del Uno solo en el Otro como cuerpo.

Se abordaron estas nociones en consonancia con la última enseñanza de Lacan. Es decir, bajo la perspectiva del sinthome y de la incidencia real del Uno solo en el otro como cuerpo del serhablante. Haiuno. Unos separados, no articulados, plural y múltiples. Unos solos contemporáneos del Otro roto y de un real que escapa a la posibilidad de escribirse como existencia. No hay.

Las Jornadas fueron eminentemente clínicas sobre las conjunciones y las disyunciones del deseo y el goce, entre los que se reparten como dice Miller las Sutilezas Analíticas. Abriendo o reabriendo la brecha entre el goce y el deseo, se mostró que no hay una transición directa de uno a otro, sino que se trata de decidir cómo articular.

Fueron dos días de intenso trabajo bajo distintas modalidades (conferencias, presentaciones clínicas, ponencias, coloquios, Primeros Testimonios y Testimonios de Analistas de la Escuela) alrededor de una imposibilidad, la de decir para cada uno su objeto de deseo, imposibilidad que funciona como causa.

Cada intervención dio cuenta de la forma en que cada uno se dejó atrapar por la pregunta propuesta ¿Quieres lo que deseas?

La apertura de las Jornadas estuvo a cargo de Angelina Harari, presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Su conferencia Desprenderse de su deber tiránico: Así lo quiero, así lo ordeno (sic voleo, sic jubeo) nos orientó en un recorrido posible para llegar a querer lo que se desea, yendo más allá de un delirio de identidad, hacia a una identidad sinthomal.

La primera mesa plenaria, Decidir el deseo, contó con interesantísimas aportaciones de Paola Bolgiani: El deseo, un desafío político; Gil Caroz: Perlaboración o decisión: ¿puede uno separarse del goce?; Carmen Cuñat: Decidir el deseo: ¿una cuestión de gusto? y Manuel Fernández Blanco: Deseo y pulsión. Animó el debate Enric Berenguer, presidente saliente de la ELP.

Se habló del alcance político del deseo, en tanto, como señaló Paola Bolgiani, el discurso capitalista “sabe” que la raíz del deseo se anuda con el goce. Distinguió la pareja formada por el canalla, como un Otro garante que autoriza al sujeto contemporáneo a permanecer no queriendo saber nada del goce, de su propia posición de goce por lo tanto en la estupidez.

Gil Caroz realizó un recorrido por el concepto de “perlaboración”, al hablar de una decisión en relación a poder separarse del goce.

Manuel Fernández Blanco planteó el deseo decidido como el deseo de abordar el goce, posibilitando una nueva alianza, “la finalidad de un análisis es retraumatizar al sujeto para que el deseo tome su fuerza del goce como causa”.

Carmen Cuñat cuestionó el decidir el deseo como elección, y señaló la posibilidad que ofrece el psicoanálisis actual, de acceder a un invento sintomático que da cabida al goce y al deseo.

Esta primera plenaria permitió abrir líneas de desarrollo y debate para el resto del trabajo, eminentemente clínico, en 36 mesas simultáneas en las que los colegas presentaron casos de su clínica.

Contamos con varias mesas de los analistas de la Escuela Una, cuatro primeros testimonios y varios testimonios en relación al deseo de Escuela y al deseo al final del análisis.

Gian Francesco Arzente, con Un jugador de polo a caballo, hizo un testimonio fresco y riguroso sobre la experiencia de un análisis y de su final.

Anne Béraud con El amuro del amo, jugando con la homofonía en francés entre amur (a-muro) y amour (amor), dio cuenta del goce cedido, una vez socavado su lugar de excepción que el amor obturaba.

Raquel Cors en su testimonio 27-28-Uno, con voz viva evocó su trayectoria analítica desde un “exilio de la alegría” hasta un dejarse sorprender, aguardando que no esperando el giro al guion que había construido enmarcando su mundo.

Lidia Ramírez en Inconsciente y pase afirmó que “al inconsciente le gusta el pase”. Desde un primer análisis en el que se desplegaron los elementos de la neurosis infantil, hasta los sueños arracimados del final de análisis, con los que como señala Lidia “el pase vino”.

En otra mesa de analistas de la Escuela, Deseo de Escuela, se abordó la interesante cuestión de la relación con el psicoanálisis y la Escuela después del pase.

María Cristina Giraldo, en La Escuela y lo femenino del deseo, planteó el recorrido del análisis a través de sus escansiones lógicas, atravesando los efectos de sentido como defensa ante lo real. La contingencia operando por fuera de sentido, y el final de análisis como una nueva forma de vivir y leer la pulsión.

Clotilde Leguil transmitió con Despojamiento y renacimiento el advenimiento del deseo de analista sobre el fondo de destitución subjetiva y el efecto de renacimiento. El final del análisis planteado como el querer lo que desea.

El deseo al final del análisis fue otro de los temas propuestos a los analistas de la Escuela Una, como oportunidad de verificar, lo que en nuestro contexto contemporáneo, puede significar el deseo del analista,

Doménico Cosenza con Un deseo más allá del fantasma nos condujo de forma nítida a la lógica que operó en la extracción de saber obtenida en la experiencia analítica, desde la puerta del síntoma hasta alcanzar la salida, con un real sin ley.

Silvia Nieto, Sobre la marcha, nombre para ella de la contingencia, evocó su singular manera de bordear el agujero, desde sostener al Otro a sostener un acto sin el Otro.

Patricia Tassara testimonió de Un sinthome en movimiento, movimiento que la impulsa y que no es sin el anudamiento a la Escuela y su agujero. Hizo referencia al deseo del analista y su enunciación suficientemente vaciada por un análisis, como posibilidad de grapar el goce a la existencia, para saber hacer ahí.

La mesa Clínicas del deseo fue una oportunidad para probar la relevancia de la noción de deseo, de la que seguimos hablando a menudo en nuestra clínica, pese a encontrar muy pocas referencias en la última enseñanza de Lacan.

Andrés Borderías, con Adicciones, apuntó a diferenciar las adicciones como repetición vinculada al plus de goce, de las referidas a la iteración del Uno solo como acontecimiento de cuerpo.

Montserrat Puig hizo un interesante recorrido por Deseos inciertos.

Mónica Unterberger, en Vigencia del deseo, habló del deseo y del goce que, al entretejerse, le dará esa excentricidad “que configura lo incomparable de cada sujeto”.

La Jornadas finalizaron con una mesa plenaria coordinada por Miquel Bassols, sobre el tema Deseos de Psicoanálisis en Europa.

Doménico Cosenza, presidente de la Eurofederación de Psicoanálisis, habló sobre El malestar en la civilización contemporánea y los Foros Europeos de Psicoanálisis. Yves Vanderveken, director PIPOL 9, habló sobre El inconsciente testimonia de un real que le es propio.

Se debatió sobre la situación del psicoanálisis en Europa, la política de la Eurofederación, la acertadísima elección del tema de trabajo del encuentro PIPOL 9, El inconsciente y el cerebro, Nada en común , que reunirá a practicantes que se orientan por el psicoanálisis lacaniano o se reconocen en su ética, mucho más allá de Europa.

La escucha atenta de los trabajos presentados en nuestras Jornadas, tanto en las plenarias, como en las mesas simultáneas, así como los testimonios de los analistas de la Escuela, permite leer su orientación en la última enseñanza de Lacan. En un análisis se aprende a leer de otro modo a condición de no dejar que otro, arbitrario o aleatorio, se haga cargo de esa leer de otro modo.

Miller en El Ultimísimo Lacan nos dice que el acento está puesto en el vacío, en la eficacia de un significante nuevo, que actuando separado de su significación desencadene un despertar. Algo a lo que también anhelamos con estas Jornadas.


Una a-puesta por la causa: Nuestra buena orientación

Ana Viganó

Las X Jornadas NEL tuvieron lugar el pasado mes de octubre en la Ciudad de México con la sede local como afortunada anfitriona. Fortuna que devino de un deseo decidido de una sede joven que, con apenas un par de años de constituida como tal, hizo su apuesta por formar parte activa del mayor evento de Escuela que nos reúne cada 2 años bajo la forma de Jornadas. Los días previos transcurrieron entre la prisa, los detalles, los ajustes, los pendientes, la expectante alegría. La organización fue tomando cada vez más la forma de una bomba de ideas y concreciones que se fueron descubriendo de a poco, como los sabores y aromas de un platillo mexicano bien preparado, esos que llevan tiempo y dedicación, horas de cocina y un deseo decidido transformado en voluntad… ¡Ah! Miller nos ha hablado de eso: para quien ha decidido no ceder a su deseo, se tratará de transformar ese deseo en voluntad, advertidos de en qué medida querer es gozar.

Muchos de los colegas que fueron parte activa de la organización y logística no habían tenido ocasión aún de participar en un evento de esta magnitud por lo que uno de los signos, distintivos a mi modo de ver de estas jornadas y que situaré como la “bienvenida”, fue de entrada a doble vía: dábamos la bienvenida a los colegas de la NEL y a colegas y amigos de otras ciudades de México y del mundo a ésta, “su casa”; pero también nos dábamos la bienvenida a una experiencia de Escuela que para muchos fue inaugural por primera vez. Y aprehendíamos en el camino una vez más que la experiencia de Escuela, si la hay, es siempre inaugural.

Las X Jornadas NEL apostaron por lo que pensamos en la comisión científica, a partir de Lacan, como la necesidad de una invención renovada del psicoanálisis en cada caso, en cada momento y en cada lugar, no retrocediendo al desafío que las subjetividades de toda época proponen como sufrimiento a los practicantes que han elegido vérselas con eso.

Desde la elección del tema mismo, ¿Qué madres hoy? Vicisitudes en la experiencia analítica, hasta el más mínimo detalle logístico u organizativo, estas jornadas han inspirado su hechura en el anudamiento formativo entre la extensión y la intensión, tal como Lacan propuso; “en el horizonte mismo del psicoanálisis en extensión se anuda el círculo interno que trazamos como hiancia del psicoanálisis en intensión”. [1] Se definieron entonces como Jornadas de Escuela no tanto, o no solo, por quien las convocó, la Nueva Escuela Lacaniana -no se trata de títulos ni de proposiciones de buenas intenciones-. Se trató de una apuesta a que lo fueran; apuesta que debería ser probada en el transcurso de los 3 días de trabajo que nos reunieron -enlazados con las actividades que los precedieron asimismo engarzados en una propuesta lógicamente orientada-.

¿El psicoanalista como tal, tiene extensión? ¿Puede decirse de él algo del orden de una clase? Esa es la pregunta que motiva la existencia de una Escuela para Lacan. Un psicoanalista, más otro, más otro… no nos da el conjunto de los psicoanalistas que se definan por un rasgo de identificación que constituya y complete la clase: EL psicoanalista. Con esta perspectiva, la de una Escuela que se ha decidido por poner al pase en su centro y horizonte, una Escuela que se dejó enseñar por el secreto de que “el criterio, en cada cosa, sea el psicoanálisis” [2], es que pensamos estas Jornadas. Me atrevo a decir que a la luz de lo acontecido, nuestra Escuela pudo dar un paso lógico crucial en su ex-sistencia, mismo que sigue dándonos motivo de recuperar y hacer fecundos los múltiples efectos de formación experimentados en conjunto, pero también los particulares y sin lugar a dudas, los singulares.

Empezamos el primer día por lo que dimos en llamar a grandes rasgos la extensión del psicoanálisis. Sus intereses, sus referencias, su saber reunido, organizado, y por supuesto su relación al Otro al que se dirige. Un abanico que partió desde el performance ritual con el que se dio inicio al evento y que fungió como ventana a la experiencia, hasta el psicoanálisis en su aquí y ahora, en relación al tema elegido, en conversaciones plenarias signada por la participación y la inestimable brújula de Angelina Harari presidente de la AMP, Flory Kruger, presidente de FAPOL y Marcela Almanza, presidente de la NEL.

Las conferencias de la invitada Marie-Hélène Brousse dieron el bagaje epistémico de lo que el psicoanálisis puede decir desde su saber acumulado -y producido a cada momento-, sobre lo materno y la subjetividad. Lo que hemos aprendido desde Freud y Lacan y lo que se sigue hoy investigando; la teoría vivificada por la práctica pero propuesta como una construcción transmisible de manera incluso ordenada: conferencia 1, conferencia 2. Sustento teórico sin el cual no podríamos avanzar y que daba la orientación del programa que desarrollamos y las pistas a seguir en esta investigación compartida.

También fue el día de la gran conversación con el Otro social: el de la época y el de los practicantes que aquí nos dimos cita. Las mesas plenarias tuvieron la marca de la presencia de analistas en áreas de trabajo y extensiones que podrían haber parecido ajenas en otros tiempos. El autismo, el llamado psicoanálisis aplicado, las cárceles, las problemáticas migratorias, la violencia, las instituciones de asistencia, etc., son plataformas para que los colegas aporten y compartan su experiencia sobre la novedad única que el psicoanálisis introduce en la civilización.

El cartel, como dispositivo privilegiado entre nosotros, tuvo su lugar aquí, pero lo ha tenido desde mucho antes porque más de 100 colegas de todos estos países estuvimos cartelizados, estudiando para prepararnos a estas Jornadas. Varios trabajos que se presentaron fueron productos de estos carteles. Otros circularon en distintos medios del que destaco el boletín de carteles A ritmo propio. Trabajamos además muy bien orientados por unas Referencias Bibliográficas de lujo que pudimos compartir desde muy temprano gracias a la agilidad de los colegas responsables. Y por el boletín LaLeo que nos permitió semana a semana en sus más de 30 ediciones, ir bordeando el tema desde múltiples perspectivas con la perla del acompañamiento musical que cada número regaló como plus sonoro, vital, resonante.

La extension tomó de entrada esta fuerte orientación epistémica y de lazo al Otro social de las ciudades donde ejercemos. Día de Saberes en acción; de estudio; de acción lacaniana.

En el segundo día la clínica pasó al centro de la escena desde el practicante zambullido en la dirección de una cura, una por una, con el sesgo que el tema ha convocado ¿Qué madres hoy?, sin dejar de hacer resonar el hoy. Así, el practicante de ayer -piedra de toque del camino que transitamos- y los de hoy -de quienes esperamos esa invención renovada del psicoanálisis, con otros- estuvieron en el banquillo dando cuenta de qué hacen, cómo lo hacen, por qué hacen lo que hacen.

Trece referencias clásicas de ayer fueron revisadas y discutidas en el segmento Casos de ayer ¿madres de siempre? De Freud a Lacan: madres en el diván en estupendas conversaciones que llevaron a reflexionar sobre algunos matices de lo materno en distintos casos y referencias tradicionales del psicoanálisis. Así, Juanito, Dora, Sandy, Medea, la joven homosexual, (la referencia) Marrana, Hamlet, Gide, Aimée y Leonardo fueron escrutados por nuestros colegas para aprender sobre lo que esos casos tienen para decirnos hoy, aún. El punto se fue centrando en un tema que se destacará como extracción a seguir siendo estudiada: la noción de estrago y su valor en las estructuras clínicas, en la fenomenología de cada estructura, en la singularidad de los casos.

En la Jornada clínica, 53 casos de hoy fueron presentados por los propios practicantes para extraer de ellos un efecto de enseñanza. En total, más de 60 casos clínicos de ayer y hoy, desde la perspectiva de los practicantes, nos enseñaron sobre las vicisitudes en la experiencia analítica sobre ¿Qué madres hoy? pero también, y más aún fundamentalmente, sobre ¿Qué analistas hoy?

El día domingo trajo la hiancia de ese círculo interno con el que en definitiva este recorrido sería trazado après-coup. El final estuvo desde el principio, y fungió el punto desde el cual no nos queda más que relanzarnos, continuar. Decíamos y reafirmo, fueron jornadas cuya topología habitada posibilitó un acontecimiento. Con el pase, los testimonios de las 3 AE`s invitadas María Cristina Giraldo, María Josefina Sota Fuentes y Raquel Cors -quien daba además su primer testimonio-, y las estupendas interlocuciones, de Angelina Harari, Marie-Hélène Brousse, Clara María Holguín y Marcela Almanza, la experiencia analítica se escuchó ¡y se vio! -no dejan de resonar a este respecto las reflexiones sobre los cuerpos presentes a la hora de dar lugar a los testimonios-. La experiencia analítica recuperada desde su punto más preciso y precioso de intensión, ese saber del psicoanálisis que “no se importa ni se exporta” de ningún lado sino que se produce cada vez como inédito, desde la perspectiva del analizante -devenido analista- en una experiencia analítica llevada hasta el final. Tercer día: el pase, el corazón, círculo interno que dejando siempre vacío el universal encuentra sus trazos de anudamiento uno por uno, para que una transmisión sea posible de ser compartida.

El recorrido de estas jornadas fue entonces un nudo epistémico, clínico y político.

Y como cada detalle fue pensado para que este anudamiento constituya una experiencia, muchas de las sorpresas preparadas tuvieron también esta inspiración.

Los detalles no dejaron que olvidemos que nuestra práctica se enlaza con el lugar en que ésta se aloja. Así, la Ciudad de México ofreció algunos de las más representativas muestras escogidas para hacer presente el “factor c” anfitrión, hospitalario y distintivo de una cultura que no puede quedar por fuera de la perspectiva análoga a “el Inconsciente es Baltimore al amanecer”.

No faltaron los abrazos, conversaciones de pasillo, los brindis y el intercambio espontáneo que dieron a este encuentro su forma y cuerpo también en la dimensión del affectio societatis. La transferencia -tanto en la experiencia analítica como en la de la Escuela- necesita estar encarnada. “Para que eso tenga lugar es necesario la vida” [3], que un viviente acepte ser tomado por la maquinaria y pague con su persona, su libra de carne. La Escuela toma así un lugar libidinal como “la manera en que la comunidad en su conjunto vale como objeto a para cada uno de sus miembros”. [4] Y entonces la Escuela deviene con un rasgo de lo viviente, del que doy cuenta en tanto salí de allí -y afirmo no ser la única en esto-, vivificada por un soplo de Escuela renovado. “Para que haya una Escuela, -decía Miller-, ante todo es cuestión de que haya affectio societatis. El pintor Braque decía: “Las pruebas fatigan a la verdad”. Nunca hay que fatigar al objeto a minúscula.” [5]

Estas X Jornadas dejan entre otros el saldo de probarnos cómo un trabajo de Escuela intenso y denodado; de unos, de otros, de varios, de todos a veces, de cada uno siempre -en tanto concernido por su causa-, un trabajo de Escuela así es posible no solo sin fatigar a ese objeto a por lo que ella vale, sino de potenciarlo en la a-puesta, cuando la buena orientación nos guía.

NOTAS

  1. Lacan, Jacques. Proposición del 9 de octubre de 1967. Sobre el psicoanalista de la Escuela. Momentos cruciales de la experiencia psicoanalítica. Manantial, Buenos Aires, 1992.
  2. Miller, Jacques-Alain. La doctrina secreta de Lacan sobre la Escuela. El Caldero de la Ecsuela-Nueva serie 24, Buenos Aires, 2015, p.5.
  3. Ibíd., p.4.
  4. Ibíd., p.4.
  5. Miller, Jacques-Alain. Elucidación de Lacan: charlas brasileñas. Paidós, Buenos Aires, 1998.


DOSSIER


Bricolages con eso imposible de la violencia

María Cristina Giraldo

Bricolaje alude a la invención con lo que se tiene a mano, con los materiales existentes; está en la dimensión del hacer con lo que hay, pero sobre todo tiene que ver con las formas de arreglo singulares con la inconsistencia del Otro, de un Otro que no es garante y que, en nuestro caso, es el Estado y las Instituciones. La tríada violencia, trauma y pulsión nos enfrenta con lo indecible. Dice Miller: “lo que hay de simbólico es tomado en una gravitación alrededor de lo indecible: ese es entonces el agujero para lo simbólico”. [2] Giramos alrededor de ese agujero para hacer transmisible algo de eso imposible de la violencia, y es paradójicamente por esa misma vía que se pueden encontrar arreglosinéditos.

En el discurso social, la concepción del trauma se refiere a un hecho de la civilización que irrumpe en la vida de un sujeto, a un suceso que no es elegido ni propiciado ni consentido, sino que simplemente sucede y cambia la vida de ese sujeto, muchas veces para siempre. En psicoanálisis no unificamos la violencia, sino que tomamos las violencias una por una, porque son modos de goce de la civilización, y también singularizamos el trauma: un mismo hecho traumático no tiene los mismos efectos para los que lo experimentan. Desconocer esto es lo que da lugar al asistencialismo, que responde de la misma manera para todos. Estamos advertidos del desplazamiento, siempre posible, del trauma a la pulsión; del hecho traumático, que no tiene que ver con el goce de quien es objeto de una violencia que no propició, a la decisión de la víctima que compete al sujeto del trauma, es decir, a la voluntad de goce que es el modo singular de gozar de esa víctima, que es donde resuena el hecho traumático. La pregunta que me asiste es: ¿cómo puede cada uno construir una salida al trauma que no lo deje atrapado en la identificación a la pasión sacrificial y alienado en posición de ser un objeto violentado? ¿Qué permitiría evitar la doble victimización que se produce cuando la vía no es la del sujeto de derecho y de responsabilidad, sino solo la de la demanda al Estado, en posición de objeto de la necesidad, y la víctima se encuentra con un Otro que no responde? ¿Qué respuesta es posible cuando las agrupaciones de víctimas privilegian la militancia identitaria por sobre la perspectiva de transformarse en sujetos de derechos políticos?

Con este marco voy a relatar dos formas de arreglo con esos restos de la violencia que son la desesperanza, el destierro y el vínculo social deshecho. Se trata de bricolajes que se dieron cuando los acuerdos de paz ni siquiera estaban en el horizonte.

La voz y la mirada

La invención de los campesinos desplazados de la Hacienda Las Pavas, al Sur de Bolívar, en el nordeste de Colombia, donde 123 familias viven desde hace 45 años en 1300 hectáreas que pasaron en su momento a ser propiedad del narcotraficante Pablo Escobar. Al primer desalojo, por parte de paramilitares, respondieron con la creación de una asociación y el regreso a cultivar las tierras, hasta que fueron de nuevo desplazados por narcotraficantes que le vendieron los predios a una empresa dedicada al cultivo de palma aceitera, y es esta empresa la que produce el tercer desalojo, ante la ceguera de los estamentos del Estado. Bajo presión y amenazas constantes, los campesinos de Las Pavas mantienen su lucha pacífica anudada a un acto político: cantan su historia con letras que dan cuenta de cómo se las arreglan con lo real en juego. Estos juglares inventaron una forma de arraigo en lo decible, han dejado de ser cuerpos inscritos en las nominaciones del Estado que pretenden nombrar lo innombrable, para buscar ser cuerpos escritos y bordear con lalengua ese agujero de lo real. En su música, en su lucha para que el Estado les entregue los títulos de sus tierras y en su permanente retorno subvierten las órdenes de hierro que prosperan gracias a la debilidad del Estado. Supieron transformar lo traumático en acto político, sin renunciar a su dignidad de seres hablantes, sin ceder a su deseo, sin quedarse victimizados en posición de objeto de goce del Otro. En el 2013 les fue otorgado el Premio Nacional de Paz por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) por su esfuerzo en proteger el patrimonio cultural y la memoria histórica de su comunidad.

Las voces del silencio

Un movimiento espontáneo de resistencia pacífica se gestó en los habitantes de Puerto Berrío en el Departamento de Antioquia: los cadáveres de las víctimas de la violencia son tirados a las aguas del río Magdalena por los actores de la confrontación armada, para “lavar” los rastros de su responsabilidad sobre las masacres, despareciendo a las víctimas. Los N.N. son rescatados del río por los pescadores y, cuando ello es posible, los porteños le dan un tratamiento al cuerpo de la víctima, en el cual el cuidado se opone a la crueldad de la que fueron objeto; les hacen ritos funerarios y una familia, una persona, o un grupo de amigos, los adopta y empiezan a cuidar de sus tumbas. De “N.N. -edad- sexo- fecha y No. de inscripción”, que son los datos que la Fiscalía escribe en las lápidas, pasan a ser nombrados inicialmente como “N.N. Escogido”, hasta darles un nombre y hasta el propio apellido. Los rituales de duelo dignifican a quienes fueron no solo asesinados, sino borrados en el curso de la guerra. Este movimiento pacífico les da una voz a quienes fueron acallados por este desborde de la pasión por silenciar; anima estos cuerpos anónimos, sin historia, ni origen, cuya filiación o no, a un grupo armado, deja de importar. Dice una inscripción: N.N.-Marinela “En lo desconocido, siempre tendrás un AMIGO”. En la muerte, el odio a las diferencias ya no puede subordinar el vínculo social, a la ferocidad de la segregación. La invención de una función para los N.Ns., a quienes se les confiere el poder de realizar milagros y se los sacraliza como santos mártires,[3] a cambio de la adopción, transforma a los N.Ns. en auxiliadores del pueblo. Es un cambio de sentido que subvierte la lógica paranoide, le quita poder al despotismo y restaura parte del ritual de duelo que es prohibido. Estos dolientes de los N.Ns no se reconocen entre sí, no se identifican en organización alguna; cada uno tiene una creencia cuya llama aviva, que cumple la función del delirio y para el psicoanálisis el delirio es una invención, un saber que el psicoanalista no silencia.[4]

Estas dos formas de arreglo, de resistencia ciudadana pacífica, me llevan a otra pregunta que propongo: ¿podemos dar a los acuerdos de paz en Colombia el estatuto que en psicoanálisis tiene el acto, que crea un antes y un después, para que hablemos de postconflicto, o qué es lo que nos autoriza a hacerlo? ¿Si sabemos que, para que haya responsabilidad sobre los actos de violencia, hace falta que haya imputabilidad, contamos con ese soporte para la paz?

NOTAS

  1. Este trabajo fue presentado en el foro Posconflicto y salud mental de las I Jornadas de la NEL-Sede Cali, el 26 de Julio de 2018.
  2. Miller, Jacques-Alain. Sociedad, violencia y sinthome. Mediodicho 31-(esa) Violencia, Córdoba, 2006, p.21.
  3. Uribe, María Victoria. Mata que Dios perdona. Gestos de humanización en medio de la inhumanidad que circunda a Colombia. Instituto Pensar, Universidad Javariana, Bogotá, p.8
  4. Miller, Jacques-Alain et al. El saber delirante. Paidós SAICF, Buenos Aires, 2005.

La cuestión del protocolo y lo analítico

Ana María Soliz

“…el deseo de la ciencia de nuestro tiempo, como el deseo primordial del sueño, no es otro finalmente que el deseo de seguir durmiendo ante lo real.

El deseo del analista es, justo en su reverso, el deseo de despertar al sujeto de aquel sueño de la razón que produce monstruos…”

Miquel Bassols

«El único punto mediante el cual al discurso analítico le toca entroncar con la ciencia, es el sentido a partir del cual la lingüística fundó su objeto aislándolo, esto es el significante»

Jacques Lacan

El contexto

En el año 2010 , en Santiago de Chile se produjo un incendio en la unidad penal de San Miguel. Según la información oficial, el incendio comenzó alrededor de las 5:10 del 8 de diciembre, a causa de una disputa —originada por el deseo de expulsar a un interno del lugar donde dormía— entre dos bandas rivales dentro del cuarto piso de la torre 5 del complejo penitenciario. Uno de los reos que participaba del hecho utilizó un lanzallamas artesanal, fabricado con un balón de gas y un tubo de plástico, lo que gatilló que se encendieran elementos altamente inflamables, como colchones y ropa, dentro de la edificación. A esto se sumó la propagación de las llamas, que en solo tres minutos ocuparon la mayor parte de la zona afectada.

Los primeros testimonios de sobrevivientes y testigos dentro del penal señalaron que hubo peleas varias horas antes de que comenzara el incendio. También se dio a conocer la información de que en las noches sólo cuatro funcionarios estaban a cargo de resguardar la seguridad interior de todo el recinto y cada una de las torres en las que estaban los reclusos de acuerdo a su peligrosidad, cuya población en total superaba los 1900 reclusos, siendo apoyados en el exterior por unos centinelas. Entre ocho y diez funcionarios actuaron para salvar a los reos del incendio.

Se confirmó que una llamada de alerta a bomberos fue realizada desde un celular alrededor de las 5:48 —la llamada no fue realizada por personal de Gendarmería, por lo que se cree que fue de parte de un reo—. La extinción del fuego se vio altamente dificultada: el primer carro de bomberos apareció a las 5:56; sin embargo, antes de que los bomberos ejecutaran sus labores, debieron esperar a que actuara el personal antimotines que, por protocolo, debía desalojar los tres niveles inferiores y abrirles una vía segura hacia el fuego.

El ministro de Salud señaló que el incendio ocurrido era «quizás la desgracia más importante en la historia del sistema carcelario [del país].» Asimismo, detalló que los heridos fueron afectados por quemaduras faciales y en la vía aérea, por lo que fueron entubados con ventilación mecánica en diferentes recintos hospitalarios de la capital chilena. Además, se informó que un bombero y tres gendarmes habían resultado heridos de mediana gravedad.

El presidio estaba preparado para albergar a 1100 reos; sin embargo, al momento del siniestro, era habitado por 1961, lo que según muchas autoridades reflejaba la precariedad del sistema carcelario chileno. Además, se informó posteriormente que había 100 gendarmes, divididos en tres turnos, que cuidaban a los casi 2000 internos; así lo estableció el último informe elaborado por la Corte de Apelaciones el 14 de octubre, sobre la situación de los penales de esa jurisdicción. El informe detalló que en la torre siniestrada habitaban un total de 484 reos primerizos condenados, rematados o detenidos, de todos los niveles de compromiso delictual; y concluyó argumentando que el recinto era «sucio, húmedo y maloliente», además de que no existía mayor disciplina por parte de la guardia penitenciaria para establecer un orden al momento del descanso de los internos.

El 13 de diciembre el ministro de Justicia comunicó que habían sido identificados los 81 fallecidos, destacando el trabajo conjunto realizado entre el Servicio Médico Legal y el Registro Civil. El 20 de diciembre se informó que, luego de presentar una notable mejoría, los 16 reos heridos que estaban internados en hospitales públicos habían sido derivados al Hospital Penal para su recuperación. Además, se detalló que se trabajaría al interior del penal en los aspectos psicológicos, dando apoyo tanto a los internos como a los funcionarios.

La intervención

La práctica analítica en instituciones me ha enseñado que la relación con el Otro institucional, con su discurso, sus protocolos de atención, sus lógicas muchas veces totalizantes, requiere de un “saber hacer con”. Pareciera ser que, para salir de lo imposible para la posición analítica, la pregunta es cómo servirse de estos protocolos en un caso clínico, cómo dar lugar a su particularidad, que en psicoanálisis sólo se obtiene mediante su singularidad. Cómo en el diálogo con lo institucional y los colegas que lo encarnan instalar la pregunta del uno por uno, sostener el vacío que implica el no saber qué es lo más “eficaz, conveniente, adecuado” para usar algunos significantes del ideal de la Salud Mental.

Hoy quiero compartir con ustedes esta experiencia institucional, no sin la pregunta que me genera esa experiencia. Me sirvo de la interrogante de Miquel Bassols ¿Cuándo una práctica analíticamente orientada se vuelve acción lacaniana?

El problema que quiero exponer tiene que ver con la creación de protocolos de atención en el marco de la urgencia subjetiva. Durante algunos años, coordiné un programa de atención abocado al tratamiento de las urgencias e inserto en un centro de salud mental privado, asociado a una universidad. En éste se realizaban convenios de atención a propósito de algún evento “catastrófico”, que supuestamente tenía efectos traumáticos para quienes los vivían (usuarios, trabajadores, alumnos, entre otros).

Miller señala en Acción lacaniana que la posición de extimidad del analista es una posición de exterioridad en relación con el significante amo, con las exigencias de la justicia distributiva ¿Qué hacer cuando esta posición no es del todo sostenible?

Cito una frase de Eric Laurent que me orientó en ese momento: “hay que producir justo lo necesario para seducir al amo moderno, que quiere que seamos eficaces, podemos demostrarlo, pero sin ningún afán excesivo por entrar en esta lógica que conlleva en sí misma, o puede conllevar, consecuencias terribles”. [1]

Me pregunto: ¿Es posible generar un protocolo que incluya un vacío? Si el psicoanálisis subvierte la lógica del ideal, y con ello la lógica del para todos, ¿cómo es posible un protocolo que dé lugar a la excepción? El protocolo, podríamos decir, está al servicio del principio del placer, es hacer dormir, tanto a los consultantes, como a los tratantes. Ahorra el acto. Asociado al cálculo, a la estandarización, a los objetivos de adaptación y normalización, esta justamente en la vereda opuesta de los principios del psicoanálisis.

La apuesta de este equipo de trabajo fue encontrar un modo posible. Destacaré tres momentos de esta experiencia, cada uno tiene sus efectos y ciertos saldos de saber:

  1. Se hizo necesario ubicar cual es el Otro institucional. Algunas preguntas que surgieron: ¿cuáles son sus ideales, sus fantasmas, sus síntomas? ¿Qué demanda la institución? Fue imprescindible conocer al Otro institucional para instalar una pregunta que aloje la singularidad del caso ante las decisiones que se toman en la lógica del para todos. Analizar esa demanda tuvo como efecto la posibilidad de alojar al sujeto dentro del protocolo, como también acotar la lógica del todos traumatizados.

 

  1. La construcción del protocolo incluyó una serie de negociaciones con el Otro institucional, quien a su vez estaba siendo cuestionado a nivel nacional. La prisa y la demanda por la eficacia eran señales de la urgencia que atravesaba (a) la institución. Se estableció un “protocolo con puntos suspensivos”, que permitía ofertar una atención para todos los “afectados” por el accidente. Lógica de la victimización, que era la entrada a la atención ofertada por la institució Esta primera sesión de entrevista tenía como función el poder hacer una “evaluación”, significante de la época ligado a la clínica de la mirada. Lo importante es que esta entrevista de evaluación permitía escuchar los efectos del “accidente catastrófico”, la posible aparición de una demanda y por lo tanto del consentimiento del paciente a hablar de estos efectos. La posibilidad de la instalación de la transferencia, como también la posibilidad del no ingreso al tratamiento. Aquí el tratante ponía en juego la lógica de la avaluación. Frecuencia de sesiones, extensión del tratamiento estaban sujetos a la contingencia, a la necesidad de cada caso. Fue necesario un no ante la solicitud de informes individuales y un sí a un informe general anónimo, que incluía sintomatología, número de sesiones, interconsulta psiquiátrica y remisión sintomática. En este punto el protocolo sirvió para regular el goce institucional de mirar demasiado cerca a sus trabajadores.

 

  1. Un tercer punto a destacar es la invitación que realiza la SOSCHPED (Sociedad Chilena de Psicología de Emergencia y Desastres) a presentar el trabajo realizado. Aquí fue posible transmitir los efectos que tuvo este trabajo. Citaré algunos:
  • En primer lugar, que para que exista un efecto traumático se requiere de un sujeto, no hay un estándar, lo traumático no se define por el acontecimiento.
  • En los casos que el evento tuvo un efecto “traumático”, es necesario estar advertidos de cuando este encuentro no será metabolizado por el lenguaje, justamente para calcular en que momento la palabra no opera al servicio del trabajo. Cuando hablar hace mal.
  • Que muchas veces la vía de la estabilización tiene que ver justamente con marcar un imposible de sentido en relación con el acontecimiento, es decir, no forzar un sentido. El desafío es que en este ejercicio no se reste la responsabilidad del sujeto sobre los efectos de goce que éste tuvo, punto en el que se está implicado como sujeto.
  • Que se apunta a un sentido, desde la posición analítica, pero al sentido libidinal. Ubicar algo del inconsciente produce un efecto curativo. Alojar el sufrimiento sin otorgar un sentido del lado del saber.
  • Por último, que el “protocolo con puntos suspensivos” apunta entonces, a responder a la demanda institucional, a otorgarle un marco posible a la atención, en este sentido es necesario. Pero que el mismo no se transforme en la garantía del trabajo clínico, que oriente respecto de las técnicas, intervenciones o modos de situar la lógica de un caso, de algún modo permite alojar el sufrimiento del consultante, el no saber. El dar lugar al caso único, fue la apuesta.

NOTAS

  1. Laurent, Eric. Usos actuales posibles e imposibles del psicoanálisis. Colofón 24, Boletín de la Federación Internacional de Bibliotecas del Campo freudiano, 2004.

Las víctimas y sus invenciones frente al trauma

Ximena Castro

La reflexión que presento a continuación es derivada de un proyecto de investigación interdisciplinario en el que participé liderado por el Centro de estudios afrodiaspóricos de la Universidad Icesi de Cali. Este proyecto, titulado “Bojayá, 15 años después: políticas del perdón y el retorno” se llevó a cabo en 2016 y 2017.

La masacre ocurrida en el año 2002 en Bojayá (Chocó), Colombia, es considerada por el Centro Nacional de Memoria Histórica un caso emblemático del conflicto armado colombiano. En un enfrentamiento entre un frente de las FARC y un bloque de las AUC, un cilindro bomba estalló en el altar de la Iglesia de Bellavista, cabecera municipal de Bojayá, lugar donde se refugiaban 300 personas. Aquel día murieron 119 personas, que fueron enterradas en fosas comunes improvisadas por las autoridades estatales y quedaron heridas alrededor de 100. Tras la masacre ocurrió el destierro de 1774 familias.

Varios autores coinciden en señalar que a pesar de que este acontecimiento violento se inscribe en una historia de al menos cuatro siglos de destierro, explotación, racismo, despojo y expropiación de tierras y recursos [1], la masacre de 2002 transformó para siempre la vida y el uso del territorio en Bojayá. El carácter inesperado, sorpresivo, excesivo y de sin-sentido de la masacre lo convierte, sin duda, en un acontecimiento traumático [2]. Recordemos que el trauma, desde la perspectiva psicoanalítica es un exceso que atraviesa la barrera de protección de los sujetos, es un real, entendido como lo imposible de narrar y de comprender, como lo insoportable, lo irrepresentable, aquello que no es susceptible de ser atrapado con palabras.

Este acontecimiento que introdujo una discontinuidad en la vida de los bojayaseños, dejó marcas indelebles en la memoria y el cuerpo de los sobrevivientes y reconfiguró las identidades y los modos de lazo social en dicho territorio. Para los habitantes de Bojayá, la expresión “daño al alma” producido por la violencia, en particular por la masacre del 2002 y el consecuente destierro, se ha vuelto un lugar común. Es el nombre que la comunidad le ha conferido al trauma psíquico de la guerra. En palabras de Leyner Palacios, un reconocido líder social: “La gente hoy en Bojayá vive con temores, con muchos miedos, con mucha incertidumbre […]. Nuestra gente se sueña todos los días con sus muertos”.

Una de las formas de respuesta de los habitantes y sobrevivientes frente al horror de la violencia que invade su territorio, ha sido identificarse como “víctima”. Paradójicamente, la magnitud del horror de la masacre hizo existir un territorio hasta entonces invisible para la mayoría de los colombianos y la nominación de “víctima” se convirtió en un modo privilegiado de inscripción social. [3]

En tanto víctimas se han convertido en receptores de la asistencia otorgada por un Otro humanitario. Quince años después de la masacre, las víctimas de Bojayá se lamentan de la insuficiente respuesta del Otro del Estado. Al mismo tiempo que demandan y no cesan de demandar más ayuda, denuncian la desidia de un Otro que no entiende sus verdaderas necesidades. En palabras de una lideresa de Bojayá: “Hoy día, nosotros logramos las asambleas con la gente y lo primero que nos dicen es: ‘No queremos que vengan otra vez los desfiles de chalecos”. Porque aquí han venido distintos chalecos, y a nosotros no nos ha quedado nada’.

El “chaleco” es la figura metonímica creada y utilizada por los bojayaseños para referirse al desencuentro entre las necesidades de las víctimas y lo que ofrecen los programas de asistencia y reparación. El chaleco es el nombre de ese Otro estatal y humanitario, que por estar imbuido en su saber experto, no ha sabido escuchar las voces de las víctimas. Sin embargo los habitantes de Bojayá no han permanecido pasivos a la espera de un Otro humanitario que venga a “reparar los daños” y han sabido inventar un modo de hacer propio frente a lo imposible de decir del trauma de la guerra [4]. Quiero mencionar dos invenciones de los bojayaseños que, desde mi perspectiva, constituyen formas de arreglo frente a lo real de la violencia.

Desde 2002 los habitantes de Bojayá se han dedicado cuidadosamente a conservar la forma mutilada de la figura Cristo que estaba en el altar el día de la masacre. Este, que no solo ha pasado por restauraciones sucesivas, sino que ha sido replicado para evitar la pérdida o el daño del original que solo es usado en las reuniones del Comité de víctimas-, es una forma singular de presentificación del trauma, ante la imposibilidad de representarlo. Siguiendo a Lacan [5] podríamos afirmar que el Cristo Mutilado es un objeto capaz de mostrar un Real que no puede narrarse. La intención por parte de la comunidad de sostener la irreparabilidad del Cristo constituye una invención que permite, por un lado, mostrar el agujero de lo real del trauma, aquello que “no cesa de no repararse” y por otro, compartir un símbolo (rasgo) que une a la comunidad en un contexto donde predomina el silencio y la desconfianza efecto de la presencia violenta de los grupos armados. Podríamos afirmar, acudiendo a una proposición de Wittgenstein [6], que la fuerza simbólica del objeto adorado Cristo mutilado está dada por el poder que tiene para mostrar lo que no se puede decir.

Así mismo, en Bojayá, la tradición del “alabao” [7] ha pasado por una transformación profunda a partir de la intimidación de los grupos armados y, en particular, tras la masacre del 2 de mayo de 2002. Lo que era un canto mortuorio que se coreaba en los velorios para asistir al alma del fallecido en su pasaje a la tierra de los ancestros, ha traspasado las fronteras del ritual religioso para convertirse en una estrategia de resistencia de los bojayaseños frente al terror impuesto por los grupos armados ilegales en sus territorios. El nuevo “alabao”, aquel que suena y resuena más allá del ámbito local, además de ser un canto de denuncia y reivindicación, es el modo singular que tienen los bojayaseños de cantar-contar algo de lo indecible de los horrores de la guerra en su territorio; es el medio que se han inventado para escribir y re-escribir su historia. La resonancia de las voces de las “alabaoras” y este singular modo de cantar tiene el poder de afectar los cuerpos de los que escuchan, no solamente por su potencia estética y narrativa, sino también porque posibilita bordear simbólicamente el agujero del trauma.

NOTAS

  1. Vergara-Figueroa, Aurora. Afrodescendant Resistance to Deracination in Colombia. Massacre at Bellavista-Bojayá-Chocó. Palgrave-Macmillan, 2018.
  2. Arciniegas, Laura. Sujeto, trauma y sí Salud mental y desplazamiento forzado. Universidad del Rosario, Bogotá, 2012, p. 39-52.
  3. Castro, Ximena & Erazo, Cristian. Sufrimiento y agencia política: pesquisa sobre la condición de víctima en Bojayá (Chocó), Colombia. Athenea Digital (en prensa).
  4. Giraldo, Maria Cristina. 2013. [En línea]. Invenciones. Nueva Escuela Lacaniana (NEL) de Guatemala. Disponible en: http://www.nel.montiserver.com/…
  5. Lacan, Jacques. Radiofonía. Otros escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, p.433-468.
  6. Wittgenstein, Ludwig. Tractatus logico-philosophicus. Gallimard, Paris, 1999.
  7. Una de las tradiciones ancestrales de la diáspora africana asentada en la región del Pacífico colombiano es el “alabao”. Según explica una de las integrantes del grupo de Cantadoras de Pogue (Bojayá), el alabao es “un canto a capela, ancestral y colectivo, de estructura responsorial, en el que una alabadora o alabador pone un canto y en contestación a este, se entona el coro a cargo del resto de alabadoras, alabadores y asistentes al velorio” (Entrevista de campo 9, Cali, 2017).

El psicoanálisis es de beneficio en un orden duro

Fernanda Otoni-Briset

¡Nuestra época!

Actos locos, terroristas, racistas, homofóbicos, xenofóbicos, políticos etc… y ahí el “odio del prójimo”[2]en plena forma, tal como lo señaló Éric Laurent en la conferencia que inauguró el Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, en Barcelona. ¿Cuáles han sido las respuestas de nuestro tiempo a esos actos? ¿Cómo puede el psicoanálisis contribuir al debate en ese campo?

Nuestra conversación de hoy pretende abrirnos a lo que nuestra experiencia nos enseña, cuando nosotros, analistas, nos colocamos al lado de sujetos cuyo acto los ha enredado en las manos de hierro del amo contemporáneo, teniendo su libertad de expresión y de acción cercada por una sentencia de privación de la libertad en una institución cerrada y vigilada. Allí, sabemos, se aplican medidas arbitrarias, casi siempre inhumanas, de excepción. Nosotros, psicoanalistas, no estamos entre aquellos que creen en monstruos o en bellas almas. ¡Nuestro encuentro con esas personas nos enseña!

«Nada es más humano que el crimen» (J.-A. Miller)

Desde la invención del psicoanálisis, los operadores del derecho se acercan. El derecho, con su acción, pretende colocar en un cierto orden el desorden de este mundo. El acto que funda la demanda jurídica es aquel que escapa a la ley, a la red de los sentidos y, para intervenir sobre el sin-sentido, cuando las normas no son suficientes, con frecuencia los operadores jurídicos demandan a otros campos del saber una respuesta. El psicoanálisis, como pasajero clandestino, hace ahí su intromisión, cuyo desafío, es señalado por Miller: “el discurso analítico se somete abiertamente al discurso del amo al mismo tiempo que, a escondidas, lo subvierte”.[3]

Freud, por ejemplo, cuando fue llamado por el sistema jurídico de su tiempo, no retrocedió. Participó en un seminario de juristas hablando sobre “El psicoanálisis y la determinación de los hechos en los procesos jurídicos”.[4] En otra ocasión, le pidieron que examinase el concepto de un perito en un caso de parricidio. La posición de Freud fue la misma en los dos momentos: el psicoanálisis no tiene como ofrecer a los procesos jurídicos elementos de los cuáles el derecho pueda servirse en sus decisiones sobre la culpa y el castigo, o sea, el veredicto del tribunal no debe apoyarse en las investigaciones del psicoanálisis. Lacan confirma la posición freudiana afirmando que le compete solo al Estado establecer el castigo del acto criminal: “El psicoanálisis del criminal tiene límites que son exactamente aquellos en los que comienza la acción policial, en cuyo campo se debe resistir a entrar”.[5] De Freud a Lacan, estamos advertidos dónde encontrar la disyunción entre la práctica analítica y la jurídica, localizando con precisión dónde el psicoanálisis no debe estar. El psicoanálisis dice no a servir como dispositivo pericial, como un Otro de vigilancia y control.

Sin embargo, en Freud y Lacan, el psicoanálisis no retrocede frente a los impasses que el Derecho le dirige. Sobre todo, en nuestra clínica contemporánea el psicoanálisis dice si cuando su acción puede ser de beneficio en un orden duro.

Freud, por ejemplo, no rechazó la solicitud de un abogado de que atendiese a una joven que había recurrido a él en busca de protección. Ella llega al psicoanálisis de la mano del derecho. Freud nos muestra que allá donde el sufrimiento de la joven se volvió insoportable, ante su fijación en una “infeliz idea mórbida”,[6] el recurso que utilizó para tratar lo que la atormentaba fue protegerse bajo el manto de la ley, o sea, buscando un abogado.

Freud, en otra ocasión, en su artículo “Los que delinquen por conciencia de culpa”,[7] comenta que en el tratamiento de pacientes suyos que cometieron crímenes, pudo verificar que esos actos apuntaban justamente a la ley. De acuerdo con Lacan, la sentencia judicial es una respuesta que localiza e indica una forma de regulación al goce y “solamente el psicoanálisis es capaz, en esos casos, de liberar la verdad del acto, comprometiendo con ello la responsabilidad subjetiva del criminal, a través de una asunción lógica”.[8] Eso implica encontrar una localización del goce, un litoral que consienta y soporte la lógica de las consecuencias. En torno al goce, el psicoanálisis y el derecho se conectan; sin embargo, se trata de una conexión que se cose por el revés. Dicho de otra forma: tal conexión no desconoce la disyunción que participa de ella.

Sabemos, por ejemplo, que el significante de la peligrosidad es muy utilizado por el discurso jurídico, en su alianza con la ciencia y la burocracia, para localizar lo insondable del goce en los casos de criminales. Tal elucubración del pensamiento científico, que se arroba del derecho de clasificar y segregar, tiene “consecuencias irrespirables para lo que llamamos la humanidad”:[9] el silenciamiento y el aislamiento de los cuerpos en los pormenores de la degradación judicial, en nombre de la defensa social.

En nuestra actualidad, la debilidad política sigue implacable en el cotidiano de los tribunales: la segregación y el silencio han sido la marca de sus sentencias. Allí donde la ciencia se esfuerza en clasificar y segregar, el psicoanálisis se instala como “un pulmón artificial con ayuda del cual intentamos asegurar lo que es necesario no hablar del goce, para que la historia continúe”.[10] La responsabilidad del psicoanalista es la de “resistir la espiral” a la que su tiempo lo arrastra, y “alcanzar en su horizonte la subjetividad de su época”. Su presencia discreta junto a las redes jurídicas permite que en situaciones nada ortodoxas y en condiciones bastante especiales, la experiencia analítica pueda servir al parlêtre y también llevar a las instituciones a tolerar lo real sin garantías ni previsión.

Pero los impasses son numerosos, sobre todo por tener que enfrentar las tensiones discursivas de crear las condiciones públicas para operar con el caso por caso. No es tarea simple, para el analista, participar de la res pública (la cosa pública), y hacer operar el poder subversivo de la acción lacaniana, o sea, los principios de su poder. No es evidente, ¡pero sucede!

Al adentrarse en este territorio, el psicoanalista se presenta a una escena registrada en la forma de un proceso: el crimen, las pruebas, el tipo y las marcas indiscutibles del criminal. Sin embargo, basta arrancar el proceso para descubrir allí personas que hablan y que tienen que decir. ¡Hablan! Un esfuerzo por hacer caber lo que no cabe, un esfuerzo por encarnar lo singular en lo universal. Al tomar la palabra, aquellos sentenciados al cumplimiento de penas, medidas de aseguramiento o medidas socioeducativas nos muestran que donde se presumía un ser fuera de la norma y peligroso vive un parlêtre ordinario, con sus locuras, rupturas, suturas y deseo de lazo.

Por lo tanto, el encuentro con el aparato formal del derecho no es sin consecuencias para el parlêtre. Para empezar, su encuentro con los ropajes forenses fuerza cierto encuadre del Uno del goce, fuera de la ley, en las formas públicas -en este caso, las formas jurídicas. Un esfuerzo para contener, en la forma de la ley, el exceso que lo perturba. El sujeto es forzado a tomar la palabra y desplazar la materialidad del goce, en juego en lo real del acto, a un decir. No siempre sucede esto, pero el sujeto es convocado a hacer ese esfuerzo. Por ejemplo, al caer en las redes del derecho, será preciso designar un abogado, cuya función es transportar el desorden fuera de la ley hacia el orden jurídico, de tal modo que este pasa a existir en la forma de un discurso. Este hecho, en muchos casos, pasa a ser un marco, un divisor entre dos tiempos.

Acuerdo con Miller en que ahí se verifica que el desorden del goce, como queja o como acto, “moviliza el saber del derecho, y este saber trabaja para un goce”.[11] Interesante esa mirada: ¡el derecho trabaja para un goce! Eso muestra el valor de semblante de las ficciones jurídicas: allí donde el Otro se debilita, una institución lo suplementa.[12] Cuando el Otro de la ley se presenta, el goce se localiza. O incluso, como bien dice San Pablo, “solo conocí el pecado a través de la ley”.

Lacan designa el campo jurídico como un “semblante de saber”.[13] De hecho, el funcionamiento de las instituciones jurídicas se orienta por un cuerpo de normas que tienen una estructura ficcional, o sea, un saber en posición de semblante. Pierre Legendre escribió: “Las instituciones son ficciones, pero la ficción no es otra cosa que una figura de verdad. Las ficciones son figuras de la verdad en tanto montajes. No hay relación con el Otro sin el montaje de un cuerpo”.[14] ¿Qué montaje es este, en juego en las ficciones, sino el que soporta el enlace imposible de lo simbólico con lo real? ¡Un montaje de semblante!

Las normas públicas son significantes; los significantes no pasan de ser semblantes -eso es lo que no cambia para cada época. Por ser semblantes, o sea, hacer las veces de otra cosa, es posible prescindir de ellos. Lo que rige el campo del goce, en una cierta época, se modifica con relación a otra.

Percibimos, hoy, que los dispositivos jurídicos no funcionan como antes. No estamos entre aquellos que creen que es posible salvar al padre, pues son otros tiempos. Con las mutaciones en el orden simbólico, como dice Laurent, recogemos cierta “desconfianza de lo simbólico que está fragmentado, y la apuesta en soluciones de tipo universal tiene cada vez más dificultad para sostenerse”.[15] Lo impresionante es que, justo en este tiempo, se percibe cómo las ficciones jurídicas, de forma singular y sorprendente, son cada vez más utilizadas en la clínica del parlêtre. Sin embargo, lo que se subraya es el uso irregular que cada uno hace de ellas. Frente a lo real del goce que no cambia, servirse de las formas jurídicas para localizarlo es una solución, en muchos de los casos cuyo goce deslocalizado, infinitizado, encontró en el acto su radical expresión.

Un esfuerzo de ¡basta!

Es en esa bisagra entre el discurso analítico y el discurso jurídico -matizado por las tonalidades discursivas de la criminología, derechos humanos y de salud mental, según la actualidad del amo contemporáneo, junto a personas que están en la franja entre la ley y el fuera de la ley- que podemos recoger que la no relación entre el goce y el Otro no impide la instalación de conectores. Más aún: esclarece que es justo ahí que el psicoanálisis puede recoger la potencia de grapa en su pluralidad, uno por uno. Eso enseña la disposición viva del parlêtre para conectar lo que es disjunto por su propia naturaleza.

Para Miller, la producción del sujeto contemporáneo, un sujeto sin referencias, implica, para cada uno, un deber social y una exigencia subjetiva de invención.[16] De esa forma, sin entrar en las acciones investigativas, policiales y punitivas, sin confundirse con el derecho, pero a su lado, el psicoanálisis ofrece al sujeto, que podría servirse allí de él como un objeto extraño, una pieza suelta en el escenario normativo judicial. Un analista le puede servir como un testigo de su esfuerzo en inventar una solución que engrape su singularidad al mundo público del Otro. Estamos advertidos de que ningún parlêtre se encuadra en el proyecto de institución, pero no es sin consecuencias el estar a su lado mientras elabora y localiza la causa de su entrada en la misma.

Por esas vías vamos recogiendo las pequeñas invenciones, el nudo singular de piezas sueltas, el uso inédito de la letra de la ley como artificio para nombrar lo imposible del goce, la salvación por los desechos y otros hilvanes que confirman el talento del parlêtre para la costura que, así, se sirve de las líneas y remiendos de la bolsa jurídica. Incluso con la irreductible iteración del goce, en muchos de estos casos lo que llama la atención y nos sirve como una clave en la conducción de esa clínica es la apuesta al lazo social que se reinstala cada vez en el ser hablante. A menudo floja y de corta duración, ella se presenta, renace, se reinventa y nos orienta en cuanto a nuestra acción decidida, en cuanto a la apuesta de instalación de la experiencia analítica como un respiradero y, por lo tanto, como un dispositivo de conexión. Pues si “la acción concreta del psicoanálisis es de beneficio en un orden duro”, lo es por su saber hacer con los “agujeros”, por servirse de las brechas del discurso, sacar provecho de los equívocos, favoreciendo el sinthoma y su lugar en la ciudad abierta. Un trabajo analítico que se hace al inmiscuirse en las tensiones discursivas para crear las condiciones públicas para operar con la materialidad singular en juego, caso por caso, atentos a la contingencia de la grapa que allí juega su partida, buscando favorecerla, decir si cuando ese acontecimiento se presenta.

Es lo que la experiencia de veinte años del PAI-PJ confirma, y como bien supo leerla Marie-Hélène Brousse: tal vez podamos decir que el trabajo que el PAI-PJ hace con los sujetos en ruptura con la ley sea el de buscar con cada uno una solución que sea propia, una solución única, solo de ellos, y de algunos otros, entonces, algunos otros que representen el lazo social, el consenso social, o sea, esos algunos otros que representen un límite, un límite para vivir”.

Nosotros, analistas lacanianos, somos algunos de esos otros, y esta Clínica nos enseña, conforme pude presentar en Barcelona, que:

  • En el pasaje al acto, no hay sujeto: hay el triunfo del goce. En el lugar de un inconsciente de pura lógica, un inconsciente de puro goce, conforme la herejía de una elección forzada. Si hay goce, hay cuerpo, hay parlêtre.
  • Si el acto conmemora la relación inexistente entre el goce y el Otro, su juntura se instala a costa de conectores. El fuera de la ley fuerza una respuesta, siempre, como causa o consentimiento, consecuencia.
  • En el acto, el Otro no existe. Si en el instante siguiente, es el Otro de la ley el que surge al rescate, ese choque tiene efectos. La entrada del aparato judicial en la arquitectura libidinal del parlêtre juega ahí su partida, forzando la lengua propia a llevar el circuito más allá del cuerpo propio. De ello participa un cuerpo que goza por diferentes medios, un cuerpo que habla. Por otra parte, “fue a través de ese don (de la palabra) que toda realidad ha llegado al hombre, y por su acto continuado como el la mantiene”.[17]
  • Encontrar un límite para vivir, encontrar esa realidad es el arte, la responsabilidad del parlêtre, un trabajo de un valor notable, “porque no hay Otro del Otro que lleve a cabo el Juicio Final”, como supo decir Lacan en 1976. [18] Por esa vía –la de elevar a las formas jurídicas, y a muchas otras–, verificamos, en muchos casos, una mutación de la satisfacción –del acto a la palabra– siempre contingente, singular e inédita para lidiar con lo que del goce tiende a escapar.

Jacques-Alain Miller resaltará en Lacan, al principio de su enseñanza, que “una satisfacción que resulta del hecho de hablar a alguien y cierto número de efectos de mutación que resultan de ello. Hablamos para alguien […] y al hablar para alguien resultan efectos de verdad que modifican al sujeto de cabo a rabo”.[19]

Esa clínica nos lleva a saber que el parlêtre no desiste de intentar escribir lo imposible de decir, de responder por el sin sentido de acto y, más allá, hacer pasar ese esfuerzo cojo a algunos otros, más allá de los propios. Nuestra tarea como analistas lacanianos parece ser la de mantener abierto un agujero en el rito de las tramas jurídicas, que permita dar paso, junto a algunos otros, al modo singular con que cada uno puede responder por su acto y reunir su respuesta irregular y fuera de la norma, con el conjunto ordinario universal.

Finalmente, el psicoanálisis sabe que las significaciones que enuncia el criminal, conforme insiste Lacan, “no lo excluyen de la comunidad humana. Hace posible una cura […] y la responsabilidad que restaura en él responde a la esperanza, que palpita en todo ser repudiado, de integrarse a un sentido vivido”.[20]

Si somos tan celosos de la libertad de expresión en un estado de derecho, es porque sabemos que buena parte de la satisfacción en el lazo social se localiza y se realiza en el acto de hablar. Finalmente, un parlêtre por naturaleza habita al infractor! Hecho que nos autoriza a enfrentar la debilidad política de las ficciones jurídicas y dar paso a la expresión de las formas irregulares de convivencia, algunas veces extrañas en su condición herética, pero que por eso mismo son portadoras de un saber inédito en cuanto al lazo entre lo público y lo privado, irreductiblemente singular. Este es un principio democrático que orienta la experiencia analítica.

Fue lo que intenté transmitir con el caso de Ella, internada luego de cometer un crimen. Considerada de altísima peligrosidad, es condenada al sepulcro del silencio. Escribe cartas al Juez, que no llegan a su destinatario y permanecen sin respuesta. Años después, abre una brecha fuera de la norma: dirigir sus cartas y su decir a un lugar de ropajes forenses, el PAI-PJ. Allí encuentra un lector. Desde entonces, otras conexiones le permitirán extraer las consecuencias públicas del saber hacer con el goce del cual es portadora. Participa en las audiencias; sugiere soluciones irregulares –pero razonables–; toma la palabra y consigue el derecho de responder en libertad. Llega la extinción de la medida judicial. Estudia, vive sola, paga sus cuentas y así sigue dirigiendo su vida, con sus crisis y tejidos bajo transferencia. Nunca es tarde para servirse del saber que exhala de esa herejía.

Ante la hendidura desordenada, puesta de presente por su acto, cada uno ha de fabricar modos de hilvanar sus junturas, una grapa cualquiera, sea el nombre-del-padre o cualquier otro remiendo que sirva de sutura, pues ahí la forclusión es generalizada. Tomar el goce de la palabra como logro que enlaza es una apuesta, y nuestra clínica nos da testimonio de que esa apuesta tiene consecuencias de lazo social.

Por esas vías, la relación del psicoanálisis con la política pública es inevitable. Es preciso estar allá donde la mano de hierro se alza; no retroceder ante esa batalla, para hacer valer el respeto por el sufrimiento humano, como dice Lacan en 1950. Será al ocupar el lugar que le corresponde en la red de los discursos y provocar la conversación para hacer vacilar las palabras impuestas, encajadas como si fueran verdades en las instituciones, que estamos a la altura de la subjetividad de nuestra época.

Traducción: Adolfo Ruiz

NOTAS

  1. Lacan, Jacques. Premisas para todo desarrollo posible de la criminología. Otros escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 139.* Texto presentado en la Conversación “Psicoanálisis, derecho y criminología”, celebrada con la NEL el 29 de mayo de 2018, vía webex.
  2. Laurent, É 2018. [En línea] Disrupción del goce en las locuras bajo transferencia. Conferencia de Apertura del XI Congreso de la AMP, en Barcelona, abril de 2018. Disponible en: https://psicoanalisislacaniano.com/…
  3. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea] Cuestión de Escuela. Consideraciones sobre la garantía. Disponible en: https://www.dropbox.com/s/…
  4. Freud, Sigmund. La indagatoria forense y el psicoanálisis. Obras completas V. IX. Amorrortu, Buenos Aires, 1978, p.81-95.
  5. Lacan, Jacques. Premisas para todo desarrollo posible de la criminología, cit., p.139.
  6. Freud, Sigmund. Un caso de paranoia que contradice la teoría psicoanalí Obras completas V. XIV. Amorrortu, Buenos Aires, 1978, p.259.
  7. Freud, Sigmund. Los que delinquen por conciencia de culpa, cit., p. 338.
  8. Lacan, Jacques. Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología. Escritos 1. Siglo XXI, Buenos Aires, 2003, p. 129.
  9. Lacan, Jacques. Declaration à France Culture. Le Coq-Héron v, Paris, 1973-1974, p. 7.
  10. Ibíd., p. 7.
  11. Miller, Jacques-Alain et al. La envoltura formal del síntoma. Manantial, Buenos Aires, 1989, p. 12.
  12. Matet, Jean-Daniel e Judith Miller. Pertinences de la Psychanalyse Appliquée. Seuil, París, 2003, p.11.
  13. Lacan, Jacques. Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos. Otros escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 579.
  14. Legendre, P. Les maîtres de la Loi. Armand Colin, París,. Annales, 1983.
  15. Laurent, É 2008. [En línea]. Apostas no Congresso 2008. Disponible en: http://www.amp2008.com
  16. Miller, Jacques-Alain. Intuitions milanaises [2]. Mental 12, Paris, 2002, p. 20.
  17. Lacan, Jacques. Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. Escritos 1. Siglo XXI, Buenos Aires, 2003, p. 310.
  18. Lacan, Jacques. El sinthome. Seminario 23. Paidós, Buenos Aires, 2006. p. 59.
  19. Miller, Jacques-Alain. Los seis paradigmas del goce. El lenguaje aparato del goce. Conferencias en Nueva York y cursos en París. Colección Diva, Buenos Aires, 2000, p. 175.
  20. Lacan, Jacques. Premisas para todo desarrollo posible de la criminología, cit., p. 139.

No tan solos en la ciudad

Piedad Ortega de Spurrier

Cuando el analista atraviesa las cuatro paredes de su gabinete y se inscribe en una práctica en que sin perder su orientación por lo real, por lo que no marcha, en el mejor de los casos, se encuentra con instituciones que tienen una serie de ideales que, si bien es cierto por su naturaleza son imposibles, le permiten sostener una estructura que, apoyada de los mismos pueden evitar una cierta burocracia. La pregunta que podemos hacernos es si esa estructura permite la existencia de un sujeto deseante y de qué manera podemos infiltrar por los resquicios de la misma, el discurso del psicoanálisis.

Si bien es cierto que las modalidades de intervención pueden ser muy variadas y dependen del tipo de encuentros que se suscitan en las instituciones, la orientación del psicoanálisis es lo que tiene que prevalecer en nuestra acción; para esto la escuela es el lugar que en sus diversos dispositivos permite poner a prueba las consecuencias de nuestras intervenciones en los contextos no-analíticos.

Hoy nos damos cuenta de que aquello que “no marcha” no se encuentra en disposición a ser interrogado. Los discursos actuales, en apariencias “libres pensantes”, sostienen en su desorden que llama de inmediato a quienes detentan el poder a establecer un orden de hierro que se traduce en discursos políticos absolutistas y polarizados, que impiden la aparición de interlocuciones que marcan una apertura a una conversación y que permita analizar los distintos síntomas de la época.

La Escuela tampoco es ajena a un cierto hundimiento del aparato simbólico, que a veces se encubre bajo la rúbrica de sedes o delegaciones donde los dispositivos marchan, los programas se cumplen sin que se elucide de forma suficiente los contextos actuales en los que se inscribe nuestra acción. En otras palabras, nos podemos quedar dormidos en una maquinaria que trabaja por una “inercia eficiente”, en lugar de mantener ese lugar vacío que interroga las coyunturas y apuestas diversas pero que al mismo tiempo mantienen la unidad de la experiencia analítica en su especificidad. Esto indica que no sólo es necesario captar los malestares existentes, sino que estamos llamados a alojarlos, a interpretarlos y esto constituye, para cada uno, una experiencia libidinal que no es sin la Escuela como sujeto.

Se trata de un esfuerzo que exige salir vía la conversación de ese espacio de exclusión interna que puede producirse en nuestras sedes y delegaciones cuando cada uno opta por crearse su propia definición de lo que es un analista de una manera “autónoma”, que sin duda incluye una satisfacción que ya no necesita del lazo con la Escuela.

En esas condiciones podemos quedar capturados en un imaginario de seguridad que garantizaría una especie de individualismo institucionalizado que hace desaparecer el Uno de la Escuela, para finalmente caer en la confusión de que creerse “único” es lo mismo que “estar solo”.

La escuela que Lacan fundó no estuvo pensada para hacer desaparecer el malestar inherente a la división del sujeto consigo mismo y a la imposibilidad de ese resto que subsiste y que queda excluida de su relación con el Otro. Más vale, como plantea Miller en 1998, en su seminario de Política Lacaniana, la Escuela de Lacan “estaba hecha para vivir en el malestar y que sobre todo, no se lo debía tratar sino dejarlo estar, dejarlo prosperar y que se podrán esperar algunos resultados positivos de ese malestar del estar juntos… La incomodidad tiene algunas virtudes.” [1]

En lo que concierne al ámbito de la polis, cabe preguntarse si los discursos populistas en nuestras latitudes en sus ofertas de bienestar en todos los ámbitos: económicos, religiosos y sociales, previamente evaluados por los expertos son justamente para alimentar la creencia que al menos existiría “Un” líder capaz de cumplir con todas esas promesas, entonces es cuestión de palabras… Pero, no de cualquiera, sino de aquellas que ofrecen bienestares imposibles que llevan a los ciudadanos a una condición de dependencia con el líder que los lleva a abdicar de su autonomía, a olvidarse de la crítica, puesto que la pregunta de la relación de cada uno con el ideal desaparece, también la de las diferencias consigo mismo y con el prójimo.

¿Dónde queda el deseo de cada uno, bajo estas coordenadas? ¿Qué consecuencias se producen para aquellos que no están dispuestos a declinar del buen uso de la interlocución, aquella que en su diferencia puede constituirse en formas novedosas de iniciativas en donde distintas voces puedan encontrar formas renovadas de habitar el mundo?

Conocemos por nuestra reciente historia cómo los regímenes populistas rápidamente muestran su faz totalitaria y con esto las sanciones de todo tipo a los que conciben como sus opositores.

La iniciativa de la FAPOL de propiciar bajo una modalidad muy activa, a través de los observatorios, ha hecho que el Otro social, bajo sus distintas modalidades y discursos, haya permeado a las Escuelas de América que sin duda han facilitado la inserción e intervención de nuestros analistas en la realidad social en la que nos hallamos insertos. Por eso hoy, no tan solos en la ciudad, sin perder la referencia a la Escuela Uno empezamos a producir acciones directas en el ámbito social y político, lo que Lacan había definido como la Política del síntoma y sus consecuencias en el ámbito social.

La reciente publicación (diciembre 2018) de la Antena Infancia y Juventud de Bogotá nos permite leer sobre las respuestas de psicoanalistas a un cuestionario de la Corte Constitucional de Colombia sobre educación inclusiva, para incidir directamente sobre los marcos legales que regulan e inciden la vida y la inserción social de los sujetos autistas que habitan en Colombia. Las respuestas son un manifiesto político cuyo respaldo es la experiencia de un trabajo orientado por el psicoanálisis y que su trasmisión abre la oportunidad de ampliar los espacios de ciudadanía de los que estos sujetos podrán decidir con plenos derechos a hacer uso de los mismos.

NOTAS

  1. Miller, Jacques-Alain. Seminario. Política Lacaniana, Diva, Buenos Aires, 1999.

BIBLIOGRAFÍA

Ahumada, Lizbeth. Inclusión y segregación en educación. Encuentro entre docentes y psicoanalistas. Aula, Bogotá, 2018.

Bassols, Miquel. Carta a los miembros de los consejos de las Escuelas de la AMP. Barcelona, 2018.

Berenguer, Marta. 2014. Entrevista a Miquel Bassols, “El psicoanálisis continuará siendo polémico, una piedra en el zapato del mundo contemporáneo”. Disponible en www.lacasadelaparaula.com

Laurent, Eric. Ciudades analíticas. Tres Haches, Buenos Aires, 2004.



EL PSICOANALISTA EN LA CIUDAD


Experiencias de la práctica del Psicoanálisis Aplicado: “CPA – Caracas”

Sergio Garroni

Hace ya más de 100 años atrás, Freud pronosticaba que venían nuevos tiempos para el psicoanálisis; tiempos en los que éste ya no debería tratarse de un tratamiento exclusivo para las clases elitistas. Unos años después de inaugurada la Policlínica de Berlín, y a propósito de los resultados obtenidos por ésta, Freud expresaba su deseo de que en otros lugares se estuviesen creando instituciones parecidas que hicieran llegar el método psicoanalítico a la gran masa y no sólo a una clase económicamente pudiente. De alguna manera, recordar el anhelo de Freud en estos tiempos, en los que pasamos por críticos malestares en nuestra sociedades, sin distinción de clases, es un hecho histórico que tiene una resonancia significativa en nuestra Escuela, en la NEL-Sede Caracas. Si bien los analistas venezolanos venimos trabajando arduamente en nuestros consultorios privados, la creación del Centro de Psicoanálisis Aplicado es un espacio clínico que nos ha permitido, en equipo, responder a las exigencias del sufrimiento de la sociedad actual, dar la oportunidad de ofrecer un lugar a las urgencias de todo aquel sujeto que necesite, independientemente de sus posibilidades económicas, ser escuchado.

Asimismo, considero que la creación de nuestro centro también ha sido cónsona con el llamado a reflexionar sobre la función del analista en la contemporaneidad, que bien marcaba Eric Laurent hace unos cuantos años atrás. Laurent advertía que a la luz de los nuevos modos de vida, los analistas tienen que pasar de esa posición de especialistas de las des-identificaciones a la de analista ciudadano, señalaba que: “hay que pasar del analista encerrado en su reserva, crítico, a un analista que participa, un analista sensible a las formas de segregación, un analista capaz de entender cuál fue su función y cuál le corresponde ahora”. [1] En este sentido, el CPA-Caracas ha venido a dar lugar a nuestra función como analistas ciudadanos, en una Venezuela que viene pasando por más de 18 años por una conflictividad social, política y económica que paulatinamente se ha incrementado e intensificado. Ha sido frente a la urgencia y el malestar que padece nuestro país que nuestro CPA ha hecho su presencia, ha sido su desafío. Más adelante me centraré en describir nuestra experiencia al respecto.

Ahora bien, dar un lugar a aquello que brota abruptamente, que aparece brusca y repentinamente haciendo cambiar la vida de un sujeto, su sentido y por tanto empujado a actuar, y en muchos casos poniéndolo en riesgo de cara al horror y la angustia, nos ubica frente a una clínica de lo real. Nos ubica frente a aquello que hace disrupción; frente a, en palabras de Miller, la “efracción que constituye el goce en la homeostasis del cuerpo” [2] y que está en relación con un orden discursivo. Se trata, como bien lo expone Eric Laurent, de la disrupción que “no cesa de perturbar las diferentes homeostasis o estabilizaciones que el sujeto ha podido establecer como defensas contra la efracción repentina de un goce desconocido por él”. [3]

Nos preguntamos qué implicancias tiene ubicarse frente a esa ruptura homeostática, frente al padecimiento de la ruptura punzante de la cadena significante, si no es haciéndolo de un modo discreto para ofrecer una escucha al sufrimiento intolerable, causado por la insurgencia de lo real. Se trata entonces del recibimiento de la urgencia, pero no de cualquier urgencia, sino de una urgencia cualquiera, me refiero a la urgencia según cada sujeto; no se trata de aquella urgencia médica o psiquiátrica en las que opera clínicamente un saber ya adquirido ante un sujeto pasivo, sino de la urgencia marcada en la dimensión ética del psicoanálisis de nuestra orientación lacaniana que no cede en exigirse y apelar a la aparición de una subjetividad, dimensión ética de hacer existir al sujeto. Se trata de la urgencia subjetiva que per se supone la intervención analítica que es ésa a la que apuntamos cuando hablamos de un psicoanálisis aplicado a la terapéutica. Es aquella intervención que se preocupa por la propia identidad psicoanalítica: por el trabajo que, bajo transferencia y por la respuesta del analista que no es más que la de su acto, el corte, la escansión, la cita, el silencio, todas formas de la interpretación, apunta a situar la respuesta singular del sujeto, o mejor dicho, a ubicar al sujeto que viene como respuesta ante el real traumático, porque es frente a ese real, que sobrepasa los límites homeostáticos, que la intervención analítica trata de localizar el sujeto.

Bien señalaba Lacan en “El atolondradicho” [4] que “el sujeto como efecto de significación es respuesta de lo real”. Entonces, la concepción de sujeto con la que trabajamos los psicoanalistas es aquella que no se confunde con el individuo, ni con una subjetividad experimentada como tal por éste; si bien recibimos individuos a los que tratamos con el respeto debido, apuntamos a dar con el sujeto que es ése que está representado por un significante ante el Otro significante. Bien señalaba Eric Laurent que, desde una postura psicoanalítica, apostamos a que existan “instituciones en el campo de la salud mental que le den su lugar a la particularidad y que desconfíen de la masificación por identificación”, además resaltaba que “la hipótesis freudiana del inconsciente implica que la particularidad no sólo se alcanza respetando los derechos de la persona, sino dejando hablar al sujeto”.

En la clínica de un Centro de Psicoanálisis Aplicado a la terapéutica es importante ir más allá de la atención de la propia urgencia, implica precisar aquel significante desencadenado en la disrupción. Se trata de aislar lo que sería entonces el significante de la urgencia. Si bien la urgencia en sí misma implica un sufrimiento intolerable del sujeto, causado por la irrupción de lo real, que llama al analista a responder con inmediatez, también resulta imprescindible que, en esa inmediatez, se introduzca un punto de detención en el tiempo de la propia urgencia, y en esto estaría en juego el deseo del analista, para apuntar a la aparición de ese significante que le permita ubicar eso que lo ha dejado paralizado.

Entonces, el hecho de que en el Centro de Psicoanálisis Aplicado se le dé una escucha singular al sujeto, caso por caso y bajo transferencia, y con el analista sosteniendo su acto, se produce una variedad interesante de atención que conduce a algo nuevo por una vía muy distinta de las psicoterapias breves o de aquellas basadas en una empatía filantrópica.

Cuando digo que en la atención de un CPA se produce algo de lo novedoso es porque el encuentro entre el sujeto y el analista se hace en caliente y bajo transferencia. Por un lado, el encuentro apunta al surgimiento singular de cada sujeto de vincularse con su punto de goce en tanto tal, y por el otro, cuando se produce esa vinculación, el sujeto localiza su angustia y/o se localiza, como expresé anteriormente, y de ese modo se consiguen efectos terapéuticos.

Jacques-Alain Miller plantea que ese acto que sostiene el psicoanalista en un centro de atención no tiene que ver con los estandarizados en tratamientos de la urgencia y su vinculación con el furor curandis de una forma breve o focal. No tiene nada que ver con la acción de ir al socorro del sufriente, como sí lo hacen otras instituciones muy respetadas.

Sencillamente, en el centro brindamos una oferta, un lugar, una escucha, en un tiempo de 16 sesiones; por lo tanto, no es un psicoanálisis de larga duración, pero tampoco es una urgencia como problema a resolver, ni tampoco un centro que procura per se el bienestar. No, se trata de un centro que recibe a un sujeto a partir de lo que le urge, horroriza y angustia y que se dirige al centro en busca de ayuda. Y en nuestro caso es muy importante que resalte la palabra centro porque sólo se atiende por esa vía, es decir, el sujeto llama al centro y luego una secretaria asigna a un analista y éste se encarga de hacer el triaje. Cosa interesante, ya que de entrada se marca un monto de transferencia hacia el centro, situación que, actualmente, ya es un automatón.

Y es dándole un lugar al sujeto, y del encuentro sostenido del acto analítico, que se va a producir cierta calma necesaria de la angustia para que el sujeto, en forma particular, vea lo inédito, los puntos de goce en relación con ese trauma que lo llevó a buscar ayuda. Además, hemos observado, en muchos casos, que el sujeto de entrada pone el objeto sobre la mesa, implicándose en su relación con él y sus consecuencias.

Ahora bien, como de alguna manera vengo diciendo, en Caracas, el CPA tiene sus características: en cuanto a la publicidad, el centro oferta su atención y para eso hacemos publicidad a través de las redes; también nos movilizamos a conversar con jóvenes universitarios en los lugares de los recintos de las universidades principales de nuestra ciudad; en convenio con Alcaldías, visitamos plazas públicas para difundir y ofrecer nuestro centro en las actividades en las cuales participamos; asimismo, muchos de los miembros de la Sede de la NEL Caracas, hemos sido invitados a programas de radio en los que hemos aprovechado hablar de nuestro centro de atención. En cuanto a los honorarios, para la primera sesión se le dice al sujeto que debe cancelar al centro una suma muy módica de aproximadamente 1 dólar, en un país donde el salario mínimo es de 15 dólares, y a partir de las siguientes sesiones, dependiendo del caso por caso, el sujeto acordará con su terapeuta los honorarios que siempre serán transferidos a la cuenta bancaria de la Sede. A final de cada sesión, y de manera simbólica, se le pide al sujeto que muestre una captura del recibo de transferencia como un modo de mantener vivo el pago al analista en forma simbólica. Ustedes dirán ¡Qué locura! Sí, pero resulta que actualmente en nuestro país es muy difícil tener efectivo, no hay, “Il n’y a pas de liquide”. De esa cuota, acordada con el terapeuta, el 30% va para la Sede de la NEL-Caracas.

Hay que resaltar que en la constitución de la Sede, Una Sede, es decir, la Sede de la NEL-Caracas, razón sine qua non para que pudiese existir un centro de atención, se inicia el CPA, para ese momento, sería el primer Centro de Psicoanálisis Aplicado en Venezuela y en el ámbito de la NEL. A la par que el CPA nace como centro, bajo el paragua de Una Sede, se produce un desplome de las instituciones simbólicas del estado. Como es de esperar, desde los orígenes del centro, hemos estado respondiendo, como psicoanalistas, al malestar de nuestra época; hemos estado respondiendo a la realidad del país, al horror que como venezolanos hemos estado viviendo y seguimos viviendo. Es frente a ese gran malestar social, político y económico, que nosotros los psicoanalistas, tanto en nuestras consultas privadas como en la atención en el CPA, hemos estado respondiendo por más de 15 años. Y lo importante de nuestra experiencia es que, a pesar de los diferentes avatares, el CPA está vivo, se mantiene activo y útil a la sociedad que habita en la ciudad de Caracas, en una Venezuela con las instituciones caídas en su función autónoma, y lo que queda no funciona, como se está verificando, dramáticamente con la “reconversión monetaria” y la catarata de decretos a ésta vinculados que apuntan al núcleo mismo de la vida económica: la producción y distribución de unos bienes y servicios cada vez más escasos.

Es muy importante resaltar lo que ha sido nuestra experiencia más recientemente con los sucesos del 2017. El año pasado, la conflictividad llegó a un punto de intensidad grave, vivenciamos muchas manifestaciones estudiantiles, gremiales y de la sociedad civil. Se produjo una represión muy cruenta y la zona donde queda nuestro centro era uno de los puntos de mayor conflictividad, lo que nos impedía poder atender. Los miembros del centro tuvimos que salir a las universidades, plazas públicas, en cooperación con las alcaldías, y en esta oportunidad para escuchar a la gente, a los estudiantes, llenos de angustia e impotencia y ofrecerles la atención uno por uno. En vista de que teníamos la dificultad de no poder atender en el local del CPA, y por razones también de que los sujetos estaban temerosos de dirigirse a un lugar de encuentro, tuvimos que hacer uso de las redes sociales y videos llamadas. Hicimos uso de éstas para prestar una escucha, ofrecer una presencia a través de la imagen, la voz, la mirada que, con la transferencia, pudo seguir sosteniendo el acto analítico, por un tiempo, no sabemos cuánto, en los casos en los que los sujetos decidieron emigrar, hasta poder derivar al paciente a colegas del país destino.

Quiero resaltar esto, porque de estas nuevas modalidades de atención se podrán recoger, en su momento, su experiencia en la clínica, pues resulta algo muy peculiar que yo llamaría una nueva modalidad de poner el cuerpo ante la insurgencia de lo real y la respuesta del psicoanálisis como la irrupción para así detener el goce; y sí, poniendo el cuerpo a través de la imagen en la pantalla. Es algo novedoso que no teníamos previsto y que la contingencia nos ha llevado a su uso y que hemos descubierto también en la clínica del CPA. La modalidad de seguir poniendo el cuerpo, haciendo uso de la tecnología para poder seguir respondiendo al malestar. De esta experiencia hay un interesante trabajo que hicimos y está publicado en la revista de la ECF gracias a los oficios de Guy Briole.

Ahora, en estos momentos, nos enfrentamos a la masiva migración de la gente y a las consecuencias: rupturas amorosas, separaciones prematuras de hijos, nietos, padres solos, abuelos solos, que ven a sus seres queridos a través de la pantalla, con la incertidumbre de un “me quedo o me voy”; como también nos enfrentamos a la migración de los miembros del CPA (y también de la Sede), que hasta hoy suman alrededor del 80% del total para cuando iniciamos.

No ha sido fácil, entre las medidas tomadas se repensó el CPA e incorporamos a 4 asociados para cubrir la ausencia de los que partieron. Decisión tomada de forma calculada por los integrantes del Consejo, para ese momento, y que cuenta con la supervisión directa de miembros de nuestra Sede. Asimismo, desde el punto de vista clínico, hemos tenido que recurrir, muy rigorosamente, a los pilares fundamentales de la formación psicoanalítica, para poder soportar el lugar del analista ante la arremetida: quejas; preguntas ante la realidad de país; dolarización de los precios; oímos con demasiada frecuencia “me quedo, me voy”, “qué hago, dígame doctor por favor, esto es invivible”, “me asaltaron”, “el sueldo no me alcanza”; como también, vernos a nosotros mismo como víctimas: robados, secuestrados, atracados a mano armada ¿Cómo poder sostener el acto analítico? No queda otra que apoyados por el análisis personal, la supervisión, la Escuela y el país del psicoanálisis.

Hace unos días atrás, Ramón Ochoa, miembro de nuestra Sede y del CPA, a propósito de una entrevista para la revista de Acción Lacaniana, me formulaba esta pregunta: ¿Qué hacer ante tanto horror, tanto goce e insistencia en lo peor, donde está comprometida la libertad de la palabra? Y respondí: La resiliencia no, eso sería amalgamarse al goce. Resistencia, sí, pero atención con la pulsión de muerte. Nosotros, tanto en nuestra Sede como en nuestro CPA, hemos resistido y nuestra apuesta por la libertad de la palabra está allí, en la historia que estamos haciendo. Hemos mantenido el centro de atención, hemos ido a la Asamblea Nacional, a la Radio, a la televisión, insistimos en ocupar espacios públicos, como plazas e universidades, con nuestra palabra, insistimos en el poder de uso de ésta como sinónimo de libertad, de democracia y estamos conscientes de que actualmente está fracturada la vía para su uso libre. La libertad de la palabra está silenciada y golpeada y aun así insistimos en su libertad. Aun así, por la vía de darle al sujeto la palabra, hemos podido dar cuenta de que nuestra experiencia clínica, vivenciada en nuestro centro de atención, en el uno por uno, y discutida a partir de los casos que presentamos en el espacio de las actividades de nuestra Sede, como también los que hemos presentado en otros espacios de Escuela, podemos dar cuenta de que por la vía de darle al sujeto la palabra, por la vía de “hable”, en el encuentro con un analista, le ha permitido al sujeto de la urgencia poner un límite al goce y, en su singularidad, colocarse ante lo que le sucede. No es una resistencia física como los escuderos de cartón. Es la insistencia en la palabra, es resistirnos al silencio. Es no callarnos, es hablar y estar aquí, allá, en el país del psicoanálisis, es como en estos momentos lo estamos viviendo.

NOTAS

  1. Laurent, É El analista ciudadano. Psicoanálisis y salud mental. Ed. Tres Haches, Buenos Aires, 2000.
  2. Miller, Jacques-Alain. La orientación lacaniana, El ser y el Uno. Enseñanza pronunciada en el marco del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad París VIII. Lección del 23 de marzo del 2011.
  3. Laurent, Éric. 2018. [En línea] Disruption de la jouissance dans les folies sous transfert, in, Hebo-Blog. Disponible en : http://www.hebdo-blog.fr/…
  4. Lacan, Jacques. El atolondradicho. Otros Escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012.

Conversaciones sobre las experiencias de la práctica de Psicoanálisis Aplicado

Lilia Mahjoub

Soy presidenta del CPCT [1], pero trabajo, digamos, al exterior de éste. El CPCT fue creado por l’École de la Cause Freudienne (ECF), y desde el comienzo fui su presidenta. El presidente que me precedió en la ECF fue Philipe La Sagna. El proyecto del CPCT comenzó en ese momento y fue Hugo Freda quien lo dirigió; pero fue a finales de 2003, cuando me convertí en Presidenta de la ECF, que esta experiencia acababa de comenzar.

Creo que el CPCT fue una experiencia fulgurante de la que, como presidenta de la Escuela (ya que era al mismo tiempo presidenta de la ECF y del CPCT), no me ocupé en su funcionamiento. Eso hasta el año 2007, es decir, durante cinco años no me inmiscuí en su funcionamiento. Yo no era más que su presidenta, digamos, oficial.

Debo recordar la historia del CPCT porque es una historia muy particular. Durante estos cinco años el CPCT pudo comenzar gracias al aporte financiero de la Escuela, porque había que encontrar un lugar para su funcionamiento, para recibir a los pacientes, pero no solamente eso, el CPCT pidió también subvenciones a muchos organismos del Estado, la Municipalidad de Paris, algunas asociaciones y otros organismos, lo que ocasionó que tenga muchos aportes y subvenciones. El CPCT comenzó entonces a crecer demasiado, porque toda la libido de las personas que trabajaban ahí, sean miembros de la Escuela o jóvenes practicantes que venían a formarse y hacían pasantías, investían al CPCT de forma, un poco, exagerada.

Por un lado, este entusiasmo era formidable, pero al mismo tiempo era perjudicial con la Escuela, pues hay algo muy importante en nuestro campo: y es que son las Escuelas las que forman a los psicoanalistas y no una asociación como el CPCT. Es decir, que el CPCT es una especie de satélite de la Escuela, pero no es la Escuela propiamente dicha. Entonces, esta investidura que se le hacía estaba provocando una desviación en cuanto al objetivo del CPCT. Así, el objetivo del CPCT se convertía en el mismo de la Escuela. Es decir, hay jóvenes psicoanalistas que trabajan, hacen tratamientos, y eso contribuye, claro, a su formación, pero esa no es la formación tal y como la pensó Lacan al fundar su Escuela. La formación es hacer un análisis, leer, hacer controles, pero “con” la Escuela.

En consecuencia, cuando constatamos esta desviación, Jacques-Alain Miller convocó a reuniones para hablar de esto, para hacer que se reduzca el velo que cubría el CPCT y volver a sus propios fundamentos; es decir, al Psicoanálisis Aplicado que, sabemos, es una sección del Acto de Fundación de Lacan. El Psicoanálisis Aplicado contribuye a la experiencia psicoanalítica, pero no puede reemplazarla. Es una parte que cuenta como las demás. Todo esto provocó que dejáramos de recibir subvenciones, salvo de la Escuela que da un aporte regular, pero ahora es también el mismo CPCT que intenta tener sus propios ingresos con sus propias producciones.

Es una situación difícil y pienso que en los meses próximos vamos a retomar la cuestión de la situación del CPCT, es importante hablar de ello regularmente. Son ya diez años desde la reducción del velo, desde que devolvimos al CPCT a sus objetivos ¿Cuál es su objetivo? Es el de recibir a todos, desde los más jóvenes hasta los más viejos, y sin ninguna distinción; también recibir a personas que no pueden ir a consultar a un analista y a personas que tienen una dificultad en la vida, pero sin precisar cuál. Nosotros no “precisamos”: “deprimidos”, “niños con TOC” o “mujeres golpeadas”; porque, volviendo un poco atrás, al principio con las subvenciones, cuando los subvencionadores nos daban el dinero, esperaban a cambio que nosotros resolviéramos problemas relativos a síntomas muy precisos. Por ejemplo, si teníamos una subvención de una asociación a favor de personas en estado de precariedad, esperaban que recibiéramos a personas que no tenían trabajo o que no tenían un domicilio fijo; es decir, que estaba ya todo definido desde el comienzo. Es decir, era el amo el que indicaba al CPCT lo que debía hacer y pedía también que le rindiera cuentas a partir de una autoevaluación.

Había, entonces, un problema interno en cuanto a la formación, y otro problema, externo, en relación a la sociedad o, podríamos decir, en relación al discurso del amo. Por ello, por ejemplo, cuando recibíamos subvenciones, teníamos varias “Unidades”: “unidad depresión”, “unidad precariedad”, “unidad de niños”, “unidad de adolescentes” y otras, lo que provocaba un prejuicio sobre el síntoma de la persona que venía a vernos.

Debemos aclarar, sin embargo, que podemos recibir a personas que han sido catalogadas, diagnosticadas, al exterior, como, digamos, deprimidos (o como aquello que la medicina podría indicar como síntoma) y claro que el psicoanalista en el CPCT trata ese síntoma, pero sin dar cuenta a nadie; es decir, que tomamos eso en cuenta, pero no nos quedamos con eso, porque no sabemos de lo que se trata exactamente, si le dijeron a alguien “usted está deprimido” no sabemos si se trata de una depresión en un caso de histeria, o si es una melancolía (sobre todo cuando la persona sigue un tratamiento con medicamentos). Esto pone el acento, de la práctica del CPCT, sobre el diagnóstico, pero el diagnóstico desde el punto de vista psicoanalítico. Eso no impide que los profesionales en el CPCT, que estén formados en psiquiatría, diagnostiquen con finura, por ejemplo, una psicosis.

Todo esto permite que podamos recibir a quien decida venir sin que haya desde el comienzo una etiqueta sobre él. Esto no excluye que, en el trabajo que se realizará entre el consultante y el practicante, sean evocadas cuestiones diagnósticas, pero es un diagnóstico tal y como lo concebimos en psicoanálisis, y no como nos los indique cualquier asociación.

Procediendo de esta forma, pudimos encontrar, reunir el discurso analítico tal y como es planteado. Fue un trabajo muy importante que hizo que el CPCT se haga de una reputación a ese nivel. Ya es sabido que se puede venir al CPCT sin ser etiquetado, sin rendir cuentas a la seguridad social (que es el organismo que rembolsa los tratamientos en Francia) y sin dar cuentas a nadie.

Cuando establecemos un diagnóstico, establecemos también la posibilidad de hacer o no un tratamiento psicoanalítico en el CPCT ¿Esta persona puede seguir un tratamiento que ofrece el CPCT?, porque, si debemos trabajar, por ejemplo, con un sujeto psicótico delirante que podría beneficiarse de un tratamiento psiquiátrico, nosotros lo orientamos. Hay pacientes que no están hechos para el CPCT y que deben ir a un centro médico; o, en cambio, hay pacientes que pueden consultar con un psiquiatra y beneficiarse también de un tratamiento psicoanalítico si se estima que su modo de lazo al Otro puede permitirlo. El acento está verdaderamente puesto sobre el sujeto en cuestión. No confundimos el sujeto con el individuo, ese es un trabajo esencial.

Sobre esto, es el tiempo de consultación el que permite hacer un diagnóstico. La consultación está hecha solamente por miembros de la Escuela que trabajan en el CPCT. Cuando el miembro de la Escuela hizo dos o tres consultaciones para saber de lo que se trata de esta persona atendida, puede orientarla luego hacia un practicante del CPCT. O, a veces, debido a que algo de la trasferencia se instaló en las consultaciones, el consultante puede continuar él mismo el tratamiento de ese paciente porque algo se anudó entre ellos. Tratamos las cosas realmente lo más cerca de lo que es el discurso analítico.

Por otro lado, cuando el paciente es orientado hacia un practicante, claro que algo se le trasmite de parte del consultante, pero sin darle indicaciones de cómo hacer o cómo proceder, porque es importante que algo pueda también anudarse entre el paciente, que va ahora dirigirse al practicante, y el practicante. A nivel de la trasferencia, sabemos que la transferencia no es inmediatamente psicoanalítica. No es porque alguien vaya a ver a un psicoanalista que hay ya una trasferencia psicoanalítica. Lacan fue muy riguroso en ello, sobre la cuestión de la demanda, porque hay una demanda básica y hay también una demanda que concierne a la trasferencia. Y eso, efectivamente, es algo que debe ser advertido por el practicante. Es una apuesta que hacemos. A veces, después de dieciséis sesiones, porque son tratamientos de dieciséis sesiones, nada se habrá anudado a nivel del plano psicoanalítico propiamente dicho, pero, si la persona vino por dieciséis sesiones podemos pensar, sin embargo, que algo se anudó y eso es algo que se debe examinar.

Por otro lado, el CPCT hace un trabajo en cartel, carteles internos, que están declarados a la Escuela, pues es una formación en relación a la Escuela. También existen seminarios internos, donde los consultantes, practicantes y otros psicoanalistas ajenos al CPCT trabajan juntos para reflexionar casos clínicos que son presentados. En estos seminarios puede haber ejes de trabajo, puede ser la cuestión de la trasferencia, o la pregunta de: ¿Qué de psicoanalítico hay en ese caso? Luego, los casos mejor articulados, que dan cuenta lo mejor posible del trabajo que se hace en el CPCT, se exponen en lo que llamamos: “Reuniones/citas clínicas de formación” que son públicas, tres veces al año. Hay también una Jornada del CPCT. Este evento es abierto a un público aún más amplio y regularmente con intercambios e invitaciones a colegas de otros CPCT, para que pueda dar testimonio sobre el tema que se trata. Por ejemplo, en una semana habrá una Jornada del CPCT sobre la cuestión del discurso analítico. El título es “Un lazo social sin medida común” (Un lien social sans commun mesure) entonces hay casos que serán presentados y ahí intentaremos ver si pertenecen realmente al discurso analítico.

Sabemos que para sostener el discurso analítico hay que ser al menos dos, el paciente y el analista; lo que no quiere decir que se trate sólo del discurso del paciente, sino de la forma en la cual el analista se posiciona en ese caso. Existen concepciones erróneas sobre el discurso del analista que afirman que sería un discurso que sólo puede emerger al fin de un análisis, como si se tratara de un “progreso” a nivel del discurso. Es decir, como si se comenzara, por ejemplo, en el caso de una histeria, por el discurso histérico y se terminara en el discurso analítico. Lacan concibió los discursos, los cuatro, juntos, los hizo trabajar siempre juntos; lo que él puntuaba, y lo que tomaremos para orientarnos en la clínica que ofrece el CPCT, es que cuando cambiamos de discurso, por ejemplo, cuando el discurso del amo se convierte en discurso histérico, y el sujeto puede emerger, cada cambio de discurso sólo puede hacerse pasando por el discurso analítico. Debemos tomar esto por ese lazo absolutamente novedoso que resulta en el amor, la trasferencia. Eso hace báscula, sino no hay razón para cambiar de discurso. Es eso lo que intentamos trabajar y valorar: hay efectos de discurso en un análisis en el CPCT, el discurso analítico no es propio únicamente a un psicoanálisis propiamente dicho.

Lo vemos también en la práctica privada cuando alguien viene a vernos donde de entrada puede haber efectos de discurso, efectos de sujeto, algo que inmediatamente es remarcable.

Todo esto para decirles que el CPCT es una experiencia que, en efecto, es muy importante en el plano de la sociedad porque, y Lacan mismo lo decía, el psicoanalista tiene un rol a jugar en la sociedad en tanto que analista, pero no para ser un nuevo amo. Un nuevo amo es, por ejemplo, el discurso universitario. Por otra parte, Lacan decía que cuando un analista enseñaba, enseñaba como analizante. Y es eso lo que intentamos hacer en el CPCT, tomar en cuenta que la posición de analizante hace también parte del discurso analítico.

Es por ello que en el CPCT es muy importante que no haya solamente analistas, sino analistas que estén en posición de analizantes para poder trasmitir algo. En el CPCT, cuando exponemos algo, no lo hacemos desde la position de amo ni desde una posición de analista, sino desde una posición de analizante; es decir, en nuestras propias palabras y tomando en cuenta la particularidad de cada caso. Es a lo que apunta también la Escuela, y es justamente eso lo que el CPCT no debe olvidar.

Es por ello que no hablamos de “psicoanalista del CPCT”, hablamos más bien de consultantes y practicantes. Y concierne a cada uno demostrar en lo que hace: ¿Es esto psicoanálisis o no?

Comentario sobre la intervención de Sergio Garroni

Su testimonio me conmovió mucho y creo que usted mismo está conmovido por lo que acaba de decir. En efecto, vemos que a veces la realidad recubre a tal punto, podría decir, el síntoma, que ya no permite más avanzar. Lo que nos dijo, y lo constatamos, y Lacan mismo decía, que él había parado su práctica durante la guerra porque no había las condiciones para que una palabra pueda ser libre. Vemos, por otra parte, hasta qué punto, si comprendí bien, los pacientes que se presentan en su institución (CPA [2]) están atados, amordazados por la realidad. Digo la “realidad” y no lo “real”, porque lo real no hace retroceder al analista; sin embargo, la realidad puede hacer que las condiciones ya no sean posibles para que un psicoanalista pueda trabajar. Encuentro muy valiente que, a pesar de todo, con los medios que ustedes encuentran, ustedes continúen ¡Encuentro eso extraordinario! Hasta dónde, hasta qué punto algo es posible para que un psicoanalista encuentre un lugar. Es por ello que, en Francia, hemos combatido mucho, fuera de la Escuela, con los foros, por lo que concierne al Estado de derecho, para que el Estado de derecho no sea puesto en peligro en Francia, por ejemplo, con el surgimiento de los extremos que constreñirían [3] el discurso analítico. Eso es imposible, no hay compromiso posible. Puede haber, como ustedes hacen, el intento de encontrar un lugar, pero ¿Hasta dónde? Bueno, ustedes son extraordinarios, muy valientes ¿Es esa una virtud analítica? No lo sé, puede ser. En todo caso, hay hombres y mujeres que están allí y que intentan avanzar con ese discurso, podríamos decir que el discurso no puede avanzar solo.

No estamos nunca desembarazados de otros discursos, pero hay que darnos siempre condiciones para analizar el punto donde estamos, donde nos encontramos; es decir, interpretar. Lo que dije del CPCT puede volver, reingresar, no sabemos por cuál ventana, es por eso que debemos quedarnos despiertos siempre el mayor tiempo posible.

Transcripción y Traducción: Pablo Llanque Nieto

NOTAS

  1. Centre Psychanalytique de Consultations et de Traitement (CPCT).
  2. Centro de Psicoanálisis Aplicado (CPA) Venezuela.
  3. “Mettre au pas”: expresión en francés que significa ejercer un poder sobre alguien o sobre un grupo para obligarlos a comportarse de cierta manera. Obligar, forzar, constreñ

Conversaciones sobre las experiencias de la práctica de Psicoanálisis Aplicado

Alexander Stevens

Cuando se habla de acción lacaniana con respecto a la subjetividad de nuestra época, esto recubre acciones de distinta índole. Hay principalmente, según me parece, acciones de psicoanálisis aplicado. Con la invención por Jacques-Alain Miller de los CPCT, se da toda una acción de reflexión acerca del psicoanálisis en las instituciones de atención. Y luego está otra cara de la acción lacaniana que es lo que Jacques-Alain Miller inventó con Zadig, es decir, la intervención en el campo político y en las instituciones políticas en tanto tales. Hoy voy a tratar de orientarme con respecto a la práctica del psicoanálisis aplicado en instituciones.

Partiré de lo siguiente: en esta clínica tenemos que tratar a menudo con la dimensión de lo ilimitado, de fenómenos sin límites, ya se trate de niños o de adultos, de autistas o psicóticos, o incluso de psicosis ordinarias.

Les recuerdo que Jacques-Alain Miller hace del rasgo de lo ilimitado un elemento de diagnóstico diferencial para la psicosis ordinaria. Esto lo encontrarán en la revista Quarto sobre “Psicosis ordinaria”. El ejemplo que él toma son los piercings y los tatuajes, que a fin de cuentas son elementos destinados a abrochar el cuerpo. En tanto tales son fenómenos de tipo esquizofrénico, pero al mismo tiempo están de moda. Por consiguiente, cuando alguien viene con muchos piercings y tatuajes cabe preguntarse si se trata de una histeria subida de tono con la moda, o más bien de una dificultad del sujeto para abrochar su cuerpo.

Miller hace notar que la diferencia entre histeria y psicosis ordinaria se juega en torno a saber si hay límites o no. Que algo sea ilimitado muestra que no está bordeado, es decir, que no hay borde para el goce. Y la ilimitación no siempre es la misma. En su libro La Batalla del autismo: De la clínica a la política, Eric Laurent sitúa la ausencia de borde a partir de la forclusión del agujero en el autismo. En otras palabras, si no hay agujero, no hay borde. En la psicosis esquizofrénica, la ausencia de imagen del cuerpo es la que no logra bordear al goce. Y en la paranoia hay algo de borde puesto que la injuria viene del Otro, pero no obstante ese borde no limita el goce. En el autismo, la ausencia de borde provoca un regreso de goce, y hace que algunos sujetos acudan a la automutilación para fabricarse un agujero y así tener un borde.

Para nosotros el asunto está en saber cómo bordear eso, cómo introducir un borde. En las instituciones en general se oye a menudo decir, a propósito de lo ilimitado, cuando hay niños o jóvenes demasiado descontrolados, que “hay que poner marco”. Está bien, pero hay que ponerse de acuerdo sobre qué es ese marco. No bastan las reglas o los reglamentos. No se trata de hacer que el sujeto respete las reglas.

Al respecto, recuerdo una anécdota: un padre traía al hijo, a su muchacho, a la institución y contaba cómo su hijo no obedecía a nada, cómo estaba completamente desarreglado. Decía: “Para hacer que obedezca, no duden en darle bofetadas cuando sea necesario, los autorizo a hacerlo.” Le pregunté al padre: “Entonces ¿darle bofetadas, funciona?” Le pregunté si así obedecía, y me respondió que “ni siquiera”. De modo que el llamado a la obediencia en ese caso, a las reglas, al reglamento, no permite constituir un borde. Eso no significa que no haya ley. Para Lacan, el sí solo vale sobre el fondo de un no. Se trata en efecto de decir no, pero un no que logre detener el goce en exceso.

En una conferencia en Burdeos, si no me equivoco, Eric Laurent lo formuló como un “decir que no”. Esto es, distinguiendo el “decir que no” de prohibirle algo al sujeto, de decirle “no”. Decir que no como una manera de detener el goce que se apodera del sujeto. Cuando el sujeto está sin límites, la prohibición no vale. Hay que introducir un borde que limite. El asunto está en cómo constituir un borde para detener el goce, o para limitarlo, o simplemente para localizarlo, que ya es un límite. Cómo introducir un borde cuando no lo hay para el niño es algo que solo se puede hacer siguiendo caso por caso las pequeñas invenciones, las pequeñas sugerencias que provienen del niño él mismo.

Voy a dar varios ejemplos.

Primer ejemplo: Temple Grandin se constituye un objeto autístico con aquello que envuelve. Desde el principio de su vida busca una envoltura. No soporta todos las envolturas. Los brazos de su madre, por ejemplo, le son insoportables porque no puede controlar la forma en que el otro la envuelve, la aprieta. Otras envolturas organizadas por ella funcionan muy bien: se mete en cajas, en unas telas. Pero algunas son verdaderamente difíciles. La primera vez que su madre le pone un sombrero, por ejemplo, reacciona con suma violencia hasta el punto de provocar un accidente. Porque, dice ella, “el sombrero asfixia mi cabello”. Con lo cual se aprecia la dificultad de la imagen misma del cuerpo en el asunto. Pero luego —conocemos bien su historia— va a conseguir las envolturas, unas máquinas de apretar, gracias a una tía. Lo va a hacer regularmente hasta mucho después y, en determinado momento, deja de usar su máquina. A partir del momento, dice ella, en que empezó a aceptar los cariños de los demás.

Ese caso, que es desde luego un caso conocido, nos muestra la función del objeto autístico como borde donde puede venir a localizarse el goce, y donde puede venir a inscribirse progresivamente un vínculo con el otro. Se ve muy bien allí la función del borde que limita el goce, y a la vez, le permite a ella entrar en el lazo social.

Me gustaría dar varios ejemplos porque la misma cosa no opera como borde para todos. En un congreso de Pipol hablé de un joven, en una intervención que se publicó en francés. Se trataba de un muchacho de unos diez años que tenía que poner siempre una serie de deshechos, de trozos de papel, alrededor de él, de su cama para poder dormir. Era un joven sumamente descentrado, descarrilado, sin límites, que circulaba por todos lados sin ponerse a hacer ningún trabajo. Hasta el día en que recogiendo deshechos encontró en el jardín, debajo de unos matorrales con espinas, una taza desportillada, que él no podía alcanzar. Entonces íbamos con él a ver la taza, pero no lo ayudamos a cogerla. Más bien examinamos con él la dificultad de pasar a través de espinas y los distintos tipos de matorrales espinosos. Todas las mañanas empezaba el día yendo a ver si la taza seguía ahí. Y empezó a poder trabajar en talleres y por consiguiente a localizarse. Vemos así la constitución del objeto autístico: se hace fuera del sujeto. Algo se extrae de la mirada que hace que él mismo esté menos invadido y pueda ponerse a trabajar.

Pero otras cosas más pueden hacer de borde. Uno de los muchachos que aparecen en la película de Mariana Otero, A cielo abierto, podía decir, después de la película, “ahora soy un actor”. Es decir, a él le dio un nombre. Los que vieron la película saben la función que tuvo para cada niño. No fue la misma. No tiene la misma función para cada uno. A ese la película le dio un nombre. Otro que también se ve bien en la película, obtuvo de ella una imagen del cuerpo, en el sentido en que, antes, su cuerpo no aguantaba. Y sencillamente, frente a la cámara, su cuerpo empezó a sostenerse. De modo que el aspecto de encontrar un nombre o hacerse un cuerpo son bordes que pueden en efecto limitar el goce.

Debo señalar que hacerse un nombre es parte de la solución joyceana. A Joyce le ocurría decir que quería recrear el espíritu increado de su raza o de su historia. Estoy hablando esencialmente de constitución de borde. Para algunos va a ser la circulación, el circuito. Vi así a varios jóvenes interesarse por problemas de circulación. Por ejemplo, uno se interesaba mucho por el metro. Había que tomar el metro, circular en metro, y luego se interesó por los mapas del metro, y luego por el saber sobre el funcionamiento del metro. De modo que pasó de un cuerpo completamente errante a finalmente un borde constituido por el saber.

Hay, por tanto, varias maneras de localizar el goce. Descansan en cada caso sobre una invención que atrapa al niño, que le interesa. Hay varias maneras de bordear, de limitar el goce. También es conocida la función de la letra que reduce el peso del sentido. Pienso en el caso de un joven que trataba su imagen del cuerpo ausente, que se constituía un cuerpo, dibujando. Dibujaba muy, muy bien y el adolescente abordó así la pregunta sexual porque los dibujos que hacía tenían una ambigüedad muy grande hombre mujer. La ambigüedad sexual de los dibujos le dio la idea de que tal vez era transgénero. La pregunta que se plantea es la de cómo tomar esa nominación. Él se presenta como artista y a la vez plantea la pregunta hombre o mujer. Fue a un centro médico que se ocupa de transgéneros, y rápidamente le propusieron una transformación en mujer. Se pudo limitar eso enfatizando más bien el nombre artista. En este caso se ve cómo el borde produce efectos de goce nuevos que en ocasiones pueden rebasar al sujeto. Se trata de no tomar la disyuntiva por el borde del pasaje al acto sino por el borde de la conversación, es decir, de permanecer en la dimensión del semblante.

Una condición para poder construir el borde es la posición del Otro, es decir, de nosotros. Según el Otro que le presentamos al sujeto, vamos a ayudarlo o no a constituir su borde. Están la invención del sujeto y la posición del Otro. Y la posición del Otro que debemos ser para ese sujeto es la de un Otro descompleto. Un Otro tachado, que no sabe. Hay que entender cómo el Otro, el gran Otro es lo que invade al sujeto y, por consiguiente, no hay que presentarse como Otro que sabe, Otro rival, sino más bien como Otro tachado.

Una manera de formularlo consiste en decir que una institución debe organizarse según la lógica femenina. Lo desarrollé en una intervención en un congreso Pipol, una institución femenina. La institución clásica es una institución jerarquizada con un amo y un ideal, que decide lo que necesita el sujeto. La institución en la vertiente fálica es una institución que propone la rivalidad fálica. En la lógica femenina está en juego el Otro descompleto, que funciona en red, o incluso en un circuito que no se cierra completamente alrededor de un punto. En otras palabras, no se trata de instaurar una ley por el lado del Nombre del padre, sino aceptar más bien lo que Lacan llama una pluralización de los Nombres del padre en la cual la mujer es uno de los nombres del padre. La mujer es uno de los nombres del padre, dice Lacan. No se trata entonces de instaurar la institución sobre el fundamento del nombre del padre sino más bien sobre una serie de puntos de apoyo para el sujeto que no estén jerarquizados.

La lógica femenina del no-todo está por cierto en obra en las instituciones analíticas de nuestras escuelas. Pienso que se trata de que obre también en los fundamentos de la lógica de las instituciones de atención, porque es el sentido que tiene lo que llamamos el caso por caso, el uno por uno. Se trata en efecto, en las instituciones, de lograr fabricar una institución por sujeto. De la misma manera que Lacan dice que cada cura es una variante de la cura tipo, de la misma manera en una institución de atención debemos hacer que haya una institución por sujeto. Desplazamos así el ideal sobre la variante, en vez de tener un ideal instituido.

Es una interpretación de la institución. Solo a condición de deshacer el vínculo del sujeto con el ideal común se abren para el sujeto posibilidades de invención, de construcción sintomática. La interpretación es necesaria para que se pueda atender a lo que surge de manera contingente y así permitir la invención subjetiva que siempre importuna a la institución. Por consiguiente, en las instituciones que queremos orientar con el sicoanálisis tenemos que mantener una distancia entre el ideal y la singularidad de cada quien.

En este punto la pregunta por la institución de atención coincide con una pregunta más amplia por la institución analítica. Les recuerdo que para la institución psicoanalítica Jacques-Alain Miller produjo una teoría de la institución que se conoce con el nombre de teoría de Turín en la cual precisa algunas cosas. Lo cito: con la escuela se trata de una formación colectiva que no pretende hacer desaparecer la soledad subjetiva sino que al contrario se basa en ella, la manifiesta, la revela. Es la paradoja de la escuela. La paradoja de la escuela es que no es una colectividad sin ideal, sino una colectividad que sabe qué es el ideal y qué es la soledad subjetiva. Es decir, el uno por uno.

Se trata, por consiguiente, como lo desarrolla Jacques-Alain Miller, de que el psicoanalista interprete a la institución, de que el ideal institucional sea reinterpretado sin cesar. Hay que entender la institución analítica como una institución que reúne soledades. Es decir que el único ideal común, a fin de cuentas, es el de interpretar a lo ideal. No se puede sin duda pedir lo mismo en una institución de atención, pero para el psicoanalista que trabaja en ella se trata de que interprete a la institución. Tal vez no todos puedan estar interpretando lo ideal, pero eso no quita que la interpretación siempre reanudada es la que hace posible el trabajo analítico.

Lo que entiendo por interpretar a la institución no tiene nada que ver con tomar partido en los conflictos internos de la institución. No se trata de una interpretación sociológica, sino se trata de no dejar de interpretar la relación con el ideal para dar lugar al uno por uno de los sujetos, y para hacer por ende posible una institución por sujeto. Una institución por sujeto significa simple y llanamente un borde por sujeto.

Más allá de las instituciones de atención nos podemos preguntar por las instituciones políticas. Porque cuando Jacques-Alain Miller fundó Zadig, que es un proyecto político pero fuera de los partidos políticos, y que no es a su vez un partido, está en juego la misma teoría de Turín. Se trata en Zadig de un conjunto de sujetos psicoanalistas reunidos en torno a un ideal que a su vez no es sino la interpretación del ideal, cosa paradójica una vez más y que remite cada quien a su soledad subjetiva.

Me voy a detener para dar lugar al debate.

Gabriela Urriolagoitia

Quisiera agradecerle a Alexander su intervención porque nos permite situar algo de lo que orienta nuestra pregunta por lo analítico, la diferencia entre una institución que exige el respeto de las normas y la posibilidad de hacer una institución para cada uno en función de lo que hace borde para cada uno. Me parece que sitúa muy bien la dimensión analítica de la acción. A partir de esta idea podemos dar lugar a las intervenciones y a las preguntas de los colegas provenientes de otras partes.

Clara Holguín

Gracias. Nos enseñas desde la acción lacaniana a pensar también la institución analítica, nuestra escuela. Me parece un giro muy interesante para quienes estamos pensándonos, pensando en la escuela y la formación, en cómo la acción lacaniana y el psicoanálisis aplicado nos pueden enseñar. Graciela subrayó lo que permite abordar ambas cosas: la institución para cada uno. Porque, si seguí bien, implica que cada sujeto remitido a su soledad hace lazo social. La misma estructura que Lacan propone para la escuela vale para la institución en el psicoanálisis aplicado. Eso no solo nos permite avanzar acerca de en qué tipo de institución tenemos que reinventar el psicoanálisis aplicado, sino al revés, qué nos puede eso enseñar para concebir la escuela.

Alexander Stevens

Exactamente, el asunto radica en la soledad y el lazo. La soledad con un lazo. Lo paradójico, por supuesto, es el lazo. En el fondo, las instituciones psicoanalíticas son instituciones fundamentalmente paradójicas. Lo esencial en la institución de orientación analítica estriba en considerar precisamente que hay soledad y hay lazo. Conciliable pero inconciliable. Esa es la paradoja.

Pregunta

¿Podría explicar un poco su afirmación de que hacer de borde al goce es también función de la letra que reduce el sentido, ampliar lo que usted dijo de la letra que lleva al sinsentido para hacer borde? No sé si es lo mismo que cuando habla de la nominación o del objeto autístico o de hacerse una imagen. ¿En qué se diferencia la letra como función de reducción de sentido?

Alexandre Stevens

Voy a hablar un poco de eso. La letra se puede abordar desde distintos ángulos. Primero, sabemos desde hace tiempo que en ocasiones un escrito apacigua. El ejemplo que todos conocemos es lo que sucede con algunos psicóticos cuando están muy mal. A veces, uno puede decirles “escríbame”. Algunos sujetos cuando escriben no necesitan respuesta —el contenido de lo que escriben, de lo escrito, se vuelve menos importante que la letra misma, o sea, la carta—. Existen numerosos ejemplos de cómo la escritura del texto en la psicosis apacigua simple y llanamente.

También está por supuesto el caso más eminente de Joyce en el cual el trabajo de la letra obra una verdadera reparación de la psicosis. Porque Joyce no está en los equívocos del significante sino en la suma de los equívocos que la letra viene a bordear. Los juegos con las palabras que Joyce produce sin cesar no están hechos para darle espesor al sentido sino para disolverlo. Tomen el pequeño ejemplo de cork que se refiere a un cuadro que representa la ciudad de Cork y que está enmarcado con cork, que en inglés significa “corcho”. De modo que cuando le preguntaban qué era el cuadro, respondía cork. La letra viene a reducir el equívoco por el lado del juego de palabras. Con los niños en institución se ve mucho. Cuando algo se vuelve difícil, en ocasiones pasarlo a lo escrito es algo que apacigua. La letra reduce el sentido porque en su funcionamiento mismo deshace el espesor del contenido de sentido.

Les puedo dar un pequeño ejemplo proveniente de la clínica con un niño psicótico. Era un niño muy torturado por las palabras. Habrán conocido niños así. Algunas cosas dichas él las atrapa como si se refirieran a él, invadido por el efecto de las palabras sobre su cuerpo. Al cabo de cierto tiempo, encontró una solución. Cuando una palabra lo invadía, en vez de buscar su sentido, que lo volvía loco, la escribía y trataba de que estuviera bien escrita, en el sentido de la ortografía, pero también en el sentido gráfico. Que las letras estuvieran bien trazadas. Eso lo calmaba mucho. Las palabras que lo torturaban a causa del sentido, lo calmaban cuando se volvían trazo. Al interesarse por el trazo podía soltar el sentido. ¿Responde esto a su pregunta?

Antonio Aguirre

La proposición de Alexandre Stevens nos permite interpretar las instituciones en términos de instituciones de atención sumamente jerarquizadas, por ejemplo en la salud o en la educación, y ello se puede entender como psicoanálisis aplicado. Al mismo tiempo, la propia escuela de psicoanálisis es también el lugar donde se debe hacer esa interpretación siguiendo la indicación de Stevens sobre la lógica femenina del no todo. Cuando él dice que también se aplica a Zadig, esto nos eleva a otro orden, un orden en que cabe pensar que haya un posible país sujeto. Así como tenemos una escuela sujeto, podríamos instituir un país sujeto, o hacer como si existiera y aplicarle esa lógica femenina, la lógica del no todo, que sería un término muy apropiado para remplazar lo que se puede considerar como una lógica capitalista.

Alexandre Stevens

Gracias, la pregunta es muy interesante, pero no estoy seguro de entender completamente. No me parece sencillo imaginar un país sujeto. Cuando Jacques-Alain Miller habla de la escuela sujeto, habla de una escuela donde uno por uno produce algo como sujeto y eso produce un sujeto escuela. La escuela sujeto la producen la serie de soledades reunidas. No se debe pensar en el otro sentido: no es una escuela sujeto ideal, sino una escuela sujeto porque está constituida por soledades. De soledades en lazo, como decía Clara hace un rato. La escuela sujeto la hace el lazo. Hay países, desde luego, que funcionan como un solo sujeto, pero se trata entonces de dictaduras dramáticas. Un solo sujeto hace al país. De modo que para hablar de un país sujeto en el sentido en que se habla de una escuela sujeto habría que suponer un país constituido por soledades subjetivas que trabajan juntas. Lo cual no estaría nada mal, pero no parece que vaya a ser el caso hoy.

En cambio, resulta muy interesante, si entendí bien lo que proponía usted, introducir la lógica femenina en la dimensión de un país, es decir, el no todo. Para eso no basta que una mujer sea presidenta, sino que logre entrar algo de lo no todo. Y que en efecto daría lugar a más invenciones subjetivas.

Pregunta

Quería comentar, a partir de lo que dijiste de la letra, que Schreber escribe sus memorias en una institución.

Alexandre Stevens

Tiene usted razón, se ve muy bien cómo las memorias construidas por Schreber son su propio tratamiento. Sabemos que Freud dice que su delirio es un proceso de curación. Todo el caso Schreber lo muestra, con la reducción progresiva del delirio. Pero Freud no recalca un elemento adicional que es el hecho de que Schreber escribe su delirio. Escribir el delirio es un elemento de la curación, del apaciguamiento. Gracias por el comentario.

Pregunta

Muchas gracias a todos. Desde luego, están todos invitados a venir en octubre a las Jornadas en México. Gracias, Sofía, por el entusiasmo del trabajo que llevaste a cabo en articulación con el Otro, y gracias, Alejandre, por lo que nos transmitiste. Quisiera preguntarte cuál ha sido tu experiencia de conversación con ese Otro social y aun legal en el momento en que en Francia y otros lugares hay una descalificación del psicoanálisis para la atención del autismo y otros sufrimientos. ¿Cómo hacen ustedes para sostener una práctica tan importante, que con el tiempo se vuelve paradigmática, la institución que ustedes fundaron y que nos muestra la película A Cielo abierto? ¿Cómo responder al otro social y legal? ¿Cómo hacer para que la orientación psicoanalítica pueda continuar?

Alexandre Stevens

Aclaremos que en Francia, en Bélgica, luchamos también en el orden político. Una de las razones de la invención de Zadig por Jacques-Alain Miller, el momento Zadig, era el ascenso de la extrema derecha. Pero la intervención de Jacques-Alain Miller y de la escuela en el plano político empezó antes. Las primeras intervenciones políticas nuestras fueron precisamente por eso, para que el psicoanálisis pudiera seguir. Y hay que subrayar que se logró producir efectos desde ese punto de vista. Jacques-Alain Miller logró que el psicoanálisis no quedara reducido a psicoterapia. Y en cuanto al autismo seguimos luchando porque la elección de los sujetos y los padres pueda seguir abierta. Se trata de seguir luchando incluso en el orden político para que el psicoanálisis exista. El asunto del autismo tal vez sea menos candente en América Latina, no sé.

Respuesta

En efecto, digamos que en México la posición del psicoanálisis o del tratamiento que ofrece el discurso psicoanalítico no ocupa el primer plano, como puede suceder en Bélgica o en Francia. En otros campos, el psicoanálisis es un recurso que ni siquiera aparece en el panorama de las soluciones posibles. La experiencia de la institución que usted creó con el autismo y la psicosis infantil nos abre una ventana, una perspectiva de cómo podríamos ubicarnos frente al Otro social para tener una opción.

Gabriela Urriolagoitia

Con estas preguntas vamos a cerrar la mañana agradeciéndole una vez más a Alexandre por haber compartido con nosotros estas ideas sobre el psicoanálisis aplicado y sobre la acción lacaniana y su experiencia en la institución.

Le agradezco también a Sofía la iniciativa y por transmitirnos algo del trabajo que se hace en Uyarina. Gracias a todos los presentes por habernos acompañado esta mañana.

Sofia Guaraguara

Quisiera yo también agradecerles a todos su presencia para discutir. Este tipo de conversación me parece muy agradable a pesar de que no nos vemos y a pesar de la distancia. Me parece muy productivo poder contrastar lo que sucede en Europa y en América Latina. Esta conversación fue facilitada por la NEL, la escuela.

Alexandre Stevens

Gracias a todos y a la NEL por esta discusión.

Hasta pronto.

Traducción: Juan Luis Delmont

Transcripción de Miriana Buss


Presentación de “Uyarina- Punto de Encuentro”

Sofía Guaraguara

Comenzaré con una pregunta recurrente: ¿Qué es el psicoanálisis?

Sigmund Freud descubrió el inconsciente. Sobre esto, Jacques-Alain Miller nos recuerda que “el descubrimiento freudiano fue […] primero por los desechos de la vida psíquica, esos desechos de lo mental que son el sueño, el lapsus, el acto fallido y más allá el síntoma” [2] y no eran considerados dentro del tratamiento clínico.

Lacan considera que hay psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado. Miller clarifica que: “Cuando se habla de psicoanálisis puro y de psicoanálisis aplicado, se entiende que los resultados del primero son invertidos en el segundo. Es exacto, y de entrada es el caso del propio practicante, en tanto es el resultado de su propio análisis, un análisis que no es ni breve, ni programado, ni gratuito. Pero no descuidemos que hay un efecto de retorno.” [3]

En nuestra reflexión, el discurso analítico nos orienta en la práctica de la escucha clínica, Miller sostiene: “Ser analista no solo se trata de analizar a los demás, sino continuar siendo analizado, seguir siendo analizante” [4]; es decir, saber algo de su síntoma, su goce, su pulsión, su fantasma, lo que permite escuchar analíticamente a un sujeto que sufre.

Por otra parte Miller nos recuerda que: “Lacan reconocía que el verdadero psicoanálisis es el que admite los efectos del lenguaje como enfermedad intrínseca del ser humano, como ser hablante y como ser hablado, es decir como parlêtre.” [5] Nosotros sufrimos porque estamos enfermos del lenguaje.

Otra orientación de Miller es que «El discurso del amo siempre quiere lo mismo” Sin embargo, “el psicoanálisis (…) se sostiene por el deseo del analista» [6].

El deseo del analista es el que sostiene la acción lacaniana. La brújula es la formación del analista y su relación con la época, tal como Miller menciona: “puede situarse como acción psicoanalítica o incluso acción lacaniana –me atrevo a decirlo– para dar a ese acto psicoanalítico las consecuencias que pueda tener.” [7]

Lacan, en una frase muy conocida, resalta: “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de la época. Pues ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas en un movimiento simbólico? Que conozca bien la espiral a la que su época lo arrastra en la obra continuada de Babel, y que sepa su función de intérprete en la discordia de los lenguajes.”[8] Esta frase nos orienta hacia lo sutil, lo fino, lo más delicado, que es el síntoma y una lectura del malestar social.

Los analistas ya no están solamente en sus consultorios, los pacientes pueden ir al encuentro de un analista en los “lugares alfa”, como dijo Miller, donde se crean transferencias, pueden provocar aperturas y lugares de transmisión del psicoanálisis.

La acción lacaniana no es sin un analista que está en formación continua, con su relación con la Escuela a la hora de la lectura de su época.

Compartiré una de las experiencias de implicación en la acción lacaniana. Se trata de Uyarina-Punto de Encuentro, una institución que es un dispositivo de escucha, donde se pone en juego la palabra. Se instaló en la ciudad y es donde niños, adolescentes, jóvenes y familias en situación de calle y riesgo vienen a hablar y donde pueden encontrar también actividades lúdicas y educativas variadas. En Uyarina, de lo que se trata es de construir un lazo social diferente, trabajo que se ha ido sosteniendo durante años con una apuesta e invención constante.

En Cochabamba-Bolivia, me preguntaba, ¿por qué los niños están en la calle? Para tratar de responder, acompañé a un equipo de una institución religiosa que distribuía leche, a niños y adolescentes. Algunos de ellos acudían a las religiosas, pero sin querer leche ¿Qué otra cosa querían? Uno dijo: “Queremos solo estrecharle la mano y decirle buenas noches madrecita”. Es decir, había una demanda de reconocimiento.

Después de haber establecido un vínculo, realizamos diferentes actividades a partir del deseo de ellos. por ejemplo, organizar campeonatos de fútbol, concurso de pintura, juegos de marionetas, etc. lo que produjo un efecto de interpelación y de sorpresa en el Otro social. La palabra empezó a circular. Aparecieron demandas individuales. El Otro ofrecía entonces un espacio de escucha y de palabra.

Estos niños que sufren la violencia y el maltrato de adultos supuestos a ocuparse de ellos, salen a la calle para no ser abandonados. Podemos decir: es porque deciden no ser abandonados, que van a la calle.

Actualmente, Uyarina cuenta con dos espacios de trabajo; el primero destinado a la clínica, en el que se atiende a personas en situación de calle y a personas en situación de riesgo. [9]

El segundo espacio es el taller clínico animado por Marco Focchi y Santiago Castellanos. También existe el trabajo en carteles y reuniones de equipo de presentación de casos. Una vez al año se realizan los “Seminarios clínicos institucionales,” A la fecha se han realizado siete y una I Conversación Clínica este año.

Estos dos espacios de trabajo dialogan entre sí produciendo efectos en el trabajo clínico, por ejemplo, la reducción del consumo de tóxicos, establecer otro tipo de vínculo social, apertura al deseo de ir a la escuela, cuidado personal, provocando un deseo de saber sobre su malestar.

¿Qué clínica? Es una clínica orientada por el psicoanálisis lacaniano que trata lo real del síntoma que se manifiesta de manera singular en la atención a niños en situación de riesgo y/o abandono, de desarraigo, de pobreza, abandono social, familiar.

Jacques Lacan, en la apertura de la sección clínica en 1977 evocaba “La clínica es lo real, en tanto imposible de soportar” [10] “Es el intento de tratar lo real a partir de las palabras es decir a partir de lo simbólico” [11] es decir, tratar el goce mediante la palabra.

Lacan menciona que “toda formación humana tiene por esencia, y no por accidente, refrenar el goce” [12] Alexandre Stevens, quien conoce el trabajo de Uyarina, indica: “En Uyarina se reduce el goce”.

Como sabemos, en la clínica damos idas y vueltas y así continuamos formándonos.

NOTAS

  1. “Uyarina-Punto de Encuentro” existe gracias a los diferentes dispositivos de la AMP.
  2. Miller, Jacques-Alain. La salvación por los desechos. El Psicoanálisis 16, 2009, p. 15.
  3. Miller, Jacques-Alain. Hacia PIPOL 4.
  4. Miller, Jacques-Alain. Sutilezas analíticas. Paidós, Buenos Aires, 2011, p. 33.
  5. Ibíd., p. 38.
  6. Ibíd., p. 36.
  7. Miller, Jacques-Alain. Un esfuerzo de poesía. Paidós, Buenos Aires, 2016, p.171.
  8. Lacan, Jacques. Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. Escritos 1. Siglo XXI, Buenos Aires, 2003, p. 309.
  9. Considerados así a los hijos y familiares de personas que salieron de calle, y otros con riesgo de estar en ella, se trata de la segunda y tercera generación.
  10. Lacan, Jaques. Apertura de la Sección Clínica. Ornicar 3, 1981, Editorial Petrel, Barcelona.
  11. Lacan, Jacques. La excomunión. Seminario 11. Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 14.
  12. Lacan, Jacques. Variantes de la cura-tipo. Escritos 1. Siglo XXI, Buenos Aires, 2003, p. 384.


RESONANCIAS DE LOS OBSERVATORIOS DE LA FAPOL


La intención del Psicoanálisis Aplicado

Lizbeth Ahumada

La presencia de psicoanalistas en instituciones y en diversos escenarios del debate público es un hecho irrefutable. Podríamos decir que esta presencia asegura la movilización del discurso analítico dando cuenta de su aplicación, más allá de la cura psicoanalítica propiamente dicha, cuyo desarrollo, no sin un inicio, no sin un final, impacta la esfera más íntima del sujeto, porque, tal como lo dice Jacques-Alain Miller “El psicoanálisis pretende operar a un nivel más fundamental del sujeto, donde los puntos del espacio tiempo están en una relación topológica y ya no métrica: lo más distante se revela de repente lo más próximo”.[1] Ciertamente, es la cura misma con los principios que la animan, y los problemas que le son cruciales, psicoanálisis puro, el que orienta esta aplicación y ello objeta que devenga técnica.

Ahora bien, el psicoanálisis soportado por dicha presencia llama a la valoración de sus efectos, en al menos dos órdenes:

Por un lado, se trata de la difusión del psicoanálisis, de su “presentificación en el mundo”[2], de su derecho a intervenir, a participar en los debates sobre los problemas socio-políticos que perturban de diversas maneras la convivencia civilizada, y que en la actualidad se traducen como fenómenos transnacionales y translingüísticos que pretenden una lengua denominada común y llaman a una realidad sobreentendida y por ende banalizada. Pareciera que hay un entendimiento global cuando hablamos de desplazamiento forzado, movimientos migratorios, campos de refugiados, segregación, etc., constituyéndose en una guía actualizada de los nombres que condensan el malestar en la cultura. No es una participación armoniosa, por supuesto, pero siempre puede interesar al Otro. Es el psicoanálisis Jano, dócil y rebelde, sobrio e ingenioso.

Por otro lado, cuando el psicoanalista interviene en esa nube difusa y anónima introduce la temporalidad propia del sujeto. Esta intervención no es una acción revolucionaria o esperanzadora, más bien está desarraigada de esperanza “porque un psicoanálisis procede a la ablación de la esperanza y un cierto alivio resulta de ello”. [3] Al orientarse por la brújula de lo real en juego, para cada Uno, su acción vale tanto y más que mil, porque, además, no hay que olvidar que de uno en uno se suman mil. Asimismo, se trata del psicoanalista que verifica una y otra vez los efectos de la acción que se desprende de nombrar al sujeto en singular desamarrándolo del nombre común que lo representa, abriendo el lapso necesario para que emerja erguido de las tinieblas de la cifra.

En el caso del autismo, la intervención del psicoanalista reúne estos dos órdenes, son frentes de una misma batalla, ya que se trata del impacto de una acción, ampliada a la realidad circundante del sujeto. Así, el psicoanálisis se hace presente en el terreno de las posibilidades del encuentro con el autista, haciendo parte del pluralismo de tratamientos que deben estar a disposición del sujeto autista y que marca el derecho a elegir. Esta libertad de elegir es la que reivindica el psicoanalista tanto para los autistas como para sus familias; de esta manera se porta como el guardián de este derecho a la hora de contarse como uno que lo toma en serio y que eleva a la dignidad de trabajo constante todo esfuerzo del sujeto para construir sus defensas evasivas del Otro y al mismo tiempo la recuperación posible de un borde desde el cual acercarse a él.

Ahora bien, atender el sufrimiento de un sujeto en su radical elección de no participar del sentido común, con las consecuencias igualmente radicales de exclusión que ello conlleva, implica no ceder frente a las demandas más o menos acuciantes de adaptación y de reeducación que provienen del Otro en su rostro social. Y aunque no hay otras vías para acoger y acompañar a un sujeto autista que la de considerarlo como absolutamente singular, no significa que al mismo tiempo no se trate de sostener un deseo decidido de participar en los diversos entornos que involucran las políticas que determinan un devenir incluyente o no, para el sujeto autista. Estas políticas estatales, referidas a tratamientos médicos, terapéuticos, a protección, a educación, a salud, etc., en su mayoría, se adhieren a la ideología de la eficacia y la objetividad, con el falso semblante de lo científico. Se escriben como dictamen de oficio de los protocolos de evaluación y tratamiento. De allí deriva la pregnancia vergonzante de los tratamientos cognitivo conductuales en alianza con las neurociencias. La reina: Terapias de análisis de comportamiento aplicado ABA (Applied BehaviorAnalysis). Encontramos que sin pudor alguno, a diferencia del psicoanálisis, se pretende una aplicación única, verdadera, objetiva, efectiva, la que sin duda da la respuesta universal para salir del autismo ¿Y en qué se basa tal arrogancia? En cifras ¡claro!Las mismas que aluden a la adaptación y a la reeducación. Del sujeto, nada. Se lo vuelve a amordazar con el número que lo representa: El dicho primero que legisla y aforiza…

Al instante de ver le puede seguir el momento de comprender, no va de suyo, no es una continuidad sin sujeto. Hay que consentir a ello, hay que desearlo. Y en eso estamos. Una vez la cuestión del autismo se precipitó con sus cifras y su innegable presencia en Latinoamérica, haciendo estallar el orden institucional, el educativo, el familiar, el político; es imperativo para los psicoanalistas concernidos, dar forma a este momento de comprender: cómo operan y se instalan en nuestras realidades, a veces de manera imperceptible, los agentes de las ofertas de exigencia adaptativa. Cómo se va permeando cada rincón de los lugares donde el asunto del autismo empieza a generar un ruido cada vez más alto y ensordecedor. Cómo emergen los salvadores de la insumisión del autista ante los dispositivos de socialización. A qué fines se consagran quienes alzan la mano para dar la clave del silenciamiento adaptativo que condena al sujeto a extremar sus defensas, dejándolo aún más solo.

De esta manera, es importante concebir el dispositivo del Observatorio de las políticas sobre autismo de la FAPOL en la NEL, como una plataforma de acción que concentra estas dimensiones de la extensión y la intensión del psicoanálisis a la hora de librar la batalla del autismo, y puede desarrollarse de diversas maneras:

  • la observancia juiciosa respecto a las diferentes acciones en los múltiples países de Latinoamérica; penetrar los núcleos de trabajo concernidos por la clínica del autismo;
  • la necesidad de sostener rigurosa y sistemáticamente la investigación en torno a los diferentes aspectos que contempla la problemática del autismo;
  • la interacción permanente con los agentes de las acciones que se empeñan en dar un lugar a los pequeños y jóvenes autistas (el escenario escolar y universitario por excelencia);
  • el debate a cielo abierto con quienes ofrecen tratamiento a los autistas;
  • la presencia activa en los lugares en que se legisla a favor de los derechos del sujeto autista;
  • el apoyo irrestricto a los padres, restituyéndoles su saber y apoyando toda iniciativa en la dirección de alojar al sujeto y la reivindicación de sus derechos;
  • la acumulación de un saber en reserva sobre el encuentro del autista y el psicoanalista;
  • la discusión clínica permanente entre los psicoanalistas como un vector formativo y deliberativo; etc

Se trata entonces de introducir el marco de exploración, de estudio y de investigación, a la luz de la experiencia del psicoanalista cada vez que lleva a cabo una acción que, por ser lacaniana, orienta las condiciones de su encuentro con el autista.

NOTAS

  1. Miller, Jacques-Alain. Anguila. Transcripción del texto Anguille en Politique dictado en Radio France-Culture en 2005. Traducción para el Diario Página 12 de Argentina, publicado el 26 de abril del 2012, p.37.
  2. Lacan, Jacques. Proposición del 9 de octubre de 1967. Otros Escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, p.264.
  3. Miller, Jacques-Alain. cit.

Staff

Directora Responsable: Raquel Cors Ulloa – Vicepresidenta NEL, 2018-2020

Asesora: Clara María Holguín

Directora de publicación: Raquel Baloira

Consejo editorial: Patricia Tagle, Gabriela Urriolagoitia, Ricardo Aveggio

Edición: Carla Margarita González

Diseño del cartel: Rubén Darío Moreno