Volumen 2

SECCIONES

Año 1 Número 2

HEREJÍAS DE UNA ACCIÓN SIN GARANTÍA



EDITORIAL

Raquel Baloira

[…] qué acto es posible para el psicoanalista en este siglo de la metonimia del sobreseimiento permanente: modalidad de desmentido respecto a lo real sin ley y de apología de la irresponsabilidad.[1]

Guy Briole

El psicoanálisis es frágil y sólo se sostiene por el deseo del analista. Un deseo que aloja lo singular allí donde las palabras empujan a normalizar el modo de goce de cada uno. Si los agentes del discurso del amo se ufanan en hablar en nombre de todos, la posición prudente para emprender la acción lacaniana: “es ser absolutamente intransigentes”. [2] No declinar jamás ante la posibilidad de hacer existir el derecho a la singularidad.

El ser hablante, lo sabemos gracias a Jacques Lacan, está consagrado a la debilidad mental. Tanto así que estar vivo supone un trabajo permanente. No hay escapatoria: pensamos débil, nos enredamos y hay que arreglárselas.

El espectáculo de lo insoportable, que la época actual nos suele arrojar, puede conmover nuestro teatro más íntimo, aquel que Freud llamó el fantasma. Y el asunto es que esta construcción ficcional hace síntoma para cada uno. Entonces, hacer lo imposible por darle al psicoanálisis un lugar en el mundo, no es sin la pregunta: ¿con qué fantasma lee usted?

La vía para responder se vuelve angosta porque no siempre se logra circundar lo real. Más bien, se persevera en desconocerlo. Saber que el semblante está en el sentido, y servirse de lo real como una referencia, favorece las condiciones para estar en guardia, si queremos que el psicoanálisis encuentre su lugar sin traicionarse.

Han transcurrido dos años desde que Jacques Alain-Miller produjo una interpretación que aún sigue generando resonancias: “Campo Freudiano, Año Cero”. [3] Su acto no sólo nos demostró el peligro que corre el psicoanálisis ante los problemas crecientes de nuestra civilización, sino, además, el peligro en el seno mismo de la Escuela, cuando se presenta el empuje a convertirla en una asociación de psicoterapeutas; pero Miller nos entregó una orientación: “Todo vuelve a comenzar, sin ser destruido, para ser llevado a un nivel superior”. [4] Quien haya consentido a dejarse interpretar por el acto que representó su testimonio no puede ser indiferente ante los embrollos que suelen presentarse en la Escuela, a esforzarse en extraer de ellos lo que enseñan y dar un paso hacia delante que produzca una invención.

Se podría decir que, frente a lo imposible de soportar, que reinaba tanto en el exterior como en el interior mismo de la Escuela, Miller nos enseñó cómo rebelarnos de la buena manera. [5] Acaso, ¿no se podría leer la invención de Miller, La Movida ZADIG (Zero Abjection Democratic International Group)extensión de la acción lacaniana en el campo de la política, como una rebelión de deseos y afectos alegres que se subleven frente al malestar de la civilización?

Si Lacan, cuando desarrolló la lógica del fantasma, decía que el inconsciente es la política, en tanto el sujeto es a la vez ser hablante y hablado por otros ―recibe de otro las palabras que lo dominan, que lo representan, y de igual manera las palabras que lo transforman―, la apuesta de Miller, al poner en el centro de la Escuela la pregunta por el deseo del analista en la acción social y política, representa tocar el nudo, como dice Miquel Bassols [5], de la relación de cada miembro con la causa analítica; y, al tocar el nudo, se puede extraer un saber alegre. Y más trascendencia aún tiene el acto de Miller, si nos servimos de la lectura que hace Marta Serra de la última enseñanza de Lacan, al decirnos que: el sinthome es la política. Puesto que es la política de cada cual la que lo fija a una modalidad de goce singular. Y, por lo tanto, hacer un uso ético del sinthome es el reto porque además atañe al deseo de Escuela. Ésta es su propuesta. [6]

Así como Miller nos enseñó su singular modo de rebelarse [7], Lacan nos dejó una orientación de cómo ser herejes de la buena manera. Reconocer la naturaleza del sinthome, “hasta alcanzar su real, al cabo del cual apaga su sed” [8], nos abre la posibilidad de que se vuelva operativo ¿Cómo ser herejes de la buena manera en la acción lacaniana, en una época donde ya no podemos poner nada bajo la garantía del Padre? Es un momento formidable, probablemente respondería Miller, porque lo femenino da lugar a la invención; no obstante, la acción no se dará sin atravesar ciertos desgarros y será la lectura de la travesía, una vez realizada, la que nos permitirá saber si hubo acto o no.

Los textos que leerán a continuación dan cuenta de ello: “son herejías de la acción sin garantía”. Así lo demuestra la sección que inauguramos en este número: ZADIG-LML, y que tiene como propósito animar el debate sobre los efectos de enseñanza que pueden recogerse, en cada localidad, de la experiencia de llevar el psicoanálisis al campo de la política.

En cada una de las secciones, encontrarán de qué manera los psicoanalistas responden con “su alas analíticas y patas sociales” al mundo del mercado del saber y del cientificismo. “Herejías de la acción sin garantía” de los psicoanalistas que se convierten en “Tiriricas”, esas hierbas capaces de nacer y sobrevivir en el lugar menos pensando, como en el cuento de Ana María Machado [9], en un mundo que, paradójicamente, pareciera no interesarse en el saber del inconsciente, pero donde el psicoanálisis sigue vivo aún.

NOTAS

  1. Briole, Guy [En línea].Aggiornamento. Disponible en: http://elpsicoanalisis.elp.org.es/….
  2. Miller, Jacques-Alain. La doctrina secreta de Lacan sobre la Escuela. Bitácora Lacaniana7, Grama ediciones, Buenos Aires, 2018, p. 17.
  3. Miller, Jacques-Alain. [En línea]. Conferencia de Madrid. Disponible enhttp://www.lacanquotidien.fr/….
  4. Ibíd.
  5. Bassols, Miquel. Saber contar la experiencia de la Escuela.Bitácora Lacaniana 7, Grama ediciones, Buenos Aires, 2018, p. 20.
  6. Serra, Marta. [En línea].Deseo de Escuela. Disponible en http://deseo.jornadaselp.com/…
  7. Miller, Jacques – [En línea].¿Cómo rebelarse? Disponible en http://espaciorosarinoerinda.blogspot.com/….
  8. Lacan, Jacques. Seminario 23.El sinthome. Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 15.
  9. Machado, Ana María. Jararaca, Perereca y Tiririca. Ediciones Ekaré, Caracas, 2007.


TEXTO DE ORIENTACIÓN


El traumatismo del final de la política de las identidades

Eric Laurent

Con razón el último número de la revista Mental lleva por título «Identidades en crisis», ya que éste es el punto de partida de Lacan. La lectura que Lacan hace de la teoría freudiana de las tres formas de identificación concluye que hay identificación porque no hay identidad que se sostenga. La identidad está en crisis de manera fundamental porque es un vacío.

Creerse uno es una ilusión, una pasión, o una locura según las diferentes formas en las que Lacan ha podido nombrar el narcisismo. Desde 1946 y su texto sobre la «causalidad psíquica», Lacan lo señala: «Las primeras elecciones identificatorias del niño […] no determinan otra cosa […] que esa locura gracias a la cual el hombre se cree un hombre.» [1]. Creerse uno es abordado en ese momento de la enseñanza de Lacan mediante lo imaginario y la pasión narcisista: «Esta ilusión fundamental de la que el hombre es siervo, mucho más que de todas las ‘pasiones del cuerpo’ en el sentido cartesiano, esa pasión de ser un hombre, diría yo, que es la pasión del alma por excelencia, el narcisismo, que impone su estructura a todos sus deseos, incluso a los más elevados» [2]. Lo que se opone a la pasión narcisista, como fundamento, es la dimensión de la causa, que atañe a la identificación. Fundada «en una forma de causalidad que es la causalidad psíquica misma: la identificación; esta es un fenómeno irreductible» [3]. Podemos subrayar en esta lectura de la oposición freudiana entre narcisismo e identificación, gracias a la oposición entre pasión y fundamento, un eco del final de «El Ser y la nada»: «Toda realidad humana es una pasión, en cuanto que proyecta perderse para fundar el ser […], el Ens causa sui que las religiones denominan Dios. Pero la idea de Dios es contradictoria y nos perdemos en vano; el hombre es una pasión inútil.» [4]. Allí donde Sartre ve algo inútil, Lacan sitúa la dimensión del sujeto del inconsciente como tal.

El sujeto del inconsciente es en efecto, dice Lacan, no sólo contradictorio y vano, sino vacío y evanescente. Es esto sin embargo lo que los discursos buscan nombrar de una manera u otra. El discurso político, el discurso del amo, hace de la identificación la clave de una captura. Como ha subrayado Jacques-Alain Miller: «A ojos de Lacan, la política procede mediante identificación, manipula significantes amo, busca de esta manera capturar al sujeto. Éste, hay que decirlo, no pide otra cosa, siendo, en tanto inconsciente, carente de identidad, vacío, evanescente.» [5]. Este discurso del amo procede de manera inversa al psicoanálisis, que parte de las identificaciones para dirigirse hacia el núcleo de goce que estas enmascaran: «Pues el psicoanálisis va contra las identificaciones del sujeto, las deshace una a una, las hace caer como las capas de una cebolla. Por esto, devuelve al sujeto a su vacuidad primordial.» [6]. A partir de ahí es como puede pensar una travesía del fantasma que se apoya en el des-serdel sujeto. Vemos bien entonces la oposición entre dos regímenes de la relación entre identidad e identificación según los discursos.

La manera en que el discurso del amo quiere dar consistencia a la identificación se ha visto movilizada de manera crucial por la «política de las identidades», en plural. Se trata bajo esta rúbrica de reemplazar los grandes relatos políticos de la unidad nacional o de la unidad de una sensibilidad política por los relatos de igualdad de derechos entre las diferentes comunidades a las que dicen pertenecer los sujetos, sean las minorías sexuales LGBT o las minorías religiosas.

Como dice Gilles Finchelstein, presidente de la Fundación Jean Jaurés: «Es lo que llamo la trampa de la identidad. La izquierda no concibe, a partir de sus propios valores, la identidad de Francia. Rechaza reconsiderar esa ‘inseguridad cultural’, retomando la fórmula de Laurent Bouvet, que afecta en primer lugar a las clases populares. Y la derecha reflexiona mal sobre la cuestión de la identidad. Encerrada en otra denegación, la de Francia tal y como es, cultiva la visión nostálgica, cuando no exacerba peligrosamente el debate…» [7].

Hacer de la igualdad de los derechos de las diversas minorías el gran relato político ha podido ser denunciado por otros como un impasse político de la social-democracia contemporánea. Replicando a Gilles Finchelstein, el historiador Jean-Pierre Le Goff ha llegado a decir: «El movimiento obrero nacido del siglo XIX, sobre el que se fundaba la izquierda, está muerto. Ha sido laminado por las transformaciones de la sociedad y el paro masivo. Vuestro error es hacer de las costumbres un nuevo elemento de demarcación identitaria de la izquierda. Creer que se es de izquierdas porque se está a favor de la adopción de hijos por parejas homosexuales me parece absurdo. La legitimidad de la izquierda no está ahí, tiene que ver con preocuparse ante todo por el destino de las capas populares, ¡no con cambiar las reglas de la filiación! La «síntesis» de lo social y de las costumbres es todo un lío, que tiene como palabra comodín ese término de ‘igualdad’ que sirve para todo.» [8].

El impasse de esta política de las identidades se puede formular de múltiples maneras. Para algunos, puede desembocar en una multiplicidad de comunidades en lucha en una competición victimaria, despreciándose una a otras y sin que el recurso a la igualdad funcione ya como significante amo que pueda articularlas. «Sabemos hasta qué punto las luchas por el reconocimiento de las identidades (en materia de género, de identidades culturales, religiosas, sexuales) y contra las diferentes formas de estigmatización que se le pueden asociar, atraviesan hoy el espacio público. Pero hay que ir más allá de la analogía, que se hace muchas veces, entre las luchas obreras del siglo XIX y las luchas culturales, sexuales o raciales de hoy.» [9]. En cualquier caso, los impases de la política de las identidades han desembocado recientemente en un verdadero trauma: la derrota de Hilary Clinton ante Donald Trump. Ahora se plantea la pregunta: ¿hemos entrado en un momento post-identitario?

El trauma, y el momento post-identitario

La campaña de Hillary Clinton se había basado por completo en poner el foco en las diferentes minorías étnicas (negros o latinos), las mujeres y las minorías sexuales, subrayando para cada una de estas identidades la necesidad de la igualdad de derechos. Por lo tanto, una política de identidades claramente asumidas. Su eslogan «Stronger together» (Más fuertes juntos) ponía de relieve esta yuxtaposición identitaria; sin subrayar lo que hay en común, sino la suma de fuerzas. Bernie Sanders, por el contrario, centraba su campaña en las desigualdades económicas, los desaguisados de los bancos expropiando a mansalva desde la crisis de las subprimes de 2008, y los desaguisados de Wall Street. Se situaba claramente bajo la influencia post Occupy Wall Street, reprochando a Hillary Clinton su excesiva propensión a dar conferencias a esos mismos banqueros.

En cuanto a Donald Trump, se puede decir que condujo una campaña centrada en una sola identidad: los blancos de las clases populares, como lo vieron enseguida los comentaristas europeos, y los evangelistas, lo que no fue percibido tan rápidamente si se tiene en cuenta el carácter poco católico del personaje. La estrategia que él había definido apuntaba ciertamente a una minoría entre otras, pero era la que tenía la llave de los swing states, esos pequeños estados rurales del nordeste de los Estados Unidos, sobrerrepresentados, olvidados por la desindustrialización. Su eslogan hablaba de lo que tienen en común esos desclasados: la identidad nacional. Esto le permitía recuperar el voto de los soldados, puesto que los estados de la desindustrialización habían suministrado grandes contingentes militares de voluntarios. «Make America Great Again».

Al irse conociendo los resultados, la gran sorpresa fue que en cada una de las categorías «identitarias», y a pesar de los ataques muy violentos de Trump contra las minorías, Hillary no obtuvo los beneficios esperados. Thomas Cantaloube presenta muy bien en Mediapart los cuatro elementos de la sorpresa. Primero las mujeres. «El voto de las mujeres ha beneficiado a Hillary Clinton, pero no en las proporciones significativas que se hubiera podido imaginar… La diferencia del voto femenino entre Clinton y Trump (12%) es muy importante, pero no es mucho más amplia que en las elecciones anteriores.» [10]. Después, los Latinos. «Se podría haber pensado que frente a un Donald Trump que estigmatizaba a las poblaciones mexicanas inmigradas, que prometía deportaciones masivas de irregulares y un muro en la frontera con México, los Latinos se precipitarían en masa en los brazos electorales de Clinton. Nada de esto fue así, Trump recogió incluso una parte mucho más importante del voto de los Hispanos de la que había conseguido Mitt Romney cuatro años antes.» [11].

Finalmente, Clinton pagó el precio de su longevidad en política y su encarnación de un establishment burocrático que abandonó al Rust belt. Perdió a los jóvenes y a los más necesitados. Primero a los jóvenes. «Comparativamente con Barack Obama en 2008 y 2012, Clinton recibió un menor número de votos de los más jóvenes (18-29 años). Estos se inclinaron ligeramente por Trump, pero sobre todo eligieron apoyar de forma más importante que antes a un tercer candidato (8%). La candidata demócrata no sedujo claramente a la nueva generación de los ‘milenials’.» [12]. Y los más necesitados. «El voto de las personas más necesitadas en Estado Unidos se desvió de forma importante hacia Donald Trump. Hillary Clinton perdió así 12% de los votos de quienes ganan menos de 30.000 dólares al año, respecto a lo obtenido por Obama en el 2008.» [13].

El gurú David Brooks considera que la diferencia entre los votos esperados y los votos efectivos proviene del error de reducir a cada uno a una sola identidad dominante [14]. Las mujeres, los Latinos, los Negros, tienen identidades múltiples. Es lo que hace que el resultado se escape del cálculo. Brooks acusa también a Trump de querer reducir a mexicanos, musulmanes y negros a una sola definición dominante. Es un punto en el que Amaryta Sen [15] ha insistido mucho. Los sujetos tienen múltiples identidades. Es ahí donde el discurso de los politólogos coincide con lo múltiple de las identificaciones que es el punto de partida del psicoanálisis. En este sentido, también, «el inconsciente, es lo político».

En un artículo destacado, publicado poco después de la victoria de Trump y traducido al francés a principios de diciembre, el politólogo Mark Lilla presentó los resultados como el agotamiento de la política de las identidades y la necesidad para los demócratas, e incluso para el conjunto de las izquierdas, de ir más allá del reagrupamiento de las «diversidades». Mientras que algunos comentaristas reprochaban a Hillary su carácter intervencionista en la política exterior de los Estados Unidos, crítica con la moderación de Obama, Lilla considera que ella era buena en este aspecto. Podía entonces evocar la unidad nacional y su factor de reagrupamiento, sin una referencia a la potencia, como hacía Trump, sino en nombre de los principios y de la democracia, pero sin caer por ello en las fantasías de los neocons que quieren exportar la democracia por la fuerza de las armas. «Hillary Clinton nunca ha sido tan excelente y estimulante como cuando evocaba el compromiso de los Estados Unidos en los asuntos del mundo y de qué modo dicho compromiso está ligado a nuestra concepción de la democracia. Por el contrario, en cuanto se trataba de política interior, no tenía la misma altura de miras y tendía a caer en el discurso de la diversidad, llamando explícitamente al electorado negro, latino, femenino y LGTB (lesbianas, gays, bisexuales y trans). Cometió aquí un error estratégico. Puestos a mencionar grupos en Estados Unidos, más vale mencionarlos a todos. Si no, aquéllos de quienes nos hemos olvidado se dan cuenta y se sienten excluidos. Es exactamente lo que ha ocurrido con los blancos de las clases populares y con las personas con fuertes convicciones religiosas. No menos de los dos tercios de los electores blancos sin diplomas superiores han votado a Donald Trump, así como el 80% de los evangélicos blancos.» [16].

Más allá de las debilidades de la candidata Clinton, Lilla critica más precisamente la política de las identidades y muestra sus límites, aunque reconce sus aportes. Los impases apuntan a lo no pensado, en esta perspectiva, de lo que tienen en común los ciudadanos, más allá de la comunidad de identidad en la que cada uno reconoce lo mismo. Esto común, Lilla intenta objetivarlo, contrariamente a la perspectiva de Tristán Garcia, que busca poner de relieve lo que permite subjetivamente el Nosotros en el vínculo social [17]. De esta forma, la política de las identidades produce sujetos políticos separados (desvinculados) de toda consideración «sobre cuestiones tan eternas como las clases, la guerra, la economía y el bien común».

Son precisamente las cuestiones regalianas las que en la tradición definían el horizonte político. «La energía moral desplegada en torno a la identidad ha tenido por supuesto numerosos efectos positivos. La discriminación positiva ha trasformado y mejorado la vida en la empresa. El movimiento Black Lives Matter (que denuncia la violencia policial hacia los Negros) ha sido revelador para todos los norteamericanos dotados de siquiera un poco de conciencia. Normalizando la homosexualidad en la cultura popular, Hollywood ha contribuido a banalizarla en la vida pública y en el seno de las familias norteamericanas. Pero la obsesión por la diversidad en el colegio y en la prensa ha producido en la izquierda una generación de narcisistas, que ignoran el destino de las personas que no pertenecen a los grupos con los que se identifican, y son indiferentes a la necesidad de estar a la escucha de los norteamericanos de toda condición. Desde su más tierna infancia, nuestros hijos son incitados a hablar de su identidad individual, antes incluso de tener alguna.» [18]. Encontramos aquí lo que Lacan señalaba de la locura identificatoria en el niño y de la debilidad que esconde.

Superación o reagrupamiento

Allí donde Mark Lilla ve un límite en el abandono de las consideraciones regalianas para definir la política, Judith Butler ve precisamente una salida. Este es el objeto de su último libro Rassemblement [19], que casi reproduce el eslogan de campaña de Hillary. Los sujetos que componen las diferentes minorías tienen en común su imposibilidad de ser reconocidos por todos. Pueden ser definidos a partir de su alejamiento de un reconocimiento identitario y de los poderes que esto posibilita. Lo común se convierte precisamente en la ausencia de común. Ella llama a esto la vulnerabilidad. Al presentar la traducción francesa de su libro, Eric Aeschimann resume de esta forma su Aufhebungde la política de las identidades: «En la primera parte de Rassemblement, Judith Butler revisita sus trabajos pasados y muestra que su hilo conductor es la noción de vulnerabilidad. Ser gay en un orden social que niega la homosexualidad lo convierte a uno en vulnerable y si ella ha puesto tanta obstinación en desvelar los fundamentos culturales del orden sexual de nuestras sociedades, era con el único objetivo de hacer más soportable la vida de las minorías sexuales. También es vulnerable el emigrante desposeído de sus derechos humanos o el asalariado privado de su empleo. Ciertamente, la vulnerabilidad forma parte del destino humano. Pero su reparto desigual entre individuos es el fruto de un sistema político intencional que lleva por nombre neoliberalismo.» [20].

Butler ve la prueba de que esta vulnerabilidad define la posibilidad de un vínculo social en los agrupamientos tipo Occupy. «Estar ahí, permanecer de pie, respirar, moverse, quedarse inmóvil, hablar, callarse son otros tantos aspectos de una asamblea repentina, de una forma imprevista de performatividad política que coloca a la vida vivible en el primer plano de la política», escribe en una bella descripción de la manifestación inmóvil. «Es importante que las plazas públicas desborden de gente, que la gente acuda a ellas a comer, cantar, dormir, y que se nieguen a ceder este espacio… lo que yo soy será trasformado por las conexiones con los otros, ya que mi dependencia respecto a los demás y el hecho de que los otros dependan de mí son necesarios para vivir y para vivir bien.» [21].

En una entrevista reciente con Christian Salmon (autor de Storytelling) en Mediapart, ella responde a las críticas que subrayan que el hecho de reunirse no basta para definir una política, como se ha visto con las dificultades de Podemos en España o de Cinque Stelle en Italia, y que es obligatorio pasar por cuestiones de poder como tales y no simplemente de «reagrupación». «Cuando los sin papeles se agrupan, o las víctimas de expulsión se reúnen, o cuando los que están en el paro o sufren reducciones drásticas de su pensión se congregan, se inscriben en la imaginería y el discurso de representación de lo que es, o debería ser, el pueblo. Por supuesto hacen peticiones específicas, pero reunirse es también un medio para hacer una demanda con el cuerpo, una reivindicación corporal en el espacio público y una demanda pública a los poderes políticos». Propone entonces superar el impasse mediante una movilización siempre más amplia que las identidades reunidas, permitiendo disolver los nacionalismos y las formas de rechazo del otro, y poniendo en primer lugar la cuestión de los emigrantes: «Solo una movilización a gran escala, una suerte de coraje encarnado y trasnacional, podríamos decir, conseguirá vencer al nacionalismo xenófobo y las diversas coartadas que amenazan hoy a la democracia.» [22].

De esta forma, Judith Butler resuelve el problema del paso de las identidades vulnerables a las reivindicaciones de derechos políticos como tales, superponiendo estos dos niveles con el reagrupamiento extendido. Se podría confrontar su solución con la de Jean-Claude Milner, quien distingue cuidadosamente el nivel de los «derechos del hombre» y el del «derecho de los ciudadanos». Pudiendo el hombre justamente encontrarse en una zona en la que no es aún o ya no es ciudadano. Articula los derechos del hombre y su declaración con la sensibilidad de Robespierre en lo tocante a la compasión frente al infortunio. Se podría decir, con el vocabulario Butleriano, frente a la vulnerabilidad del hombre. Podríamos así situar los desarrollos Butlerianos en la tradición «norteamericana» de Hannah Arendt, en contrapunto con ella. «En el discurso de los jacobinos, el lenguaje de la piedad y de la compasión predomina. Conocemos la crítica de Hannah Arendt, sutil y maliciosa; la sabiduría de los Padres Fundadores consistió en su ausencia de compasión, afirma; así, respondieron, sin vacilar, aferrándose a la libertad. Ella los opone a Robespierre; la condición de los pobres habría conmovido a este último hasta el punto de considerar la libertad como un vacío, mientras subsistiese un solo miserable. Ahora bien –-prosigue––, no hay lugar para la compasión en política; en cuanto ésta gana, conduce a los compasivos a la muerte, la que infligen a los otros y que infaliblemente acaban padeciendo.» [23].

Milner, al contrario, ofrece un lugar a la compasión. Esta permite extraer lo «real de un cuerpo» y distinguirlo de la elaboración política en palabras y en frases de las reivindicaciones. «Igualmente, la compasión, según Robespierre, acompaña y permite una ruptura considerable: el descubrimiento de lo real de un cuerpo. De un cuerpo sufriente en efecto, pero también hablante, ya que de su sufrimiento no puede dar otra prueba objetiva más que el lamento. Corresponderá a la política articularla en palabras y frases. En ese instante, un real insiste, irreductible. No faltan hoy día ejemplos a este respecto. En vez de proceder por vía directa, es más ilustrativo dar un rodeo: se entrevé lo real de los derechos del cuerpo examinando lo que ocurre cuando les son negados a los individuos [24].

Así llegan a distinguirse y articularse los «derechos del hombre» por un lado, el «real de los cuerpos hablantes» y el nivel de los derechos positivos del ciudadano. «Más que nunca, la Revolución francesa merece ser releída. Ella había distinguido al hombre del ciudadano. Sabemos mejor que en 1789 que son heterogéneos. Los derechos del hombre/mujer proceden del cuerpo; son universales e invariables en el tiempo y en el espacio. Los derechos del ciudadano proceden del raciocinio y de la cultura; son variables según las constituciones y los países. Los dos conjuntos son de origen y naturaleza totalmente diferentes; precisamente por esta razón no se confirman ni se contradicen, pero pueden ser hechos compatibles. Más exactamente, se puede hacer a los segundos compatibles con los primeros.» [25].

Finalmente, Milner concluye planteando la homología entre el cuerpo del hombre de la Declaración de los derechos y el cuerpo tal como Lacan lo aisló: «Cuando se piensa bien en ello, el hombre de la Declaración anuncia el hombre/mujer del freudismo: a diferencia del hombre de las religiones y de las filosofías, no es creado ni deducido, ha nacido; en esto consiste su real.» [26]. No es sin embargo seguro que Lacan haya pensado la relación con el Otro y con el cuerpo en términos de derechos. Ve en él más bien, de un modo cercano a Walter Benjamin, el medio mismo de la incidencia del discurso del amo y de la historia. «La historia no es nada más que una fuga, de la cual solo se cuentan éxodos… Solo participan en la historia los deportados: puesto que el hombre tiene un cuerpo, es por el cuerpo por lo que se lo tiene. Reverso del habeas corpus» [27].

Política de las identidades y política de los acontecimientos de cuerpo

Freud había percibido el resorte del vínculo común en la identificación con el Ideal del líder de las masas. Estas masas son las de aquéllos «que han puesto un único y mismo objeto en el lugar de su ideal del yo y, en consecuencia, se han identificado los unos con los otros en su yo» [28]. No se trata en este Ideal de un sucesor del padre del Edipo sino del padre de la horda, quien, en el mito freudiano, tenía acceso a las mujeres de forma ilimitada. Este goce sin límite lo habita y lo vuelve inquietante: «El cabecilla de la masa es siempre el padre originario temido, la masa quiere siempre y una vez más ser dominada por un poder ilimitado, se encuentra en el grado maniaco más alto de autoridad, tiene, según la expresión de Le Bon, sed de sumisión» [29]. El establecimiento del vínculo social, fundado sobre la base pulsional de la identificación, no permite de ningún modo considerar el vínculo social como armonioso. Hay siempre en el vínculo social un mismo principio de ilimitación, liberado en la masa primaria pero está siempre presente, incluso en las formas estables de la masa.

A partir de la «masa» sociológica, el fundamento del vínculo social se define por el rasgo identificador al padre de la horda. De esto es de lo que Lacan va a prescindir proponiéndonos un nuevo régimen de vínculo social, a partir del fantasma y del goce, y ya no a partir de la identificación. Otra Massenpsychologie se genera a partir del fantasma, a la vez inscripción de la pérdida del sujeto y representación del goce. Es a partir de estas coordenadas como quisiera retomar las categorías propuestas por Judith Butler y abordar los derechos del hombre como «derechos de los cuerpos», aportados por Jean-Claude Milner.

La articulación del lazo social con el modo de goce, en ausencia de líder, es evidente a partir de los modos de subjetivación eróticos que se socializan para componer las formas contemporáneas de vivir la orientación sexual. Las comunidades LGBTQ o sadomasoquistas nos vienen enseguida a la mente. Hay que añadir a las comunidades de goce, que amplían el vocabulario de la biopolítica de los estilos de vida alternativos, las comunidades de desconcierto que apuntan hacia la otra vertiente del fantasma, el momento en el que el sujeto se asienta en su pérdida. Son las comunidades de jóvenes titulados, urbanos y sin empleo, de los que se han nombrado en la Europa latina como «indignados» y al otro lado del charco Atlántico como «Occupy…». En estos movimientos, se trata sobre todo de ocupar un lugar subjetivo, el de un grito, de una pura enunciación que reenvía al momento de pérdida. Esta pura enunciación se opone a una lista de enunciados de reivindicaciones definidas. Prueba de ello es la dificultad de articular esta enunciación en un programa clásico de reivindicaciones comunes. Este primer momento subjetivo es el que designa Butler como vulnerabilidad. Designa ese punto en el que el sujeto no puede inscribirse en ningún enunciado del Otro. Solo ex–siste entre líneas.

Después está el segundo tiempo del fantasma, el surgimiento de la articulación del sujeto con el goce. Por un lado, el grito del sujeto, por otro el surgimiento del objeto (a). Igualmente, en la historia de los movimientos Occupy, hemos asistido a la encarnación del kakon, del objeto malo, de ese goce malo del que el sujeto no cesa de querer separarse. El cuerpo del que se extrae el grito de desesperación no es sabiduría sino pasión. Es un cuerpo que goza, que está marcado por afectos poderosos, entre los cuales la angustia es el más poderoso. Un cuerpo, para Lacan, es un cuerpo en un sentido próximo al de Spinoza. Es al mismo tiempo el cuerpo del sujeto y el cuerpo político. Un cuerpo no es biológico [30], y es por esa razón por la que puede estar vivo o muerto. Un cuerpo es el lugar que experimenta afectos y pasiones, tanto el cuerpo político como el cuerpo individual. Pasiones políticas nuevas surgen como acontecimientos de cuerpos políticos nuevos, y luego se trasforman.

Las grandes manifestaciones que incendiaron Brasil a comienzos del año 2013 no se hacían en nombre de una consigna común. No había un rasgo identificatorio que pudiese dar cuenta de esos movimientos de masa. Por el contrario, ahora asistimos al retorno de dos bandos que han materializado en Brasilia el muro que separaba a los manifestantes a favor y en contra el proceso de impeachment. En París, «La noche en pie» se afirmó a la vez como vacío y como expulsión. Un texto difundido por ciertos organizadores y firmado con el pseudónimo Camille Delaplace, lo dice el 7 de abril: el texto evoca «un vacío, una disponibilidad», que simboliza en París la plaza de la República. «Este vacío, prosigue el llamamiento, no hemos tenido que hacerlo a nuestro alrededor. Vivíamos todos dentro de él desde hacía mucho tiempo. Es el vacío de legitimidad en el que se toman hoy prácticamente todas las decisiones» [31]. Por un lado, el vacío y, por el otro, pero simultáneamente, Finkielkraut, expulsado de la plaza, encarnando el objeto erróneo, el kakon, el que no debe estar ahí.

Son dos tiempos del fantasma, que aparecen en estos movimientos, los que indican perfectamente un modo de lazo social que no pasa por la identificación con un rasgo común, pero que funciona sin embargo en el registro de un cuerpo político producido en calidad de existencia lógica, atravesado por las pasiones fantasmáticas.

Este real del lazo social está especialmente presente en la religión, donde la mística forma parte para Lacan de las modalidades de la regulación del goce en el cuerpo. Hay entonces un aspecto de sabiduría, de regulación del cuerpo y del goce por la religión. Es lo que se dirige a la sublimación. Pero hay también otro aspecto que opera en esta regulación, el de la substitución del cuerpo del creyente por el cuerpo eclesiástico al que pertenece. Es lo que Lacan plantea cuando se refiere al don que hace el creyente de su objeto (a) al Dios que adora. Este punto es común a todas las religiones. Pero es diferente en cada una de ellas y debe ser considerado en su particularidad.

Es en esta perspectiva donde podemos situar la relación del cuerpo del creyente y del cuerpo de los creyentes, teniendo en cuenta la singularidad que hay en cada religión. Por ejemplo, la cuestión de la comunidad de creyentes en el Islam. El cuerpo de la umma, ¿es imaginario o real? ¿Es la umma una gran matriz, una comunidad míticamente imaginaria, como piensa un sociólogo, Farhad Khosrokhavar [32], o lugar de un acontecimiento de cuerpo real? Es esta pregunta la que plantea Jacques-Alain Miller cuando extrae la importancia de la substitución del Otro como tal, del cuerpo del Otro, por la noción freudiana de sociedad de los hermanos. Mientras que Freud parte de la prohibición paternal, Lacan constata, más allá de lo prohibido, que es imposible gozar del cuerpo del Otro. No hay más goce que el del cuerpo de uno y el del fantasma.

A partir de la generalización del goce como acontecimiento de cuerpo, Jacques-Alain Miller advierte: «Freud estudia el problema de la transición del goce auto erótico a la satisfacción copulatoria. Lacan plantea que eso no se produce, que se trata de una ilusión freudiana —intrínsecamente, no gozo del cuerpo del Otro, solo hay goce del cuerpo propio o goce del fantasma, de los fantasmas… Me preguntaba si, en el fondo, el cuerpo del Otro no se encarna en el grupo. La pandilla, la secta, el grupo ¿no dan un cierto acceso a un yo gozo del cuerpo del Otro del que formo parte?… ¿No sería posible una nueva alianza entre la identificación y la pulsión?… Las escenas de decapitación, prodigadas por Estado Islámico a través del mundo entero y que le han valido miles de reclutamientos, y el entusiasmo por esas escenas, ¿no realizarían una nueva alianza entre la identificación y la pulsión, especialmente…la pulsión agresiva? Digo: triunfo islamista.» [33].

Roland Gori evoca a su manera esta subordinación del cuerpo político del grupo al cuerpo del sujeto. Pero presenta esta substitución bajo su única vertiente de muerte dejando en segundo plano el triunfo de la abolición de uno mismo, el efecto singular de la locura religiosa, que Lacan conserva para el goce místico. «Esa gente que mata de manera indiferenciada son ellos mismos indiferenciados para la organización de masas que los toma a su cargo. […] Se arrojan a los brazos de un aparato que se hace totalmente cargo de ellos desde el punto de vista de la capacidad de pensar, de decidir, de vivir. En efecto, ya están muertos, socialmente o subjetivamente, identificados al cuerpo de su organización.» [34].

Fehti Benslama, en su último libro, retoma esta propuesta de Jacques-Alain Miller en su propia perspectiva de una herida del Ideal propio del creyente, que se borra mediante un mito identitario del islamismo. Sitúa el goce por medio de la seducción narcisista que «llega al corazón de las fisuras de la identidad de los jóvenes. Opera como una soldadura de las partes del sí-mismo amenazado, fusionándolo con un grupo de iguales, para formar una comunidad de fe que vive de acuerdo con las mismas emociones morales. El efecto del grupo es proporcionar la ilusión de que juntos se puede gozar del mismo cuerpo.» [35]. Podríamos objetarle que no separa suficientemente la cuestión de la identificación y la de la pulsión, volviendo a pegarlas demasiado rápidamente.

Lacan, en los años setenta, dirigiéndose a los católicos, hablaba del «triunfo de la religión» que iba a la par de las modificaciones en profundidad operadas por la ciencia en los modos de organización social. «Les ha llevado tiempo, pero han comprendido de golpe cuál era su oportunidad con la ciencia; va a ser necesario que den un sentido a todas las transformaciones que la ciencia va a introducir… Desde el comienzo todo lo que es religión consiste en dar un sentido a las cosas que antes eran las cosas naturales. No es porque las cosas se van a volver menos naturales, gracias a lo real, que se va a cesar de secretar sentido» [36]. El triunfo de la religión se decía aquí en singular, sin duda porque Lacan hablaba en Roma y daba al catolicismo el lugar de «la verdadera religión». Este «dar sentido» propio del catolicismo, Lacan lo veía ejercer hasta el frenesí. «Hay unaverdadera religión, es la religión cristiana. Se trata simplemente de saber si esta verdad aguantará, o sea, si será capaz de secretar sentido de forma tal que estemos verdaderamente sumergidos en él.» [37]. Las remodelaciones actuales operadas por las tecnologías NTIC, la inteligencia artificial, el tratamiento de las recopilaciones masivas de datos autorizadas por Big Data y la evidencia del cambio climático, se acompañan de la sorprendente popularidad del Papa Francisco, quien con su última encíclica «Laudato Si» ha conseguido reunir el canto de San Francisco de Asís con las elaboraciones más actuales de la COP21. Es una mostración en acto de lo que anunciaba Lacan. Jacques-Alain Miller, con su nominación de un «triunfo islamista», nos muestra ahora que hay que hablar de los triunfos de las religiones en plural. Se podría declinar también el triunfo judaico considerando los nuevos desarrollos de los movimientos jasídicos en el nuevo mundo, en las grandes metrópolis de los Estado Unidos, de Canadá, de Brasil y de Argentina. Esos triunfos de las religiones en plural son tanto los que son compatibles con la sublimación del lado de la sapiencia o el ahogamiento bajo el sentido, como los que se les oponen celebrando la pulsión de muerte del lado de la locura. A partir de acontecimientos de cuerpo se articula una política de vínculo social que se separa de la política de las identidades.

Traducción: Carmen Cuñat, Gabriela Medin y Enric Berenguer.

NOTAS

* Recuperado de: http://identidades.jornadaselp.com/…

  1. Jacques Lacan,Obras Escogidas I, «Acerca de la causalidad psíquica», RBA, 2006, p.177.
  2. Ibíd, p.178.
  3. Ibíd, p.178.
  4. Jean-Paul Sartre,L’être et le néant, Gallimard, 1943, p.678.
  5. Entrevista con Jacques-Alain Miller, Cités, número 16,PUF, 2003, p.111.
  6. Ibíd, p.112.
  7. Gilles Finchelstein y Jean-Pierre Le Goff, «Como se puede ser de izquierdas», Le Point, 8 diciembre 2016.
  8. Gilles Finchelstein y Jean-Pierre Le Goff, «Como se puede ser de izquierdas», Le Point,8 diciembre 2016.
  9. Marion Fontaine, «Una sociedad de castas, en la que cada grupo desprecia al otro y se siente despreciado», Le Monde, 2 de enero de 2017.
  10. Thomas Cantaloube, «Como ha conseguido Donald Trump llegar a la Casa Blanca», Mediapart, 17 noviembre de 2016.
  11. Thomas Cantaloube, «Como ha conseguido Donald Trump llegar a la Casa Blanca», Mediapart, 17 noviembre de 2016.
  12. Thomas Cantaloube, «Como ha conseguido Donald Trump llegar a la Casa Blanca», Mediapart, 17 noviembre de 2016.
  13. Thomas Cantaloube, «Como ha conseguido Donald Trump llegar a la Casa Blanca», Mediapart, 17 noviembre de 2016.
  14. David Brooks, The danger of a dominant identity,The New York Times International edition, 19-20 Nov. 2016.
  15. Amaryta Sen, «Identity and violence: the ilusión of destiny», Norton, 2006. Mark Lilla, «La gauche doit dépasser l’idéologie de la diversité», Le Monde, 7 de diciembre de 2016.
  16. Mark Lilla, «La gauche doit dépasser l’idéologie de la diversité», Le Monde, 7 de diciembre de 2016.
  17. Garcia T., Nous, Grasset 2016.
  18. Mark Lilla, «La gauche doit dépasser l’idéologie de la diversité», Le Monde, 7 de diciembre de 2016.
  19. Judith Butler, Rassemblement, Fayard, 2016 (Butler, Judith (2015). Notes toward a performative theory of assembly. Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press).
  20. Eric Aeschimann, «Comment vivre dans ce monde?», l’, 8 de diciembre de 2016.
  21. Eric Aeschimann, «Comment vivre dans ce monde?», l’, 8 de diciembre de 2016.
  22. Judith Butler, «Trump es un fenómeno fascista», entrevista con Christian Salmon, Mediapart, 18 de diciembre de 2016.
  23. Jean-Claude Milner,Relire la révolution, Verdier, 2016, p. 258.
  24. Ibíd, p. 259.
  25. Ibíd, p. 262.
  26. Ibíd, p. 263.
  27. Lacan J., «Joyce el síntoma» (1975), in Otros Escritos, Paidós, 2012, p. 595.
  28. Freud S., «Psychologie des foules et analyse du Moi», in Oeuvres complètes, Tome XVI, 1991, p.54.
  29. Ibíd., p.67.
  30. Miller J-A., «Biologie lacanienne et événement de corps», La Cause freudienne, París, Navarin/Le Seuil, nº 44, febrero 2000, p. 17.
  31. Entrevista con Loïc Blondiaux, palabras recogidas por Catherine Vincent,Le Monde del 16 de abril de 2016.
  32. Fahrad Khosrokhavar, «La neo-umma chaleureuse et mythiquement homogène», citado en Henri Tincq, «La radicalisation djihadiste est-elle une dérivée sectaire?», publicado on-line en Slateel 16 de noviembre de 2015.
  33. Miller J.-A., «En direction de l’adolescence», Intervención de clausura de las 3ª Jornadas del Institut de l’Enfant, 21 de marzo de 2015.
  34. Gori R., «La crise des valeurs favorise les théofascismes», palabras recogidas por Julie Clarini, Le Monde, 2 de enero de 2016.
  35. Fehti Ben Slama, Assimiler la radicalisation islamiste à un phénomène sectaire pose problème, Le Monde, miércoles 11 de mayo de 2016.
  36. Lacan J., (1974), inLe triomphe de la religión, Seuil 2005, p. 79-80.
  37. Lacan J.,Le triomphe de la religión, Seuil, 2005, p. 81.


POLÍTICA LACANIANA


Autoridad

Guy Briole

Autoridad, la propia palabra introduce una incertidumbre. Es como si el haberla enunciado nos enfrentase con un vacío que hubiera que completar con otro significante que vendría a definir el campo en el cual la autoridad puede ser pensada: política, familiar, social, educativa, judicial, etc. Sea cual sea esta dispersión de campos, tras cualquier evocación de la autoridad, se mantiene la referencia a una figura del padre.

Malentendidos

Preguntarse sobre qué es la autoridad consiste según Hannah Arendt –y esto ya a mediados del siglo pasado– en internarse en un malentendido; sería más pertinente plantear la cuestión: “¿qué fue la autoridad?”. [2] De hecho, esta pregunta está ya presente en Platón a partir del establecimiento del concepto de autoridad pensado para gestionar los asuntos públicos. La autoridad ya está situada en una oscilación entre dos polos: argumentación y persuasión en uno, fuerza y violencia en el otro. [3] El cuestionamiento de la autoridad, su caducidad es inherente a su existencia.

Lacan, en su texto sobre “Los complejos familiares…”, interrogaba la autoridad, subrayando la importancia del “declive social de la imago paterna”, en tiempos en que el progreso social y las catástrofes políticas socavaban el lugar de la autoridad y provocaban su caída como valor de referencia. [4] Recordemos también que postula que “quizás deba relacionarse con esta crisis de la autoridad la aparición del propio psicoanálisis”. [5] Esto nos remite a Platón para el cual, en este “mixto” entre persuasión y coacción, la autoridad está ligada a la dominación del elemento de “la virilidad”. [6] Brillante espejismo, para cualquier ambicioso, no ver en la función de autoridad que se le brinda el abanico desplegado de sus propios fantasmas, su no querer saber nada de la castración o, peor aún, la trampa de identificarse con la función, tomarse por la autoridad.

Tanto el padre freudiano –el del Edipo– como el padre lacaniano –el que une el deseo con la ley– no están en condiciones de sostener su lugar. Ultrajados, humillados, dejadosde lado, se vuelven impotentes para sostener una autoridad que permita cierto orden. En cambio, el lugar de la madre queda preservado, en cierta medida, en el sentido de que “sigue estando prohibida”. [7] Sin embargo, esto no le confiere un lugar de autoridad por substitución, aunque se mantenga en ella una protesta ahí donde el padre está, muy a menudo y desde hace tiempo, resignado.

La autoridad perdida

El debate prosigue entre los que buscan la forma de restaurar la autoridad perdida –en tanto que garante transhistórica de un orden social– y los que consideran que es eminentemente el resultado de un momento en un lugar determinado; una autoridad evolutiva siempre pendiente de ser reinventada. En esta última acepción vemos que lo que es necesario es que la autoridad exista como significante, un S1 que se imponga a la contingencia y que sea ataviado según las necesidades circunstanciales. Sería una autoridad basada en la experiencia que, paradójicamente, debería inventarse sobre la marcha. Por ejemplo, para responder a la pregunta de saber qué autoridad podría yugular la expansión vertiginosa de la gangrena del vínculo social, como lo puede producir el terrorismo. La mueca de lo real retorna como una burla a aquel que, creyéndose en posición de autoridad, declara, en el mayor de los extravíos, querer “aterrorizar a los terroristas”; los otros aforismos y declaraciones intempestivas que llevan con ellos esta idea tienen el mismo resultado.

Ello degenera. Lo oscuro

De crisis en crisis, ello degenera entre las generaciones, y los “grandes hermanos” han sido barridos de donde habían suplido por un tiempo la autoridad paterna, y eso en organizaciones sociales y familiares en las cuales la tradición era quien confería la autoridad. ¡Adiós a la tradición, adiós a lo que el estructuralismo le permitía aún sostener de un discurso! Hors sujet, fuera de tema, sin sujeto, queda también la religión, como recurso ligado al arrepentimiento y la culpabilidad. En el enorme vacío que ha quedado abierto, se ha abalanzado el fanatismo, el compromiso de una vida incendiada en el mismo instante en que se ha producido la solidificación de un adoctrinamiento radicalizado alrededor de algunos S1 hábilmente destilados por unos predicadores. Es más que un out, ¡es una explosión! Una brecha abierta a la “monstruosa captura”, para una ofrenda esta vez de uno mismo, como objeto de sacrificio “a los dioses oscuros”. [8]

Peculiar retorno de lo oscuro en la modalidad muy singular de nuestra época donde un dicho como un conjuro suplanta al dicho oracular, éste sí, portador de una verdad posible para aquellos a los que concierne. Lacan da un valor intrínseco a la palabra, al dicho: “Lo dicho primero decreta, legisla, “aforiza”, es oráculo, confiere al otro real su oscura autoridad”.[9] Jacques-Alain Miller retoma esta frase de Lacan para precisar que el oráculo no confrontaba con la realidad de la vida cotidiana, “[daba] cuerpo a la autoridad como tal de la palabra”. [10] Una autoridad oscura en el sentido de que hacía signo, pero no tenía que justificarse; hacía signo sin tener que explicar el porqué es la autoridad. Ahí había lugar para una emergencia nueva, algo inédito, una palabra más plena, en oposición a la “banalidad” a la cual queda condenada cuando tiene que explicarse.[11] Conocemos también sus malentendidos, sus fracasos. La ciencia se ha involucrado; los fracasos ya no son del orden de lo soportable. Pasando de descubrimientos a certezas, se ha aplicado metódicamente en reducirlos para alcanzar hoy un saber sobre el destino de los hombres. El oráculo ya no hace signo de una posibilidad; el de la ciencia de las predicciones “pone en juego la muerte en vida, una muerte cuyas condiciones se conocen de antemano. […] Lo que se predice no puede deshacerse”.[12] No existe una figura de la autoridad que pueda resistirse a eso.

¡Inventarse una autoridad!

 ¿Cómo moverse en una sociedad donde ninguna autoridad llega realmente a ser consistente como piedra angular de un vínculo social que mantenga un poco mejor las modalidades de la vida en común?

Queda eventualmente a cada uno la posibilidad de inventarse una autoridad, encontrar apoyo sobre otra cosa que no sea la confusión que favorece el retorno de una forma de reglamentarismo cuasi militar, la servidumbre por un deslizamiento hacia lo autoritario, la orientación forzada hacia modos de goce para todos, la exigencia de cada vez más y más transparencia, etc. El colapso del discurso político deja a muchos sujetos vulnerables de ser atrapados por la arenga de los líderes de los extremos. Además, y en un futuro próximo, uno de los nombres posibles de la autoridad será el Big Data con la e-medicina predictiva, la vigilancia y el espionaje para la seguridad. En efecto, Big Data constituye una masa de datos personales que hay que remover para determinar un nuevo vínculo social para todos, una autoridad deducida.

El psicoanálisis no guarda silencio sobre la responsabilidad. Es en el propio análisis donde el analizante la pone a prueba de la ética del bien decir. También es fuera de su consulta, en el medio en el que se mueve, donde tiene que hacer escuchar cuánto sostiene la responsabilidad de sus actos; también, oponiendo un no frente a la demanda de otro o, a veces, de otros apremiantes o excesivamente diligentes. Esto podría dar paso a una autoridad responsable, por elección y no por sumisión. Entonces, se sostendría cierta relación entre esta autoridad y una ética de la desobediencia.

NOTAS

  1. Texto traducido por María Martorell y revisado por Alín Salom. Pronunciado en en Torino. Seminario de política lacaniana de Jacques-Alain Miller, sábado 8 de julio de 2017. Publicado en la RevistaLetras Lacanianas,nº16 Cultura, surcos y fracturas.Sede de Madrid de la ELP. Año 2018. Reproducción con la amable autorización de la Dirección de Letras Lacanianas.
  2. Arendt, Hanna.¿Qué es la autoridad? Entre el pasado y el futuro. Península, Barcelona, 2016, p. 145.
  3. Ibid., p. 147.
  4. Lacan, Jacques. Los complejos familiares en la formación del individuo.Otros escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 71.
  5. Ibid., p. 72.
  6. Platón. Obras completas, vol. IV.República. Traducción de C. Eggers Lan, libro VIII. Gredos, Madrid, 1986, p. 406.
  7. Lacan, Jacques. Kant con Sade.Escritos II. Siglo XXI, Buenos Aires, 2003, p. 770.
  8. Lacan, Jacques.El Seminario, Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 282.
  9. Lacan, Jacques. Subversión del sujeto y dialéctica del deseo.Escritos II. Siglo XXI, Buenos Aires, 2003, p. 787.
  10. Miller, Jacques.-Alain.Un esfuerzo de poesía. Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 22.
  11. Idem.
  12. Ansermet, F. La mort en embuscade.La Cause du désir 96, 2017, p. 73.

Política Lacaniana. Año Cero

María Hortensia Cárdenas

¿Qué es el psicoanálisis en la política, cómo intervenir en lo social cuando ocurren hechos que ponen en cuestión y hasta en peligro la libertad de la palabra o el estado de derecho o cuando el ejercicio del psicoanálisis se ve amenazado? ¿Cómo orientarnos cuando la tarea implica abordar las relaciones entre discurso del analista y discurso del amo?

Hilo conductor

Angelina Harari dio un hilo conductor en la conversación política que se realizó en Bogotá para considerar estas preguntas.[1] Cinco momentos para ubicar el Año cero.

Primero, estamos en enero de 2017 y Miller, en su discurso sobre la garantía, plantea la posición ambigua de la Escuela que tiene “alas analíticas y patas sociales”. Es decir, la Escuela está dividida por el discurso analítico y el discurso del amo. Y entre los dos, debe encontrar cómo someterse al discurso del amo y subvertirlo al mismo tiempo: sumisión y subversión. Esto es particularmente complejo ya que el discurso del amo empuja hacia lo universal y el discurso analítico está regido por el no-todo que indica lo inconmensurable del sujeto. Dice Miller: “Cuando el amo nos presiona de muy cerca, debemos ablandarlo, seducirlo, para continuar con nuestro asuntito sin irritar su paciencia”. [2] Cómo seducirlo y subvertirlo, ese es el asunto cada vez.

Segundo, en marzo de ese año surge en la École de la Cause freudienne la campaña anti Marine Le Pen, que postulaba a la presidencia francesa presentando su cara xenófoba, antirrepublicana y antidemocrática. No podía el psicoanálisis ni los psicoanalistas quedarse con los brazos cruzados frente a esa amenaza que apuntaba a replicarse en otros lugares de Europa. Los foros que se realizaron fueron la ocasión de hablar de la democracia y de las consecuencias de los partidos autoritarios. Fue una apuesta por una Francia insumisa, por un llamado a la reflexión en un momento en que la mayoría parecía adormecida y se dejaba llevar por una política enferma. El movimiento que inició Jacques-Alain Miller [3] contra Marine Le Pen es una enseñanza sobre cómo los psicoanalistas en conjunto pueden posicionarse con una voz frente a una política que arriesgaba a lo peor. No podemos ser simples espectadores de lo que acontece en el mundo.

Tercero, el 13 de mayo de 2017 se realiza la “Conferencia de Madrid”.[4] Miller escribe antes “Apertura del coco” donde saca a relucir el miedo al coco o al cuco y dice: “no soy un coco como los demás cocos”. Añade: “deseo que no tengas miedo de mí, ya que te quiero despertar, que tengas miedo de los que te quieren dormido, debilitado y sumiso”. “¡A despertar, a hablar!”

¿mo responder a este llamado?

En la Conferencia de Madrid, Miller hace un recorrido por los impasses que se suscitaron en ese momento cuando en algunos sectores de la EOL se sintieron ofendidos por lo que él escribió de Eva Perón y en contra de Maduro. Hubo resentimiento, hostilidad, distanciamiento, desconfianza, desvalorización. Miller nos recuerda ahí la creación de la AMP y de las 7 Escuelas que funcionan con un automaton inmenso. El Campo Freudiano clínico existe, las Escuelas que también son organizaciones profesionales de los analistas lacanianos, existen. Miller dice ¡basta! Deja todo eso atrás y decide consagrarse a “hacer existir el psicoanálisis en el campo político”. […] “Es un error pensar que el psicoanálisis es exclusivamente una experiencia de uno por uno, una experiencia íntima ajena al caos, al malestar que prevalece ahí afuera”. [5]

El proyecto de Miller planteado en la “Conferencia de Madrid” es estar presentes no solo en la clínica sino también en la política, es hacer existir el psicoanálisis en el campo político: el campo freudiano y el campo político articulados. Con este objetivo se ha generado un movimiento nuevo que pone a cielo abierto lo real de la política. Se trata ahora de pensar la propuesta de Miller que implica una reconfiguración en la relación existente hasta el momento entre psicoanálisis y política ¿Qué quiere decir el psicoanálisis en la política? ¿Qué se necesita para actuar en política?

Miller nos da una pista para entenderlo cuando precisa que el psicoanálisis no es únicamente una experiencia del uno por uno separado del malestar contemporáneo. Cuando en su conferencia destacó la cita de Freud en “Psicología de las masas y análisis del yo” en la que dice que desde un inicio la psicología individual es a la vez psicología social, me hizo recordar que en “Teoría de Torino acerca del sujeto de la Escuela” Miller toma esa misma lógica freudiana para ubicar lo colectivo como una multiplicidad de relaciones singulares y que como tal la Escuela puede ser interpretada. Con esta misma lógica Miller ahora nos presenta su proyecto de estar presentes no solo en la clínica individual sino también en lo colectivo: la política. Y presenta a la política como un campo, un campo político sin posición partidaria para no ahogar el discurso analítico. Escuela y política, dos dimensiones bajo un mismo principio.

Miller fuerza un poco más nuestra reflexión cuando pregunta: “¿El psicoanálisis terminará por rendir las armas frente a los impasses crecientes de nuestra civilización, como Lacan lo evocaba un día de depresión o de cólera mientras que los notables de su Escuela, en la Escuela freudiana de París, se rehusaban a avalar su Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela?”. [6]

Cuarto, al día siguiente, el 14 de mayo crea La movida ZADIG (Zero Abjection Democratic International Group) como una red política lacaniana mundial al nivel de opinión e interpretativo de los hechos sociales. Las interpretaciones son seguidas de acciones como sucedió con Le Pen. Esta movida es contingente que desde la lógica apuesta por ir en contra de lo imposible.

La Movida ZADIG es un nuevo momento para generaciones futuras ¿Cómo se entiende esto?

Después de la experiencia con los foros organizados y sostenidos por los clínicos de UFORCA (Unión para la Formación en Clínica Analítica) para llevar adelante el debate contra Le Pen, Miller puede decir: “¡Qué dicha ver a esos colegas con los cuales no hablaba más que de clínica aplicar su saber a la cuestión política con pertinencia, y sostener su lugar al lado de políticos y universitarios!”. [7] Y nos muestra la táctica: “Acampemos sobre el terreno político, no para convertirse en partido político, no para entrar en los partidos políticos, pero para hacer escuchar a los políticos cómo el público puede aportar al debate de los ciudadanos el discurso analítico en su plena autonomía de pensamiento y de acción”.[8]

Quinto, el 11 de julio de 2017 lanza “Campo Freudiano, Año Cero”.[9] Se da campo libre a las iniciativas, todo está abierto, por lo tanto: Campo freudiano, año cero. “Todo recomienza sin ser destruido, para llevarlo a un nivel superior”. Es un “anudarse con lo real de la vida”, es buscar “inscribir para siempre la enseñanza de Lacan en el discurso universal”.[10] El Campo, indica Miller, es el espacio desde donde se puede participar de la historia del psicoanálisis. El año cero es un acto que repercute en las Escuelas y en la AMP. No hay como hacerse a un lado a menos que se opte por el conformismo. No es sin consecuencias: “Todo vuelve a comenzar, sin ser destruido, para ser llevado a un nivel superior. Por un efecto retroactivo, capto ahora por qué había interrumpido mi curso en el año 2011”.[11]

Son los antecedentes que fundamentan la propuesta de Miller de crear una red político lacaniana, “porque los tiempos cambian” ‒dice. Es un nuevo momento que Miller pone en acto sostenido por su deseo. Este nuevo movimiento busca extender la lógica de la Escuela más allá de sí misma, sin apartar lo que la fundamenta: el pase. Es una extensión suya a nivel de la opinión para llevar más allá lo que habíamos entendido como los fines del Campo Freudiano.

Escuela y ZADIG, dos espacios de política que no hay cómo separarlos si entendemos cómo Lacan introdujo la política desde su primera enseñanza. Escuela e inconsciente son la política, de ahí partimos. Por eso la formación del analista en la Escuela no está desligada de la acción política: campo político que es el campo por conquistar para la continuación del psicoanálisis.

NOTAS

  1. Harari, Angelina. 2019. Conversación en las I Enseñanzas del Pase de la Escuela Una en la NEL. Bogotá, 6 y 7 de abril de 2019.
  2. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Cuestión de Escuela: consideraciones sobre la Garantía. Disponible en:http://ampblog2006.blogspot.com/….
  3. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. A la izquierda, el narcisismo de la causa perdida. Disponible en:http://www.eol.org.ar/biblioteca/….
  4. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Conferencia de MadridApertura del coco. Disponible en: http://www.eol.org.ar/….
  5. Ibíd.
  6. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Campo Freudiano, Año cero. Disponible en:http://www.eol.org.ar/biblioteca/…
  7. Miller-Rose, Eve y Roy, Daniel. [En línea]. Conversación nocturna con Jacques-Alain Miller. Disponible en:http://www.eol.org.ar/….
  8. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea].Zadig entra a Italia. Disponible en: http://www.eol.org.ar/…
  9. Miller, Jacques-Alain.Campo Freudiano, Año ceroop cit.
  10. Ibíd.
  11. Ibíd.


LA ACCIÓN HACE LAZO


Pasiones: ligera magnificación, singular fatalidad

Marcela Antelo

La pasión es un sustantivo femenino. Shakespeare llegó a utilizar la pasión como verbo. Del latín, passio significa sufrimiento, derivado del verbo patior, que viene del sustantivo masculino griego pathos. Curioso que esa “acción de padecer” dio origen a la palabra paciente y a la palabra pasivo. Solo en el siglo XVI comenzó a ser asociada al intenso y sexual.

¿Qué hacemos con las pasiones en análisis? Supuestamente, no las exaltamos como los dioses olímpicos, pathopoeia [2]; ni las desconfiamos como hacen los filósofos; ni las demonizamos como los religiosos y su teología del martirio; ni las domesticamos como los educadores; ni hacemos apología como los hedonistas; ni las culpabilizamos como los juristas; y, finalmente, no las patologizamos como los psicólogos.

Sí, ustedes dirán, hablamos de la pasión como pathos del hablante ser, pero no en el sentido común de la palabra patología como desvío de la norma, detección de lo anormal,y sí enfocados en la potencia de su etimología, pathos, sufrimiento, padecer, “acción de padecer”, impresión viva, dice Gaffiot.

Lacan construye un patema, el patema del falo, un matema de la pasión. El Hombre de las ratas vociferaba la orden de matarse por una causa de sus pasiones salvajes y asesinas. Padecer… un tema, una idea, un objeto, una persona, un significante cualquiera. Diverso son los nombres de las amarras de los afectos. El destino de las amarras puede ser la represión, la denegación, la forclusión. El destino de los afectos es el abismo de la libertad de circulación y de un perpetuo travestismo.

La psiquiatría llega a describir ‘estados de pasión’ que podemos ver surgir como fenómenos elementales en ciertos casos.

La pasión magnifica lo que el afecto suscita. Afecto más un plus que nos acostumbramos a llamar de goce. Afecto magnificado de vocación metonímica. Marie-Hélène Brousse lee: “Freud pasó de la emoción al afecto, Lacan distinguirá el afecto de la pasión, cuya potencia obedece a la metonimia.” [3]

En el sueño de apenas una escena que Borges cuenta sobre el alegre asesinato de los dioses, en “Ragnarök” de El hacedor, recogemos una aproximación posible de la pasión: “una ligera magnificación [que] alteraba las cosas.” [4] El crepúsculo de los dioses obedecía a la sospecha de que ellos no sabían hablar y ese descubrimiento esparció sufrimiento para todos.

Bruscamente sentimos que jugaban su última carta, que eran taimados, ignorantes y crueles como viejos animales de presa y que, si nos dejábamos ganar por el miedo o la lástima, acabarían por destruirnos. Sacamos los pesados revólveres (de pronto hubo revólveres en el sueño) y alegremente dimos muerte a los Dioses.

Si padecemos una ligera magnificación de las cosas que ocurren entre el cuerpo y su goce, la tratamos. Como suceden muchas cosas entre el cuerpo y su goce, las pasiones son plurales por vocación.

Lacan da una lista, barroca de ejemplos dice Miller [5], de cómo goza el hablante, en el momento en que compara el analista con el santo, sitiado por pasiones y no con el sabio, paradigma de la inteligencia emocional.

Tomando el hilo que Marcus André Vieira soltó recientemente en Bahía ―la psicopatología de las pasiones cotidianas― pensé en traer para nuestro congreso, que ya comenzó en el medio virtual, una experiencia que Samuel Beckett llegó a nombrar de pasión, la pereza, y que declaró ser la más poderosa entre ellas. El pop star del siglo XVII, Francisco de La Rochefoucauld, citado por Lacan en el Seminario 10[6], sobre el pathos del amor como pasión del alma, escribió que la pereza era la más incógnita de todas las pasiones.

De todas las pasiones la pereza es la que menos reconocemos en nosotros mismos. Es la más ardiente y maligna de todas, a pesar de que su fuerza es insensible y los daños que causa permanecen ocultos. Si se analiza con atención su poder, se puede comprobar que ella se ha adueñado en todas las circunstancias de nuestros sentimientos, de nuestros intereses y de nuestros placeres; es la rémora que posee la fuerza suficiente para detener los más grandes navíos, es una bonanza más peligrosa en los asuntos importantes que los escollos y las furiosas tempestades. La calma de la pereza es un hechizo secreto del alma, que interrumpe de pronto las más apasionadas búsquedas y las decisiones más obstinadas. Para dar una verdadera idea de esta pasión, es posible decir que la pereza es como una beatitud del alma, que la consuela de todas las pérdidas y reemplaza a todos sus bienes. [7]

Lacan ―no sé si leyó esa máxima― dice algo similar sobre la pereza en la clase sobre la disolución imaginaria en el Seminario 3, Las psicosis, cuando pretendía penetrar la esencia de la locura pensando que en ello había una locura:

No obstante, no es que el trabajo sea fácil. ¿Por qué? Porque, por una singular fatalidad, toda empresa humana, y especialmente las empresas difíciles, tienden siempre a desplomarse, debido a algo misterioso que se llama la pereza. [8]

Singular fatalidad. Pereza, acontecimiento capital del cuerpo. El goce como tal. Miller se pregunta qué quiere decir el goce “como tal”. Dice que es una cláusula que abunda en Lacan y entre los lacanianos pero que no siempre se distribuye con rigor. “El goce como tal quiere decir algo absolutamente preciso: el goce como tal es el goce no edípico, el goce concebido como sustraído de, como fuera de la maquinaria del Edipo. Es el goce reducido al acontecimiento de cuerpo” . [9]

Algo me fue robado en la pereza. Así lo vivo. El goce debe ser rechazado para ser alcanzado en la escala invertido de la ley del deseo. ¿Y si no es rechazado?

El cuerpo es el lugar del Otro. La angustia tiene que ver con su deseo. En la pereza el cuerpo aparece sitiado por un Otro que no desea nada. Un cuerpo con un Otro sentado sobre el tesoro de su goce. Dimensión epistémica.

Incógnita, pasión secreta del alma, hechizo imperceptible, sus daños se esconden ¿Hace parte de lo no sabido, del Unbewusst freudiano, lo no sabido que puede llegar a saberse, como decía Marcio Peter [10], o de lune bévue como insabible, como imposible de ser sabido? Ombligo del sueño. Represión primaria. No hay delivery del objeto aquí.

Rescato, pues, la familiaridad de la pasión de la pereza con la pasión de la ignorancia. El propio La Rochefoucauld distinguió, en su psicopatología de la ignorancia, tres clases: no saber lo que debería saberse; saber mal lo que se sabe (dos versiones de nuestra ignorancia crasa); y, la tercera, saber lo que no se debería saber (a lo mejor aquí pudiésemos situar nuestra docta, ignorar lo que se sabe).

Según Sainte-Beuve, que hace el prólogo al libro ximas, su dulce pereza terminó por liquidarlo. La estrella de La Rochefoucauld era un “no sé qué en todo”, una criatura no toda. “Las Máximas pertenecen a ese género de cosas que no se enseñan, y leerlas frente a seis personas ya es un exceso”, dice La Rochefoucauld en Autorretrato.

La ignorancia es la pasión fundamental, afirma el argumento que convoca a este congreso. ¿Podemos pensarla como un ‘meter la pata’?, traducción coloquial para Lune-bévue propuesta por Márcio Peter.

Marcus André Vieira decía que en la pasión de la ignorancia hay un saber: “Yo ya lo sé”. No es un déficit. La pereza llega al consultorio como un saber que el ser sabe. “Yo me conozco: soy perezoso y para eso no hay remedio”. La semana pasada escuché una precisión: “Mi pereza es un hecho”.

En el caso de la pereza misteriosa, los pacientes nos dan un baño de actualidad, en esta época de imperativos que caminan al revés de la estrategia de “no decirlo, no verlo, no moverlo, no saberlo” [11], que haría las delicias de Bartleby.

Un baño de actualidad, dijo Lacan en el Seminario 4, ―hablando de la novela de Françoise Sagan― tiene “por efecto la activación de la perspectiva sobre aquello que se hace, y sobre lo que se debe estar pronto para escuchar, a veces, de sus pacientes.” [12]

¿Estamos prontos para escuchar este algo misterioso?

El litoral de la pereza

Vivo donde comienza el Litoral de la pereza. Así se llama el área geográfica. Según el poeta, el misterio viene de lejos, de “cuando se ataba perro con chorizo”. [13] ¿Qué ladera es esa?

La Ladera de la Pereza, situada en el centro histórico de Salvador, Bahía, guarda la memoria de cuando llegaban barcos cargados al puerto de la Ensenada de la Pereza; los esclavos descargaban y subían la ladera, con sesenta kilos mínimo en sus espaldas. Se cuenta que la élite que vivía en los caserones gritaba: “¡Sube pereza, sube!”.

El significante percutió, se pegó a los cuerpos. Los nordestinos continúan limpiando nuestros tachos de basura. Los mismos amos continúan etiquetando esencias, aunque la pereza como síntoma los haya definido. [14]

El esclavo, si seguimos a Lacan, sabía de otro modo: “El saber vale exactamente lo que cuesta, es costoso (beau-coût) porque uno tiene que arriesgar el pellejo, porque resulta difícil, ¿Qué? -menos adquirirlo que gozarlo.” [15]

Entonces, hay cierto saber hacer allí con la ladera que debe ser rescatado en estos tiempos de demonización de nordestinos, de indios, del conocimiento, de la sexualidad infantil… la lista es infinita, el Brasil la padece cada día.

Creo que cierta vindicación de la pereza es necesaria en la dimensión política. [16] El candomblé, el dandismo, se irguieron contra la invención delirante del capital y sitúan el ocio entre las ocupaciones capitales del hablante ser. En tiempos de imperio del dios Google es necesario vindicar la pereza, así como Borges vindicó la ignorancia enciclopédica de Bouvard y Pécuchet. Miller formula una entusiasta vindicación cuando elogia a los mendigos hoy transformados en perezosos: “Debería honrarse al holgazán”. [17]

El valor clínico de la pereza se declina. Puede ser aguda, paroxística, episódica, crónica, puede ser un síntoma o un rasgo de carácter. Para Santo Tomás cada pasión tenía una dimensión formal y una dimensión material. La dimensión formal tiene que ver con el apetito de la sensibilidad, en este caso, nulo; la dimensión material la da el cuerpo y la manera de este ser afectado. En este caso, inerte.

Perezoso no es un diagnóstico. El hecho de que Lacan llamara la atención sobre el misterio de la pereza como lo hizo La Rochefoucauld me provocó para insistir en que no debemos entregar la pereza a la cruzada de coaches que invade la tierra. Urge orientarse en su dimensión clínica. Transclínica como todas las pasiones.

NOTAS

  1. Texto parcialmente publicado en elBoletín Um por Um del Consejo de la Escola Brasileira de Psicanálise, por ocasión de su XIII Congresso de membros sobre “O jogo das paixões na experiencia psicanalítica”, São Paulo, 12 a 15 de abril de 2019.
  2. Gaffiot, Fé 1934. Dictionnaire Illustré Latin-Français, Hachette. Disponible enhttp://micmap.org/dicfro/….
  3. Brousse, Marie-Hélè Affectés du langage.La Cause du désir 93, Affects et passions. Navarin Editeur, París, 2016, p. 4.
  4. Borges, Jorge Luis. Ragnarök. Jorge Luis Borges. Obras completas v. 2. Sudamericana, Buenos Aires, 2011, p. 194-195.
  5. Miller, Jacques-Alain. Les affects dans l’experience analytique.La Cause du désir 93, Affects et passions. Paris: Navarin Editeur, París, 2016, p. 109.
  6. Lacan, Jacques.El seminario 10.La angustia. Paidós, Buenos Aires, 2006. p. 195.
  7. La Rochefoucauld, Francisco. Reflexiones y máximas morales. Factoría Ediciones, México, 2000, p. 90-91.
  8. Lacan, Jacques, El seminario 3.Las Psicosis. Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 129.
  9. Miller, Jacques-Alain. El ser y el uno (Inédito). Clase del 2/3/2011. París, Orientation lacanienneIII, 13.
  10. Souza Leite, Marcio Peter. “L’une-bévue: ¿un nombre para el inconsciente lacaniano?”. Aqueronta16, 2002. Disponible en http://www.acheronta.org/….
  11. Brousse, Marie-Hélè Uma minoria oprimida. Opção lacaniana on-line16, São Paulo, 2015. Disponible en http://www.opcaolacaniana.com.br/….
  12. Lacan, Jacques. O seminário 4.A relação de objeto. Jorge Zahar, Rio de Janeiro, 1995. p. 432. En español, la traducción presenta diferencias. El seminario 4. La relación de objeto. Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 421.
  13. “Ladeira da preguiça”. Canción compuesta por Gilberto Gil, en 1971, a pedido de Elis Regina.
  14. Miller, Jacques-Alain. Con la colaboración de Eric Laurent. Texto establecido por Graciela Brodsky. El Otro que no existe y sus comités de ética. Interesante para este punto la moraleja política que Miller introduce. Paidós, Buenos Aires, 2005, p.374.
  15. Lacan, Jacques. El seminario 20.Aún. Paidós, Buenos Aires, 1981, p. 117.
  16. Algo en esta vertiente fue planteado por Romildo do Rêgo Barros en la conversación donde el presente texto fue leí
  17. Miller, Jacques-Alain. 2011. [En línea]. Signo de amor. Disponible enhttps://www.pagina12.com.ar/…. “Hoy se trata mal a las bocas inú Pues bien, es lo contrario: las bocas inútiles son muy útiles. Se consagran a hacer presente el agujero; un agujero con derechos sobre quienes tienen, sobre quienes están colmados. Es una invitación a que éstos se descompleten”.


 DOSSIER


Ecos de América Latina

Raquel Cors

Agradezco la posibilidad de expresarme en otra lengua, para decir algo de lalangue que, últimamente, resuena en mí. Así que si el cuerpo habla, voy a dejar que la palabra haga eco de esto. [1]

Una elección forzada

Me encontré con Domenico Cosenza en París, en la esquina de rue d’Assas, y allí me enteré de que estaba invitada por la SLP para “tomar la palabra” en Torino. Para mí Torino era una palabra, esa palabra que “me lleva” de la mano, cada vez que hay que pensar acerca del sujeto de la Escuela. Así me movía, por la Teoría de Torino, hacia una soledad, que no anula por completo la función del Ideal de Escuela, ya que, en la lógica de nuestro discurso, no hay cero Ideal, hay esa singular “relación” que cada uno mantiene con el significante amo, bajo el que se sitúa.

Aquí mismo, en Torino, hace diecisiete años, Jacques-Alain Miller situaba la Escuela como “la suma de soledades subjetivas” [2], en plural. Estamos claros de que esas soledades tendrían que presuponer un más uno; sin embargo, a partir de los últimos acontecimientos de política lacaniana internacional, algo, de lo que no anda en el país del psicoanálisis, se puso en cruz ante la carreta; es decir, que un síntoma se formalizó. Algunas soledades, en vez de llevar a diván el goce que les habita, subieron a la escena de las redes sociales, para exhibir, sin pudor, las dificultades del hacer-lazo con el uno por uno. Ese acto no fue menor y tuvo consecuencias que todavía sacuden al Campo Freudiano, no solo a América Latina.

¿De qué herejía se trata?

Últimamente, entre psicoanalistas, se hablaba de un sesgo de la política que dio un mal paso, con tropiezos y caídas, sin un Otro. Lo peor de la herejía encalló en el silencio, en la renegación, en la segregación, tomando líneas partidarias e identificatorias, haciendo largas filas -esas que no van con el discurso del analista-. Una ominosa oscuridad comenzó a intranquilizar y, casi, a aplastar a una comunidad. Y como es sabido, cuando la alienación petrifica, al sujeto se le hace imposible despertar. Tuvo que intervenir Miller, para señalar, firmemente, que no se puede saber algo de Uno sin pasar por el Otro.

¡A despertar!

 En buena hora ¡Esto es una fortuna ¡Una alegría ¡Un deseo! La interpretación de JAM invita, a los “lacanoamericanos”, a recomenzar. Tiempo de comprender ¿En qué tiempo estamos ahora? A partir de la fundación de la AMP, con sus siete (7) Escuelas, que como lo dice Miller “fue un triunfo del amor,” JAM 2, ahora se consagra para hacer existir el psicoanálisis en el campo político. Un gran movimiento nos convoca. “Alea iacta est”, el dado está lanzado, no hay vuelta atrás. -Lacan Cotidiano- Con la creación de la movida ZADIG, soplan nuevos vientos, y me atrevo a decir, in situ(especialmente por lo que me toca vivir en los últimos días entre Madrid, París y Torino) que el afecttio societatis es el mejor tratamiento de lo real del grupo analítico. Cierta soledad. Sin embargo, tengo un sensible sentimiento de que aún hay algo por situar, lejos del significante y más próximo de lalengua. Para bordear este agujero, los psicoanalistas no conocemos otra manera que no sea la del análisis, que, supuestamente, permitiría poner en claro el goce que habita en cada uno. Es sabido que no hay analista, ya no es un secreto. Hay un real, “en” el psicoanálisis; pero no “hacia” el psicoanálisis. Lacan enseña que hay una Dirección de la cura y los principios de su poder, un singular poder que solo se orienta por la tripartición entre táctica, estrategia y política, para hacer posible un movimiento sin precedentes, a la altura de las exigencias de la época, una época que nos advierte estar en plena forma, y con mucha fuerza a la hora de elegir lo Herético. Votar al sujeto.

Paola Bolgiani me había propuesto que para hoy hable de los Ecos de América Latina. Ecos, es plural, y mi querida América Latina es tan diversa y heterogénea. Así como la NEL con tantos países, sedes y delegaciones -donde intentamos que lo Uno tome forma en lo múltiple-. Entonces pensé mucho en lo que podía contribuir sin extenderme y perderme en el adormecimiento del “blablablá”. Hasta que elegí, simplemente, apostar por un esfuerzo de transmisión en lo que resuena en mí, a partir de cierta soledad, que por años, a pesar del bullicio, me atormentaba… Conversando con mi amigo Oscar, y mis queridos colegas españoles, me di cuenta, en París, de que uno de los efectos de los últimos acontecimientos, en nuestra comunidad, me han servido para salir de mi soledad. Una especie de liberación. Una contingencia, y es que me hace bien hablar.

NOTAS

  1. Texto presentado en Torino, 28 de mayo de 2017.
  2. Miller, Jacques-Alain. [En línea].Teoría de Turín acerca del sujeto de la Escuela. Disponible en https://www.wapol.org/es/…
  3. Miller, Jacques-Alain. [En línea]. Conferencia de Madrid. Apertura del Coco. Disponible enhttp://www.eol.org.ar/biblioteca/lacancotidiano/LC-cero-700.pdf

Desarraigo: una erótica encarnada de la transgresión

José Fernando Velásquez

La calle se ha convertido en un mundo desconocido y angustioso. Paulatinamente, desde el siglo XX hacia ahora, las licencias de la calle han ido reduciéndose, la vida ha ganado en privacidad. La privatización de la vida familiar, la industrialización y la urbanización del siglo XX han tenido como efecto, hacer existir y a la vez segregar, unas formas espontáneas y singulares de desenganche en lo social. Philipe Aries rescata un significante para calificar de “inmoral” la tentación de permanecer en la calle. [2]

“Vivir en la calle es duro, es no tener un remanso, es depender como ningún burgués lo aceptaría, de lo que sucede afuera. (…) la vida se fabrica ahí a golpes de ternura y de violencia”. [3]

El desarraigo

Los habitantes de calle son prototipo de sujetos que radicalizan lo heterogéneo. Por tanto, se encuentran sometidos a una censura y rechazo más o menos explícitos. Incluso, pueden no ser percibidos, hasta que se impone reconocerlos como elementos inasimilables que resisten a todo ingreso en la unidad armoniosa de la sociedad defendida por la racionalidad. La ciudad como homogeneidad social no está resguardada contra la fuerza o el choque de los habitantes de calle; ellos representan su realidad más heterogénea, más “éxtima”. Ellos agujerean cualquier discurso: el de las políticas públicas, el de la compasión social, el de la terapéutica, incluso del de la idealización de la locura.

Si el derecho se refiere a los procesos sociales de producción normativa y regulación social, estos sujetos constituyen un islote de Derecho al no-derecho, según Alain Badiou. [4] Y lo que se produce bajo estas condiciones es un tipo de subjetividad que no tiene formalización jurídica.

  • Cada uno opera, él mismo, encarnado un derecho en singular sobre su cuerpo y su condición.
  • Cada uno diferente, aunque se congreguen en los espacios de no lugar.
  • Estándar de lo excluido, pero cada uno con una existencia fuera del utilitarismo homogéneo como razón última del acto social. [5]
  • Es una sublevación incomprensible al discurso de los ideales. En un comentario escuchado al azar en la calle, un hombre habla por su celular en tono alto y dice: “Esta ciudad está llena de limosneros. A esos hp no les gusta trabajar”. A esa primigenia “vida desnuda”, [6] la sociedad se siente en tentación de tratarla de cualquier manera (incluso se le puede dar muerte impunemente).
  • Cada uno encarna una erótica de la vida, sobre la cual el porvenir no tiene control, no sin descartar lo que puede aportar de infinitamente pesado, de infinitamente doloroso e incomprensible a otros. Para ellos existe un presente como estigma, sin un pasado familiar o social. En muchos, la psicosis es evidente, el deterioro del consumo extremo y permanente se vuelven impedimento.

Aproximación

Como la carta en la obra “La Carta Robada”, de Poe, este sujeto está siempre a la vista de todos, pero precisamente no se le reconoce. “Lo heterogéneo hace esta manera horror a lo homogéneo”[7] La nominación que podemos darles depende de la violencia, el poder del delirio o la desmesura de cada uno. Si tomamos el lugar del prefecto de policía, les tomamos bajo el rótulo de ladrones, mendigos, enfermos, adictos, sociópatas, y con ello damos lugar a la aniquilación subjetiva. Como el prefecto en la obra de Poe, no vamos a ver la carta, en este caso, al sujeto.

Él se encuentra en el sitio más simple y visible bajo una sintomatología expuesta: su identidad arrugada o perdida, el mecanismo del deseo está roto, los semblantes ideales ausentes y en su lugar expresándose en forma contundente, sus “letras de goce”, los patrones únicos, singulares, simples, extremos y adictivos, que estigmatizan su existencia. Son representantes de una libertad humana que no está regida por lo jurídico ni por los mandamientos que llamamos “el discurso del Otro social”. Son sujetos desabonados del discurso social.

El método psicoanalítico subvierte la semiótica; [8] cuando nos aproximamos a ellos lo hacemos buscando lo singular más allá de eso general. Varios elementos constituyen postulados preliminares a toda aproximación a estos sujetos:

  1. Es importante introducir en el estudio al sujeto de la experiencia, el analista analizante, porque es un elemento que afecta la observación. La subjetiviza. No somos ajenos a lo que nos generan. Generan en nosotros desconcierto, confusión y desajustan los pilares de nuestro hacer. Nos confrontan con las raíces de lo que debilita la existencia y la consistencia del sentido de vida. La fuerza de su determinación contraria a lo que le ofrecemos, la imposibilidad de inscribirse en un ordenamiento que les planteamos, el sinsentido, lo ilimitado de sus goces que están a cielo abierto, el aislamiento y su demencia social, hacen eco en nuestra propia fragilidad. Ante ellos el sentido común queda como un puro semblante.
  2. Todos transgredimos de formas muy singulares la norma social y cargamos nuestro propio desarraigo. No hay nada más humano que el desarraigo. Nuestras pequeñas transgresiones no rompen definitivamente el vínculo social sino que lo transforman. Transgresión acá debe entenderse como la acción de equivocar algo que había, con el objetivo de singularizarse respecto al Todo, [9] nacer como sujeto. Todos procedemos de la condición de objeto de deseo del Otro, pero nos fue necesario un cambio de posición, aprovechar una oportunidad para una transgresión que nos condujera a la posición de sujeto. Para poder ser consistentes como sujetos hay que sacrificar el goce de la posición de objeto que fuimos para un Otro, y de ello queda la fragilidad como huella de ese momento crucial, el de la separación del Otro. La consecuencia que cualquier acto en vía de constituirnos como sujetos deseantes, es un monto de desarraigo.
  3. En la actualidad, se ha perdido la capacidad para que un mismo modelo social (el de la Ilustración, burgués, consumista), sea dominante. Lo que observamos son transgresiones cada vez mayores, a veces extremas, acompañadas de un sentimiento de desarraigo. La emergencia, en las presentes circunstancias históricas, de una ordenación normativa plural, difusa y móvil que caracteriza el mundo contemporáneo, puede convertirse en instrumento de lectura de lo humano que no se entrampe en las formas de lo jurídico, de lo ideal, o del sentido.
  4. El psicoanálisis renuncia a usar su poder para la alienación. Renunciamos a la tentativa de racionalizar sobre su situación, a hacer psicogénesis, a intentar curar y a normalizar forzosamente la conducta. Estos sujetos no responden a sus incomodidades, carencias, sufrimientos, ni a sus vivencias patológicas porque probablemente no puedan hacerlo pese a nuestro equivocado e insistente interés en que lo hagan. Pedirles que ganen en “conciencia de realidad” es una muestra del sometimiento mental que exigimos de ellos. Con ello va renunciar también.

La objeción radical como abyección al discurso del amo

  1. Como se ha escuchado en varios testimonios, de lo que estos sujetos hacen experiencia es de un goce no cifrable, inconmensurable y sin sentido, como indeterminación y como imposibilidad de anudamiento a un vínculo social. Esto puede explicarse así: en el lugar donde debería haber un “consentimiento” al discurso, hay un “agujero”. En cada uno de los campos en los que un sujeto hace vínculo al Otro, el punto de anudamiento falta: en la relación al cuerpo, en el campo del discurso, los semblantes, o con la pulsión. El agujero donde estaría el “si” que permitiría anudarse a un Ideal, I(a), trae como consecuencias.
  2. Se vive en un espacio autogestionado, fuera de los aspectos civilizados y educados, y en medio del dolor, la carencia, la podredumbre. Esa autogestión es una invención singular independiente del Otro social, sometida al riesgo, la incertidumbre, lo imprevisible, lo desconocido. Es una forma de goce tan extraña al discurso social, como lo es en su momento el autismo.
  3. Se adoptan formas singulares de vergüenza, afecto, certeza, culpa, agresividad, humillación, degradación. No es que esos sentimientos no existan, sino que existen de un modo singular.

Una relación posible

 Las libertades son inalienables y consustanciales a nuestra condición humana; mientras que los ideales, los semblantes existen sólo a merced de la voluntad del discurso del Amo.

El psicoanálisis ha de correr el riesgo de definir la libertad de elección de tal modo que se haga consciente y se reconozca como algo con pluralidad de posibilidades, que no aliente lo Único para todos. En el fondo, el sujeto diferente es hoy el que se ha hecho evidente. Lo subjetivo se abre hoy a unas fuentes que hasta el momento se pretendían ajenas al ideal.

Estos sujetos exigen de nosotros una pragmática para operar en el Uno por Uno. Una pragmática libre de toda ilusión, pero libre también de todo derrotismo, y del uso del poder de sometimiento.

NOTAS

  1. Texto para la mesa de trabajo sobre “Desarraigo y habitante de calle”. Ésta es una iniciativa que se viene desarrollando en la NEL-Medellín, desde el primer semestre de 2018, en alianza con la Corporación ECOSESA, corporación de la cual hacen parte dos asociadas a la Sede. El objetivo inicial de esta mesa de trabajo es el de reconocer la condición singular de desarraigo de los sujetos en condición de habitantes de calle; los caminos que conducen a dicha situación y hacer visible la problemática que plantea para ellos y para la ciudad.
  2. Aries, Philipe.Ensayos de la memoria. Waldhuter Editores, Buenos Aires, 2016, p. 251. “La calle es inmoral en la medida en que se permanezca en ella. Solo escapa a la inmoralidad cuando se convierte en lugar de paso y cuando pierde, como sucedió con el urbanismo de los años 30 a 50, el carácter y la tentación de la permanencia”.
  3. Frage, Arlette.Vivre dans la rue á Paris au XVIII siecle. Gallimard-Julliartd, París, 1979.
  4. Badiou, Alain. Teoría del sujeto. Prometeo Libros, Buenos Aires, 2008.
  5. El capital y el mercado se han hecho prescripciones normativas con validez para subordinar la libertad humana al marco del sistema que impere en cada lugar y momento. En la actualidad, se somete el contenido de lo social a lo que el capital y el mercado arbitrariamente entienden por libertad. En ese otro extremo hay otros sujetos que entregados al consumo feroz, bajo el slogan de la “libertad del mercado” no nos generan el mismo rechazo que quienes han dicho no a esa lógica, porque el consumo y la economía de mercado es la función constituyente por excelencia de la sociedad del presente.
  6. Agamben, Giorgio.Homo Sacer: El poder soberano y la nuda vida. Pre-Textos, España, 1998.
  7. Mariaca Fellmann, Rose-Marie.Erótica de la transgresió Geoges Bataille-Jaques Lacan. Herder, México, 2016, p.14.
  8. No es un método exclusivo al psicoanálisis; en otros campos como el de la filosofía se ha nombrado como “dialéctica negativa”. Adorno, Theodor.Dialéctica negativa, Taurus, Madrid, 1984.
  9. La libertad para la Una equivocación, (l´unebévue), es el inconsciente singular, (Unbewusst).

Diálogos sobre la desaparición forzada

Paula del Cioppo

El 26 de septiembre de 2014, un grupo de estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, ubicada en Iguala, Guerrero, se dirigía a la Ciudad de México para participar de la movilización del 2 de octubre, evento en el que se recuerdan las luchas estudiantiles de 1968. En el trayecto fueron interceptados por elementos de la policía municipal coludidos con grupos criminales que, con la aquiescencia del Ejército, sellaron su destino trágico. En efecto, durante aquellas horas eternas, 43 personas fueron secuestradas, torturadas, desnudadas y arrojadas al abismo de la suspensión de la Ley.

Conocida como Ayotzinapa, [1] la escuela formó parte de los planes estatales de extensión de la educación a las mayorías en el contexto de la Revolución Mexicana. En otras palabras, es un emblema de los cambios sociales que la modernidad permitió imaginar. En contraste, la desaparición forzada colectiva señaló el advenimiento de otro tiempo lógico, un punto de inflexión respecto del horizonte de sentido iluminista, mediante el cual el drama de los desaparecidos se puso en el centro del debate nacional. Así pues, éste y otros casos paradigmáticos de la violencia producida en el contexto de la “guerra contra el narcotráfico” tocaron a una sociedad anestesiada por el dolor y la impotencia; y de la misma manera, sacudieron las estructuras de la NEL Ciudad de México.

Cabe destacar que, en 2013, Guy Briole, analista de la ECF, impartió un seminario sobre el trauma y en los años siguientes dictó dos conferencias sobre los efectos de la guerra en la subjetividad que promovieron un trabajo continuado para situar la trama humana de la violencia y los alcances del discurso analítico para esclarecer este asunto. Paralelamente, la aparición del libro El psicoanálisis a la hora de la guerra, compilado por Marie-Hélène Brousse, detonó un interés en la investigación de estos temas; e igualmente el programa de trabajo de las últimas jornadas de la NEL en Guayaquil, “Violencias y pasiones”. Así, tocados por el drama social de la guerra y por los acontecimientos de trabajo de Escuela, algunos miembros y asociados se interesaron por las articulaciones entre el discurso analítico y las violencias que desgarran el tejido social. En ese marco, se creó un cartel que bajo las coordenadas del trauma y la subjetividad amparó una investigación personal sobre la desaparición de personas en México.

En consonancia con lo anterior, y haciendo hincapié en el estado actual de las conversaciones con otros discursos, acotaré mi comentario a los efectos de formación que produjo la investigación mencionada ¿Qué puede aportar el psicoanálisis al abordaje de la desaparición forzada y al estudio de las violencias, sustrato en el que se practica ese delito de lesa humanidad? ¿Puede el discurso analítico producir resonancias en los no analistas interesados por estos asuntos?

El objetivo del estudio fue dejarse enseñar por las voces de las víctimas de la violencia, para lo cual se realizaron entrevistas con familiares de desaparecidos. Así se reflexionó sobre las soluciones singulares, los bordes, bordados y los saltos que realizan los sujetos para reencontrar reglas de vida cuando la creencia en el orden simbólico que organizaba su existencia se desplomó. [2]

Desde su origen, el psicoanálisis invitó a detenerse en los aspectos que para la ciencia son insignificantes: actos fallidos, lapsus, atolladeros subjetivos, sueños, etc. Tan cerca de lo íntimo desconocido y tan lejos de los Ideales, la experiencia analítica llama la atención sobre asuntos inquietantes e incluso intratables como los agujeros del discurso, por un lado, y las desgarraduras del mismo, por otro. Entonces, para un psicoanalista se presenta la siguiente paradoja: ¿cómo tratar los reductos no discursivos de la experiencia humana con las herramientas del lenguaje -únicas con las que contamos en la clínica? ¿Cómo combatir el trabajo incesante de la pulsión de muerte, su mutismo, con los poderes de la indefensión estructural del ser hablante? ¿Cómo conmover un real indiferente, en principio, a los registros imaginario y simbólico? Por lo anterior consideré que esta perspectiva era la más adecuada para alumbrar algunos aspectos del destino de los cuerpos en la sociedad contemporánea, porque las desapariciones son la máxima expresión de la reducción de la persona a objeto, que ataca el cuerpo imaginario (imagen), el cuerpo real (órganos, fragmentos) y el cuerpo simbólico donde se inscriben los nombres, las historias y las identificaciones.

La investigación dio lugar a la colaboración de la NEL en el “Seminario itinerante de investigación sobre desaparición de personas”, cuyos participantes pertenecen a diferentes instituciones académicas. Aunque se trata de un trabajo en curso, la presentación permitió realizar una escansión. De esta experiencia me gustaría, por último, recoger algunos frutos. En primer lugar, destaco que el trauma pensado en dos tiempos – el “traumatismo de la lengua” y el acontecimiento que colisiona a un sujeto particular- resultó interesante para quienes trabajan en el campo de la salud mental, porque reconocieron que no todos los damnificados se identifican con el rótulo “traumados” y observaron que los protocolos no funcionan para todos. Sin embargo, es importante resaltar que el discurso analítico provoca sentimientos mixtos en otros actores sociales. Por ejemplo, los asistentes comentaban que no estaban acostumbradas a investigaciones donde se utilizan “nombres propios” y, se puede inferir, nombres de goce, porque los casos presentados, -“Clavado en los huesos”, “Impulso primario”, “Incómodo” y “Sobreviviente”- retomaron lo más singular de la posición subjetiva de los entrevistados. También les resultó problemático que no se proponga un método general para la cura de los afectados y que, en cambio, se hablara de coordenadas que orientan la escucha, es decir, de la auscultación de los arreglos sintomáticos y del acopio de los restos de la operación significante mediante una poética de las piezas sueltas.

En la investigación señalé el carácter adaptativo del concepto “resiliencia” en contraste con el carácter subversivo de la perspectiva del trauma que, sin negar la importancia de la reparación, no pretende disimular los atolladeros subjetivos, ni los que se producen a escala individual ni aquellos que se encuentran en la experiencia grupal. En este sentido, plantear que después de la efracción no se trata de “re-aprender” las reglas del Otro (Laurent, E., 2002), sino de servirse de la trituración de lo simbólico que provoca el trauma, son asuntos que no se aceptan inmediatamente. Sobre todo porque el “aprendizaje en el dolor” es un concepto que goza de mucha aceptación en la psicología.

En el diálogo con los científicos plantear las paradojas del acto, el fallo que le es inherente o su carácter no totalizante es un asunto espinoso; que lo real palpite en el corazón del discurso alentando una transmisión viva produce incomodidad y antipatía. Sin embargo, algo de lo transmitido resonó en los cuerpos de los asistentes estimulando, por ejemplo, que estudiantes de doctorado solicitaran el texto para ponerlo en diálogo con los problemas de estudio que están construyendo. El trabajo dio lugar, por otro lado, a una conversación con analistas de otra escuela de psicoanálisis de la Ciudad de México y a un trabajo conjunto con profesionales de diversas formaciones que están desarrollando un dispositivo de atención para acompañar a los sujetos afectados por los traumatismos de la guerra.

NOTAS

  1. Hernández, A. y Fisher, S. 2015. [En línea]. Ayotzinapa: inocultable, la participación militar, Proceso. Disponible en https://www.proceso.com.mx/…
  2. Laurent, É El revés del trauma.Virtualia 6, Argentina, 2002.


EL PSICOANALISTA EN LA CIUDAD:


¿Qué de la práctica lacaniana institucional?

Vilma Coccoz y Alejandro Reinoso

Vilma Coccoz

Agradezco muy especialmente a Sofía Guaraguara la propuesta de esta intervención así como el intercambio previsto con Alejandro Reinoso, AE en ejercicio y con quien mantuve ayer un diálogo muy interesante. También gracias a Raquel Cors por su coordinación transatlántica.

La pregunta por la institución cobra una importancia especial en esta época de proliferación y producción de los semblantes, en donde la dimensión de la verdad parece haberse evaporado, donde todo puede ser verdad y todo puede ser mentira, como lo muestra la difusión a escala mundial de las fakes news… En esta confusión podemos medir la importancia de tener una orientación a lo real, como la que nos ha brindado Jacques-Alain Miller.

En esta época, en la que el “anhistorismo” propio de los Estados Unidos de Norteamérica, como decía Lacan, y al que vinculaba el “mercado universal de la mentira”, cobra aún más importancia conseguir sujetarnos fuertemente a una cuerda, a la cuerda de lo real de la transmisión del deseo de Freud, y, en concreto, del deseo de Freud en la aplicación del psicoanálisis a la terapéutica, su incidencia en la práctica institucional. En la concepción de esa cuerda importa contemplar la dimensión del tiempo, porque el tiempo es real.

En este sentido retomo la afirmación de Lacan de que el psicoanálisis se volvería cada vez más necesario en el “movimiento de aceleración en que entraba el mundo”. En esta aseveración la cuestión del tiempo es fundamental a tomar en cuenta; así lo explicaba Miller al analizar el imperativo de lo nuevo con su contrapartida de obsolescencia inmediata. De la misma manera que en nuestro campo privilegiamos el axioma “no hay sujeto sin Otro” me gustaría pensar que en el futuro no habrá analista sin institución, en el sentido amplio, como lazo social, y en el sentido restringido, como dispositivo de atención. Y ello en la medida en, los dispositivos de atención restablecen el lazo social, y están destinados, como decía Lacan, a frenar el goce nocivo (la pulsión de muerte).

Y de la misma manera que no hay sujeto sin Otro, es decir, ningún ser hablante que no pueda ser vinculado a las huellas, a las marcas de una historia singular, tampoco podemos prescindir de la historia del psicoanálisis cuando intentamos vincularnos a lo real del deseo de Freud; es decir, importa saber cómo se nos ha trasmitido el deseo de Freud, en qué punto cada uno de nosotros engarza su deseo al deseo de Freud. Para responder a la pregunta que convoca este encuentro he hecho unas breves puntuaciones en forma de escansiones.

Primera escansión

La primera está claramente formulada durante el 5º Congreso de Psicoanálisis que tuvo lugar en Budapest en 1918. Es la primera escansión porque en ese momento se explicita como tal el deseo de Freud respecto a la creación de dispositivos de atención a los ciudadanos ante los representantes de diversos estados europeos; dichos centros estarían destinados a las personas que no puedan tener otra ocasión de encontrarse con un psicoanalista. En dicho Congreso fue la primera vez en la que, en el marco de una mesa redonda, intervinieron psicoanalistas que estaban atendiendo a los traumatizados de la guerra, implementando modos de tratamiento a través de la palabra de neta inspiración freudiana. En ese momento Freud, aprovechando el interés demostrado por las autoridades debido a la eficacia probada de la vía de la palabra, intenta implicar a las autoridades responsables de ocuparse por brindar la posibilidad de una atención gratuita a los ciudadanos.

Pero, una vez concluida la guerra los representantes del ejército y los gobiernos que estaban presentes en el Congreso de Budapest no tomaron en cuenta el compromiso adquirido, aunque sí algunos de los discípulos de Freud, en quienes se había despertado el deseo de institución y trabajaron de forma decidida para construir estos centros.

En el año 1920 abrió sus puertas el Instituto de Berlín, y en 1922 el Ambulatorium de Viena. [1] La saludable tensión entre ambas sedes de formación y de práctica fue realmente muy enriquecedora y fructífera durante la época de entre guerras, cuando los analistas participaron activamente en la vida ciudadana, consiguiendo una diseminación del psicoanálisis en la cultura.

En lo relativo a la educación, por ejemplo, contamos con documentos como el gran libro de August Aichhorn Juventud desamparada dedicado a la atención a la adolescencia en un marco institucional; pero además proliferaron dispositivos de atención a niños, familias y mujeres gracias a la participación de las analistas en los movimientos feministas y libertarios. En esa época de difusión y de extensión del psicoanálisis tan prometedora podemos decir que llegó a hablarse la lengua freudiana. Freud fue nombrado ciudadano de Viena en 1924, lo que representaba un reconocimiento singular a su trabajo y a su compromiso en favor de la comunidad.

Ahora bien, en lo relativo al psicoanálisis aplicado, Freud se mostró muy firme ya en ocasión del congreso de Budapest, alertando respecto a las tentaciones terapéuticas que podrían surgir, intuía las desviaciones que podrían derivarse de estas acciones y que tendrían como consecuencia “derrapar hacia otros discursos” como dice Lacan. En 1918 expresó claramente que los elementos más importantes y eficaces de los dispositivos, de las instituciones y centros psicoanalíticos de atención, continuaran siendo derivados del psicoanálisis propiamente dicho, “riguroso y libre de toda tendencia.” Es decir que para Freud la orientación de estas acciones debía sustentarse en el psicoanálisis puro, independiente de otra injerencia, de cualquier sumisión al discurso del amo.

Desgraciadamente la lengua del Tercer Reich se impuso y los enemigos del género humano, como los llamaba Lacan, exterminaron también la lengua de Freud; pero la semilla de la letra freudiana, lo real de su transmisión y de su deseo iba a germinar en la lengua francesa, inscribiéndose como un acontecimiento de discurso gracias a Jacques Lacan.

Segunda escansión

 La segunda escansión se opera con la Fundación de la Escuela Freudiana de París, en 1964. Lacan propone una nueva manera de hacer institución analítica, una nueva Escuela, en donde se articula el psicoanálisis puro y el psicoanálisis aplicado en su estructura lógica. Lamentablemente debo ir un poquito rápido para poder concluir con lo que pensaba decirles, así que paso a la siguiente.

Tercera escansión

En 1967 en su Discurso de Clausura de las Jornadas sobre la psicosis infantil, organizadas por Maud Manonni, Lacan concluye su reflexión sobre la influencia de la antipsiquiatría en el estado de las instituciones afirmando: “estamos en el punto 0”. Es decir, que no se había avanzado nada respecto a lo que podría esperarse del psicoanálisis aplicado. En esa conferencia Lacan afirma que el ser humano además de ser -para -la muerte, es un ser- para- el -sexo, y que los analistas ( dice esto luego de haberles escuchado) parecían haberlo olvidado. Es decir, el ser hablante, además de ser un sujeto mortal es un ser de goce y por lo tanto su cuerpo está implicado en el modo en que es alojado en una institución. Pero no solo su cuerpo, también el cuerpo de los que intervienen, de los que intentan socorrerle, ayudarle, orientarle.

Cuarta escansión

En 1974, Antonio Di Ciaccia inventaría una nueva manera de hacer institución con niños psicóticos y autistas, poniendo en práctica por primera vez, lo que Jacques-Alain Miller ha nombrado “práctica entre varios” y sustentada en la lógica y ética de la orientación lacaniana. En dicha práctica se tiene muy en cuenta, por parte de los que intervienen, los educadores, los adultos, la manera en que operan desde el punto de vista de su cuerpo como ser de goce. Es decir, la manera en que se van a dirigir y van a responder a estos sujetos que están fuera del discurso social, del lazo social, la manera en que se les habla y les se mira a quienes tienen a su cuidado. Durante muchos años Judith Miller, con una entrega y con una generosidad admirables, ayudó a la conformación del RI3, es decir a la Red Internacional de Instituciones Lacanianas que trabajan desde esta perspectiva. No es un método – hay que decirlo- y por eso cada una de las instituciones encuentra la manera, el estilo de hacer, de llevarlo a la práctica.

Quinta escansión

En 2003 se produce la detección por parte de Jacques-Alain Miller de la operación diseñada para eliminar el psicoanálisis de la escena pública. Ustedes pueden encontrar los datos precisos en su Seminario Un esfuerzo de poesía. Esta alerta ante lo que se presentaba como la intención del asesinato del psicoanálisis, según el título del libro Agnes Aflalo, culminó en la fundación de los CPCT. Tuve la suerte de participar en el CPCT de Madrid.

Cada una de estas escansiones merecería un extenso desarrollo, ahora pensemos en el momento actual; ojalá dentro de un tiempo podamos decir que en el año 2019 la NEL participó y trabajó activamente en la sexta escansión, tenemos tiempo para verificarlo.

¿Qué tenemos hoy?

Hoy se confirma la previsión de Lacan antes citada, estamos sometidos a aceleración del mundo. Se comprueba también que el proyecto decidido de eliminación del psicoanálisis ha continuado con las formas más arteras, por ejemplo, se ha llegado a proponer por parte de representantes del gobierno francés la prescindencia, en la formación de los estudiantes de bachillerato de autores como Freud y Marx, además de su intento de erradicación de la Universidad ya muy avanzado. En España esta operación se ha conseguido. Por eso creo que las instituciones y el trabajo colectivo contribuyen claramente al futuro del psicoanálisis, estoy convencida de que nuestra autoridad, la autoridad del psicoanálisis de la que habla Freud en 1918, sólo puede surgir como resultado de lo que hacemos, como lo experimentamos habitualmente en nuestras instituciones.

¿Qué es lo que hacemos en nuestras instituciones? Intentamos articular lo uno y lo múltiple. Freud en su texto más político –Psicología de las masas, y análisis del yo- expuso por primera vez, el modo de anudarse, de articularse del uno y lo múltiple: mediante una identificación vertical los yo “horizontales” podían decirse y creer que pensaban y hacían lo mismo.

Por supuesto, “lo mismo” implica la segregación del diferente como un efecto ineludible; pero lo nuevo del análisis freudiano era la demostración de la articulación entre la psicología individual y social sustentada en la identificación. La identificación, entendida como la operación del discurso del amo promovida por el Ideal impone la lógica del universal: “para todos”. Al plantear el psicoanálisis como el envés del discurso del amo Lacan coloca en el centro de la experiencia de cada uno, aunque también de la experiencia social lo que no se puede tratar mediante la identificación, aquello de nosotros que es rebelde a la identificación común, a lo mismo. Lo de uno que no se comparte, que no sintoniza con los otros pero que tampoco “hace uno”, es decir lo éxtimo.

Esta experiencia es verificable en cada uno de nosotros y el psicoanálisis nos ha ayudado a revelarla y a intentar encontrar una salida. Pero qué sucede con los que están totalmente fuera de la identificación común, los rebeldes, los desobedientes, los insumisos, ¿qué pasa con aquellos que no tienen ninguna cuerda para atarse a lo mismo, a lo común, para poder estar con los demás? Digo cuerda, porque ustedes saben, que muchas veces se dice de ellos “que están de atar”. Entonces, la pregunta ¿cómo los atamos de la buena manera? Se vincula a la pregunta inicial, ¿de qué cuerda nos sujetamos para mantener vivo el deseo de Freud? Me parece que esa es la pregunta esencial, porque ¿cómo vamos a operar para alojar a aquellos que no han podido instituir un lugar en el seno de su propia familia, por ejemplo? ¿De qué modo los vamos a ayudar a participar en algo común, en una convivencia con otros respetuosa de su singularidad?

Para responder a ello les propongo hacer un recorrido virtual por el país lacaniano de las instituciones.

Si se trata de una pareja que no consigue por medios naturales, comunes como los otros llevar a cabo su deseo de tener un niño, pueden encontrarse con el Servicio de Reproducción Asistida dirigido por Francois Ansermet, quien sabrá cuidar, en el caso de la implementación de estos métodos, sabrá estar atento a Otra causalidad, la causalidad freudiana para acoger esa vida sin que su historia peligre haciendo del origen un destino. También en los casos de sufrimiento neonatal, o de ambigüedad sexual de los bebés, en el Servicio de Neonatología sabrán acompañar a los padres, a los médicos, a los enfermeros para proteger el enigma que acompaña la entrada de un nuevo ser en el mundo. Pero si ese bebé, una vez nacido, una vez alojado, una vez recibido como se merece en su lugar de ser hablante tiene que ir a la guardería, y en la guardería no consigue dormir la siesta como los otros bebés puede encontrarse con Gil Caroz que va a intentar ayudar a los responsables a comprender por qué ese bebé no duerme como los demás. En cada uno de los sitios en los que se pone en juego “la clínica del origen” según el título del libro de Ansermet, la presencia de los psicoanalistas lacanianos colabora en la formación de lo que Antonio Di Ciaccia, retomando el Seminario XVII, nombraba como “aletosfera”; es decir, una atmósfera de deseo y sentido que permite albergar la subjetividad.

Si ese niño no tiene la posibilidad de ir a una guardería, porque ha nacido sin padres y se encuentra en un orfanato, tiene la suerte de que en Bulgaria existe un taller llamado “crecer sin padres, pero no sin Otro” donde también se cuidará, además de sus necesidades vitales, de su existencia como ser hablante. Si ese niño o esos niños avanzan y se hacen un poquito mayores, pero no pueden ir a la Escuela Maternal, ni a la Escuela Primaria, L’Antenne 110 o Le Courtil les acogerán en su sede el tiempo necesario hasta su inclusión en las clases ordinarias.

En cualquiera de esos lugares será bien recibido: no se les va a exigir responder a la demanda de la identificación común. Se encontrarán con lugares de vida orientados por psicoanalistas lacanianos. En tanto niños adolescentes o jóvenes adultos, los rebeldes a la identificación común encontrarán ese espacio de “aletosfera” creado por las instituciones lacanianas, un lugar donde su singularidad será respetada.

También podría suceder que, aún viviendo en sus casas, sus padres trabajen todo el día y cuando vuelvan del colegio ningún adulto pueda esperarles, encontrándose solos hasta muy tarde. Entonces pueden ir al Centro Kirikou donde van a encontrar personas orientadas por el psicoanálisis que les ayuden y acompañen mientras hacen las tareas y en el tiempo de espera de que sus padres regresen del trabajo.

Pero y ¿qué pasa si estando su vida transcurre entre una institución y la escuela, ¿qué ocurre durante el fin de semana? Teniendo en cuenta que pueden ser momentos críticos para personas frágiles, para quienes no tienen ganada la partida de la identificación común, que no tienen la cuerda suficientemente ajustada, ¡bueno!, pueden acudir a Intervale o a Courtil Weekend encontrarán un lugar adonde recurrir durante el fin de semana sin padecer un riesgo de crisis permanente.

Si se trata de adultos que padecen problemas en el trabajo que afectan su subjetividad, poniendo en peligro su inserción y desempeño, pueden recurrir a la Asociación Suffrance au Travaildonde encontrarán un analista que va a acoger su delicado momento personal de una manera particular.

Pero, ¿y si son mujeres víctimas de violencia familiar? entonces pueden dirigirse al Centro Psicoanalítico de Turín, donde se les acogerá dentro de un programa especial para mujeres maltratadas que forma parte del proyecto europeo Daphne.

Pero, si la situación de alguien es tan desesperada como producto de adicciones habiendo perdido todo lugar de referencia, sin siquiera conseguir desplazarse hasta una institución para pedir ayuda, gracias a la Unidad Móvil de la Agencia Dispensación de metadona de Barcelona, le atenderá un equipo en la calle. Aunque se encuentre a la intemperie, siempre habrá un practicante orientado por el psicoanálisis, dispuesto a ofrecer un lugar en lo simbólico donde alojar su existencia. Porque, como dice Di Ciccia, se trata, en el trabajo con ellos, del ser y no del hacer. Se trata de cómo abrir las puertas brindando un lugar para el ser. Y, como decía Lacan, “hace falta tiempo para hacerse al ser”, para construir el refugio adecuado a la subjetividad en peligro en el movimiento de aceleración que nos apremia.

Quiero felicitar muy especialmente a la NEL por esta invención que articula, gracias a los medios técnicos, un nuevo trípode que le he propuesto ayer a Alejandro, ―para ver qué le parecía―, y hoy nos lo dirá, un nuevo nudo de tres: psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado y cartel. La novedad que aporta la NEL en este acto, es haber puesto en interlocución, el psicoanálisis puro y el psicoanálisis aplicado, en el mismo momento.

Este no es mi primer contacto con la NEL, mi primera colaboración. Felizmente ya estuve trabajando con los colegas de Bogotá, a partir de la invitación de Lizbeth Ahumada, en los inicios de la Antena para la Infancia y la Juventud. Me encanta poder colaborar con este movimiento; me parece que si conseguimos aportar nuestra pequeña contribución a extender, difundir, a despertar el deseo de institución habremos conseguido atrapar lo real del deseo de transmisión de Freud en el marco del diálogo entre dos Escuelas.

Me gusta mucho la imagen que han elegido para el anuncio de este acto, una mano se tiende hacia otra mano, es una de las imágenes que Lacan daba del surgimiento, del despertar de la transferencia. Creo que la mano tendida hacia la otra mano, como el surgimiento de la transferencia de trabajo que no prescinde de la historia, permitiendo en este acto unir el Viejo y el Nuevo mundo. Teniendo en cuenta que, así como Lacan articulaba el deseo del psicoanálisis, el deseo de Freud a la transmisión del deseo de Sócrates, nuestro intercambio evoca, al menos a mí, también la transmisión del deseo de Colón, y también del deseo de nuestros abuelos cuando se desplazaron para allá, fueron ellos también los que trabajaron para la unión de esas dos manos.

Interlocución de Alejandro Reinoso

Es una interlocución no otra presentación, por lo tanto, voy a ir directamente a conversar con Vilma tomando este título muy sugestivo de la reunión de hoy ¿Qué de la práctica lacaniana institucional? Es un título muy lacaniano, porque uno podría decir: ¿qué es este título?, ¿qué de la práctica lacaniana institucional? Agregando puntos suspensivos.

Lo primero que subraya Vilma, y que además era muy consonante con la lectura que había hecho yo personalmente de su último libro, -es un libro sobre el deseo de Freud, sobre lo real en Freud, es exactamente la primera puntualización que hace ella hoy- , es decir ¿de qué manera recordamos el deseo de Freud, un despertar de la humanidad – nos dice Vilma en su libro- donde aparece la pregunta crucial que atraviesa la práctica institucional como ella misma lo recuerda, en el Congreso de Budapest, es decir la extensión del psicoanálisis, extensión del psicoanálisis que por un lado tiene la orientación de Jacques-Alain Miller, la mundialización de los divanes. Pero también ¿cuál es el lugar del discurso analítico en la práctica institucional? Discurso analítico en la práctica institucional que tú lo recuerdas con este axioma fundamental “no hay psicoanálisis sin institución”.

A menudo tenemos permanentemente en nuestro campo una tensión imaginaria de ilusión y de exclusión entre una cosa y la otra, es decir el consultorio privado, y el trabajo en las instituciones. Y digo que es una tensión imaginaria, una falsa ilusión porque de alguna manera, y esto nos enseñan los pacientes, los pacientes aún cuando no estén en una institución formal, se arman una institución. Aquello que Alfredo Zenoni ha llamado la institución invisible. No solamente los pacientes se arman una institución invisible, también los analistas en instituciones y en consulta particular arman instituciones invisibles con otros colegas, con psiquiatras, con otros analistas, con terapeutas ocupacionales, etc. Esto es ya una enseñanza porque significa que no podemos hablar de un analista que se dedica solamente al consultorio.

Respecto de la práctica entre varios, esta atmosfera de deseo, que tú nos recordabas Vilma, aparece un elemento que es fundamental, que es cómo intervenir, ya sea en las instituciones lacanianas, del país, como tú mencionabas muy bien, el país lacaniano de las instituciones, ¿cómo funcionar con la demanda? Es decir ¿qué hacer con la demanda del otro? En algunos casos incluso es instituir un Otro, ¿cómo instituir un Otro sin demanda? Sabemos de eso, estamos orientados de eso en la práctica de los consultorios, y la pregunta es en las instituciones no lacanianas, que son la mayor parte de las instituciones donde muchos nos desempeñamos. Y esto nos trae una pregunta, ¿qué enseñanzas nos deja la práctica lacaniana en instituciones, para las otras instituciones? Para los consultorios – y agrego algo que conversaba con Vilma ayer- qué enseñanzas tiene esto para la Escuela, para nuestras Escuelas, para la AMP, para la Escuela Una, ¿qué enseñanzas tiene la práctica entre varios, para poder abordar incluso, voy a decirlo así -tal vez una forma un poco atrevida- tú has hablado de la cuerda de los rebeldes, están las rebeldías adentro de las Escuelas también. Pero no solamente eso, cómo maniobrar entre varios en relación a los distintos síntomas que hay en las diversas ciudades del país del psicoanálisis. Cómo maniobrar, por ejemplo, con los indiferentes, que no solamente es un síntoma social, de la época, España está en elecciones este fin de semana y es una de las temáticas, no solamente allí, sino que, en todos lados, la indiferencia política, la indiferencia frente al sufrimiento, la ausencia de vergüenza incluso ¿Qué enseñanzas, reitero, tiene la práctica en el país de las instituciones lacanianas? que tú has descrito en términos del itinerario de vida, ¿qué enseñanzas tiene eso para las instituciones no lacanianas, médicas, escolares, de asistencia social, comunitario, incluso para los colegas que trabajan en contextos de instituciones religiosas?

Quisiera subrayar también en ese punto, la reiteración en el significante lugar, ofrecer un lugar simbólico para el ser, ¿de qué manera ofrecer estos lugares en las instituciones?, con la enseñanza que las instituciones, del país de las instituciones lacanianas tiene.

Otro elemento que me parece relevante para hacer resonar tus palabras y tú intervención se refiere a, ¿cuál es el lugar que tiene el psicoanálisis aplicado, y cuál es la enseñanza que nos han dejado los CPCT? En qué sentido, en que también allí a veces ahí aparece la tensión entre psicoanálisis aplicado, y psicoanálisis puro, ¿de qué manera el psicoanálisis aplicado que está en la misma Acta de fundación, ese psicoanálisis aplicado como una sección puede ser un campo de investigación para el psicoanálisis en su conjunto?

Sabemos que hay diversas formas de investigar, hay una encomienda importante, y la estoy viviendo en carne propia en estos momentos que es la profundización que los AE hacemos sobre la investigación del psicoanálisis en nuestro propio caso. Se abre la pregunta a qué nos enseñan los casos institucionales, no solamente un caso en un contexto de institución, sino la institución misma como caso. ¿Cómo llevamos esas instituciones caso a los controles?, no es solamente el caso clínico específico fuera del lazo, sino aquello que en una institución específica desafía e interroga la posición del analista, y por supuesto eso es parte de una experiencia de control. ¿Controlamos esos puntos en nuestra práctica?

Quiero marcar un último punto relevante que tú has señalado- y que es una pregunta que me hacías ayer-, sobre el nudo de tres: psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado, y cartel.

La NEL ha desarrollado desde hace unos años el seminario de investigación sobre la práctica analítica (SIPA), donde los colegas miembros en carteles internacionales, es decir de distintas sedes de la NEL conversan a través de esta modalidad vía Skype, vía Webex, conversamos acerca de nuestra práctica desnudada de la clínica a ras directamente del trabajo con la palabra y con los cuerpos, – que es algo que tú también mencionabas como práctica institucional- esta experiencia que se llama seminario de investigación sobre la práctica analítica que es uno de los pilares del trabajo de la NEL, permite articular el trabajo específico en torno a la investigación sobre el psicoanálisis puro desnudado de lo epistémico en un primer momento.

Hace poco con esta iniciativa de enlace se ha abierto la cartelización desde este año, la cartelización en torno a esta experiencia de enlace de acción lacaniana. Donde se trata de compartir a nivel de la cartelización esta relación de no hay analista sin institución, el axioma que tú propones. Esa experiencia que está en curso, vamos a poder decir algo más tal vez en un tiempo. La experiencia del cartel tiene su analogía con la experiencia del pase, es decir es una experiencia de Escuela, y por lo tanto si es una experiencia de Escuela redobla la interrogación anterior ¿de qué manera hacemos de las experiencias institucionales, no la periferia de la Escuela, sino que moebianamente traemos esa experiencia del psicoanálisis aplicado a los carteles, y resonantemente a la experiencia de Escuela? Por lo tanto, es un trípode – y la palabra trípode tiene sus resonancias en nuestra orientación- es un trípode que nos hace interrogarnos sobre la pregunta, de ¿qué es un analista?, que es una pregunta de Escuela, ¿qué es una institución lacaniana? Donde las resonancias de la pregunta por el más uno del cartel, ¿qué lugar tiene el más uno del cartel?, o, ¿qué hace de más uno que anude este trípode?, ¿qué cuarto elemento y – eso lo que me quedó resonando de la conversación de ayer – qué cuarto elemento podría ayudar a anudar esta experiencia más allá del síntoma de cada uno, cuáles son las resonancias que cada uno tiene con el cartel, si hace experiencia de cartel o no? Estamos profundizando fuertemente eso en secretariado de carteles; pero también nos queda la pregunta desde la Escuela de ¿cómo hacer este anudamiento?, creo que este tipo de enlace como el de hoy es un punto de capitón al respecto, que nos permite seguir pensando y seguir contribuyendo al deseo de Lacan de devolver el psicoanálisis el lugar que le corresponde a nuestro mundo.

Vilma Coccoz

Bueno creo que Alejandro ha puesto sobre la mesa una cantidad de interrogantes y de vías de investigación muy diversos; aunque no puedo pretender responder a todo voy a decir algunas cosas que su intervención me han suscitado porque creo que están en conexión con lo que planteábamos y me parece que él destaca muy bien el nudo entre psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado, el verdadero nudo trabaja en contra de una resistencia que impulsa a dejar el psicoanálisis en institución en la periferia, como bien ha dicho. No es mi parecer, al contrario, pienso que está en el centro mismo de la experiencia de Escuela, como lo demuestra su caso y la experiencia de varios AE belgas. No he hecho un censo de la cantidad de AE que trabajaron o trabajan en Courtil y L’Antenne pero les puedo asegurar que es elevado. Precisamente Bruno de Halleux, en su trabajo de AE puso en conexión el trabajo sobre el Uno solo, sin el Otro, propio del autista, -que trabaja incesantemente para conservar una experiencia como parlêtre sin el socorro del Otro- poniéndolo en conexión con la experiencia del S1 solo del AE al final del análisis.

Creo que es un punto que nos permite avanzar, por un lado conecta exactamente con el deseo de Freud, es decir que todas las experiencias de psicoanálisis aplicado deben vincularse en rigor con el psicoanálisis puro, a falta de lo cual se convierten en otra cosa. En tal sentido me parece importante tomar en consideración la diversidad de psicoanalistas insertos en lo que Miller llamó lugares alfa, una pluralidad de experiencias institucionales llevada a cabo por miembros de las distintas Escuelas. Ahora bien, lo importante, desde mi punto de vista, es que dichas experiencias se sometan al control de la Escuela, es decir, al control epistémico, y por qué no? al control ético en el sentido indicado por Lacan en el Seminario 20, cuando, dicho con palabras de Kierkegaard, se refiere a su temor, confesando que experimentaba temor y temblor ante el hecho de haber podido decir tonterías.

La importancia de que todas esas experiencias que se realizan en instituciones, no estrictamente lacanianas sino instituciones de otro tipo, retornen a la Escuela, y que podamos seguir de cerca y valorar lo que estamos haciendo para cuidarnos de las posibles desviaciones que nos pudieran llevar a hacer tonterías, siguiendo el ejemplo de Lacan. Porque nadie está a salvo de hacer y decir tonterías. De ahí la importancia de la función del éxtimo, del elemento exterior, permitiendo que otros intervengan en nuestra experiencia, porque los grupos, por estructura, tienden a cerrarse, a la endogamia, a pensar que son uno, es decir, tienden a eliminar lo que no entra en la identificación común. Y conlleva por tanto un peligro enorme para nuestra práctica, que se mantiene, se sostiene y tiene como fin ético el cuidar y el preservar la diferencia absoluta de cada uno, su propia enunciación, su responsabilidad, su nombre propio. Me parece que para hacer progresar nuestro saber necesitamos someter lo que hacemos, como muy bien ha dicho Alejandro, a control.

En relación a lo que él planteaba, a la indiferencia como problema, como uno de los problemas del momento actual, creo que conecta con lo mencionado al principio, es decir, la proliferación y exacerbación de los semblantes y su relación con la disminución de la importancia de la verdad. En el sentido de que la indiferencia puede estar muy próxima al cinismo, “como no hay nada que cambiar, como todo sigue igual, como siempre ganan los malos…” Entonces, “bueno, dejar pasar”, ¡no! como decía Laurent “no tenemos todo el tiempo del mundo”; éste es nuestro momento, esta es nuestra vida, tenemos que hacer nuestras instituciones, instituciones freudianas, en el sentido de que estoy convencida, como lo dice Lacan – que nos lo enseñó-, que si nosotros existimos como psicoanalistas es gracias al prestigio de Freud.

Intervención de las sedes y delegaciones.

Raquel Cors

En este enlace a mí me surge una pregunta con base en lo que trabajaba Alejandro y a todo el recorrido que hizo Vilma como dando todas las posibilidades para enlazar el uno por uno de acuerdo a su identificación, no necesariamente común. Y sobre esto les hago una pregunta a ambos invitados sobre ¿qué de la práctica analítica para los que no estamos sujetados, pero estamos en la institución analítica? Es una pregunta que me ha hecho pensar mucho la propuesta que hacía Alejandro respecto a la indiferencia o algo cínico, un saldo cínico, que también está en la propia institución. Entendiendo que los psicoanalistas nos dejamos enseñar por nuestra práctica, pero no sin el lazo en la institución entonces es una pregunta que me gustaría me ayuden a pensar.

Vilma Coccoz

Como tenemos esta suerte, digamos, en este momento, yo represento, si me lo permiten, un poco la práctica lacaniana en instituciones y Raquel y Alejandro representan el psicoanálisis puro. El psicoanálisis aplicado y el psicoanálisis puro, como los AE tienen la enorme y fantástica responsabilidad de interpretar la Escuela ¿Cómo veís, en vuestra condición de AE, la necesidad de incluir el saber que se obtiene de la práctica institucional y asistencial en las conversaciones de la Escuela? Como una conquista epistémica para el psicoanálisis puro también, ¿qué les parece?

Lizbeth Ahumada

En principio, querría hacer dos comentarios breves. El primero, relativo a este séptimo tema, esta última propuesta planteada por Vilma respecto al anudamiento entre psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado. La manera de pensarlo que me evoca, es que no es posible pensar el psicoanálisis aplicado sin pensar que es el psicoanálisis puro el que lo orienta. No veo posible pensar que no es la orientación del punto de vista del psicoanálisis puro, el que se articula en acto con lo que llamamos con Lacan psicoanálisis aplicado. En este sentido pienso, que esos compartimentos especializados tan odiosos a lacan que vemos que sean cristalizado en instituciones como la IPA respecto a especializaciones, el psicoanalista que sabe de niños, el que sabe de adolescentes, el que sabe de instituciones, el que sabe de psicosis, en fin. Esto que para Lacan era algo verdaderamente alejado de lo que es el psicoanálisis mismo me parece a mí que es un llamado de atención a la articulación de estos temas de acción lacaniana, con la formación misma del analista. Es decir, pensar que aunque haya ámbitos específicos de acción, esos ámbitos enseñan permanentemente respecto al cómo concebimos en el contexto de nuestro psicoanálisis la formación. Y en ese sentido pienso que la Escuela tiene que estar muy advertida de esto. Cómo transmitir y tomar también los efectos de formación, independientemente que los ubiquemos como especializaciones.

Por último, creo que esa lista es sugerente, provocativa, iluminante por la cual nos condujo Vilma, es una lista efectivamente europea y lo que me provoca pensar es, a partir del dicho de Lacan “hagan como yo, no me imiten”, qué forma toma, qué contorno, qué litoral toma el deseo de institución en nuestras realidades, para que haya un fluido intercambio genuino de experiencias, a partir de esos modelos ideales, increíbles que Vilma nos ha resumido el día de hoy.

José Fernando Velásquez

La primera observación es en esta vía de la articulación de lo puro y lo aplicado un caso paradigmático como puede ser Joyce. No estuvo en institución, pero cuánto hemos aprendido de ahí para llevar la práctica en la institución, en torno a lo singular, entorno a lo posible, lo posible para cada parletre. Eso lo dejo ahí planteado. Y en segundo lugar, cómo hacemos escuchar a la práctica lacaniana institucional en la NEL.

Luisa Aragón

Resuena en mí cómo hacemos escuchar la práctica lacaniana, lo que hacemos en la NEL los miembros que venimos trabajando por un buen tiempo en instituciones, me lleva a pensar en los foros, en la manera en que nos incluimos en la ciudad, hablar de lo que hacemos, que no es algo a pensarse tan a largo plazo, sino de manera inmediata.

Y también un punto sobre la indiferencia. A mí me hace pensar en cómo los miembros también de la NEL nos incluimos en la cartelización, en la formación de esos espacios para transmitir lo que hacemos, o en los dispositivos para transmitir lo que hacemos, porque este enlace, como nos mencionó Alejandro, recién convocó a invitar a amigos, asociados y miembros que residen por fuera, en Europa, y a miembros, asociados y amigos que están en la NEL a cartelizarse. Y bueno hemos tenido y recibido desde el secretariado una buena inscripción de amigos y asociados, pero nos hace pregunta que muy pocos miembros, casi ninguno escribió. Entonces es para pensar. ¿Dónde estamos? Eso lo conversamos recientemente en Bogotá, en Las primeras Enseñanzas del Pase, que bueno que hacer Escuela, trabajar para la Escuela, no es solo responsabilidad de los AE, sino de los miembros. Entonces es una invitación también a la cartelización a estos miembros que tienen buen recorrido y años de trabajar, nos preguntemos por la indiferencia. Raquel me decía que estaba muy contenta con la primera conversación que tuvimos donde participó Andrés Borderías y José Fernando Velásquez con mucho entusiasmo invitaba a la cartelización, ahora en esta segunda sigo con el entusiasmo, pero me pregunto: ¿dónde están los miembros?

NEL México

Agradezco el trabajo que han desarrollado los colegas Vilma y Alejandro, por el ánimo que han hecho resonar, este ánimo fuerte, que muestra en acto la salida de la indiferencia y porque abre la posibilidad de pensar cómo estamos en la NEL en un tiempo que precisamente se decanta del trabajo previo, un tiempo en el que vamos saliendo de la concentración en la que nos habíamos encontrado en los primeros años, para poder adquirir una fuerza por el lado del psicoanálisis puro y en este momento cómo se va haciendo cada vez más presente esto que Vilma menciona como la posibilidad de una escansión. Creo que estamos a las puertas, si hay un empuje a las puertas de una escansión, ahí donde se puede dar de manera mucho más clara la intervención de los analistas que participamos de la Escuela en otras instituciones, eso está en práctica ya. Pero se me ocurre que algo de la singularidad de esta propuesta en México, en la ciudad de México, tiene que ver con algo que ocurre desde hace años en esta ciudad y que es la creación de grupos de atención clínica y otras actividades en torno al psicoanálisis de orientación lacaniana y de qué manera la Escuela puede hacer también, la gente de la escuela puede hacer un lazo para establecer una conversación con esas iniciativas que son singulares. No solamente en las instituciones propiamente establecidas y reconocidas como pudieran ser las instituciones del Estado, sino también esos otros grupos que han tenido esa iniciativa de establecer un llamado, el ofrecimiento de una atención, y que quizás podríamos leerlas como a veces un poco fuera de los márgenes éticos incluso, pero que sin embargo están funcionando y qué tanto la Escuela podría establecer el arriesgarse, y el animarse a hacer un vínculo, con esas instituciones ya establecidas. No sé si jugando un poco por este lado de un cierto control al respecto de esas prácticas, una posición política muy complicada, pero que quizás sería una de las formas en que la Escuela en la Ciudad de México pudiera hacer lazo con esas iniciativas. Gracias.

Beatriz García

Hay una pregunta que me surgió sobre todo cuando Alejandro hacía la relación al tema de la indiferencia y mencionaba un poco el tema de la política que no fue muy central, pero me preguntaba en toda esta conversación entre instituciones, psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado, todo este llamado del Año Cero que hace Miller sobre Zadig: ¿cómo podría pensarse en esto que se propone? Como lo veíamos en Bogotá, recientemente, tenemos muchísimas incógnitas. De todas maneras es un hacer con el Otro de afuera, es un hacer allí en ese espacio. Entonces quería ver si es posible decir alguna palabra para este tema que estamos empezando a pensar.

Marta Idrovo

Tengo una pregunta que es esto que se ha instalado también en la Escuela, el síntoma de la Escuela, como el síntoma de la Escuela, y algo que dijo Alejandro de ver a la institución como un caso. Entonces, me cuesta mucho pensar tanto la Escuela como las instituciones están conformadas por muchas singularidades, cada uno con sus rasgos, sus modos de goce y todo ¿Cómo pensar como un caso a la institución o el síntoma de la Escuela?, cuando claramente el psicoanálisis, como también lo dijeron, va por el lado contrario a los grupos; entonces me cuesta pensar cómo anudar eso, cómo verlo como uno, cuando en realidad en el psicoanálisis trabajamos por el uno por uno, con la singularidad de cada uno.

España (Aragón)

Me resultaba muy interesante la conferencia de Vilma y también las preguntas que surgen, porque parece que se apunta a la Escuela sujeto y a interpretar la Escuela. Me ha surgido una cuestión que no ha salido, que escuché a Pedro Bras, un colega de Aragón en una conversación con Bruno de Halleux, justamente hablando de las instituciones. Pedro Bras comentaba que la función principal de un director es hacerse cargo de la pulsión de muerte que habita en toda institución, en todo grupo. Me parece que eso también tiene que ver con una peculiaridad, con una singularidad de las instituciones de orientación psicoanalítica lacaniana. Y quería introducir esto a nivel de las instituciones, pero también a nivel de la Escuela.

nica Febres-Cordero

En Guayaquil tenemos una práctica institucional dentro de la universidad, institución universitaria de enseñanza. Dentro de eso hay un área de prácticas clínicas en la que estamos involucrados un colega de la NEL, Rodolfo, y yo; los practicantes, psicólogos clínicos, a punto de graduarse, van diferentes instituciones en la ciudad, instituciones muy pobres, muy marginales; escuelas que están al borde de la marginación, en vilo, hospitales, asilos. Quiero traer una anécdota cortita. En el asilo hay un espacio para indigentes y está asilado un hombre que ha vivido en la basura durante mucho tiempo. El practicante lo recibe y le dice: “buenos días señor Morales”, entonces le cambia un poco la vida al tipo. Deja de ser el que vivía en la basura y pasa a ser por algún tiempo el señor Morales. Esto me trae una serie de interrogantes. Este practicante está en análisis y me pregunto desde la práctica entre varios, en concreto Vilma, ¿cómo poder dilucidar esta participación de varios? El practicante, que lo llama, lo nomina, lo aloja, como tú decías de otra manera, el practicante que le dice al enfermero maltratante, “no lo maltrate”, tiene un nombre y algo pasa, y que regresa a las supervisiones y habla de eso y algo escribe al respecto. Mi preocupación, en efecto, es por la fina articulación necesaria y ética entre el psicoanálisis puro y el psicoanálisis aplicado. Una salida ha sido inscribir esta actividad, esta investigación, como la estamos llamando, dentro del CID de la NEL, también de la RUA, pero como me sigue preocupando, me entusiasma la idea que me parece que menciona Alejandro, de carteles intersedes, donde poder hablar de estas problemáticas. Y que no se deslice esta práctica que supervisamos hacia algo sobre lo que advirtió Vilma desde el comienzo de su intervención.

Alejandro Reinoso

Me quedé pensando lo que decías Vilma sobre la interpretación de la Escuela de parte de los AE, pero también de parte de los miembros, que han aparecido en esta conversación ciertas interpretaciones de Escuela, lo cual quiere decir que la misma Escuela con esta invención del dispositivo de enlace se interpreta algo, propone una contingencia, que ha suscitado la posibilidad de ciertas interpretaciones; es decir, que no solamente estamos trabajando epistémicamente de cuál es el lugar que tiene el analista, el deseo de Freud, en la práctica lacaniana en instituciones, sino también cómo esto se desliza rápidamente en un anudamiento hacia la Escuela. Igual ya es una enseñanza respecto a la pregunta: ¿cómo incluir la práctica en lo epistémico y en la Escuela? Yo creo que hay algo en acto, ahora, que no es sólo la aplicación del discurso analítico a las instituciones.

Ahora concretamente, yendo al punto, dejo boteando esta idea, de que aquí nos estamos diciendo cosas, cosas de Escuela, y no sólo en el intertexto, sino en la enunciación. Hay algunos elementos de la práctica lacaniana en instituciones que pudieran ser puntos de enseñanza a la Escuela. Algunas las mencionaba antes, pero se me vinieron otras. Por ejemplo, pensé en el título del segundo volumen que tú, Vilma, compilaste sobre práctica lacaniana en instituciones, invenciones y soluciones, qué nos enseñan las instituciones en las cuales trabajamos; qué nos enseñan a la Escuela sobre invenciones y soluciones; ¿qué nos enseñan, por ejemplo, respecto del lugar del parteneire?, el parteneire que van generando algunos sujetos psicóticos, que van inventando, construyendo, o la referencia que tú hiciste, que es preciosa, de la articulación que hace Bruno de Halleux en su testimonio sobre el Uno solo del sujeto autista y el Uno solo al final del análisis. Creo que ahí hay un punto de abrochamiento que él, en relación a su práctica, hizo singularmente y creo que es enseñante en este punto, y hasta podríamos revisar y trabajar en algún momento, propongo.

También en la práctica entre varios aparecen formas de trabajo donde se habla a un tercero, y es una modalidad muy típica en la Antena 110. En vez de decirle al niño algo, un operador se lo dice al otro y el niño escucha, qué enseñanzas tenemos sobre eso en la aplicación concreta a la experiencia de Escuela, el lugar de los terceros para no dirigirse directamente a un otro, para que el otro no resulte intrusivo, para que no estimule las resistencias.

Otro elemento crucial, que había mencionado antes, cómo maniobrar para no intensificar la demanda, al interior de la experiencia de Escuela y cómo estos elementos y muchos más, seguramente, nos orientan sobre también el psicoanálisis puro; es decir, nos entregan algunas pistas para poder seguir avanzando en una tarea que es encomendada a los AE, que tiene que ver con el desarrollo, con los esfuerzos de contribuir al psicoanálisis y también incluir esta pata, que viene del lado del trabajo institucional.

Son muchos elementos que han sido mencionados en esta conversación, quisiera marcar algunos. Creo que lo que señala José Fernando sobre el caso de Joyce pone un punto sobre la amplificación de las formas de anudamiento; es decir, que no hay sujeto sin el Otro, y por lo tanto pensar allí, y dado que Beatriz habló sobre el lugar que tiene el arte, no habló de eso Beatriz, pero la convoco porque precisamente ella ha trabajado este punto, y creo que es fundamental también abrirse a pensar en otras posibilidades de anudamiento de sujetos y el caso de Joyce es paradigmático, que no pasan por una institución, pero que se anudan de otra manera. Cómo consideramos también, e incluso en nuestra práctica institucional, acerca de esas otras formas de anudamiento que no pasa necesariamente porque el sujeto asista a la institución.

Otro elemento es lo que señalaba Martha acá en Santiago sobre el caso institución, es un sintagma creo por desarrollar, pero indudablemente cuando hay intervenciones o modalidades de anudamientos grupales en algunas, estoy hablando de las Escuelas, estoy hablando también de las instituciones. Cuando uno va a una institución y uno nota perfectamente que están las estructuras básicas de los dos grupos, la oposición al líder, el líder con sus secuaces, el caso institución que trabaja con protocolos, instituciones que trabajan también con algunas modalidades del discurso de la ciencia. Creo que es necesario considerar que uno está trabajando en un lugar orientado por el discurso del amo, en algunos casos por el discurso universitario, es necesario construir para no quedar en el lugar de ser gozado por la institución, que es una gran fuente de sufrimiento; es decir, considerarse víctima de la institución, que es una queja absolutamente difundida en el trabajo, incluso de analistas en instituciones, que refuerzan esta idea que es mejor trabajar en el consultorio que trabajar en instituciones. Por eso creo que es necesario controlar, desde el punto de vista concreto, el lugar de la institución, el trabajo institucional, que es una particularidad diría yo. Es decir, cómo trabajar con los particulares, no solamente con los singulares.

Raquel Cors

Nosotros, desde la práctica y en la Orientación Lacaniana, sabemos que la extimidad no es lo contrario de la intimidad, y por eso mismo relanzo una pregunta para que quede abierta en cada uno de nosotros: ¿qué de la institución en lo íntimo meo de cada uno?

Jaime Castro

De alguna manera han tocado ya el punto que me ha parecido muy interesante y que tiene que ver con el control de la práctica institucional ¿Qué es un control de la práctica institucional? Creo que hay muchísimo que podríamos aprender de este tipo de experiencia. Alejandro y Vilma han nombrado elementos muy importantes. Pensaba en cuestiones, lo que aquí se ha nombrado las invenciones de los sujetos, pensaba en lo vivo que nombraba Vilma, de quienes trabajan en la institución, no sólo los sujetos que asisten, sino de quienes trabajan en la institución, lo vivo de sus cuerpos presentes allí, pensaba en la transferencia, en las transferencias que se juegan dentro de una institución. Pensaba también que no es lo mismo el analista que hace parte de la institución, del analista que trabaja en una institución pero como externo, como un externo que trabaja con una institución, al analista que está dentro de una institución, que hace parte de la institución; es decir, cómo se juegan allí esa relación del discurso analítico con el discurso universalizante de una institución. Creo que hay una serie de cuestiones de la transferencia, de lo sintomático, de los modos de goce que circulan en una institución, de los arreglos y de los desarreglos que allí se juegan, que me parece la práctica, el control de esa experiencia institucional, creo que puede ser una gran enseñanza para cada uno.

NEL-Lima

Hay mucho que investigar de los aportes de la práctica entre varios que es muy rico en Europa, el trabajo que nos ha presentado Vilma con todas las instituciones que están en el psicoanálisis, trabajando, y también las instituciones que hay lacanianas en Latinoamérica. Creo que hay mucho por investigar y llevarlo al trabajo de carteles. Creo que esa es la vía para poder incluir este trabajo y hacer escuchar la práctica lacaniana de las instituciones en la NEL. También me parece muy pertinente lo que se ha planteado sobre el caso institución y la función de éxtimo, porque creo que no podemos estar a espaldas de las instituciones lacanianas y de las iniciativas surgidas por miembros y asociados de las sedes de la NEL. Y de todas las Escuelas de la EOL y la EBP también hay iniciativas personales, instituciones de las que podríamos nutrirnos y poder incorporar un espacio en nuestra misma Escuela, para trabajar ese tema y que podría ser expuesto por los carteles.

Vilma Coccoz

Agradezco muchísimo todas la intervenciones que realmente proporcionan todo un programa de trabajo para llevar a cabo y que requeriría, efectivamente, para cada punto, una profundización y un cuidado especial para responder adecuadamente. Pero por razones de tiempo y también de mi desconocimiento de un montón de datos que se han mencionado de la vida de la NEL y que a mí se me escapan. Aún así pensaba, qué interesante un diálogo entre escuelas, en el sentido que una Escuela haga de éxtimo de la otra, porque nos permite también una apertura. Como decía Raquel, lo éxtimo es lo más íntimo y, a la vez, exterior. Tener esta experiencia constante que nos permita sacudirnos un poco nuestra identificación común y situarnos en la diferencia que nos devuelve la mirada del Otro me parece muy saludable.

Les cuento algo sobre mi historia particular. Yo empecé a interesarme por la institución a partir de mi trabajo como terapeuta en un centro para niños y adolescentes; me ocupaba de las terapias de los niños, desde bebés hasta catorce años, una institución al uso digamos, una institución organizada como un equipo multidisciplinar. Allí padecí los efectos nocivos propios de un grupo sin una orientación precisa. Las reuniones de equipo se transformaban en una jaula de grillos, incluido un combate narcisista para apropiarse de los progresos que podría haber hecho tal o cual niño, disputando a qué profesional había que vincularlo. “¡Eso surgió, decía una, en el trabajo conmigo, en la sesión conmigo!”, la terapista ocupacional, “no, no, no, decía la psicomotricista, fue conmigo”. Entonces el comentario del caso se transformaba debido a la tensión ocasionada por el narcisismo de los miembros del equipo creándose un ambiente irrespirable, el ambiente al que conduce inevitablemente el imperio de la dimensión imaginaria en las relaciones entre los miembros del equipo en desmedro de la relación simbólica.

La novedad que aportan las instituciones lacanianas tiene como efecto lo que llamé “una cura antinarcisista” y eso en la medida en que, como lo comentaba de una manera muy precisa Bernard Seynhaeve, nadie ocupa un lugar en la institución a partir de la identificación a su semblante, de su profesión, de lo que él es en el discurso del amo o universitario, la persona que se incorpora a una institución lacaniana abandona en la puerta sus semblantes universitarios, sus medallas, consiente en colocarse en otro lugar en beneficio del lugar asignado al proponerse como partenaire del sujeto. Incluso si su medalla es su título de AE, como fue el caso de Bernard. El comentaba el conflicto interior que despertó su nombramiento respecto a su función en la institución ¿qué iba a ser? ¿Seguiría trabajando como Director de Le Courtil una vez nombrado AE, o debía renunciar a ese cargo? Una pregunta que revelaba una especie de tensión entre el discurso analítico y el discurso del amo. Hay que leer ese testimonio para conocer de primera mano la experiencia y cómo llegó a una resolución.

Pienso que una genialidad de la práctica entre varios, hay muchas, pero una de las enseñanzas que aporta es ésta. Nadie se incluye en el trabajo a partir de su título, de su identificación en el discurso del amo o en lo social. Cuando se participa de una experiencia de este tipo es preciso tener una disponibilidad hacia el niño o el joven, lo decía Bernard, una disposición muy particular. En la medida en que los niños autistas y psicóticos no creen en el semblante, por mucho que uno se enseñoree y les diga, “ yo soy el terapeuta”, “yo soy el director”, “soy, soy ,soy”, el sujeto, al estar fuera del lazo, se sitúa más allá, no cree en el semblante, no está capturado en la identificación común que sostiene la jerarquía y que supone su reconocimiento. Entonces, si el peligro ante el fracaso del lazo es enorme. ¿En función de qué se actuaría sobre el insumiso? Como lo demuestran las instituciones no orientadas por el psicoanálisis, ejerciendo una violencia: “cree en mí, porque en función de mi título tengo poder sobre ti, para indicarte a qué te debes que identificar para sostener a la vez mi identificación.”

El peligro de actuar desde una identificación que pretende su reconocimiento es acabar ejerciendo un poder. Freud inventó el Psicoanálisis a partir de la renuncia a la sugestión, a partir de abstenerse de actuar desde una posición de dominio. Di Ciaccia, con la invención de la práctica entre varios logró transformar la reunión de equipo: en lugar de mantener reuniones burocráticas, rutinarias o debates narcisistas, se crea un espacio en donde se formula una pregunta impulsando una exploración del saber y la construcción del caso desde la responsabilidad de cada uno. Lo único que nos salva de la destrucción y de la autodestrucción, es el saber, es la relación con el deseo de saber y es precisamente lo que debemos preservar a fin de resguardar el lugar de cada uno.

Y es otra manera de formular la pregunta respecto a dónde colocamos la transferencia cuando tenemos que tratar con lo que no va, con aquello de la subjetividad que resiste a la identificación común, adónde situamos el saber para orientarnos y así encontrar una salida a los impasses inevitables de la experiencia colectiva.

Nosotros, no sé si para todo el mundo, pero creo que para bastante gente, tenemos claro dónde está nuestro Sujeto Supuesto Saber, aunque a veces quizás tenemos que poder encontrar la manera estratégica de buscar aquellos lugares, aquellas personas que son mediadores o guías hacia ese saber, del cual podemos no disponer en un determinado momento. Entonces en ese sentido, la función del control se vuelve tan operativa, tan eficaz y tan saludable. Para salir de los impasses es crucial confiar en la transferencia, en el Sujeto Supuesto Saber, en la función del éxtimo, en un lugar afuera para poder orientarnos cuando estamos perdidos; porque el narcisismo nos pierde y eso lo sabemos por experiencia.

Entonces ¿cómo aliviar nuestro diálogo, nuestro trabajo en común de las tensiones inevitables que genera el narcisismo y los fantasmas de cada quien? Evidentemente no hay una solución acabada, en ello consiste el trabajo de cada día. Como decía Freud, cada día se trabaja en contra la pulsión de muerte. Y ¿cómo lo hacemos? ajustándonos fuertemente a la causa del deseo, a la cuerda del deseo. Si se podría enunciar una fórmula es esa. Ahora bien, si nos preguntamos qué forma puede tomar efectivamente, en tal o cual situación, descubrimos que no hay ninguna receta.

Lo que sí sabemos es que si podemos progresar es gracias al control de la experiencia y en eso nos han ayudado Freud, Lacan, Jacques-Alain Miller, nos han orientado a interrogarnos permanentemente sobre lo que no va de tal modo tratar de corregir los desvíos posibles sobre la marcha.

Ayer lo hablábamos con Alejandro, nosotros hemos recibido tanto del psicoanálisis, debemos admitir esa deuda. ¿De qué manera vamos a retribuir a la Escuela, de qué manera vamos a retornar algo del saber que hemos recibido y gracias a lo cual trabajamos y nos ganamos la vida? ¿De qué manera contribuimos a la vida de la Escuela? Y ahí está la función del cartel que se mencionaba hace un momento. Nos ayuda a mantenernos en la buena vía, en la buena dirección para hacer progresar el saber, gracias a la interlocución constante que caracteriza la experiencia colectiva de la Escuela.

Sofía Guaraguara

Vilma Coccoz muchas gracias por tu intervención, por la aceptación de esta invitación. Alejandro Reinoso también muchísimas gracias por la interlocución.

Se han tocado temas contemporáneos, actuales, del psicoanálisis que dan muestra de lo vivo, de lo actual y de lo que late. Tú decías, que por ahí es la sexta escansión que podría ser dentro de las escansiones que tú has nombrado. Veremos apres coup si después de cien años de la invención del psicoanálisis y el descubrimiento del inconsciente, la NEL pueda hacer esta escansión, veremos. Yo cerraría con una pregunta abierta, que de alguna manera creo lo han dicho. La pregunta sería ¿Cuál es el lazo, el lugar, el enlace de una institución de orientación lacaniana en la NEL?

NOTAS

  1. Cfr. Laura Sokolowsky, Freud et le berlinois.

Experiencia clínica-institucional de orientación lacaniana

Andrés Borderias – Inrerlocución: José Fernando Velásquez

José Fernando Velázquez

Actualmente, Andrés Borderías es director del Centro de Psicoanálisis Aplicado en Madrid. Todo esto es un recorrido del cual quisiera que pudieras hablar como primer punto, en donde, podríamos decir, has trabajado en muchas instituciones, tanto públicas como privadas, centros penitenciarios, centros con toxicómanos, hospitales de día y toda esta red asistencial que se ha ido creando, a partir de iniciativas que has tenido ¿Qué tal si podríamos empezar a hablar acerca de ese recorrido Andrés? Adelante.

Andrés Borderías

Acerca de mi recorrido. Para mí es un momento que surge de mis dificultades para trabajar en una institución pública. Los años de trabajo y tratar de encontrar un lugar en las distintas instituciones en las que he trabajado, donde pudiera tener la constatación de que mi orientación, por el psicoanálisis lacaniano, podría incidir de alguna manera; pero también a la institución, en la transmisión con los distintos profesionales con los que me fui encontrando.

Son muchos años, donde, además, para mí es importante encontrar una forma de orientarme respecto de la clínica, porque el hecho de trabajar en el ámbito de las instituciones ha implicado un esfuerzo considerable para captar cuál era la lógica que sigue en la perspectiva de una estructura. Esto, ahora, nos puede parecer obvio, pero en los años pasados para nada era así. Hay que recordar que hay una construcción de la orientación lacaniana que hemos ido siguiendo de la mano de Jacques Alain-Miller. Es, a mediados de los 90, que empieza a tener un lugar, en nuestra clínica, el término de psicosis ordinaria y, para todos los que hemos tenido un trabajo en la clínica, sabemos que hubo una re-orientación a partir de ahí. Entonces, es un recorrido que tiene que ver con mi formación y también con el desarrollo y el trabajo de la Escuela, con la orientación que me fui conduciendo.

Diría que este segundo momento comienza cuando Miller llama a la Acción Lacaniana, distintos textos tratan de construir cómo se produjo esta secuencia. Digamos que hay un primer momento que es la necesidad de formular, el Acto de fundación del 64. Lacan incorpora una sección de psicoanálisis aplicado y eso había quedado un poco parado dentro del campo freudiano, más allá de que hubiera tentativas particulares que habían ido poniendo en marcha distintos movimientos institucionales. A partir del año 2000, casi un poco antes, con El Otro que no existe, Miller y Laurent hacen una interpretación sobre la época, sobre las transformaciones de la época, hay una llamada al aggiornamento del discurso analítico. En Un esfuerzo de poesía, Jacques Alain-Miller habla de la necesidad de actualizar el discurso analítico, para estar a la altura y, en ese momento, esa llamada al aggiornamento del discurso analítico viene a coincidir con un momento político que es el desarrollo de las iniciativas, las normopraxis con la ley Accoyer. Es un momento político donde se quiere acorralar al discurso analítico, someterlo al discurso del amo.

En esta confluencia, de necesidad política y necesidad epistémica-clínica de aggiornamento, Miller acuña este término de Acción Lacaniana y pone en marcha el CPCT de París. Estamos hablando de unos años específicos. En este contexto, en la ELP, yo estaba en ese momento en el consejo de la ELP, hay una reflexión de buscar la manera de ponernos en marcha en esa orientación y la idea de abrir un primer CPCT en Barcelona. Decidimos, desde el consejo, construir la mejor plataforma posible para acoger y acompañar este esfuerzo, y se instituye el FCPOL ―Fundación para la Clínica Psicoanalítica de Orientación Lacaniana―, que es un invento de la ELP como fórmula asociativa, jurídica, para poder acoger este instituto que se va a poner en marcha en Barcelona.

Estamos en el año 2003-2004 y entonces hay un acontecimiento imprevisto en Madrid. Son los atentados del 11 de marzo que desgarran el tejido discursivo. Fue un trauma que fracturó “la cuidad de los discursos”, y en ese momento de traumatismo, de grave dificultad a nivel subjetivo de los colegas, y podríamos decir que de la sociedad misma, para poder acoger, darle un sentido a este acontecimiento, aprovechando la buena casualidad de que Guy Briole se encontraba en Madrid, en aquel momento dando un seminario sobre la marcha, transformamos ese acontecimiento en un acto de fundación de la red asistencial, que fue un primer invento en este contexto de orientación por la Acción Lacaniana que había introducido previamente Jacques Alain-Miller.

La red asistencial fue un dispositivo improvisado, orientado por el discurso analítico, que tomó las condiciones de gratuidad, de ubicación y de limitación temporal que ya tomábamos del CPCT de París. Empezamos a atender en la biblioteca de la sede de Madrid, con una lista de colegas que nos constituimos en una red de trabajo, que llamamos red asistencial, pero en realidad estábamos trabajando en la biblioteca de la sede de Madrid. Y empezamos a atender pacientes, algunos eran víctimas directas de los atentados, otros eran ciudadanos que habían padecido este acontecimiento con efectos traumáticos para ellos.

La red asistencial se puso en marcha, digo bajo estas condiciones de limitación temporal, porque les ofrecíamos atención gratuita durante unos meses en los locales de la biblioteca de la sede de Madrid, y fue una primera experiencia donde los ejes principales de un dispositivo de estas características conformaron su definición. Trabajo colectivo, presentaciones de casos entre nosotros, conversación, supervisión en un equipo de trabajo donde participábamos todos los que nos habíamos inscrito. Transmisión luego a la Escuela, y a la cuidad, porque hicimos presentaciones abiertas a la cuidad. Limitación del tiempo y gratuidad son los elementos que caracterizan este laboratorio tan particular que es un CPCT. Se abrió en ese mismo momento, un poco antes el CPCT de Barcelona y poco después abrimos el CPCT de Madrid el año 2005. Luego el CPCT de Málaga y finalmente el CPCT de Bilbao, que estuvimos abiertos hasta el año 2009, en una experiencia muy rica y que añade a, los elementos anteriores, la generación de una transferencia de trabajo inédita. Creo que este es otro de los elementos importantes de un dispositivo así.

La comunidad de Madrid, en aquel momento, ya era grande y concurren todas las comunidades; hay sensibilidades distintas, pero el hecho de tener este espacio vacío colectivo de trabajo común abrió una nueva forma de circulación de la palabra entre los colegas y de reflexión sobre la clínica y de co-responsabilidad de la experiencia, y hubo una corriente libidinal fuerte que abrió un momento distinto en la comunidad de Madrid. Hablando ahora, años después con otros colegas de las diferencias entre los distintos CPCT, creo que lo que se pudo compartir fue las condiciones de limitación temporal, gratuidad y de diferencias entre consultas y tratamientos; pero este dispositivo de CPCT de Madrid tenía una base previa que era la red asistencial, el traumatismo, la respuesta al traumatismo de Escuela, hay que decir que fue una respuesta política por el discurso analítico en la cuidad, que dejó una impronta para lo que después fue la experiencia del CPCT de Madrid.

Además, quiero subrayar la importancia de lo que es una respuesta política de la Escuela ante un acontecimiento así, es una respuesta por el discurso analítico en un momento donde la administración empezó muy rápidamente con los protocolos de intervención en toda la red sanitaria de la cuidad, una red se sobrepuso a este shock inicial efecto de los atentados. Como sabéis además hubo elecciones dos días después en España, que absorbieron políticamente parte de los efectos de este impacto. Es decir que el discurso del amo, la interpretación política electoral, y los discursos sanitarios vinieron rápidamente a ofrecer su sentido, su protocolización, su evaluación a esta irrupción de lo real. Tanta importancia tuvo que, aún tiempo después cuando en el 2009 cerramos los CPCT en España fue consecuencia de la crisis económica que nos cercenó parte importante de las subvenciones que nos había permitido funcionar hasta entonces; pero también, por una dificultad, voy a decirlo así, de la Escuela para poder reformular una experiencia que había iniciado una cierta deriva, quizás hablemos más tarde de este peligro en los dispositivos de la Escuela y en cualquier dispositivo que tiene una relación con el discurso del amo. Miller ya había venido a Barcelona en el año 2008 a una conversación donde interpretó una deriva en toda la AMP de las experiencias de los CPCT, una “cepecetización”, una deriva libidinal, un entusiasmo exorbitado que parecía estar consumiendo enormes cantidades del esfuerzo de mucha gente. Bueno, digamos que llegamos a un punto de impasse de la ELP, para conducir y reformular, reordenar esta experiencia y cerramos. Se cerraron los cuatro CPCT el año 2009.

A un tiempo después, y en otras coordenadas, esto ya fue una iniciativa mía, entendí que había que poder encontrar la manera de atravesar este impasse y entonces fue en Madrid donde yo me dirigí a transferencias que habían surgido en la época de los CPCT y de la red asistencial anterior, para poner en marcha una experiencia mucho más ligera, que no nos hiciese depender, en absoluto, ni de las subvenciones, ni del dinero, ni de ningún tipo de condicionamiento por parte de la administración. Afortunadamente, es un efecto de las transferencias del recorrido previo, una persona del ayuntamiento, me cedió unos locales, un espacio dentro del centro del ayuntamiento, y entonces hace seis años hemos puesto en marcha el CPA, sería el último tiempo de este recorrido. El Centro de Psicoanálisis Aplicado que no tiene otro gasto que un teléfono móvil, un bolígrafo y una libreta donde recogemos las llamadas de las personas que quieren ser atendidas, no tenemos más que ir a los despachos que nos cede el ayuntamiento de Madrid amablemente, sin ningún tipo de contra-prestación, porque no tenemos que dar cuenta de nada, ni responder a ningún tipo de demanda por parte del ayuntamiento. Y entonces, seguimos trabajando ahí en las mismas condiciones de limitación temporal, cuatro meses, gratuidad durante ese tiempo para los sujetos que acuden y también para los practicantes que participan de esta experiencia, el espacio de trabajo clínico como lugar central de elaboración de la experiencia y la transmisión después al Instituto en un departamento que abrimos ahí para la presentación del trabajo clínico, y la conversación con colegas de otras instituciones de España y Europa. Las presentaciones de los casos en la Escuela, el control y unas jornadas que hacemos periódicamente en la cuidad para tratar de transmitir a los profesionales de la red pública: salud, centros sociales, otros profesionales de la cuidad qué es el encuentro con un psicoanalista para todos aquellos que son derivados a un dispositivo como el CPA. Bueno, así dicho de manera rápida, éste sería el recorrido que arranca de mi experiencia propia y mi formación que no ha terminado, en absoluto, en las instituciones públicas y después mi recorrido por los dispositivos que hemos inventado, ya como dispositivos propios de Escuela, dispositivos lacanianos motivados por el discurso analítico lacaniano.

José Fernando Velázquez

Bien, Andrés, sugiero que todos tengamos en cuenta un par de elementos reforzando los momentos políticos y también los acontecimientos imprevistos que pueden suceder en las sociedades, como dos formas de aparición de lo real que exigen respuestas de los analistas o de las Escuelas. Ese elemento me parece bien enriquecedor como para tenerlo en cuenta. Bien, ahora quisiera que hicieras énfasis en ese llamado milleriano a la Acción Lacaniana, porque creo que la Acción Lacaniana se apoya, absolutamente, en ese llamado milleriano y quisiera que pudieras recordarnos todas las bases de la estructura que tiene ese llamado milleriano, que no es, simplemente, a hacer un activismo, sino un acto que pueda enmarcarse dentro de los principios del acto lacaniano.

Andrés Borderías

Acerca de las coordenadas, primero voy a responder en dos momentos, quiero recordar algo muy importante y es que el traumatismo, la emergencia de lo real y el surgimiento de los dispositivos de intervención, dirigidos a la población, forman parte de los orígenes del psicoanálisis. Es el mismo Freud quien impulsa las primeras experiencias y los primeros dispositivos. Hay un texto muy importante de Elizabeth Danto que se llama las Freud´s free clinics o más recientemente de Laura Sokolowlsky sobre Freud y los berlineses, donde evocan y recorren, ambas autoras, este tiempo fundacional de las clínicas psicoanalíticas dirigidas a la atención de los ciudadanos, abiertas, muchas de ellas, en condiciones de gratuidad también, donde, además, se articulaba al instituto clínico de Berlín con Abraham, que es el primero de estos centros que se abre, pero que también se apoyan de una experiencia anterior que es la atención a los traumatizados de guerra entre 1914 y 1918, como saben todo el mundo, el mismo Freud y los colegas de la primera generación de analistas fueron convocados por las autoridades gubernamentales del imperio austro-húngaro para atender a los soldados traumatizados. Y hay un nexo entre los acontecimientos que desgarran el síntoma de la época y la respuesta desde el discurso analítico a través de dispositivos. Esto es lo primero que quería recordar, este tiempo es un tiempo muy rico en enseñanzas y hay que dedicarle atención porque encontramos una evolución en Freud que, los mismos psicoterapéuticos del primer momento, a un segundo momento de advertencia, el riesgo de mezclar el oro puro con el cobre. Hay algo que Freud capta del riesgo en la deriva hacia la psicoterapia, como un elemento crucial, que puede acabar con el discurso analítico.

Esto está presente todo el tiempo, para nosotros está presente desde el Acto de fundación de Lacan, él mismo, tres años después, cuando ya propone su dispositivo para la verificación del final de análisis, La proposición del 9 de octubre, advierte sobre la deriva psicoterapéutica y lo va a hacer en muchos momentos después. Lo hará después en Televisión en el año 74; por ejemplo, cuando utiliza expresiones que hay que escuchar, tengo aquí la cita: “es cierto que cargar con la miseria, como usted dice, es entrar en el discurso que la condiciona, aunque más no sea a forma de protesta. Los psico quienes quiera que sea, aquellos que se dedican a vuestra supuesta calma no tienen que protestar sino colaborar, lo sepan o no es lo que hacen.”

Así que, la única forma de escapar a la deriva psicoterapéutica que el propio discurso del inconsciente reclama a cada uno, porque se sostiene en el repudio a lo real, y en el no querer saber acerca de lo real, tiene que ver con la formación del analista en cuyo horizonte está el final del análisis y el pase. La Acción Lacaniana se puede plantear a partir de que la Escuela tiene ya una madurez para poder dar cuenta del final del análisis. Por eso me parece que hay una temporalidad, del momento en que Miller hace resonar este significante Acción Lacaniana, para llegar a la Acción Lacaniana y poder mantener la tensión con lo que supone un análisis llevado hasta el final, hay que tener la estructura, la madurez para poder sostener esa tensión. Este sería, quizás, la primera cuestión de fondo respecto a qué hay que tener en cuenta para entender la Acción Lacaniana, porque si no, sí se convierte en un activismo, se transforma en empuje hacia las buenas intenciones o hacia la respuesta rápida ante la emergencia de un traumatismo y hay un riesgo importante de que podemos desorientarnos respecto de qué es intervención en la institución, qué intervención posible hay bajo la orientación de lo real. Incluso, si con cada caso tenemos que tomar una decisión, en cada lugar donde hay un analista, sea cual sea la institución, sobre el destino o la orientación que le vamos a dar a esa demanda. A la orientación es que hay que conducir a la psicoterapia, no hacia el psicoanálisis porque hay una reacción rápida acerca del daño que puede producir la toma de la palabra en su sentido interpretativo, por fuera del sentido común, por fuera del sentido. Entonces, hay que tener la formación suficiente para poder sostener los efectos del encuentro con un analista en una institución.

De todos modos, la Acción Lacaniana no se resume, no se limita a la construcción de dispositivos, la Acción Lacaniana viene acompañar la puesta en marcha de la formación de los Foros, que fue otro invento en aquel momento por parte de Jacques Alain-Miller, como una manera de movilizar a la opinión pública. Y si queréis, podemos diferenciar distintos registros en la Acción Lacaniana. Hay uno que es muy político que es una respuesta a las agresiones, al intento de asesinato del psicoanálisis. Entonces, todas esas iniciativas de los Foros, en los años 2004-2005, que consiguieron detener el intento de la ley Accoyer, hay que tener en cuenta que hubo una victoria de esa batalla. Fueron una de las formas de concreción de la Acción Lacaniana; la puesta en marcha del CPCT de París fue otra, la puesta en marcha del PIPOL ―Programa de Intervención en Psicoanálisis de Orientación Lacaniana― empezó en ese momento también como un impulso dado por Jacques Alain-Miller a un esfuerzo de elaboración colectiva.

Está entonces la cara epistémica, la cara de la elaboración y de la investigación, es otro elemento de la Acción Lacaniana elucidar lo que hacemos en los dispositivos, lo que hacemos en los lugares alfa, lo que hacemos en los distintos inventos que se han ido poniendo en marcha en muchos lugares. En un esfuerzo de conversación y responsabilizarían también, donde interrogamos las limitaciones del tiempo y del dinero, qué efecto tiene esto en la dirección de un tratamiento, donde investigamos sobre la transferencia, la conclusión y su destino. Investigamos sobre elementos que han ido surgiendo términos de una pragmática que nos interesa tener en cuenta para apoyarnos en nuestro trabajo y en nuestra investigación. Por ejemplo, en la conversación clínica Efectos terapéuticos rápidos, en Barcelona hace de esto doce años casi, Miller introduce el término cura rápida, es un término hipotético para investigar , para pensar si tiene sentido hablar de curas que concluyen de una forma rápida en los dispositivos inventados por nosotros; y eso tiene una coherencia lógica, los términos ciclo y foco que introdujo, en esa conversación, para interrogar e investigar la estructura temporal de un tratamiento, tanto en la consulta como en los dispositivos. Son elementos clínicos, epistémicos, de investigación, es otra cara de la Acción Lacaniana que tiene que articularse con las iniciativas y puesta en marcha de dispositivos, y sobre todo es fundamental la articulación con la Escuela, mantener, diría aún más en hacer desear a la Escuela, un deseo de saber respecto de lo que se hace en los dispositivos, para mantener una conversación sobre los principales elementos que conforman su particularidad, porque si no, sabemos del riesgo de aislamiento en las instituciones.

Así que sí, está la dimensión política, pero está la dimensión epistémica, también hay una dimensión clínica, los dispositivos a pie de calle. Para muchos colegas que nunca trabajaron en una institución pública es la oportunidad de situarse en esa corriente que camina por las calles, que no necesariamente demanda directamente un análisis a un analista. Hay ahí un terreno interesante de la formación y de la investigación, donde captamos de manera directa las nuevas formas del malestar, porque llegan allí donde hemos abierto un espacio. Según donde situemos el dispositivo, y las características de la oferta, generamos demanda y esto puede estar situado en el ámbito de la infancia, de la adolescencia, la juventud, la diversidad dependen de la construcción de los dispositivos que de repente encontremos un flujo de síntomas que nos van a permitir tomarle el pulso a la época, y éste es otro elemento importante de la Acción Lacaniana. Es el punto de nuestra formación.

José Fernando Velázquez

Andrés, la expresión que has dado, de ser un campo donde se capta aquello de la época y que le permite también al psicoanálisis reformarse e inventar a partir de la fuerza que haya en la formación del analista que está expuesto a eso. Quisiera que pudieras entonces dedicar un momento a tratar de hablar de la clínica en la institución, ¿a qué llamaríamos hacer clínica en la institución? y ¿cuáles son los principios de esa experiencia clínico-institucional?

Andrés Borderías

Bueno digamos “como” una fórmula, digamos que la principal institución es el discurso, luego esta institución se concreta en dispositivos muy diversos, pero ese discurso y la ética analítica es la que permite constituir un lugar alfa. Miller en el 2007 inventa este término. Lugar alfa es un lugar de respuesta, no es un lugar tanto para la escucha en el sentido de la apertura de la palabra, es un lugar para dar respuesta. En el que, el parloteo toma forma de pregunta, y la pregunta misma gira hacia la respuesta dice Jacques Alain Miller. Hay que tomar esta expresión o esta fórmula también como un punto de trabajo, porque y esto es lo complejo de los dispositivos que tratamos de poner en marcha, los dispositivos tienen que estar necesariamente orientados por el discurso analítico, y el discurso analítico es la institución. Luego podrán encontrar su conformación particular dependerá de los inventos que en cada sitio hay que promover.

El discurso analítico es lo que podrá transformar la transferencia, en una transferencia analítica y hay un primer tiempo que es crucial y que depende del tipo de institución, que depende del tipo de dispositivo, va a tener que decidir rápidamente el destino de esa primera demanda según el discurso analítico. No es lo mismo las instituciones de cuidado de vida, donde una persona puede quedar ingresada por un tiempo indefinido, donde, quizás, lo que se trata de obtener es un plus de vida, de cuidar la vida del sujeto, y sabemos de muchos colegas que trabajan en instituciones así, instituciones de cuidado, no es lo mismo estas instituciones a instituciones donde la palabra y la interpretación forman parte de la conformación del dispositivo. Por ejemplo, los CPCT o el CPA, u otros dispositivos de esta índole donde se trata del encuentro con el psicoanálisis y con un psicoanalista y donde hay que cuidar cuáles pueden ser los efectos de la interpretación sobre el sujeto o el parlêtre que viene a consultar. No todo el mundo puede soportar la interpretación, lo sabemos; entonces hay que tomar una orientación distinta.

Esto es uno de los fundamentos cruciales de la orientación clínica de los analistas o de los practicantes que forman parte de estos equipos y dispositivos. Así que hace falta una formación muy sólida para poder tomar la responsabilidad de acoger en las condiciones de limitación temporal, económica o las condiciones que sean, una demanda cuando se presenta de esta manera. A partir de ahí hay que ver, y esto forma parte del laboratorio por ej el CPA o el CPCT, hay que ver cuál es la disposición del sujeto, hasta dónde quiere el sujeto llevar las cosas, hay una relación compleja entre la orientación que el analista le va a dar a esta demanda si es que se conecta con el inconsciente, porque habrá un horizonte en la conclusión del dispositivo, y según se oriente esa conclusión, quizás de paso la demanda pueda continuar después en consulta para iniciar un nuevo recorrido, con otro alcance. Este punto clínico es otro de los elementos de trabajo constante, cómo se orienta el analista practicante en estos dispositivos a partir de la toma de palabra del deseo del sujeto a partir de la orientación que el analista va a dar a su sufrimiento, a su malestar en las condiciones que el dispositivo ha delimitado. Y vemos que hay una gama muy diversa, hay sujetos que concluyen su recorrido muy rápido en la institución, donde quizás ha cumplido este término que Jacques Alain-Miller proponen en Efectos terapéuticos rápidos de “cura rápida o cura completa” son formas que él utiliza. El sujeto puede haber captado por ejemplo, la dimensión de la repetición en su vida y decidir a partir de ahí en una encrucijada. O puede haber subjetivado su malestar con un síntoma, y ser suficiente con eso para él. O puede haber captado un significante fundamental vinculado a su malestar en el transcurso de las entrevistas que ha tenido con un analista o con un practicante. O puede haber quedado tocada una identificación. O puede haber captado la distancia entre un hecho y un dicho, por ejemplo, es lo que Miller propone en el caso Minna que presentó Aracely Fuentes en las conversaciones Efectos terapéuticos rápidos, un caso atendido en la red asistencial, con efectos para el sujeto con la caída de un ideal.

Todos estos son efectos analíticos que pueden tener efectos terapéuticos, es una secuencia que es importante mantener diferenciada. No se trata de buscar efectos terapéuticos, sabemos que hay efectos terapéuticos rápidos, muy rápidos o rapidísimos a veces en una sesión, dos o tres para el sujeto; pero, no es esto lo que buscamos, los efectos terapéuticos son colaterales, son por añadidura; son efecto de los efectos analíticos y no, necesariamente, coinciden con el tiempo en que el sujeto está acudiendo al dispositivo. Esta diferencia es importante porque orientarse por la búsqueda de efectos terapéuticos es una condición para abandonar rápidamente el discurso analítico y entrar en una psicoterapia decidida, decidida pero impensada.

Otra cosa, como Lacan dice en Televisión, es que el analista orienta hacia la psicoterapia pero, es una decisión distinta a la que se produce cuando alguien ignorante de su propia posición, con respecto a lo real, conduce a un sujeto hacia los efectos terapéuticos. Entonces, esta tensión entre los efectos analíticos y los efectos terapéuticos es otro de los elementos de trabajo de investigación, de interrogación, de control, de corresponsabilidad con el dispositivo.

Si estamos en el campo de la psicosis hay que tomar decisiones también, conducimos al sujeto hacia un lugar distinto de este lugar de la toma de la palabra, porque vemos que la palabra puede llevarle a lo peor. Bien, hay que tomar decisiones. O pensamos que puede haber una sistematización en el tiempo ofrecido desde los dispositivos orientados por el psicoanálisis, entonces nos ponemos manos a la obra. Incluso para el campo de la debilidad mental hay una orientación muy valiosa que introduce Jacques Alain-Miller en un texto que se llama La salvación por los desechos. Jacques Alain- Miller con cierta ironía, por qué no, advierte de las buenas intenciones que pueden acompañar a los profesionales, y también de la pregunta que hay que hacerse con todos aquellos que acuden a los centros gratuitos, atraídos y convocados por la cierta “buena voluntad del otro”. Miller señala la posición débil del sujeto, no es lo suficientemente paranoico para captar que, quizás, no es lo mejor, que el otro tenga buenas intenciones respecto de nuestro malestar o para nosotros. Introduce una serie de indicaciones para la clínica con el débil; es el momento en que estamos oponiendo la debilidad mental a la locura, con la debilidad mental a la paranoia. Entonces la paranoidización del sujeto es una indicación clínica, la paranoidización que implica construir un vínculo con el otro que quizás va a permitir al sujeto salir de la posición de debilidad. En este texto, Miller da una serie de indicaciones también para la clínica en instituciones que me parecen muy sutiles y muy precisas. Voy a leer un párrafo, dice Miller qué busca entonces llevar a cabo la pragmática de la desinserción que implica la debilidad mental, y la desinserción como un efecto mayor en el campo de la debilidad, cuando se confronta a la falta de la paranoia. El analista busca flexibilizar entonces una identificación sin duda que permita al sujeto encontrar su lugar, en una de las múltiples rutinas de las que está hecha la organización social y que tiene por propiedad estabilizar la relación del significante al significado, la relación del sujeto a las grandes significaciones del amo. Se trata de una identificación de goce en el lugar del Otro. Es decir, el equivalente de lo que su fantasma procura al neurótico como tal, se trata de desatar una parcela de goce que pueda constituirse en objeto, y primeramente objeto de una narración de una storytelling que pueda hacer las veces de fantasma.

Bueno, es una indicación clínica muy valiosa para los sujetos que acuden a los dispositivos en esta posición de debilidad para orientar la construcción de una cierta sistematización paranoica. Recordemos que Lacan habló de la cura como una paranoia dirigida, esta paranoidización del débil es también una orientación importante en la clínica de la no neurosis vamos a explicar, entre la debilidad y la locura.

Así que desde el 2000 al 2019 vemos que ha surgido una múltiple gama de términos y articulaciones y de precisiones que son muy valiosas para nuestro trabajo en las instituciones. Lugares alfa, la cura rápida, la paranoidización del débil, la sintomatización en la psicosis, el bricolage, hay toda una riqueza que viene acompañando el movimiento epistémico y clínico que arrancó con las conversaciones de Arcachón y Antibes que luego se articuló con esta orientación política. Éste es el sentido que yo creo fuerte de la propuesta de Jacques Alain-Miller en Un esfuerzo de poesía cuando dice “es el momento de aggiornar nuestra clínica a una época que está cambiando”. Ha cambiado la sintomatología, la evaporación del nombre del padre nos ha colocado de una manera distinta en este contrapunto debilidad y locura. Las iniciativas del campo del discurso del amo son muy agresivas por la vía de la evaluación y el cientificismo hacía el psicoanálisis, entonces los inventos articulados a la Escuela están llamados a jugar un papel importante. En Francia tan importante es que las últimas intervenciones de Jacques Alain-Miller tras heréticos sitúan los CPCT al lado de la Escuela como pilares fundamentales de trabajo en la época actual. Y creo que a veces perdemos de vista este horizonte trazado por Miller desde el año 95. Tenemos un bagaje de términos y de cuestiones clínicas importantes para acompañar este trabajo, no podemos perderlo de vista.

Otra cosa es el momento en el que estanca a la Escuela a la comunidad analítica, para poder confrontarse con una tarea así, esto es una cuestión ya del uno por uno en cada lugar. Y no necesariamente los dispositivos tienen que ser dispositivos de la Escuela. Las iniciativas particulares, que responden a un deseo, se pueden ubicar, en un segundo momento, en el cómo se puede hacer esta articulación con los institutos y las Escuelas, es una cuestión a ver en cada sitio y en cada lugar.

Sofía Guaraguara

Quería agradecer a todos los colegas de la NEL, amigos de la NEL en Europa, en América Latina, a la EOL, a los de la ELP. Un saludo especial para ti Andrés por transmitirnos tu experiencia de los CPCT de Madrid que llevas encaminando hace muchos años; por transmitirnos los períodos, ahora tú has iniciado otro. Y esto sobre la formación del analista, que es como un diálogo, la formación del analista y luego que transmite a la acción lacaniana. Primero es lo sólido que tiene que estar, para que este enlace de acción lacaniana que estoy contenta que se pueda realizar alrededor de esta conversación. Agradezco también a José Fernando Velázquez por las preguntas y por precisar y puntuar, que permite un diálogo. Yo resumiría esta primera parte, si me permiten decir, que la acción lacaniana no es sin un analista que está en formación continua con su relación con la Escuela a la hora de la lectura de su época. Demos la palabra a los colegas que quieran hacer preguntas.

José Fernando Velázquez

Andrés podrías volver a darnos la referencia que diste de Freud que no la entendí bien, por favor si podrías repetirla.

Andrés Borderías

Hay dos libros que nombré, una escritora que se llama Elizabeth Danto y se publicó primero en inglés como The Freud´s free clinics ―Las clínicas gratuitas de Freud―, está traducido al castellano, creo. El otro es de una colega de la École que se llama Laura Sokolowlsky y se titula Freud y los berlineses. En estos dos volúmenes, se hace todo un recorrido y una investigación por ese primer momento constitucional. Yo hasta que no los leí no sabía que habían existido hasta 10 centros gratuitos en Europa promovidos por Freud. Frankfurt, Berlín, Venecia fue por los años 20, en Viena por supuesto, algunos articulados a los institutos. El instituto clínico en Berlín fue el primero con Abraham al frente. Entonces se trataba de la oferta de una atención gratuita a la cuidad, o con unos bonos, bueno hay distintas fórmulas. Por otro lado, un trabajo clínico y un trabajo de formación de los analizantes de la época, esta primera, segunda generación. Como decía, se sostiene de un momento previo, que es la demanda por parte del estado austro-húngaro a los psicoanalistas en colaborar en el tratamiento de las neurosis traumáticas, de los traumatismos de guerra. Cosa con la que Freud tuvo muchísimo cuidado porque vio rápidamente el peligro de querer ser transformados en herramientas por parte del imperio, administración austro-húngara. De hecho, mantuvo una actitud muy prudente respecto a esta demanda.

Otra cosa es que algunos analistas, a título individual, participaron del tratamiento de la neurosis. Conocemos los trabajos de Otto Rank, o de Victor Tausk sobre los traumatismos de guerra. Y también la deriva de Ferenczi con la terapia activa, queriendo acelerar los efectos clínicos del tratamiento. O sea, que estos elementos están desde muy pronto en la historia del psicoanálisis, el riesgo de la deriva en la psicoterapia, la relación con el discurso del amo. Por otro lado, la eficacia, poder demostrar los efectos terapéuticos producidos por el discurso analítico. Es aquí donde debemos tener una buena orientación para saber qué hacer con esto.

Claudia Zulueta

Quería preguntarte Andrés por la cuestión de la gratuidad de los tratamientos, ¿cuál es la experiencia que tú tienes con relación a esto?, ¿cuál es la lógica a partir de la cual se piensa la gratuidad del tratamiento analítico?, y ¿qué efectos has podido ver en el transcurso de tú experiencia con relación a este punto?

Andrés Borderías

Es un tema muy importante, como dice Miller, la gratuidad se puede sostener por la limitación temporal, se puede sostener por un tiempo y por un acuerdo propuesto desde el primer momento. Esto en términos generales. Luego hay que decir algunas cosas, hay que diferenciar la gratuidad y el uso del dinero, porque hay que constatar que el sujeto quiere poner en juego algo de su goce. Hay un pequeño precio, que aunque no pague con dinero el sujeto tiene que pagar en su disposición a ceder algo de su goce. Y esto forma parte de la maduración que tiene que hacer el clínico en el tratamiento. Dicho de otra manera, no se va a parlotear, esto es una cuestión fundamental. Tampoco vamos a aceptar a alguien del lado de la perversión, vemos un tipo de ir a husmear a dividir al clínico, son cuestiones un poco clásicas, un poco obvias.

La gratuidad lo es también para el clínico, yo lo que constato es que los colegas y los analistas en formación y los practicantes, que participan del stage que realizamos, cobran su formación obtenida. No sé si esta expresión es interesante, pero hay algo de los efectos de formación muy agudos porque la naturaleza del proyecto implica una corresponsabilidad que no te deja dormir, que hay un efecto de formación fuerte para los practicantes. Fuerte por, al menos, la dimensión del proyecto.

Luego hay otra cuestión más, el tiempo limitado es un tiempo hasta 16 sesiones, o hasta cuatro meses, no necesariamente es así. No hay porque llegar a las 16 sesiones o a los 4 meses; en el caso del CPCT o del CPA el recorrido concluye cuando lo decide, puede ser en la segunda sesión. Y me parece que en las neurosis obsesivas hay que tener también un cuidado particular con la cuestión de la gratuidad. En las neurosis obsesivas hay un riesgo por la gratuidad misma, de que el dispositivo rápidamente sea despreciable o despreciado o el analista como tal. O que sea necesario introducir la interrupción o la conclusión del recorrido en el dispositivo, para proponer su continuidad en la consulta con un pago, introduciendo así el dinero como un acto en un momento determinado del tratamiento. Por supuesto, esto es caso por caso, pero es verdad que en la neurosis, especialmente en la neurosis obsesiva, hay un riesgo de quedar rápidamente en su dimensión inconsciente a partir de la gratuidad por la presencia de la lógica anal en el deseo del obsesivo. Entonces hay que tener cuidado.

Son cuestiones generales que nos permiten entender que el marco de tiempo y dinero hay que considerarlo desde el primer encuentro. No hay un compromiso de llegar hasta las 16 sesiones de una forma protocolar o automática, es “hasta”. Y este “hasta” es importante transmitirlo a partir de la enunciación, se puede enunciar claramente en el enunciado, pero en la enunciación tiene que estar presente todo el tiempo, en cualquier momento se concluye, es una decisión que toma el analista, por la lógica misma del caso.

nica Febres Cordero

Las palabras tuyas, en esta intervención, me resuenan mucho en el siguiente sentido, de la responsabilidad de poder llevar esta investigación de vuelta a la Escuela; por un lado, abrir un espacio en la Escuela donde podamos pensar, y luego, la necesidad de un analista orientando, recibiendo las respuestas que se producen en la institución. Trabajamos en instituciones muy carenciadas, de niños, adolescentes y adultos mayores. Muchos depósitos donde van a parar los sujetos y se producen efectos. Entonces, en lo que tú has dicho ahora, me anima a pensar en la necesidad de un seguimiento por parte del analista de eso que se está produciendo.

Andrés Borderías

Sí, totalmente de acuerdo. Antes me preguntaba José Fernando por la Acción Lacaniana y sus condiciones. Está claro que uno de los elementos centrales tiene que ver con la transmisión y la renovación de la transferencia, reinventar el psicoanálisis es reinventar los efectos transferenciales, y es en la medida que podemos transmitir algo de lo que hacemos. Hay un lado que es el debate, la orientación y el control respecto a la orientación de nuestro trabajo. Hay otro que tiene que ver con la investigación y la transmisión de lo que encontramos en los dispositivos. Sea el espacio alfa que uno ha generado en el hospital, ya sea el dispositivo inventado, orientado y sostenido por los psicoanalistas. Ya sea un espacio sostenido con la administración en un dispositivo público o privado, en los distintos ámbitos institucionales nos interesamos por la orientación del tratamiento, los efectos obtenidos, las nuevas formas del síntoma y todo ello para hacer existir el psicoanálisis. También, para hacer existir a los ciudadanos síntomas de la época es otro elemento más de la Acción Lacaniana, el ciudadano síntoma, el ciudadano que se hace responsable de su síntoma y que capta algo del relieve subjetivo del mismo es una contribución también del esfuerzo de la Acción Lacaniana en una época de la normopráxis, de la homogeneización, la estandarización de las identidades, de las identificaciones de los sentidos. Hay un efecto sobre la época que pasa por producir la diferencia. Yo recuerdo de este debate que hablaba antes, en el 2009, sobre la pertinencia de los CPCT con Jacques Alain-Miller y una de las cosas que yo quería, en aquel momento, era hacer valer en qué medida estos dispositivos mucha gente viene bajo términos de la época y en muchas ocasiones se marchaba habiendo encontrado un significante propio para poder nombrar su malestar, un significante propio de su historia, de su subjetividad. Ese pequeño efecto ya había tenido efectos sobre su goce, y es una manera de contribuir a la construcción del ciudadano síntoma. Es otro de los elementos de la Acción Lacaniana. Así que, lo que tú traes, la necesidad de mantener una transmisión me parece que es fundamental, un elemento fundamental de la política de la Acción Lacaniana.

Orlando Mejía

Nos pudiera plantear alguna cosa sobre la experiencia del psicoanalista en la institución psiquiátrica.

Clara María Holguín

Quería preguntarte o, si es posible que nos amplíes un poco sobre un punto crucial que has tocado que es el tema de la formación y la relación con la escuela. No solamente por lo que implica el riesgo de la deriva terapéutica, sino como has dicho la necesidad de valoración, orientación y los efectos de formación que esta experiencia produce en el practicante. Me refiero, específicamente, si nos puedes dar algunas indicaciones de cómo trabajan en los ateliers clínicos, controles, dispositivos de ese orden que son necesarios que acompañen a los dispositivos que se proponen en cada lugar.

Luisa Aragón

Quisiera si pudieras ampliar esta vuelta de otra manera en donde, no se parte de la institución que se construye dentro de una Escuela como un CPCT, que se plantea para ofrecer un servicio a la comunidad en general, sino de cómo, desde el deseo por formalizar un trabajo a nivel institucional, por parte de alguien, como practicante del psicoanálisis se hace cargo de esta singularidad y de este síntoma y de los relieves que esto tiene, lo puede poner a disposición del trabajo institucional y esto contagiar al trabajo de otros, en la Escuela.

Andrés Borderías

Responderé de la última a la primera, si os parece. Primero, no se trata de habilitar un servicio a la comunidad, esto es muy importante, no abrimos los dispositivos para hacernos cargo del malestar social, no es esta tarea del analista. Por eso cité antes a Lacan en Televisión, cuando decía que quienes se hacen cargo del malestar, lo sepan o no, lo sepan en realidad, se han incluido en el discurso del amo, de los que se proponen soportar el malestar social. Los dispositivos tienen una función compleja; tienen una función, como dije, de investigación; tienen una función de laboratorio; tienen función de formación; y tienen una función política. Pero no se proponen el bien respecto del sujeto, proponen el encuentro con un analista, y eso puede no ser querido por aquel que acude al dispositivo, pensando, por ejemplo, en que es un servicio social. Esto nos toca muchas veces, personas que acuden porque el trabajador social los ha derivado y entonces vienen con una idea de que nosotros les vamos a decir qué hacer o vamos a resolver su problema nosotros. Hay todo un trabajo inicial donde el sujeto va a encontrarse con el discurso analítico. Y a partir de ahí eso puede arribar a un trabajo, ¿por qué no? Puede haber un consentimiento al discurso analítico, y de ahí vamos a obtener un montón de elementos importantes para el psicoanálisis y para la experiencia con la cuidad, para la renovación de la episteme.

La segunda cuestión, ¿cómo concretamos la formación? Bueno, en la época de los CPCT yo me orienté por lo que había puesto en marcha Miller en París y él había abierto primero un taller, que lo llamó taller de psicoanálisis aplicado en el marco del instituto para aquellas que iban a hacer stage tenían que hacer primero dos años en el CPA de formación, dentro del contexto de formación del instituto y, luego de ese tiempo, se incorporaban durante un año en el stage. Ese stage implicaba un primer tiempo de inmersión en las reuniones de equipo de los CPCT de Madrid, les digo lo de Madrid porque seguíamos esa orientación. Había algunos que estaban en análisis, controlaban, ya tenían una práctica previa. De tal manera que no se iban a autorizar en su práctica en los CPCT, y esto fue importante también para no generar efecto de identificación como efecto de incorporación al stage, por ejemplo. Esto fue un problema en otros CPCT en otros lugares. En Madrid no, porque tomamos la precaución de admitir solamente al stage a analizantes que ya tenían práctica previa. Como ven, tienen que tener las condiciones de titulación para poder cumplir con todas las condiciones de la administración, no podía ponerse en riesgo el CPCT admitiendo a un sujeto que no tenía la formación universitaria necesaria, y estos son handicap que se van supliendo. Y luego la participación en el stage era parte de la inclusión en el equipo clínico, era parte de la recogida de las notas de cada una de las sesiones, la puesta en común de los casos, durante el tratamiento, si ofrecía dificultad, el control con un analista por supuesto, la presentación de los casos una vez concluidos frente al equipo clínico, y además manteníamos cada reunión clínica cada semana aprovechando la venida de los colegas de otras Escuelas, colegas de la École para que hicieran un papel éxtimo de las reuniones clínicas. Es decir, tratamos de construir todos los elementos para mantener una tensión de trabajo, de investigación, de lectura de textos, también durante el tiempo del trabajo en el equipo. Y conozco otros CPCT donde han inventado cosas que me parecen muy interesantes, por ejemplo, en el CPCT de Bruselas los que hacen un stage empiezan a atender un caso que les es derivado por el equipo de consultas y, al terminar el tratamiento, construyen el caso que lo va a presentar la persona que hizo la primera consulta, no el que ha hecho el tratamiento. Es decir, que ponen el acento en la transmisión del que ha llevado el tratamiento vía el que ha hecho la consulta al equipo clínico. Me parece que es un recorrido muy interesante porque aumenta todavía más discusión en el esfuerzo de elaboración, escritura y elaboración del texto de la construcción del caso. O sea, que podemos ver cómo el dispositivo nos permite inventar procedimientos para que el esfuerzo de elaboración, de invención y de transmisión pueda dar de sí lo máximo posible.

En Madrid, por ejemplo, yo lo que he hecho del CPA no es de la Escuela, sino una asociación autónoma independiente de la Escuela, y la constituimos cuatro personas. Pero lo articulé con el departamento de psicoanálisis aplicado del instituto que puse en marcha para poder presentar periódicamente, ante los asistentes del departamento, sobre el trabajo clínico que hacemos en el CPA. El CPA tiene sus reuniones clínicas, pero además presenta los casos en el departamento y, eventualmente, los miembros del equipo presentan su clínica en las jornadas de la Escuela, en las reuniones clínicas de la sede de la comunidad de Madrid, en fin. Hay una posición claramente orientada en la misión del CPA para la transmisión, la presentación y la confrontación del trabajo con los colegas.

Y todavía creo que hay que hacer algo más, me parece que es muy importante que la Escuela interrogue los dispositivos y para eso pusimos en marcha el segundo tiempo de la Fundación. No he hablado de eso, puedo hacerlo ahora muy rápido. La Fundación, después del cierre de los CPCT, quedó un poco stand by y hace cuatro años decidimos relanzar el trabajo de la Fundación con las conferencias internacionales, por un lado, y luego constituyendo la red de dispositivos colaboradores de la Fundación con una jornada anual y con proyectos de investigación para que haya un intercambio epistémico entre ellos; y por otro lado, para que haya una conexión con la Escuela y podamos mantener una tensión sobre los puntos de peligro, porque los dispositivos tienen el peligro de deriva hacia la psicoterapia o la deriva hacia las exigencias del discurso del amo. Entonces, es muy importante mantener, en esos puntos de conexión, la interrogación. No todos los dispositivos que son colaboradores de la Fundación son CPCT, sino sólo hay como tales el CPA de Madrid, el CP adolescentes que es la reciente creación en Madrid, también. Luego está el CPBI en Bilbao, la Clínica de A Coruña y varios dispositivos de Cataluña. Está la red de atención temprana de la Fundación de atención temprana. Son experiencias muy distintas: algunas en hospitales, otras ONG, y otros son dispositivos creados por lacanianos como la clínica de la Coruña o el CPA. Tratamos de mantener una conversación sobre las condiciones de los dispositivos y la tensión que introduce sobre el discurso analítico por su conformación, por sus características. La clínica, por ejemplo, sí cobra a los pacientes, un poco, lo suficiente para que puedan hacer su recorrido ahí, en otros sitios no hay limitación temporal, son elementos de los distintos dispositivos.

Hay colegas que trabajan en hospitales, que es la última pregunta que dijo Orlando sobre los hospitales. Ahora ya, dada la degradación y el derrumbe de la clínica clásica psiquiátrica, el psicoanálisis es la última oportunidad que les queda a los profesionales de la psiquiatría para recuperar una inspiración clínica. Así que, qué lugar le toca a los analistas ahora en los hospitales psiquiátricos. Yo creo que es mantener viva la llama de la clínica y tratando de despejar la dimensión de lo real en toda esta marabunta de medicaciones y terminología médico-cientificista que está al servicio de ocluir la dimensión de lo real.

Bueno, creo que he respondido varias cosas, así en diagonal.



RESONANCIAS DE LOS OBSERVATORIOS DE LA FAPOL


Investigación en migración: Efectos de enseñanza

Alejandra Hornos

“Huellas Migratorias, duelo y religión de personas migrantes” (2010), “Maternidad Transnacional, vivencias migratorias de madres e hijos adolescentes” (2012) y “Participación Ciudadana, ejercicios de derechos y dinámicas de inclusión de los/as bolivianos/as migrantes” (2018) son tres investigaciones sobre el fenómeno migratorio en Bolivia. Fueron investigaciones que posibilitaron una lectura de la migración en tres tiempos lógicos y cronológicos distintos, correspondientes a las coordenadas históricas, económicas y políticas de la región. Trabajos en los cuales, la lectura analítica de la movilidad humana, presentó virajes respecto a la complejidad de la migración y el psicoanálisis en la investigación.

La primera investigación (2010) propuso una lectura más sociológica, enfatizó el impacto que la migración – como un fenómeno ajeno – tenía en la vida de los sujetos. La segunda, (2012), ubicó el fenómeno migratorio como una elección estrechamente vinculada con la historia del sujeto y los modos en que cada quien, responde a las contingencias familiares y económicas. Es en la tercera investigación (2018) donde cobra relevancia algo de lo estructural en la migración, vinculada al modo de goce del sujeto más allá de su ser migrante.

La pregunta, acerca de los efectos de enseñanza de esta experiencia investigativa, ubica el pasaje de una lectura que señala lo imaginario y simbólico de la migración, a otra que apunta a lo real en juego. Un pasaje de las significaciones estigmatizantes del modo de gozar del Otro y del sujeto mismo, a la extranjeridad respecto a su lengua y su cuerpo. Una lectura “con el psicoanálisis”, en la que éste es una herramienta de interpretación entre otras, a una lectura “desde el psicoanálisis” que ubica, analíticamente, lo real que se presenta en la migración y el modo en que cada quien se las arregla con ello.

La migración humana, en su estatuto de desplazamiento, no es otra cosa que movimiento. Etimológicamente, “Migración” refiere a “acción de migrar”; del latín “migrare”, cambiar de residencia o moverse y el sufijo “-ción” que remite a “acción y efecto”. [2] Migrar implica cruzar una frontera, un límite imaginario donde lo simbólico marca un litoral señalando una línea movediza entre lo conocido y lo extranjero. [3] Todo migrante incorpora en su decir una litoralidad, un “aquí y allá”; conformando un espacio transfronterizo, donde se desarrolla su historia, su vida y sus lazos. El migrante no solo atraviesa fronteras geográficas, sino también esa otra frontera, donde se vuelve un extranjero porque ya no se reconoce en lo que vive. [4]

La migración se constituye en un encuentro contingente, inesperado y enigmático que confronta a cada quien con lo Otro, instituyendo un real que exacerba lo diferente en el sentido más radical. Si bien lo extranjero se pone en escena en la migración, lo estructural de lo extranjero se localiza, tempranamente, en la vida de cada sujeto. Desde su nacimiento, el humano es un extranjero que, llegando a la vida de sus padres, encuentra un Otro que lo precede. Un Otro, con su historia y tradiciones en las que se alojará y a las cuales consentirá o no, haciéndolas propias. Definido por su lugar en el Otro, el estatuto mismo del sujeto es ser un inmigrante [5]; la marca que recibe del Otro determina al sujeto y ella misma lo hace un extraño para el Otro.

La condición primaria de extranjeridad es la condición misma de todo sujeto respecto a la lengua que habla y a su inconsciente. En su teorización del “Estadio del Espejo”, Jacques Lacan explica que prematuramente el sujeto es extraño para sí mismo. Encontrándose por primera vez con su imagen en el espejo, y no teniendo un registro unitario de su cuerpo, su imagen le resultará impropia, extraña. Se trata de una imagen heterogénea a las vivencias, que constituye la matriz del otro como aquél que tiene. De este modo, la fractura entre el cuerpo propio y su imagen, al ser recubierta, construye al otro según la estructura de la intrusión y da al yo, su color paranoico. De allí, que el otro es extranjero y es intrusivo: miedo, rechazo y celos, asco u horror [6], serán respuestas a la extranjeridad del otro.

El Yo del sujeto se constituye por identificación a su propia imagen y lo estructura como “rivalizando consigo mismo” y sus semejantes. Esto ubica la naturaleza agresiva en relación a la institución del Yo y sus objetos, tratándose de una relación erótica en la que el humano se fija a una imagen que lo enajena de sí mismo. La agresividad es entendida como una tendencia correlativa de un modo de identificación narcisista [7] y el migrante en el intento de hacerse un nuevo lugar en el Otro – novedoso, extraño, enigmático – promueve una identidad en movimiento que despliega el narcisismo de las pequeñas diferencias y la segregación. En su desplazamiento entre lugares, países y culturas, actualiza la tensión agresiva común a toda suerte humana. En este movimiento, “el narcisismo de las pequeñas diferencias”, por el cual un pueblo, una etnia, se cohesiona excluyendo o destruyendo al diferente; cobra espacio. La posición narcisista se refuerza ante la existencia de un “otro” al que excluir o eliminar; núcleo de la intolerancia del que estar advertidos.

En el fenómeno migratorio, el cuerpo es lo que se desplaza y si bien este puede situarse como imagen especular, la prematuridad a la que Lacan refiere en el estadio del espejo anticipa el estatuto del cuerpo como Otro, ubicándose en este punto íntimo pero ajeno, tanto para el sujeto que migra como para el otro que lo recibe. El cuerpo, efecto del encuentro de un organismo con el lenguaje, es afectado por él y es la pulsión, el eco en el cuerpo de que hay un decir [8]. El cuerpo migrante es, entonces, un cuerpo pulsional, un cuerpo que ex-siste.

Es condición de la migración “estar y ser en dos lugares”, así como es condición de todo ser hablante, la extimidad. Vivenciada como “la exterioridad de lo interno” puede localizarse en la extraterritorialidad que implica “un arreglo para mantenerse adentro con un píe afuera” [9]. Aspecto escuchado a lo largo de los estudios realizados, como la condición de integración pero a su vez de diferenciación o exclusión. Quienes migraron, a pesar de vivir en otros lugares por muchos años, de estar insertos en las dinámicas sociales y laborales, aún se sienten extranjeros. Se trata de una inclusión “no toda”, persistiendo en los arreglos construidos algo del orden de lo extraño, que los ubica por dentro y por fuera del conjunto universal, dando cuenta que algo de la exclusión persiste como segregación.

Estar todos unidos, sin ningún tipo de exclusión, es un imposible que se presente como ideal social inalcanzable. Desde el psicoanálisis, Lacan sostiene que «nunca se ha acabado del todo con la segregación […] Nada puede funcionar sin eso”. [10] Es en esta línea que el psicoanálisis, de la orientación lacaniana, cuestiona los intentos de homogeneidad y entiende que los postulados universalizantes que promueve la globalización, encuentran un límite en el modo de gozar singular de cada uno. Más allá de las fronteras, lo extranjero, y radicalmente Otro en el sujeto, es el modo de gozar.

El psicoanálisis convoca a cada sujeto a interrogarse por la relación con su extimidad, con su extranjeridad constitutiva y de esta manera, arribar a los arreglos que le permitan encontrar soluciones a su medida. [11] Posibilita que cada uno se descubra siendo ante todo extranjero a sí mismo [12], para hacer con esa condición de extranjeridad, y con lo Otro extranjero, un lazo posible con y desde las diferencias. La respuesta singular responsabiliza al sujeto por su propio modo de gozar. Es por ello que algunos sujetos podrán consentir y alojar lo extranjero, pero habrá quienes elijan segregar la diferencia, expulsar al extranjero o agredir al foráneo; dando cuenta de la propia imposibilidad de tramitación de ese goce otro, que se torna insoportable.

NOTAS

  1. Las investigaciones referidas están articuladas al trabajo que se realiza en el “Observatorio de Legislaciones, derechos, subjetividades contemporáneas y el psicoanálisis”, en la NEL para FAPOL.
  2. Diccionario etimológico español [En línea]. Disponible en:http://etimologias.dechile.net/.
  3. Flores, Jordi. 2018. [En línea]. Vérselas con el asiento. Fronterra – Boletín #3. NEL Caracas. Disponible en:https://fronterraa.wixsite.com/…
  4. Ravard, Julieta. 2018. [En línea]. Fronteras ¿Hay refugio?Fronterra – Boletín #3. NEL Caracas. Disponible en: https://fronterraa.wixsite.com/….
  5. Miller, Jacques Alain. 2012. [En línea]. Enemigos éxtimos. Sitio web de la Nueva Escuela Lacaniana de Mé Sección Varité. Disponible en:http://www.nel-mexico.org/….
  6. Brousse, Marie-Hêlê 2018. [En línea]. Hacia el Foro de Roma: El extraño que yerra. Blog Zadig-España (Zero Abjection Democratic International Group). Disponible en:https://zadigespana.wordpress.com/….
  7. Lacan, Jacques. La agresividad en Psicoanálisis.Escritos 1. Siglo XXI, Buenos Aires, 2003, p.102.
  8. Lacan, Jacques.El Seminario 23El sinthome. Paidós, Buenos Aires, 2008, p.18.
  9. Réquiz, Gerardo. 2018. [En línea]. Los exilios del ser hablante. Fronterra – Boletín #2. NEL Caracas. Disponible en:https://fronterraa.wixsite.com/…
  10. Lacan, Jacques. Radiofonía. Otros Escritos.Paidós, Buenos Aires, 2012, p.193.
  11. Suárez, Hilema. 2018. [En línea]. Arreglos de la migración. Fronterra – Boletín #1. NEL Caracas. Disponible en:https://fronterraa.wixsite.com/….
  12. Ansermet, François. 2017. [En línea]. Agitar la angustia hacia el odio. Lacan Cotidiano # 643. Disponible en:http://www.eol.omrg.ar/….

Alejandra Hornos – NEL Santa Cruz
Fabiana Chirino – APEL – Grupo articulado a la NEL
Maggie Jauregui – APEL – Grupo articulado a la NEL



MOVIDA ZADIG – LML


LA MOVIDA ZADIG

Angelina Harari

Es un honor participar hoy de este Forum y hacer algunos comentarios respecto del tema de la migración, privilegiando el lugar de nuestros invitados, esto es a aquellos que no forman parte de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

Recientemente he participado en la sesión de clausura de un Forum europeo que tenía lugar en Milan, cuyo título era: “El amor y el odio por Europa”. Y he pensado que las palabras pronunciadas en esta clausura pueden ser introducidas -en este Forum- en su apertura; ya que yo decía que llegar en un Forum al momento de la clausura, no es algo del orden de la conclusión. Lo que quiere decir que es après-coup que se percibe el efecto de interpretación que el Forum mismo constituye, en tanto “intérprete activo del lazo social” [2]. El efecto no será captado de inmediato.

Decir en la apertura que solamente es en el après-coup que se perciben los efectos, nos muestra un vector de trabajo. Aquello que se dice hoy, será percibido después.

La fórmula Forum existe en Francia, en la Escuela de la Causa Freudiana, desde el 2003, y no es sino desde junio del 2017 que ella funciona, esta fórmula, en el cuadro de Zadig, en tanto que una red internacional de política lacaniana creada por Jacques – Alain Miller. En este sentido entonces, el Forum devino, en el medio psicoanalítico, fuera de Francia, un instrumento interpretativo también.

Esto explica hoy la presencia de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, al lado de la Fapol, y mi presencia como presidenta, si bien mi práctica del psicoanálisis es en San Pablo, Brasil y no en el seno de una ciudad que forma parte de los países que integran el Forum Latino.

En Brasil, y con la Movida Zadig, cuyo responsable es Jesús Santiago, fueron organizados dos Forums, uno en 2017, sobre la corrupción, y otro en 2018, sobre el racismo. Y un tercer Forum para el año en curso está a la espera de recuperarse como un intérprete activo del lazo social. Seguimos atentamente la ejecución del programa de gobierno, aquel del nuevo presidente del Brasil.

En la nota editorial de la revista Lacan Cotidiano 819, nuestra colega Christiane Alberti, comenta los recursos del discurso del que Lacan forjó su estructura y que sigue siendo un compás inigualable para el psicoanálisis y los psicoanalistas: El discurso como lazo social, que hace lazo con otros, que interpreta, sin por ello pretender la dominación.

En la contemporaneidad, podemos seguir en el après-coup de las migraciones, el modo de inserción territorial de grupos de inmigrantes o de minorías étnicas en las ciudades, tema que es extensamente desarrollado en la literatura internacional. Con los tres modos de territorialidad para estas minorías, sea el ghetto, los suburbios y enclave étnico, podemos conocer mejor los procesos de exclusión y segregación. De estos tres, el enclave étnico, la concentración de grupos basados en elecciones voluntarias -como el deseo de establecer relaciones de vecindario, la preservación de elementos de la cultura o la religión o el derecho a preservar el idioma nativo-, a pesar de su grado significativo de segregación, estos enclaves no son necesariamente elementos negativos en las ciudades, incluso se puede decir que son elementos de bienestar para los grupos y de atracción para las ciudades. [3]

Los enclaves étnicos son una de las posibilidades post emigración, y si bien no están tan estigmatizados como los suburbios o como los ghettos, comportan especificidades propias de los procesos de exclusión y de segregación. Y no hablemos de las razones de la inmigración.

Una última palabra sobre la movida Zadig:

La propuesta de esta red es, según su fundador Jacques-Alain Miller, entrar en el campo de la política, teniendo como objetivo llevar tanto a los políticos y al público a escuchar lo que el discurso analítico puede traer al debate para los ciudadanos en plena autonomía de pensamiento y de acción. Pero no sólo hacerse oír, también dejar hablar a los políticos y a los profesionales en plena autonomía de pensamiento. Y como mencionamos anteriormente, sin pretender la dominación.

NOTAS

  1. Texto traducido por Susana Schaer.
  2. Philippe La Sagna, Philippe.La case des incasables. L’Hebdo-Blog nº 163.
  3. Cymbalista y Rolnik Xavier. Una comunidad boliviana en San Pablo: definiendo patrones de territorialidad. Revistas.pucsp.br.

Zadig, una apuesta de lazos

Ramón Ochoa

El I fórum latino en red, “Migraciones y después…”, es una interpretación, en el sentido mismo en que ella se vale de la creación para dar cuenta de aquello que es imposible de soportar. Es en sí misma un acto que puede ser medido por sus efectos: escrituras, conclusiones, aperturas; pero si se quiere, el principal de ellos encuentra en la metonimia un aliado que activa su propio circuito, aquel que hace existir el deseo. Y es que el acontecer de este fórum permite constatar tres instantes en el que el psicoanálisis ha rescatado la importancia de la palabra, aquella que, a momentos, parece desaparecer de la escena al convertirse en víctima de los efectos del goce en cada parlêtre.

Una lectura posible al tratamiento del lazo, en Venezuela, ha advertido las consecuencias en sus vicisitudes. La serie se puede contar a partir de poner en el centro “la crisis” como causa de trabajo en las IV Jornadas NEL-Caracas, “El lazo social en tiempos de crisis”. La idea del psicoanálisis, como amigo de la crisis, se convirtió en una apuesta del discurso que funciona como base de operaciones contra el malestar en la cultura; este fue el primer instante.

La Jornada Extraordinaria alojó el segundo instante y una nueva cara para el objeto, “El psicoanálisis y la libertad de la palabra” encaminó el trabajo para avivar la “palabra embargada” [1], que siempre está a merced de las urgencias subjetivas que insisten en su desvanecimiento. Todo desvanecimiento está enlazado a lo perdido, una gran paradoja que se mantenga un lazo con lo que no está presente, es así que se precipita un tercer instante para poner al ruedo la “Migración: arreglos y desarreglos singulares”. Una nueva apuesta que, en la celebración de las jornadas de la sede Caracas, encontró en acto la convocatoria a estar a la altura de la subjetividad de su época. Es un acto enlazado a su ética y que no se excluye del malestar que hace síntoma.

Es entonces como sostener el deseo sólo puede verificarse por la vía de los actos, no sólo de escuela sino singulares, ello ha servido como hilo conductor del trabajo, pero es en la singularidad de un arreglo sinthomatico que se puede entrar en la apuesta de jugarse la vida, ya no es solamente la lógica que impera del Otro, sino también lo Uno implicado en el vivir. Ahora bien, ¿y después…?

La contingencia no se hizo esperar. Un corte, en el servicio eléctrico en Venezuela, se sumó a la serie de eventos desafortunados que develan las múltiples caras de lo real en los hablantes. Cómo en el despertar de un sueño, una escuela fue testigo de la incidencia de aquello que ex-siste, a pesar de los necesarios intentos inconscientes en hacer desaparecer sus efectos, solo que, en tanto advertidos, esta vez no sería un despertar para continuar durmiendo, sería un llamado a alentar la palabra para no olvidar lo real en juego, una invitación a la operación del discurso analítico.

“Nosotros no creemos en el objeto, pero constatamos el deseo…” [2], por lo que el objeto adquiere diversas formas (crisis, libertad, migración); pero su efecto se puede leer como causa y/o plus de goce. Es momento de otorgar un espacio para que los arreglos singulares con el objeto puedan desarreglarse, eso sí, para ir más allá de ellos y poder servirse de nuevos acomodos, de nuevos arreglos donde el amor “permita al goce condescender al deseo”. [3]

La posibilidad de ubicarse en un discurso que no se haga el ciego, sordo o mudo con lo real, tarea de la que se encarga magistralmente su reverso, es una obra bañada de lo imposible. Es un discurso que ubica, en su política, una orientación que, valiéndose de su estrategia, encuentra mayor libertad en su táctica para intervenir, cuando el lazo social se ve comprometido por la fijación perversa a las identificaciones, con la única forma de satisfacción comandada por el Otro, fijación en “el mismo punto de suspensión de la cadena significante donde el recuerdo-pantalla se inmoviliza, donde la imagen fascinante del fetiche se hace estatua”. [4] Es la petrificación fantasmática que vence mortificando al deseo. Y es que, si la palabra pierde la posibilidad de su discurrir metonímico, se rompe la posibilidad de enlazarse al deseo, ello develaría el triunfo de la pulsión y su eterna satisfacción en su único objeto, el cual siempre resulta engañoso en cuanto a su “materialidad”.

Es así como ZADIG se convierte en una invitación a la interpretación de esas maneras de gozar que entorpecen los circuitos del deseo; es devolver la autoridad de los “ensalmes desvaídos” [5] del sujeto en las elecciones que competen su vida, por lo que la abyección no es una opción para el analista, en tanto ubicado y ubicable en el discurso del que hace semblante. ZADIG es un nombre que convoca a cada miembro a sostener con su acto el lazo con el que habita el campo del Otro, uno que se ampara en la garantía que su deseo otorga y no en la que el Otro pueda conceder.

Eso sí, no es a condición de la exclusión de otros que esa garantía pudiera tener lugar, no es un acto cínico el sostenido, es un acto que, en su sentido transgresor e inhumano, se sostiene en el deseo singular que lo precipita, aquel que busca “obtener la diferencia absoluta”. [6] Es entonces con algunos otros, quizá aquellos que trabajen en una escuela que se orienta en la pregunta ¿qué es un analista?, que se pueda servir para alojar las consecuencias de un acto que, si bien son hechos en soledad, no tendrían que ser solitarios. Es la apuesta que ZADIG, en tanto causa, busca en el despertar del sueño ofertado por la lógica del régimen identificatorio, una vía para llevar la soledad del acto al estatuto de los nudos que hacen lazo. Es una apuesta que va en contra de la precipitación de sus rupturas, y que estaría en consonancia con la vivificación de los lazos desvaídos.

NOTAS

  1. Briole, Guy. La palabra embargada.Bitácora lacaniana, Número extraordinario. Grama ediciones, 2017. p.23.
  2. Lacan, Jacques. El Seminario 23.El sinthome. Paidós, Buenos Aires, 2006. p.36.
  3. Jacques Lacan, El Seminario 10.La Angustia. Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 194.
  4. Lacan, Jacques. La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud.Escritos I. Siglo veintiuno, México, 1971, p. 203.
  5. Freud, Sigmund. Tratamiento psíquico (tratamiento del alma).Obras completas tomo I. Amorrortu editores, Buenos Aires, 2007. p. 115.
  6. Serra, Marta. Testimonio “Sueños de transferencia” (no publicado).

Ley y corrupción. Hacia una lectura psicoanalítica

Marita Hamann

La corrupción política ―qué duda cabe― es uno de los principales significantes del discurso contemporáneo y, en tanto que tal, un síntoma que agita todo tipo de pasiones. Es, pues, el nombre privilegiado del goce que ensombrece a todo aquel que ejerza una función pública, por donde se demuestra la falla del orden social, evidenciando que no hay Otro, código o ley, capaz de regular el desvarío de los apetitos de la pulsión. Desde ese ángulo, si el tema nos interesa es porque su extensión corroe el pacto social, la confianza en las leyes y arrastra consigo la degradación de la palabra. Esa corrupción que ha llegado al escándalo remite a lo que se pudre y suscita un horror que los Ideales, hasta no hace mucho, habían velado. Hoy por hoy, no existe, prácticamente, actor político libre de sospecha; pero también empuja a un nuevo Ideal: el de la acción purificadora de una justicia ciega e implacable. La historia muestra que, por lo general, eso acaba en la decepción y la decepción, unida a la impotencia, suele llamar a lo peor.

Corrupción, siempre hubo

 “La corrupción es el aire de la política”, dice J.-A. Miller [2], recordando a Robespierre, “el incorruptible”, quien intentó hacer una purga que acabó con su propia muerte.

Por estos lares, es cosa sabida que en los Virreinatos de la Corona española, desde México hasta Buenos Aires, pululaba la corrupción. [3] Corregidores e indígenas se las ingeniaban para evadir tributos, cooperaban en el contrabando burlando a las aduanas y hasta se vendían los cargos públicos por mucho que se pregonara la importancia del mérito para ocuparlos; incluso, esos cargos, llegaron a heredarse. Los Visitadores enviados por la casa de los Borbones durante el s. XVIII, intentaron imponer un ordenamiento que, finalmente, tampoco duró mucho tiempo después de su partida.

Ya entonces se revelaba que la autoridad no emanaba de Dios, aunque el poder de la Iglesia fuera innegable. En cualquier caso, se la podía burlar cuantas veces fuera posible sin sacudir demasiado cierto semblante de orden. Los habitantes de estas tierras mostraban así que su sujeción a la Corona no era total y que establecían una cierta separación respecto a sus ideales y propósitos. Era un modo velado de no someterse totalmente ya que tampoco se pertenecía por completo al Reino, del que, sin embargo, se servían para preservar su lugar en la jerarquía social. Se mantiene, así, durante tres siglos, una regulación de las castas y la gradación social apoyados en la idea de raza, sexo y origen.

Otros intentos moralizadores ocurrieron en el Perú durante la República. Destaca entre ellos el Tribunal de Sanción Nacional creado por la entonces Junta Transitoria de Gobierno luego del oncenio de Augusto B. Leguía, quien fuera derrocado por Sánchez Cerro en 1930. La Junta se propuso restaurar el equilibrio de poderes del Estado y sancionar los delitos de peculado y enriquecimiento ilícito. [4] Cualquier ciudadano podía denunciar a un funcionario público ante el Tribunal. Pero, luego de una serie de avatares, solo unas quince denuncias llegaron hasta la emisión de una sentencia y no involucraron a los funcionarios más importantes, salvo al propio Leguía y a su hijo.

Leguía administraba el gobierno casi a su antojo; por ejemplo, le otorgó una comisión metalúrgica a un contendor político, según contó él mismo en sus memorias publicadas póstumamente, luego de que este le enviara una carta contándole sus penurias y prometiéndole no volver a actuar contra él nunca más. El Presidente quedó tan conmovido que, luego que cesara la comisión que le encargó, le concedió, además, treinta años nominales por servicios prestados a la Nación, “a pesar del dictamen en contrario que la Comisión de Policía del Congreso suscribió”. [5] Lo llamativo, en este caso, es que, en su criterio, no había nada que objetar a su decisión, tan convencido estaba de su propia autoridad.

En una época reciente, comenzando el siglo, fueron llevados a juicio y encarcelados el ex Presidente Alberto Fujimori y su siniestro asesor, Vladimiro Montesinos, además de un conjunto de militares y paramilitares de los que ese gobierno se sirvió. Pero, como todos sabemos, al gobierno de Fujimori le sucedió el gobierno de Alejandro Toledo, quien había liderado “la marcha de los cuatro Suyos” poco antes del destape de los llamados “vladivideos”, en los que se mostraban las montañas de dinero con las que Montesinos compró a políticos y medios de comunicación. Una de las primeras decisiones de Toledo fue nombrar a un Procurador Anticorrupción, solo que esta Procuraduría especial nunca recibió dinero de las arcas del Estado para ponerse en acción. El resto, es historia conocida.

No obstante, es patente que los liderazgos de Fujimori (“Un Presidente como tú”) o de Toledo (“el cholo sano y sagrado”) no responden a las mismas coordenadas que las de Leguía, pues aquí no se trata más del carisma que arrastraría un fiel representante de la oligarquía.

La corrupción de hoy, la democratización del goce

La corrupción del sistema político de hoy es la verdad del sistema económico neoliberal. Para ganar mercados, las empresas no tienen más remedio que pasar por los Estados: su modo de competir es fraguando componendas con los agentes del Estado, entre otras cosas, para sobrepasar el fardo de la burocracia y la multiplicación de reglamentos que traban el acceso a las empresas que no tengan experiencia contractual de larga data con el Estado. El mercado libre es un mito; las empresas que dicen defenderlo, en realidad, no lo soportan.

Si en países como los Estados Unidos la corrupción parece mejor regulada, es así porque en ese país la construcción de lobbies con los Parlamentarios es legal y pública. Asimismo, si se diera el caso, la defensa de sus mercados puede mantenerse mediante su posición como gendarme del mundo, bajo cuya ala otros países se resguardan, por cierto, cosa que hizo parte de la campaña de Trump sin que por ello esa posición se haya modificado drásticamente.

Tampoco podemos olvidar que las denuncias contra la más alta corrupción se acompañan, muchas veces, de la fascinación que suscita el supuesto goce al que acceden quienes ostentan el poder. Como recuerda J.-A. Miller [6], “La rebelión en nombre de la justicia es a menudo habitada por una rebelión causada por el goce, por una envidia de goce… [De estos celos de goce] conviene estar en guardia si queremos rebelarnos de la buena manera, es decir, sin llevarlo a cabo en el modo suicida”.

El caso es que, actualmente, poco importa si algunos líderes políticos como el propio Trump caen bajo la sospecha de actos corruptos. Los nuevos liderazgos, en muchos casos, no están encarnados por personas que parezcan reunir grandes virtudes o cualidades excepcionales; antes bien, son una suerte de hermano mayor, uno como ese “nosotros” constituido por una mayoría que se siente marginada del disfrute de los bienes del mercado. Las minorías, poco interesan, salvo por el hecho de que el sentimiento de marginalidad es cosa de muchos.

Estamos ante la democracia del goce. “El goce hoy es necesariamente democrático, es un para todos, rechaza toda idea de privilegio”, dice M.-H. Brousse. [7] La diferencia ya no reside tanto en la exclusión de algunos ni en el lugar de la excepción ocupado por otros según alguna jerarquía social: para conquistar la satisfacción, no hay excepción que valga. Es aquí donde se afianza el empuje a la imposible fraternidad contemporánea.

“El término hermano está en todas las paredes, Libertad, igualdad, fraternidad. Pero les pregunto, en el punto de la cultura donde estamos ¿de quién somos hermanos?”, dice J. Lacan. [8] No es casual, como hemos visto en el caso de la corrupción del poder judicial, el caso Lavajuez por analogía con el de Lavajato, que se denomine a esta organización criminal como la comunidad de “los hermanitos”, en vista de la frecuencia con la que se llamaban a sí mismos de ese modo. Es esa supuesta fraternidad del goce, ciertamente engañosa, lo que la vuelve obscena: una complicidad que comparte el secreto del goce oscuro y disfraza la rivalidad por el poder que la sustenta. Podemos distinguir así, aunque la línea divisoria no siempre sea clara, la corrupción en el ordenamiento jerárquico, como en la época de la Colonia o aún en la de Leguía, versus la corrupción en la época de los unos solos: cada uno, uno entre los demás y, eventualmente, uno como los demás, pero, en lo más íntimo, cada uno a merced de sí mismo.

Y continua J. Lacan: “Sepan que lo que crece, que aún no hemos visto hasta sus últimas consecuencias, y que arraiga en el cuerpo, en la fraternidad del cuerpo, es el racismo. No dejarán de escuchar hablar de él”. [9] Pues, esa relativa fraternidad consigo mismo está siempre lista para rechazar al vecino, que hace su fiesta de otro modo. [10]

Cicatrices de la evaporación del padre

La profunda decepción causada por las promesas de la izquierda de Lula ha dado lugar, en el Brasil, a una revuelta orientada a la expulsión de todo lo que se considere hetero. En Brasil, acecha el retorno de la bestia inmunda, como se expresa A. Harari [11], llevada al poder por la mayoría de los electores independientemente de toda consideración acerca de la legitimidad de sus propuestas. Como señala M.-H. Brousse: “Tocqueville ponía ya en evidencia que la democracia, hasta el presente, ha elegido siempre como S1 a la mayoría, es decir, lo cuantificable, el número. Lo que hace oponer implacablemente las libertades generales y la libertad de cada uno. Esta tensión es hoy en día patente en el primer plano de la escena contemporánea. La mayoría, en posición de S1, ha reemplazado al padre”. [12]

Pero no se trata de cualquier mayoría. Es patente que términos como lucha de clases u otros análogos han quedado en desuso mientras que aquellos relativos a los nacionalismos y a la discriminación de todo tipo adquieren cada vez más importancia para indicar el supuesto lugar del conflicto social. La discusión tiende a apartarse del campo de la economía política, en el que el margen de maniobrabilidad parece estrecho. Antes que las derechas o izquierdas otrora vigentes, encontramos movimientos conservadores que anhelan un retorno a la tradición y pretenden reforzar algún residuo patriarcal y, al lado, la lucha de las minorías por conquistar derechos legítimos, trátese del reconocimiento de los derechos de los movimientos LGTBI o de los migrantes, por ejemplo.

Siguiendo a A. Di Ciaccia: “Cuando lo que se pone en juego es la función paterna, se produce una segregación simbólica que logra dar a cada uno su lugar consintiéndole el goce que le compete. […] Una vez que el padre se ha evaporado, la segregación en lo real no podrá sino expandirse como una mancha de aceite.” [13] Es decir que, como expresa J. C. Indart [14], hay una relación profunda entre la función del padre y la segregación simbólica, en el sentido de consentir o prohibir una satisfacción y proveer del semblante que permita acomodarse a un orden social; es la que tiene efectos represivos en la bipartición sexual. Pero cuando la función paterna se evapora y el orden simbólico se resquebraja, la segregación se produce en lo real de manera descarnada, tal y como evidenciaron los campos de concentración, cuyo último o primer origen es el rechazo del goce malo en uno mismo, catalizado esta vez por el semejante, cualquiera fuese.

Nótese que los movimientos conservadores, sea que se sitúen a la izquierda o a la derecha, suelen combatir los feminismos, y en esto, precisamente, reside su sello distintivo, o sea que, partiendo por las mujeres, segregan a todas las minorías. Los radicales que buscan el retorno de la tradición, tienden a agruparse bajo un orden de hierro, un ser “nombrado para…” que fijaría el lugar de cada uno y cada una en la sociedad a la que pertenece. Así pretenden resolver el temor al anonimato, al desamparo y la falta de pertenencia, suturando el agujero de la identidad y la desorientación sexual. Todos ellos, efectos, a su vez, del estado actual de la civilización, atravesada por el discurso científico y el neoliberalismo. El ascenso que vienen adquiriendo los movimientos religiosos evangelistas es, en este lado del mundo, expresión clara de esa cicatriz de la evaporación del padre que ha favorecido significativamente a líderes como Trump y Bolsonaro. Y de estos se sirven quienes pretenden ocupar el poder o mantenerlo.

El desorden simbólico contemporáneo también da lugar a la emergencia de lo nuevo, siempre amenazado, sin embargo, de ser arrastrado a lo mismo. Como advierte M.- H. Brousse: “De las minorías Lacan subraya su poder de innovación del vínculo social. Las sitúa del lado de la perversión y de la sublimación en tanto que atacan las normativizaciones de los modos de goce. Las minorías, ¿serán los escabeles de la democracia, o bien la causa de su transformación en segregación generalizada?”.

El caso del Perú

La lucha contra la corrupción en el país quiere instalar que ningún “Padre de la patria” quedará impune en esta oportunidad, trátese del Poder Ejecutivo, Legislativo o Judicial. De hecho, la denominación misma de “Padre de la Patria” resulta hoy molesta y excesiva. Dos son los fiscales principales en el caso Lavajato y dos mujeres las fiscales del caso Lavajuez; una contingencia colocó a los primeros en ese lugar, con consecuencias inesperadas. La indignación popular fue acogida por el Presidente M. Vizcarra, permitiéndole legitimar su representación, en vista de que accedió al poder debido a la renuncia del Presidente electo, P.P. Kusczyinki, dadas las acusaciones de corrupción que pesaban contra este. Así, un pequeño conjunto de funcionarios públicos, hasta entonces desconocidos, lideraron una ola que ha tomado al país en una suerte de miniserie que captura a su audiencia con una sorpresa nueva cada semana. No hay líder de izquierda o de derecha que quede libre ni Presidente que se escape, salvo que, por desgracia, prefiera el suicidio, como fue el caso del ex Presidente, Alan García.

Ni indiferencia ni cinismo: el país se ha movilizado en cada ocasión en que las denuncias han intentado ser desestimadas y los actores de la Justicia son representados como superhéroes.

También es observable cómo ciertos sectores políticos que buscan frenar este impulso se sirven de los movimientos evangelistas más recalcitrantes para sostenerse, los mismos que se han exacerbado en el acrecentamiento de su mutualismo. Es patente que la corrupción consigue servirse del miedo y el puritanismo acaba siendo solidario del encubrimiento.

Por otra parte, el discurso del Derecho se coloca en el primer plano: los abogados son, hoy en día, los principales intérpretes de la historia y se los busca para orientarse. El problema reaparece cuando se trata de las minorías LGTBI y aquellas otras cuyas formas de vida ancestrales se resisten a ser integradas a los mercados comunes, como es el caso de las minorías indígenas de casi cualquier parte: los asháninca en el Perú como los habitantes de Tierra del Fuego, Alaska y otros. Eventualmente, estas comunidades se prestan a la corrupción, pero también se oponen al llamado al orden cuando se pretende someterlas desconociendo sus modos singulares de organizarse; los Códigos legales no consiguen uniformizarlas. Asimismo, la Ley pierde autoridad cuando se premia con dinero a quienes detectan el incumplimiento de las normas, como en el caso de la SUNAT [15] y el de la Policía de Tránsito, lo que, en este último caso, tuvo que suspenderse debido al repentino incremento de papeletas dudosas.

Asistimos a un país convertido en un gran laboratorio. El combate ha permitido ganar en ciudadanía, el interés en la vida política ha resurgido. ¿Podemos suponer que la indignación ha sido fructífera? Eso dependerá del espacio público que encuentren ciertos populismos, aquellos que refuerzan la segregación real arrastrando a las masas al desvarío pulsional para distraer al sujeto de sus legítimas batallas. Esos populismos son mortíferos cuando se mueven por la pasión del número, a la conquista de nuevas mayorías, aboliendo las particularidades. No es ese el horizonte de una Democracia respirable.

Finalmente, el psicoanálisis habrá de desprenderse de todo prejuicio respecto a la distribución tradicional de los goces para leer los acontecimientos como corresponde.

NOTAS

  1. El presente texto introduce el III Foro ZADIG, a realizarse en Lima el viernes 16 de agosto de 2019, en el marco preparatorio de las XIII Jornadas de la NEL-Lima, “¿Qué es un padre? Consecuencias clínicas y políticas de su declinación” (17 y 18 de agosto de 2019).
  2. Vidal, L., Entrevista a Jacques-Alain Miller. DiarioEl Punt-Avui. Conversaciones clínico-políticas. Gredos, Madrid, 2013, p. 245.
  3. O’Phelan, S. “Orden y control en el siglo XVIII. La política borbónica frente a la corrupción fiscal, comercial y administrativa.El Pacto infame. Estudios sobre la corrupción en el Perú. Red para el desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, 2005, p. 13-34.
  4. Portocarrero, F. y Camacho, L. Impulsos moralizadores: el caso del Tribunal de Sanción Nacional 1930-1931.op. cit., p. 35-74.
  5. Ibid., p. 47.
  6. Miller, J. A. ¿Cómo rebelarse?Freudiana 65, Barcelona, 2012, p.75.
  7. Brousse, M.-H. 2017. [En línea]. Democracias sin padre. Disponible enhttps://zadigespana.wordpress.com.
  8. Lacan, J. El Seminario 19, …o peor. Paidós, Buenos Aires, 2014, p. 230.
  9. , p. 231.
  10. Miller, J.-A.Extimidad. Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 53.
  11. Harari, A. 2018. [En línea]. A besta imunda está de volta. Disponible enhttps://www.ebp.org.br/….
  12. Brousse, M.-H., cit.
  13. Di Ciaccia, A. Una carta.Revista Lacaniana de Psicoanálisis 2016, p. 31.
  14. Indart, J. C. Sobre la cuestión del padre.Revista Lacaniana de Psicoanálisis 2016, p. 115.
  15. Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria.

El doble exilio de la verdad

Miquel Bassols

No podría empezar mi intervención en este Fórum, organizado aquí, en México, por los colegas de ZADIG, sobre el tema del Exilio, sin referirme al episodio que sigue siendo hoy una marca indeleble en la historia española, un momento de hecho no tan lejano. Se trata del exilio de los republicanos españoles y catalanes que encontraron en este país un lugar de acogida, después de tener que huir, en 1939, al final de la llamada “Guerra Civil española”. María Luísa Capella ha puesto ya los puntos sobre las íes sobre esta expresión: fue un “Golpe de Estado” ante el que se produjo, por parte del Gobierno legítimo de la República española, una reacción de defensa militar fracasada. Fue una defensa fracasada que se hace pasar a veces por una guerra fratricida entre bandos igualmente legitimados, y de la que se termina justificando que tanto unos como otros hicieran “sus fechorías”. Es un falseamiento de la historia que hoy aparece más bien como la imposibilidad de leer un real que se repite por no poder reinscribirlo en la propia historia, un real que vuelve sin poderse exiliar, él mismo, de su lugar de verdad. Hay una amplia bibliografía al respecto. Señalemos que alrededor de 25.000 refugiados españoles llegaron a México en tres años, desde 1939 hasta 1942. Unos 4.000 provenían de Catalunya.

Se suele decir que México fue, después de Francia, el país que acogió a un mayor número de refugiados españoles. María Luísa Capella nos ha tenido que recordar qué hizo Francia mayormente: organizó campos de concentración para los refugiados, muchos de los cuales fueron a parar después a campos de concentración nazis. De modo que debemos decir que México fue el país que sí acogió a más refugiados, ofreciéndoles la nacionalidad mexicana a quienes la solicitaran. Y fue, hay que recordarlo, el único país que no reconoció nunca y desde un principio al nuevo régimen del dictador Franco.

Se señala también, con frecuencia, que se trataba de un exilio especialmente ilustrado, de intelectuales, científicos, artistas y literatos, entre los que se encontraban nombres tan importantes como María Zambrano, Max Aub, Luís Buñuel, Josep Carner, Joaquim Xirau, Avel·lí Artís Gener, José Gaos, Tomás Segovia —el traductor al castellano de los Escritos de Jacques Lacan y con quien vengo a conocer que María Luísa convivió durante veinticinco años— y un largo etcétera. María Luísa ha señalado ya, en otra ocasión, que esta capa ilustrada del exilio era sólo de un 25% del conjunto de los emigrados, emigrados que al cabo de un tiempo se reconocieron, ellos mismos, como exiliados.

Y aquí podemos plantearnos dos preguntas que me parecen de gran interés en todo fenómeno del exilio y que ya han aparecido en las dos intervenciones de Silvia Dutrénit Biélous y de la propia María Luísa Capella:

  1. ¿Cuándo un refugiado empieza a ser un exiliado? La respuesta parece fácil: cuando sabe que no puede volver ya al lugar de donde salió.
  2. ¿Un exiliado deja de serlo en algún momento de su vida? Incluso cuando puede volver finalmente al lugar del que tuvo que huir, ¿deja entonces de ser un exiliado? Hay varias respuestas, no todas equivalentes.

Siguiendo los hilos documentales de este momento crucial de la historia española y mexicana, he encontrado por mi parte un dato que me ha sorprendido especialmente. Entre los políticos mexicanos que más influyeron para que fuera posible aquella acogida de refugiados españoles y catalanes en México se encuentra un ilustre diplomático llamado Narciso Bassols. Junto al pintor Fernando Gamboa, Bassols fue uno de los principales ejecutores de la política del presidente Lázaro Cárdenas para acoger y conceder la nacionalidad mexicana a todos aquellos españoles que lo solicitasen. A pesar de lo que podría parecer por su apellido catalán, Narciso Bassols había nacido en México. Era hijo de un tal Narcís Bassols, ese sí nacido en Catalunya, un notable músico guitarrista que tuvo que exiliarse de España a mediados del siglo XIX —por haberse sublevado contra el general Espartero— y que decidió quedarse en México después de uno de sus conciertos. No hay tantos Bassols originarios de Catalunya dando vueltas por el mundo —todos son provenientes de la provincia de Girona como mi abuelo—, así que debo deducir que este Narcís Bassols es un pariente mío, más o menos cercano. Como ven, tengo mis razones —aunque más no sea por un ligero toque “narcisista”— para interesarme por este momento crucial del exilio de españoles y catalanes en México.

Cuando leemos los testimonios de esta aciaga experiencia que es el exilio, encontramos siempre una verdad en el corazón del sujeto exiliado. Es la de estar “condenado a muerte en vida”, tal como lo indicaron ya Aristóteles y Cicerón en los tiempos en que el exilio equivalía a quedar des-terrado, a quedar literalmente fuera de la tierra, sin tierra, fuera del mundo de los vivientes. El desterrado era entonces alguien que dejaba de ser un ciudadano; es decir, alguien que dejaba de “ser” como tal. Un “estar sin ser”, ésta es la gramática imposible del desterrado que siempre está en el corazón del exiliado. Hoy, sin embargo, el exiliado se distingue de este ser desterrado, aunque lo incluya siempre de alguna manera. El exiliado es hoy un ser que está “fuera de lugar”, pero que busca su lugar en Otro lugar y que desde este Otro lugar parece abordar la verdad del ser como un “ser sin estar” en un lugar fijo y determinado. Ya no es un “estar sin ser” sino alguien que aborda su “ser sin estar”. José Gaos creó un neologismo, la palabra “trans-terrado” para hablar de su experiencia de exiliado como la de alguien que encontraba ese ser, un ser siempre “fuera de lugar”, en el lugar del Otro, tal como lo encontraron los exiliados republicanos españoles en una comunidad de lengua en México.

Desde esta experiencia, el exilio parece ser una propiedad del ser contemporáneo, de un ser que está siempre fuera de lugar. Alguien como María Zambrano llegará a reivindicar incluso la experiencia del exilio confesando que allí encontró “la forma más plena de sentirse española”. Algo parecido encontramos en Josep Carner y su ser catalán reencontrado desde la lectura de los mitos mexicanos que estudió y dramatizó en el tiempo de su exilio. [2]

El momento del retorno del exiliado puede llegar a ser entonces también una experiencia enormemente difícil, la experiencia casi de un doble exilio, o de un exilio elevado a la segunda potencia. En el momento de su retorno a España, en 1984, María Zambrano reivindicaba así su condición de exiliada como un “no lugar” desde el cual podía repensar la memoria de la República española y criticar la política de la llamada “transición” que, en el postfranquismo, pensó liquidar, olvidar, aquel momento. Podía escribir entonces:

Nos convertiríamos en antifranquistas si nos sumergiéramos en el momento histórico de la España de hoy y por tanto perdiendo nuestra condición de exiliados. ¿Se nos pide dejar de ser exiliados para ser antifranquistas? Con eso se nos elimina del proceso histórico y puede haber dos motivos en ello: eliminar el pasado, inasiblemente, y eliminar el fantasma de la guerra civil que se cree amenaza, repetición de la Historia. [3]

El testimonio de María Zambrano es hoy doblemente impactante. Estos días, precisamente estos días, cuando el llamado “pacto de la transición” muestra en España cómo se abren sus costuras de lado a lado y dejan aparecer lo peor del retorno de los dioses oscuros, el puro retorno del autoritarismo de un franquismo redivivo. Tal vez no se sepa aquí en México, pero existen hoy exiliados de España que no pueden reconocerse como tales, políticos exiliados que no pueden volver a su país sin verse encarcelados de inmediato. Y la palabra misma “exilio”, así como la expresión “presos políticos”, ha sido expresamente prohibida en los medios de comunicación durante el periodo electoral que acabamos de pasar esta misma semana en el Estado español. Nunca como hoy deberían pues ser leídas estas palabras de María Zambrano:

El pasado debe ser asimilado, no eliminado, y antes ha de ser reconocido en su verdad […] La pacificación ha de venir de todos y en forma muy específica del exiliado que es un enterrado vivo y una representación de Antígona, símbolo de la conciencia sepultada viva. [4]

La referencia a Antígona no es colateral para nosotros, lectores del seminario de Jacques Lacan sobre “La ética de psicoanálisis” donde hace su comentario vinculado a esta posición ética, precisamente. De esta manera, tal como Antígona, el exiliado puede hacerse portador de una verdad que él mismo podría llegar a ignorar, puede hacerse portador de un texto escrito cuya verdad él mismo no sabría leer. Es a esta conclusión a la que nos invitan estas observaciones de María Zambrano. En este sentido, deberíamos decir que un exiliado no deja de serlo hasta que no ha hecho escuchar la verdad de la que es portador en el lugar de donde fue excluido, des-terrado.

¿A partir de qué momento podemos decir entonces que alguien es un exiliado? No sólo a partir del momento en que no puede volver al país del que tuvo que salir, sino a partir del momento en que se reconoce él mismo como portador de una verdad reprimida, como ese “símbolo de una conciencia [de un sujeto] sepultada viva” del que hablaba María Zambrano. Y, cuando puede volver algún día al lugar del que tuvo que partir, puede descubrir entonces con cierta inquietud que él es también un extranjero en su casa, que ese lugar está definitivamente perdido.

Evocaré sólo el ejemplo de aquel sujeto exiliado que, una vez había vuelto a su país de origen, soñaba noche tras noche que no podía volver a su país de origen. Era uno de aquellos sueños traumáticos, evocados por Freud, en su texto “Más allá del principio del placer” que le hacen presente al sujeto un real traumático imposible de elaborar y que retorna como alma en pena cada noche aun después de haber vuelto de su primer exilio. Había el segundo exilio, el exilio de la verdad del inconsciente, singular e intransferible. Se trataba entonces para él de un doble exilio de la verdad. Hay pues la verdad histórica del exilio del que volvió y que había compartido con los demás, con sus compatriotas. Y hay también su propia condición de sujeto exiliado, el exilio subjetivo íntimo y singular, el exilio de su sueño que retorna como el nudo más real de su experiencia.

¿Cómo no reconocer entonces en el exiliado una de las figuras del sujeto del inconsciente mismo, aquél que lleva, precisamente, allí donde vaya, un texto escrito cuya verdad desconoce, necesariamente, y que un análisis puede ayudarlo a descifrar? En este sentido, es cierto, el sujeto del inconsciente está siempre exiliado, es el exilio interior de cada ser hablante, allí donde esté. El sujeto del inconsciente es un sujeto en un exilio permanente. No es por nada, por otra parte, que la propia historia del psicoanálisis no pueda entenderse sin la historia de los exilios que han marcado su transmisión y su difusión a ambos lados del Atlántico. Es una historia de migraciones y de exilios, empezando por el exilio al que Sigmund Freud quiso resistirse al final de su vida, hacia 1938.

Hay entonces un exilio estructural del sujeto del inconsciente, algo que retorna siempre a su mismo lugar y que, por el contrario, no puede exiliarse de sí mismo. Es lo más real del sujeto, tal como Jacques Lacan pudo señalarlo en sus Escritos: “Ya que por lo que respecta a lo real, por muchos cambios que podamos hacer, está siempre y en todo caso en su lugar, lo lleva pegado a la suela del zapato, sin que conozca nada que lo pueda exiliar de él”. [5]

Es, precisamente, este real el que no cambia nunca, el que vuelve siempre al mismo lugar en una repetición incesante, más allá de toda migración geográfica. Y es este real el que se hace más difícil de soportar y elaborar en la propia experiencia del exilio. Es ante este real al que estamos confrontados hoy cada uno de nosotros en una época de migraciones cada vez más globales.

NOTAS

  1. Intervención en el Fórum Exilio, organizado por ZADIG, La Movida Latina, en México el 2 de mayo de 2019. Participaron en la mesa conmigo: Silvia Dutrénit Bielous, historiadora y doctora en Estudios Latinoamericanos, especialista en el estudio de los exilios y las migraciones, y María Luísa Capella, investigadora y académica mexicana en la UNAM, hija de exiliados republicanos españoles en México, estudiosa del tema del exilio español en Mé
  2. Remitimos aquí a su preciosa obra teatral “El Ben Cofat i l’Altre”, escrita en castellano en su primera versión.
  3. Recogemos estas citas de Tres Estudios sobre el exilio, de Arturo Aguirre, Antolín Sánchez Cuervo y Luis Roniger, con prólogo de Leonardo Senkman, publicado por la Universidad Autónoma de Puebla, México, 2014.
  4. Ibíd.
  5. Lacan, Jacques. Seminario sobre “La carta robada”. Escritos I. Siglo veintiuno, Buenos Aires, 2008, p.36.

La NEL y Zadig La Movida Latina. Las resonancias de la palabra

Marcela Almanza

Alojar ZADIG – La Movida Latina, en el ámbito de la NEL, tuvo, en primera instancia, un efecto interpretativo que nos llevó a una reflexión profunda sobre la formación del analista en el momento actual de nuestra Escuela, cuestión sobre la que venimos trabajando desde hace un tiempo y que nos hizo considerar, una vez más, la importancia del anudamiento intensión/extensión para poder ubicar, desde allí, el modo en que íbamos a responder a la propuesta.

Nos preguntamos, entonces, en qué momento de la NEL estábamos para afrontar esta propuesta y hacer que ZADIG, como red interpretativa, tuviera algún eco en nuestra región, contemplando las particularidades de nuestra Escuela. La NEL abarca un territorio muy vasto y son múltiples las posibilidades de tomar la iniciativa, día a día y bajo la orientación propuesta, en el ámbito donde cada Sede o Delegación se asienta.

Surgió el interrogante sobre cómo podría incidir su carácter federativo, así como su dispersión territorial, en la puesta en marcha de una red de estas características, sabiendo que no se trata de una Escuela que abarque un solo país, sino nueve países de Latinoamérica atravesados por diversas problemáticas donde los contextos sociales y políticos son diferentes. En esa vía, cabe resaltar que el mapa político de la NEL, desde su fundación, en el 2002 y hasta la fecha, ha sufrido transformaciones debido a múltiples factores y eso ha traído consecuencias en la región.

Por un lado, surgieron iniciativas que permitieron fundar, en los últimos años, dos Sedes de Escuela ―México, en el 2014, y Santiago de Chile, en el 2016― y también alojar, progresivamente y en diversos países, el trabajo sostenido de nuevos grupos muy interesados en formarse en el psicoanálisis de orientación lacaniana, cuestión que sitúa, en el horizonte, la posibilidad de establecer, en un futuro próximo, algún tipo de lazo que formalice su relación a la NEL.

Por otro lado, hay que destacar que la migración forzada de muchos integrantes de nuestra Escuela, durante los últimos años, ha transformado, sensiblemente, la realidad política de varias Sedes y Delegaciones que, hoy por hoy, se ven mermadas, considerablemente, en la cantidad de miembros y asociados que hacían parte y sostenían la “vida de Escuela” en su contexto más inmediato. La situación de urgencia se agudiza, día a día, y sus consecuencias se escuchan, contundentemente, en Venezuela, donde el panorama, lo sabemos, es crítico. Como respuesta a esta situación, la NEL, en su momento, tomó partido para hacer existir el psicoanálisis allí, con una intervención que ha dejado huella y sobre la que redoblará su apuesta cada vez que sea necesario.

Llegado este punto, surgen además las siguientes preguntas ¿Cómo concebir, hoy, una Sede, una Delegación, un Grupo asociado a la NEL? ¿Cuál podría llegar a ser el efecto ZADIG sobre una Escuela como la NEL, en el contexto anteriormente mencionado?

Luego del indudable consentimiento inicial a la propuesta de J.-A. Miller, acompañado de un gran entusiasmo, hay que decir que la Escuela sujeto ingresó en un momento de pausa, en un tiempo lógico de espera, necesario para comprender, que condujo a la pregunta por la formación del analista, por el compromiso de los miembros de la Escuela para iniciar esta movida que no se podría sostener sin una posición analizante que permitiera decantar, analíticamente, su objetivo y, en ese sentido, nos llevó a ubicar que la extensión no va sin la intensión.

De este modo, ZADIG, La Movida Latina, nos condujo necesariamente a resituar el propio movimiento de la NEL para poder alojar esa pregunta y así “despertar” la posibilidad de retomar la propuesta desde otro lugar, asumiendo, luego de un periodo inicial de cierto desconcierto y silencio sintomático, una posición activa y decidida para comenzar a hacer existir el psicoanálisis en el campo político.

Apareció entonces la necesidad imperiosa de salir de la impotencia, de la quietud mortificante y de cierto conformismo, para movilizarnos nuevamente y “hacer resonar el discurso analítico” en entornos que devienen cada vez más adversos para la subsistencia del psicoanálisis, pues es allí donde nuestra presencia y “el tomar la palabra” cobran su vital importancia. Fue así que, recién, en un segundo momento, pudimos comenzar a gestar una propuesta más concreta para ver el modo de llevarla a cabo en cada país de la región de la NEL, bajo el signo de alguna invención posible y a la medida de las circunstancias.

Nos preguntamos entonces ¿Cuál es la movida que queremos generar frente a determinadas situaciones sobre las que podríamos intervenir para no transformarnos en “opinólogos”, sino más bien para destacar una presencia más viva del discurso analítico y así propiciar una lectura “de otro orden” sobre un tema específico?

Surgió, a continuación, una premisa inicial: que nuestra tabla de orientación sea la interpretación, entonces, quizás, implicará pensar lo que es una interpretación en términos analíticos, para que, a la hora de intervenir en ciertos debates y frente a otros discursos, podamos hacer resonar otra cosa que el sentido.

Considero que, tomando como base lo planteado por J.- A. Miller, en su Conferencia de Madrid, para hacernos presentes, no solamente en la clínica, sino también en el campo político, no como un partido político, sino como psicoanalistas que pueden aportar algo a la humanidad, en este momento de la civilización o de las civilizaciones [1], debemos estar advertidos de nuestras elecciones y también de nuestro compromiso con la causa analítica.

De esta manera, la concreción del I Fórum Latino en Red ZADIG LML Migraciones y después… advino bajo el signo de la prisa y como una decantación lógica, fruto de la urgencia de los acontecimientos y sobre todo de nuestra propia implicación como miembros de la Escuela. Tomados por la imperiosa necesidad de dar una respuesta a la medida de las circunstancias, y acorde al contexto, ZADIG La Movida Latina surgió, efectivamente, “en acto” y bajo un sesgo analítico.

Sobrevino entonces un “nuevo tiempo” que dejaba atrás las dudas, el temor y la incertidumbre asociados a cuál sería el momento oportuno, dónde, cuándo, cómo y por qué… Las elucubraciones del pensamiento cedieron, por fin, para dar lugar a la palabra encarnada en los cuerpos que consintieron decididamente a la propuesta y se hicieron presentes en cada una de las Sedes, Delegaciones y Grupos asociados de la NEL.

Se constituyó así un primer Fórum Latino en Red, en marzo de este año, que reunió no sólo a miembros y asociados de nuestra Escuela, sino también a un público diverso que se sumó y participó activamente, dando la posibilidad de albergar una pluralidad de voces en este movimiento de apertura necesario para el tratamiento del tema. Sólo après coup ―no podría ser de otra manera― pudimos verificar que la propuesta lanzada por J.- A. Miller y acogida por la NEL, bajo esta modalidad, era absolutamente necesaria y ameritaba ser concretada para comprometernos en un nuevo lazo.

Al modo de una caja de resonancias, que tiene por finalidad, para la gran mayoría de instrumentos acústicos, amplificar o modular un sonido y de cuyo material y construcción adecuada depende el logro de ese cometido, hoy podría decir ―a cuatro meses de realizado el I Fórum― que “las palabras dichas y oídas”, en ese espacio tan especial, generado por los miembros de nuestra Escuela, trascendieron fronteras y permearon otros discursos, además del analítico, causando un debate de ideas y de conversación fecunda muy necesario frente al malestar de la civilización actual.

Las marcas de ese primer encuentro resultaron fructíferas y logramos verificar que los puntos suspensivos, incluidos en el título de la propuesta, no sólo animaron la diversidad de formulaciones que se produjeron ese día, sino que, además, propiciaron el inicio de una serie que dio lugar a un segundo Fórum sobre Exilios, realizado en Ciudad de México, y puso por delante un tercero sobre Ley y corrupción, que se organizará en Lima el mes próximo.

Apelando, entonces, a los poderes de la palabra, y a la relevancia que ésta adquiere del principio al fin de la enseñanza de Lacan, sabemos que no se tratará de tramitarla bajo ninguna pretensión de “comunicación ideal”, tampoco bajo su sesgo sugestivo, ni de hacerlo a partir de un saber prestablecido que propicie la infatuación para explicar, informar o hacer prevaler un punto de vista por sobre otro, sino más bien de “hacer resonar allí” “otra cosa” que el sentido, para dar lugar al tratamiento de la diferencia por una vía diversa de la segregación.

Ya en el Discurso de Roma, pronunciado en 1953, Lacan anunciaba que:

No cabe pues dudar de que el analista pueda jugar con el poder del símbolo evocándolo de una manera calculada en las resonancias semánticas de sus expresiones […] Ésta sería la vía de un retorno al uso de los efectos simbólicos, en una técnica renovada de la interpretación […] Podríamos para ello tomar referencia en lo que la tradición hindú enseña del dhvani, en el hecho de que distingue en él esa propiedad de la palabra de hacer entender lo que no dice. [2]

Introducir entonces, en este ámbito, un efecto de resonancia a nivel de la palabra permitirá alojar sus diversos matices y relieves, absolutamente singulares; despejar aquello que queda velado tras los dichos; salir de la rigidez de ciertas formulaciones y de las tensiones imaginarias que éstas conllevan para apelar, más bien, a su poder de evocación, a su “valor poético”, para sostener una conversación de otro orden.

En este sentido, y a la luz de la propuesta de ZADIG-LML, me pregunto, con Lacan, “Cómo nosotros, quiero decir, los psicoanalistas, vamos a responder: la segregación puesta a la orden del día por una subversión sin precedentes.” [3]

En primera instancia, considero que la respuesta al “cómo” no podrá advenir sino “en acto”, de la mano del consentimiento y de la responsabilidad a implicarnos, uno por uno, en tanto psicoanalistas en un “movimiento vital” y a contrapelo de cualquier inercia, para enfrentar el malestar, haciéndonos presente en el campo político, cada vez que sea necesario. Así, acuerdo con lo planteado por Eric Laurent en su Conferencia Las tres dimensiones de la Escuela y el lugar de la interpretación cuando dice que “…llevar el psicoanálisis a la política es llevar la identificación desegregativa al campo de la política” [4], justamente sabiendo que no hay campo más segregativo que éste. Y allí agrega “Es verdad que no habría Zadig si no habría Escuela, pero no como asociación sino como laboratorio de producción de identificaciones desegregativas, necesitamos una experiencia de esto, no un Ideal”. [5]

Dar lugar, por lo tanto, a una interpretación, que esté a la altura de las circunstancias, requerirá de nuestro compromiso, de “un decir”, cada vez, y bajo la marca del estilo propio, “para hacer resonar algo diferente”, en medio de los efectos de segregación del goce, del silencio mortífero de las identificaciones y del efecto de grupo.

Pienso, entonces, en una suerte de “analista instrumento”, un objeto muy singular, que está hecho de una combinación de piezas especiales, siempre presto a cumplir una función y formando parte de una “orquesta”, donde cada quién deberá tocar atento a su propia partitura, pero en sintonía con algunos otros.

NOTAS

  1. Miller, Jacques.-Alain. [En línea].Conferencia de Madrid. Disponible en http://www.wapol.org/….
  2. Lacan, Jacques. Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis. Escritos I. Siglo veintiuno, Buenos Aires, 2008, p.284.
  3. Lacan, Jacques. Alocución sobre las psicosis del niñOtros escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, p.383.
  4. Laurent, E. [En línea].Las tres dimensiones de la Escuela y el lugar de la interpretación. Disponible en http://www.radiolacan.com/….
  5. Ibíd.

Zadig como interpretación

Gustavo Zapata

Lo que resuena y lo que esclarece

Cuando Jacques-Alain Miller lanza la red ZADIG, el 14 de mayo de 2017, comenzó una ebullición al interior del Campo Freudiano con la finalidad expresa de dar forma a lo que se leyó como una propuesta, y también como una autorización, a actuar en política conforme a lo que parece un puñado de principios sencillos y accesibles. Se dieron ―se siguen dando― fórums en Europa y en América sobre diferentes tópicos relativo a la política ―democracia, estado de derecho, migraciones, segregación, racismos, etcétera―, dando inicio a un movimiento formidable y sin precedentes de extensión del psicoanálisis al campo de lo político; pero mi interés ahora es poner el foco en el valor de interpretación que ZADIG tiene también para nuestra comunidad de trabajo. En 4 preguntas a JAM [1], es él mismo quien ubica ZADIG como la última de una serie de cuatro etapas que configuran un acto, el suyo, que tiene valor de interpretación en el doble sentido de un significante que percute, que hace olas, y un efecto de significación que esclarece un enunciado, un texto a desplegar, como puntualiza en Punto de capitón. [2]

La acción del analista en la cura

En ese seminario, Miller nos recuerda la tesis de que la ética del analista está soportada por una elección, a contracorriente de la idea extendida de que el analista tiene, frente a todo, una actitud de “neutralidad benevolente”. El deseo del analista no es un deseo vacío, hay varios modos de declinar su vector, pero no es un deseo puro, como dice Lacan, y estando asentado en una ética y no en una moral, implica la política, esto es, la política del síntoma. Cualquiera que sea la definición que escojamos para el deseo del analista, se trata de una elección que define la dirección de la cura; pero entonces, para que esa elección no sea una “dirección de consciencia”, el deseo del analista no puede ser parasitado por el deseo del sujeto que el analista es, el deseo del analista tendría que ser el “output” de la operación analítica por la mutación que se produce en el análisis del objeto causa del deseo, que hace emerger el “entusiasmo” por ocupar la posición de analista del que habla Lacan en la Nota italiana. En la operación analítica, el deseo del analista funciona como un enigma, una x a despejar, cuyo único signo es el que revela la regla fundamental; es decir, que el “parlêtre” se entregue a la asociación libre. El analista elige entonces apuntar a ese horizonte deshabitado del ser en el que el “parlêtre” encuentra las reglas de su existencia, sobre todo porque él mismo ha estado allí.

La x del deseo del analista en la psicología social

Se ve bien entonces, como puntualiza Miquel Bassols, que la tesis central de Miller, en su formulación de ZADIG, es un desarrollo de la Proposición del 67 [3], y como destaca Doménico Cosenza, en ese texto de Lacan está escrita la relación topológica entre la formación del psicoanalista y la extensión del psicoanálisis [4], que da soporte al paso de Miller en el Campo Freudiano, Año Cero. [5]

En el mismo seminario Punto de capitón, Miller extiende de manera aún más precisa la tesis ―propuesta por Freud en Psicología de las masas y análisis del yo,y ya presentada en su conferencia de Madrid del 13 de mayo de 2017― de que la psicología individual es, al mismo tiempo, psicología social. Leída desde Psicología de las masas y análisis del yo, la Proposición del 67 permite despejar para esa x, que es el deseo del analista, una dirección que orienta su acción en el campo de lo social, y consecuentemente, lo que permite entonces decir que el analista, desde la misma ética que sostiene su acto puede, y por tanto debe, hacer todo lo posible por incidir, por hacerse escuchar, en el nivel de la opinión pública, en el ámbito de la política.

Ahora bien, la intervención que puede producir un analista para incidir con cierta eficacia en ese campo es del orden de una interpretación, en el sentido de “hacer resonar” y de “producir un efecto de significación que esclarezca un enunciado”, y que proviene del mismo lugar desde el cual se articula para él la lógica de su acto en el dispositivo; es decir, desde el esclarecimiento de la transmutación de su relación con el objeto causa del deseo en una relación con la causa analítica. Ello implica también rebajar el volumen de las identificaciones que para mí resuena cómo hacer que su peso y su densidad se reduzcan al mínimo, pues ellas son el grueso de la consistencia del ser del sujeto.

Anudar el deseo

Evidentemente, éstas son exigencias de orden analítico, que como caracteriza Doménico Cosenza provienen de la radicalización del análisis del analista, toda vez que “no es posible una extensión sólida del psicoanálisis en el mundo sin un trabajo de intensión radical, ante todo sin un análisis personal de cada analista que llegue hasta sus consecuencias últimas, hasta su diferencia absoluta” [6], pues ese es el punto en el que se espera que las identificaciones no hagan objeción a la actuación del analista en la política.

He dicho que el deseo del analista en lo social, como en la cura, tiene un vector visible, se trata de un deseo que está anudado, claramente, a la democracia y al estado de derecho, pues lo que permite la existencia y el libre ejercicio del psicoanálisis es un régimen en el que el “parlêtre” pueda contar con la libertad de la palabra, del pensamiento y la acción, uno en el que le esté permitido desear. Es así que cada analista, uno por uno, elige entonces comprometerse, decididamente, en la defensa de las condiciones de posibilidad de hacer existir la experiencia psicoanalítica, desde el corazón mismo de lo que se jugó para él en la brecha de su realización.

NOTAS

  1. Cors, Raquel. 4 preguntas a JAM.Bitácora Lacaniana Grama, Buenos Aires, 2017.
  2. Miller, Jacques-Alain. [En línea]. Punto de capitón. Disponible enhttps://bit.ly/2CK1t53.
  3. Bassols, Miquel.Una política para erizos y otras herejías psicoanalíiticas. Grama, Buenos Aires, 2018.
  4. Cosenza, Domenico. [En línea]. Reanudar la democracia al deseo. Disponible enhttps://bit.ly/2y78tc7.
  5. Miller, Jacques-Alain. [En línea]. Campo Freudiano, Año Cero. Disponible enhttps://bit.ly/2M8AIiO.
  6. Cosenza, Domenico. La movida Zadig y la transferencia.El psicoanálisis. Lo que no se sabe de la transferencia  Barcelona, 2018.

Pensar la política desde la sociedad. Reseña del II Fórum Zadig-LML “Exilio”

Ana Viganó

“Estoy desterrado de vos. Mis pies pisan otras tierras,
y la cosa es que viva yo en otras tierras sin mentirme, sin mentir.”[1]

El pasado 2 de mayo se realizó en la Ciudad de México el II Forum Latino en red ZADIG-LML. El tema elegido esta vez, al hilo del I Forum[2] fue atinada y oportunamente “Exilio”, y se contó con las estupendas ponencias de los invitados Silvia Dutrénit Bielous[3], María Luisa Capella[4] y Miquel Bassols.

El Forum como instrumento interpretativo activo puso en marcha el efecto de interpretación desde el momento mismo de su concepción como S2 de un inicio marcado por un “despertar para hacer frente a lo insoportable”, mecha con la que se encendió el hilo del primer Forum.

El titulo de este segundo encuentro, la modalidad, el escenario, los invitados y una convocatoria que para muchos resultó sorpresiva y algo difícil de atrapar de manera inmediata para otros, dieron lugar a la apuesta por la confianza en la propuesta y al consentimiento a dejarse tomar por la experiencia. Así, el aforo de la sede anfitriona se completó rápidamente y los colegas de las otras ciudades de ZADIG-LML redoblaron esfuerzos para poder participar virtualmente conectados incluso en condiciones desventajosas en algunos casos por el horario, o sorteando los escollos que la tecnología hizo presentes al inicio de la transmisión.

Si es après-coup que se perciben los efectos de interpretación estamos aún en los tiempos de ecos y resonancias del acto interpretativo que este II Forum tuvo tanto para nuestra sede, como para los integrantes de ZADIG-LML y de la NEL que tuvimos la fortuna de ser tocados por un verdadero efecto de enunciación, esos que muerden más acá y allá del valor y la calidad -impecables, además en este caso-, de los enunciados que se trasmitieron. Las primeras y más inmediatas resonancias fueron sobre la emoción de presenciar y ser parte de un acto enunciativo que permitió que el tema localizado en un principio de manera histórica o muy circunscripta a algunos pocos interesados, atravesara el calendario y las geografías para percibirse en su actualidad y extensión de manera tan auténtica como imperiosa.

En nuestra sede, el significante ZADIG que no tenía aún muchos hilos de los cuales hacer una trama de sentido para muchos colegas, encontró un lugar inédito. De una propuesta que resultaba algo ajena aún, resultó una experiencia que transformó los universales en fibras singulares que resonaron, siguen resonando, y tienen nuevas vueltas en el trabajo inventadas por este impulso y previstas para llevarse a cabo muy prontamente.[5]

Dutrénit B. desde su lugar de historiadora contemporánea estudiosa del tema, pero también como una protagonista de la experiencia tanto por su biografía familiar como por su propio exilio a México, comenzó pluralizando el título, los exilios, y haciéndolo par de “sus silencios”. No solo resuena entonces lo dicho, sino -y a veces más aún-, lo no dicho. Los silencios y las emociones que los acompañan; los secretos muchas veces exigidos pero de todos modos inevitables., son el telón de fondo de una memoria que no cesa. Cuando lo “narrativo no necesariamente es lo que prima”, las formas visuales, auditivas y hasta degustativas conforman un “mundo apasionante y emocionalmente fuerte.” Este presente rememorativo es movedizo, nos dijo. Y alcanza hasta 3 generaciones.

Compartiendo algunas perlas de su herramienta de trabajo privilegiada, las entrevistas, Dutrénit B. nos fue llevando por los distintos rincones de su investigación, haciendo incluso referencia a una población particular de la que se ha ocupado en su último libro: los niños de los exilios. ¿Cómo no recordar aquí a quien fue nombrado minutos después por los otros ponentes de la mesa? Tomás Segovia, frecuentemente llamado “poeta del exilio” a su pesar y con muchas opiniones sobre este asunto, en su texto Dentro y fuera del exilio[6] dedica varias líneas a la “clase netamente particularizada: los niños del exilio” refiriéndose claro está al exilio español del ’39 y diferenciando dentro de ella a los “hijos de los exiliados” de los “niños que han ido solos a sus exilios”. Hermosas reflexiones aporta este ensayo sobre las heridas, cicatrices, fortunas, desventuras, sentimientos y destinos -por ejemplo la pregunta por el regreso posible o imposible del exilio- que serían muy distintas en los niños y objeto de una aún pendiente profundización que por múltiples motivos sigue siendo crucial en nuestros días. Y sabe a deuda, pasada y presente.

En el tramo final de su exposición y en un maravilloso giro argumentativo sobre la relación de los exiliados con el país de acogida y su propia política interior, Dutrénit B. mencionó los acontecimientos de Ayotzinapa[7] y el punto de quiebre que éstos tuvieron no solo para México sino para el modo que los exiliados y el mundo entero pudo vislumbrar lo que se mantenía en cierta sombra.

Capella por su parte planteó la diferencia sostenida tradicionalmente entre el migrante como aquél que decide irse y el exiliado: “el exilio -dijo- era por motivos políticos con el riesgo de perder la vida o el de “ganar” la cadena perpetua en la cárcel si no se conseguía un refugio”, para agregar que “esta diferencia, hoy en día, está casi totalmente difuminada: los migrantes normalmente salen porque no les queda más remedio; salen para salvar la vida.” Las migraciones, incluyendo entonces este amplio abanico, son una de las mayores preocupaciones de los líderes políticos y sociales y de la sociedad en general. ¿Cómo podrían no serlo, agrego yo, para los psicoanalistas?

En este contexto, la pregunta de Capella es “¿qué papel juega, en este contexto, el exilio español de 1939 en México?” y ensaya sus respuestas tomando como ejes “la actuación gubernamental y diplomática de México y por tanto de la inserción de ese grupo en la sociedad mexicana” y “la imposibilidad de la vuelta, del retorno del exiliado y por ende del migrante.” “El México de los años ’30 podría fácilmente dar lecciones a muchos responsables actuales y enseñarles que la integración es en primer lugar un problema del país de acogida” y pudo contarnos con hermosos ejemplos y testimonios lo que llamó un “proceso de solidaridad, entendimiento e integración.” ¡Cuánto para aprender de estas experiencias, ciertamente, en nuestros días!

Bassols por su parte inició su intervención mencionando muy precisamente el “exilio de los republicanos españoles y catalanes”, alrededor de 25000 refugiados que fueron acogidos por México luego de tener que “huir en 1939 luego de la llamada ‘Guerra Civil Española’ “, entre los que se incluyen nombres notables en distintos ámbitos de la cultura, y alguno muy cercano para nosotros como es el caso del ya mencionado Tomás Segovia.

Dos preguntas para su precioso recorrido: “¿Cuándo un refugiado empieza a ser un exiliado? ¿Un exiliado deja de serlo en algún momento de su vida?”

Repasando algunos testimonios de esta “aciaga experiencia que es el exilio” Bassols encuentra que hay “siempre una verdad en el corazón del sujeto exiliado”, la de estar “condenado a muerte en vida”, bajo la perspectiva muy antiguamente indicada con el nombre de “destierro”. Quedar desterrado, fuera de la tierra, equivale a quedar sin lugar en el mundo de los vivientes. Perdiendo su condición de ciudadano, el desterrado transforma su condición de ser por la de estar: “un estar sin ser”, dice Bassols, es la “gramática imposible del desterrado que siempre está en el corazón del exiliado”. Sin embargo, para el exiliado de hoy hay diferencias, que Bassols precisa tomando el neologismo de José Gaos “trans-terrado”, como alguien que encuentra su ser “fuera de lugar”. Es aquí donde nos da una de las claves psicoanalíticas para interpretar el lazo social de la época cuando señala que “el exilio parece ser una propiedad del ser contemporáneo, de un ser que está siempre fuera de lugar.” Por ello, la experiencia del retorno del exiliado puede ser sumamente difícil, figurando la “experiencia de un exilio elevado a la segunda potencia.” Bassols recurre a María Zambrano para recordarnos con ella y con Antígona, que “el exiliado puede hacerse portador de una verdad que él mismo podría llegar a ignorar, puede hacerse portador de un texto escrito cuya verdad él mismo no sabría leer.” Así, un exiliado es tal “no sólo a partir del momento en que no puede volver al país del que tuvo que salir sino a partir del momento en que se reconoce él mismo como portador de una verdad reprimida. […y ] cuando puede descubrir con cierta inquietud que él es también un extranjero en su casa, que ese lugar está definitivamente perdido.” ¡Tremenda indicación para todos los sujetos que en cierto modo nos encontramos siempre en posición de exilio subjetivo y singular! Bassols lo dice con todas las letras: “El sujeto del inconsciente es un sujeto en un exilio permanente. Es lo más real del sujeto” Es ante este real al que estamos confrontados más que nunca hoy, cada uno de nosotros, en una época de migraciones cada vez más globales.

Del mismo Bassols pero ya en la conversación, retomo una clave de orientación en este esfuerzo ZADIG: “Estoy escuchando -dirá conmovido-, el discurso que hay que hacer escuchar a los políticos hoy: el que nos permite sentar las bases de una política desde la sociedad.”

II Forum, S2 que hace serie y que espera lo que sigue. Porque seguiremos. Es nuestro compromiso.

NOTAS

  1. Gelman, J., Bajo la lluvia ajena,IV, Buenos Aires: Libros del Zorro Rojo, 2018.
  2. Que llevó por título “Las migraciones y después…”
  3. Profesora-investigadora titular/Instituto Mora (CPI-CONACYT)
  4. Coordinadora del Centro de Estudios de Migraciones y Exilio de la UNED (Universidad Nacional de Educación a distancia de España)
  5. Por ejemplo, la conferencia y conversación con el colega Manuel Montalbán Peregrín (ELP) con el tema “Extimidad migrante, una aproximación desde el psicoanálisis” en el mes de octubre.
  6. Segovia, T., Digo yo, México: FCE, 2011
  7. Desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, en septiembre de 2014.

Zadig, lector de la época del parlêtre

Felipe Maino

 ¿Qué lectura hacer de la movida ZADIG, tras dos años de su creación? Desde ZADIG La Movida Latina (LML), destacaría dos momentos: un primer tiempo de comprender en el que interrogamos algunos énfasis de esta invención de J.-A. Miller, ¿qué sería “incidir” en lo político?; ¿cómo pensar la extensión de esta movida “a nivel de la opinión”?; ¿qué clase de interpretación se pone en juego al pensar ZADIG como “red interpretativa”? El segundo momento lo precipitó una contingencia. Sabíamos, hace mucho, de los apremios que viven los colegas de Venezuela, pero fue cuando desde la NEL-Caracas no pueden intervenir en una reunión federada por cortes de luz y comunicación que se precipita un movimiento decidido de ZADIG LML. Momento conclusivo que movilizó un acto, uno que quitara a la angustia su certeza. En el curso de una semana, se organiza el I fórum latino en redde ZADIG LML, “Migraciones y después…”. Fue una experiencia vivificante: movilizar cuerpos, esfuerzos de escritura y de lectura, producir a nivel trasnacional ese espacio público, que es el foro, y habilitar ahí el acto de tomar la palabra y producir resonancias.

El II fórum latino en red, “Exilio”, se realizó antes de cumplirse dos meses de ocurrido el primero; lo motivó una visita a la NEL-Ciudad de México de Miquel Bassols, quien ha tratado el tema desde Europa. Convergía, favorablemente, con una particularidad de México, ser una de los países latinos que más exiliados recibió en el curso del siglo XX. Algunas consideraciones valiosas permitieron estas dos experiencias de foro. A medida que aparecía con recurrencia el carácter testimonial de las ponencias surgía la pregunta por si ese carácter convenía a un foro ZADIG ―¿cómo pensar la interpretación desde lo incontestable del testimonio?―; registramos que en lo social hay una suposición de saber “experto” a los analistas y cierta inhibición en poner a su consideración textos y relatos; percibimos también el riesgo de que la intervención analítica tendiese a traducir al lacanés lo que se estaba conversando. Cuestiones a considerar que no impidieron que estos foros resultaran ejercicios excelentes para hacernos presente en el campo de la política. La experiencia del segundo foro, desde las intervenciones de Bassols, nos dejó una orientación precisa: se trata de escuchar y de proponer una lectura lo más cerca posible del material oído; esa interlocución tiene estatuto de interpretación, en tanto subraya un rasgo, resalta una singularidad, reconoce ahí un parlêtre y una posición subjetiva; que esos énfasis y lecturas puedan introducir inconsistencias, respecto de relatos universalizantes, fue también una orientación.

Querría, en este punto, recoger algunos énfasis de lo señalado por Miller, en torno a su propuesta de incidir en el campo político y de las orientaciones surgidas de lo que se ha llamado la Tabla de Orientación. [1] Enfatizaré una frase del final de la Conferencia de Madrid, de la lectura de la carta de presentación de la nueva revista Heretic. Esa frase es: “En el siglo XXI hace falta una respuesta en términos de estructura.” [2] ¿De qué estructura se trata? Y me pregunto, en este punto también, ¿qué estructura se ha puesto en juego en lo que ZADIG LML ha iniciado? No es la estructura del partido político, eso se esclarece con la objeción de Weil, quien acusa cómo los partidos fabrican pasión colectiva para sofocar el pensamiento en pos de su propio crecimiento; esto hace, apunta ella, de todo partido uno totalitario. Entonces, se podría pensar que la solución es la misma dada por Weil, apostar por la “luz interior” de cada uno, luz que viene de la “luz irresistible de lo evidente”, la verdad de “perfección inconcebible”. [3] El riesgo allí es favorecer alguna vocación de iluminado y que se encandilen otras consideraciones formales ¿Qué garantía hay de que esa luz, en la que se confía, venga del “deseo incondicionado”, de aquel “misterio de los misterios” del que no sabemos nada pero se expresa como “verdad pura”. [4]

La convicción individual no parece bastar para establecer la estructura desde la que se pueda responder en nuestro siglo. Es más, Miller en la Conferencia de Mayo del 2017, al iniciar el capítulo sobre el psicoanálisis en el campo político, señala que “pensar que el psicoanálisis es exclusivamente una experiencia de uno por uno […] es un error”, y rescata en Freud la frase más importante, a juicio de JAM 2, de su obra: que “la psicología individual es simultáneamente psicología social.” [5] Esto para señalar que tanto su proyecto como el de Lacan ―pues reconoce que “todo su discurso converge en este punto”― apunta a que los psicoanalistas aporten algo a la humanidad; aportar en la “psicología individual en tanto que colectiva”. Entonces, parece que la orientación aquí es que la luz de incidencia del psicoanálisis, la que interesa para la movida ZADIG (fundada al día siguiente de aquella conferencia), debe entenderse estructurándose, en alguna suerte de simetría, con la psicología colectiva.

Mencionaré dos consideraciones al respecto, una temporal y otra espacial. Estas consideraciones me parecen acordes a la suposición de que es desde la estructura del parlêtre que hay que responder en el siglo XXI y que se puede esperar para lo social una estructura afín. La primera consideración, temporal, la situaría en una indicación de Lacan, a saber, que “[…] las movidas se repiten más bien que una sola movida irreversible”, con lo que señalaba que la historia recomienza siempre idéntica y que no se trata de proponer rectificaciones de un solo golpe: “¿No es acaso cierto que yo hago cosas que dan resultados diez años después?”, señala. Son esfuerzos que se dan de a uno, podría decirse, inscritos en el “gira en redondo” de la historia. [6] Situar esos esfuerzos implicará acogerse al agujero que el “no hay progreso” localiza y evaluar la empresa en los términos que Miller escuchó a Lacan el año 64: “El éxito de la Escuela se medirá por la salida de los trabajos admisibles en su lugar” [7]; entiendo que es el lugar que nos compete en el mundo.

Propondría a ZADIG LML que, en lo temporal, entendamos el “La” de la sigla como un “La barrado” (L/ML) pues será con esfuerzos, uno por uno, que obtendremos resultados en los circuitos de la insistencia y en los fallidos de una historia que siempre recomienza. Lo espacial lo situaré propiamente en la crítica de Miller en El eterno Patapouf; ahí plantea que el psicoanálisis no es voletriano pues Voltaire impone la “experiencia sensible” un “aténganse a los hechos”, liberal y lógico positivista, anulando lo real; al Voltaire satírico “lo real en juego se le escapa, se lo vela su risa” al “desconocer la fuerza de las cosas ausentes”. Y aclara Miller que “la razón después de Freud” es “algo así como las Luces más el objeto a.” [8] Allí valen las matemáticas, la topología, que sitúan el objeto, el agujero más allá de los semblantes; que esto esté en la Tabla de Orientación para ZADIG me parece que apunta al esfuerzo topológico que exige esta movida. Digamos con Simone Weil que, si algo es real, “exigiría un esfuerzo de atención muy grande.” [9] Ubicaría en esa “atención muy grande” el modo de interpretar del analista que incide en la política, pues no es incauto a la fuerza de las cosas ausentes, cosas que podrán presentificarse a la letra, cuando su presencia opera. Es lo que traía antes sobre lo aprendido en nuestra experiencia con el segundo Forum.

Concluiré con la invitación a sostener la pregunta referida a cómo responder en el siglo XXI en términos de estructura; JAM 2 provoca a anudarnos “con lo real de la vida” [10], de modo que lo real está ahí en la vida misma. Quizás incidir en la política y en el mundo suponga interpretarlo con la escucha nueva del niño y con la expresión decidida del relámpago, modos heracliteanos de lo político que subvierten el automatón y la praxis inerte.

NOTAS

  1. Tabla de Orientación, propuesta por J.-A. Miller para la movida ZADIG. Disponible en https://mailchi.mp/b1a1fb4b9220/zadig-la-movida-latina.
  2. Miller, Jacques Alain. 2017. [En línea]. Conferencia de Madrid. Disponible en https://wapol.org/publicaciones/images/articulos/2798/17-05-13_Conferencia-JAM-de-Madrid_ES.pdf.
  3. Lección de política diferente. Título dado por Miller a fragmentos de la Nota sobre la supresión general de los partidos políticos de Simone Weil, en la Tabla de Orientación, propuesta por J.-A. Miller para la movida ZADIG. Disponible en https://mailchi.mp/b1a1fb4b9220/zadig-la-movida-latina
  4. Ibíd.
  5. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Conferencia de Madrid, op. cit.
  6. Regnault, Francois. Lacan, una lección de polí Tabla de Orientación, propuesta por J.-A. Miller para la movida ZADIG. Disponible en https://mailchi.mp/b1a1fb4b9220/zadig-la-movida-latina.
  7. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Campo Freudiano, Año Cero. Disponible en http://www.nel-amp.org/index.php?file=zadig/zadig-y-zadig-lml/textos-fundacionales/campo-freudiano-ano-cero.html.
  8. Miller, Jaques-Alain. El eterno Patapouf. Tabla de Orientación, propuesta por J.-A. Miller para la movida ZADIG. Disponible en https://mailchi.mp/b1a1fb4b9220/zadig-la-movida-latina.
  9. Lección de política diferente. Título dado por J.-A. Miller a fragmentos de la Nota sobre la supresión general de los partidos políticos de Simone Weil, en la Tabla de Orientación, op. cit.
  10. Miller, Jacques-Alain. 2017. [En línea]. Campo Freudiano, Año Cero, op.cit.


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