Volumen 6

SECCIONES

Año 4 Número 6

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hijos del Malentendido

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Equipo

 

 

 

Directora Responsable:

Raquel Cors Ulloa

Directoras de la publicación:

Alejandra Hornos Harasimuk

Gabriela Urriolagoitia Méndez

Asesoras externas:

María Hortensia Cárdenas

Silvia Salman

Comité editorial:

Ángel Sanabria

Terán Gladys Martínez

Luisa Aragón

Comité de difusión:
Responsable:

Mackling Limache

Colaboradores:

Leonardo Prado

Maggie Jauregui

Miguel Ramírez Arrázola

Corresponsales:

Alejandro de León (Guatemala), Catherine Salamanca (Colombia),
Gabriela Villarroel (Bolivia), Giselle Cardozo (Venezuela), Jessica Jara (Ecuador), José Luis Obaid (Chile), Katia Álvarez (Perú), Mayra Alonso (Cuba),
Victoria Ferrero (México).

Diseño:

Sergio Avila – instagram@estudiohola.bo

 


INDICE

 

 

 

 

 

 

EDITORIAL …5

EÓLIDA – Vientos de la AMP7

Intuiciones Milanesas
Jacques-Alain Miller …8

LAS OLAS – El movimiento de la Escuela …26

Apertura de las XII Jornadas de la NELcf
Christiane Alberti …27

¿Qué tiempos corren?
El discurso analítico entra en la conversación
Clara Holguin …30

El malentendido, trauma original
Gladys Martinez …33

FÍLIDES – Ciudades analíticas …37

La transferencia de trabajo en la clínica carcelaria
Vianney Cisneros …38

Privilegiar a los jóvenes en la práctica institucional
Maggie Jauregui …40

Cuerpos
Claudia Velasquez …43

De la atención a la conversación y la acción lacaniana
José Luis Obaid …45

El analista y el discurso del amo
Gabriela Urriolagoitia …48

EN-LAZOS Y ENLACES …52

Enlace Acción Lacaniana …53

Arreglos con restos de violencia
Beatriz García Moreno …54

Violencia a lo femenino … ¿Nuevos lazos?
Heloisa Caldas …60

La promoción del sujeto sin punto de referencia: discurso capitalista, autodesignación y nuevos lazos
Manuel Fernández Blanco …66

En-lazos …72

Terror, asimetría en el lenguaje
Débora Rabinovich …73

El malentendido de la despatologización
Elisa Alvarenga …75

HEXÁGONOS – Las bibliotecas de la NELcf …77

Judith Miller y Colofón
Adolfo León Ruiz …78

La letra de una experiencia
Evelyn Schejtman Melgar …81

De la cera perdida a una creación
Ramón J. Ochoa Brando …83

Conversar sobre el campo de la infancia
Francisco Pissani …85

Indian Song, una película que no sería del semblante
Ricardo Torrejón …87

La agresividad y el psicoanálisis
Paula Del Cioppo …90

EN-FOCO – El dossier de Factor a …92

Crímenes y pasiones
Viviana Berger …93

¿Por qué sexualidad(es)?
Zindy Valencia …97

El tabú de la virginidad y la relación con los sexos en la época actual
Aurora Valladares …99

El deseo femenino y la sexuación
Fernando Gómez Smith …103

Sobre el género no binario y lo femenino
Ximena Castro …106


Editorial

 

 

 

 

 

 

 “[…] trauma no hay otro: el hombre nace malentendido”.
Jacques Lacan, “El malentendido”

 

 

 

Continuando nuestro trabajo en Factor a, acercamos a nuestra comunidad lectora un sexto número. Su tema central menciona la filiación que por estructura estamos destinados a habitar: “hijos del malentendido”.

“El malentendido ya está desde antes, en la medida en que forman parte de ese bello legado desde antes, o más bien forman parte del parloteo de sus ascendientes”.¹

Esta entrega pone sobre la mesa elaboraciones que dan cuenta del malentendido del lenguaje en su relación con el parlêtre, el que puede leerse en los fenómenos de civilización que emergen en nuestra época, un tiempo en el que se agita con virulencia lo real que lo origina.

“El malentendido” es en esta oportunidad, el tema-eje de nuestra “carta de navegación”. Argumento fundamental que evita encallar y navegar en forma conveniente lo que atañe al vínculo social, que no es de otro orden que el del inconsciente.²

Por este motivo elegimos como referente para la Sección Eólida. Vientos de la AMP el texto: “Intuiciones Milanesas”. Se trata de dos sesiones de su curso del año 2002, luego de que Jacques-Alain Miller diera una conferencia en ocasión de la creación de la Escuela lacaniana de Psicoanálisis (SLP) en Milán, sobre el tema de trabajo elegido para aquella jornada: “Los psicoanalistas en la Ciudad”. En este texto el axioma “el inconsciente es la política” está minuciosamente desarrollado en su vertiente de amplificación, fuera de la esfera solipsista e introduciéndolo en la ciudad, en la discordia del discurso universal en cada momento de la serie que de él se efectúa.

La sección “Las Olas” recoge el movimiento de la NELcf”, con relación al tema que propone el número de la revista. Aloja textos de los que miembros que están en función en las instancias de la Escuela. Ellos recogen los efectos de los vientos que provienen de “Eólida”. En esta ocasión el texto de Christian Alberti inicia la serie haciendo referencia a uno de los malentedidos prínceps de la época con efectos significativos en lo referente a la sexualidad. Clara María Holguín y Gladys Martínez, ubican con precisión algunos efectos del malentendido en los problemas actuales, advertidas de las tácticas y estrategias para sostenerse en la conversación actual sin caer en el malentendido que puede hacer de un esclarecimiento, “La Verdad”.

“Fílides. Ciudades analíticas”, recoge elaboraciones de colegas, invitados a transmitir algo de la experiencia de una práctica en la ciudad. Su nombre se inspira en una de las ciudades propuestas por Italo Calvino en su libro “Ciudades invisibles”. Fílides, alude a un espacio donde se trazan recorridos entre puntos suspendidos en el vacío, atravesada por puentes, con diversidad de estilos. Una ciudad plagada de diferencias, en la que el analista ciudadano transita y transmite algo del pasaje del “analista encerrado en su reserva, crítico, a un analista que participa […] sensible a las formas de segregación, un analista capaz de entender cuál fue su función y cuál le corresponde ahora”.³

“Enlaces y EnLazos”, es una sección que recoge los lazos entre colegas de la Escuela Una en dos dimensiones. La primera “Enlaces” recoge los textos de “Enlace acción lacaniana”, una actividad en la NELcf que apunta a promover la conversación con analistas de otras Escuelas. Un encuentro que provoca a la conversación sobre temas actuales. En esta gestión de la NELcf, “Los nuevos lazos”, son el foco puesto a la conversación. En “En-Lazos”, analistas de otras Escuelas de la AMP son invitados a escribir acerca del tema propuesto para poder leer los efectos del tema en curso en los problemas actuales en su ciudad y/o la región; teniendo como brújula la experiencia de su práctica.

La sección “Hexágonos, las Bibliotecas de la NELcf”, está inspirada en el texto de Borges, “La biblioteca de Babel”. Esta alude al eterno retorno de la diferencia comprendida en una biblioteca de proporciones astronómicas y hexagonales en la que el tiempo y los espacios se multiplican incontablemente y equivalen siempre, mortalmente, a uno. Se trata de seis textos que recogen algo de la acción lacaniana que está al centro de la Biblioteca de la NELcf y sus Bibliotecas locales. No perdemos de vista, que es en nuestras bibliotecas donde el discurso analítico se pone a la conversación con otras disciplinas en los contextos citadinos.

La sección “En-foco, el dosier de Factor a”, como su nombre lo indica, recoge textos producto de lo que, en la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano, estuvimos y estamos enfocados. Un breve abanico de textos de colegas enfocados en el trabajo preparatorio hacia los encuentros más próximos en curso: Jornadas de la NELcf, Congreso de la AMP, ENAPOL.

Las secciones de la revista digital de la NELcf, alojan una vez más, algo del ritmo de la acción lacaniana en nuestra Escuela. Sus nombres, que aluden a la metáfora y a la metonimia, ponen en juego ese “esfuerzo de poesía” al que nos invita JAM, en el que queda manifiesto ese esfuerzo por atrapar algo de ese “factor a”, que permanentemente se nos escurre.

¹Lacan, J., El malentendido (10/06/1980).

²Miller, J.-A., “Intuiciones Milanesas”, El psicoanálisis, Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis ELP, Nº 30/31

³Laurent, Eric. “El analista ciudadano”, Psicoanálisis y salud mental, Tres Haches, Buenos Aires, 2000.


 

 

 

 

 

 

Eólida
Vientos de la AMP

 

 

 

 

 


Intuiciones Milanesas*

 

 

 

 

 

 

Por Jacques-Alain Miller

Invitado el 12 de mayo de 2002 a Milán para la creación de la SLP, Jacques-Alain Miller improvisó una conferencia sobre el tema de trabajo elegido para aquella jornada: Los psicoanalistas en la Ciudad.

El texto que viene a continuación corresponde a la continuación que él mismo dio a aquella conferencia en dos sesiones de su curso de París.

I

En este lapso en el que no he dado mi curso, la política nos ha recordado que existe mediante una erupción, que fue una sorpresa. Debo confesar lo mucho que me gustan las sorpresas: acogí esta con una sonrisa, por un instante. Luego constaté hasta qué punto los cálculos de los expertos, al igual que los de la multitud, por otra parte, pueden resultar desmentidos, burlados. Cómo, alimentados por las evidencias durante muchos años, podían llegar a hundirse y producir un efecto de masa, con ciertos estados depresivos o de pánico, pero también defensivos y maniacos. De ello se derivó una movilización política de la que no se salvaron los psicoanalistas y cierto número de sus asociaciones, explícitamente.

Antes de lo cual estábamos, de todas formas, es preciso decirlo, a mil leguas de temernos lo que avanzaba en las profundidades. Estudiábamos laboriosamente la contratransferencia y la historia del movimiento analítico a lo largo del medio siglo transcurrido. Por eso acogí favorablemente la oportunidad, que se me brindó el último domingo de hablar en Milán, con ocasión de la creación efectiva de la Escuela Lacaniana del Campo Freudiano en Italia, de hablar sobre el tema “Los psicoanalistas en la Ciudad”, retomando así la inspiración del seminario que Éric Laurent y yo mismo dimos en 1996-97, en París, con el título El Otro que no existe y sus comités de ética.

No sin una cierta improvisación, tuve allí algunos pensamientos acerca de lo que nos ocupa en el psicoanálisis, y no quiero dejar de lado ese momento. Así pues, voy a hacerles partícipes de mis intuiciones milanesas y empezaré a desarrollarlas. Se referían a las relaciones entre el inconsciente y la política.

Tomé como punto de partida una frase de Lacan extraída de su seminario La lógica del fantasma, que encontré justo antes de mi partida, en una especie de psicopatología de la vida política que acaba de publicarse aquí. He aquí la frase: “No digo la política es el inconsciente, sino simplemente el inconsciente es la política”.

El que lo cita deja de lado, pura y simplemente, la segunda fórmula, abrupta y absurda, según él. La primera la acepta, pero, con reservas. Así tiene al menos el mérito de captar que estas dos fórmulas no son equivalentes. No es: si A = B, B = A. Sí, dice, hay algo psíquico en la política, pero la política no es únicamente el inconsciente, aunque es también inconsciente, o fantasmas, sueños, fallos, angustias…

¿Vale la pena citar a Lacan, si es embotando el filo de su frase para extraer de ella esto tan pobre? Fantasmas, sueños, fallos y angustias, de eso hay dondequiera que esté el hombre, en la acción y en la contemplación, en las culturas y en las maneras de hacer, en el Estado o en la sociedad, en la soledad o en la multitud. No queda nada de Lacan cuando se hace semejante comentario de su frase, cuando resulta manifiestamente que en esta frase hay un flash, que sorprende al menos un instante antes de desaparecer en la noche en la que todos los gatos son pardos. Hay en estas frases de Lacan algo que merecer ser oído, y precisamente esto es lo que amputa el comentario al que me acabo de referir.

Ahora bien, el agalma de este dicho es una fórmula, “El inconsciente es la política”. Y al menos se puede observar que es una fórmula que, por su parte, es de la competencia de un psicoanalista, mientras que la otra, que propone una definición de la política, es más aventurada cuando la enuncia un psicoanalista, a quien no le corresponde definir la política. Por eso, ciertamente, Lacan dice “No digo

[…], sino simplemente […]”.

He aquí como resumo el tema que los colegas italianos se han propuesto tratar: los psicoanalistas, ¿están en la Ciudad? Es algo que hay que discutir. De cualquier forma, el psicoanálisis, por su parte, está en la política. Esto me permitió encontrar un hilo, en Milán, para exponer el tema a tratar. Retomo, pues, la continuación de mis reflexiones en el orden en que allí me surgieron.

Primera reflexión:

“… La política es el inconsciente”

 “Yo no digo”, dice Lacan, que sitúa así su frase en los dominios de la negación –dice diciendo que no dice. Digamos que, desde el punto de vista de la lógica, es un enunciado que Lacan rechaza transformar en tesis y acerca del cual destaca que si fuera una tesis, llegaría más lejos que el otro.

¿Es acaso, sin embargo, la tesis de nadie, una tesis sin padre? Si esta tesis tuviera un padre, sería Freud. Freud, que dice algo así como que la política, al menos cuando él escribe sobre ella, se reduce al inconsciente. Es la tesis que extrajo en su Massenpsychologie, puesto que allí analiza las formaciones colectivas como formaciones del inconsciente, con el mismo significante y la misma causa del deseo.

Así, la política se reduce al inconsciente, y por eso esta tesis, aunque se deduce de Freud, se presta a objeciones, todas ellas del tipo: hay más en la política que lo que depende del inconsciente. Al encontrarnos ante una tesis reduccionista, las objeciones son variaciones sobre el tema: “Esto sólo es parcial, la cosa es más compleja, más amplia, etc.”. He mencionado Massenpsychologie, pero se podría leer El malestar en la cultura y Moisés y el monoteísmo a la luz de la misma tesis.

Y se podría recusar esta tesis diciendo que no es de la política de lo que Freud habla, sino en todo caso del inconsciente, tomando sus ejemplos del campo de la política. Adviértase, de todas formas, que este campo está estructurado por la instancia del padre, que Freud lo aborda en el régimen paterno, de ahí que los términos, los temas que organizan su abordaje del tema, sean identificación, censura, represión, incluyendo la represión del goce.

Segunda reflexión: “El inconsciente es la política”

Esta tesis, que sería abrupta, absurda, se permiten dejarla de lado apartándola de un revés… En Milán empecé enervado por tal desenvoltura respecto a esta fórmula que, por su parte, es más modesta que la primera, puesto que propone una definición del inconsciente. Así es en Lacan, y es mucho más razonable. El inconsciente, se sabe tan poco lo que es, es tan poco representable, que resulta inverosímil y muy arriesgado definir sea lo que sea a partir del inconsciente: por el contrario, siempre es él, el inconsciente, el que está por definir, porque no se sabe lo que es. Así, en Lacan nunca es el definiens sino siempre el definiendum. Tomemos la fórmula “el inconsciente está estructurado como un lenguaje”. Es una tesis que supone que se disponga de la definición del lenguaje. Y, en efecto, Lacan utiliza la que Saussure y Jakobson produjeron. Sin duda, en el enunciado que hoy comento no está el “como”. Entonces, lo que hay que preguntarse es cómo definir la política, de modo que tenga algún sentido decir que el inconsciente es la política.

Lo que me divirtió es que tras tropezar con aquel comentario irritante abrí un segundo libro reciente, La democracia contra ella misma, de un politólogo que, sin duda, ha leído a Lacan, Marcel Gauchet, y di con una definición de la política: “En esto consiste específicamente la política: es el lugar de una fractura de la verdad”. Bella definición, al mismo tiempo infiltrada de lacanismo y quizás, más acá, de un cierto merleaupontysmo. Fractura es un término que le gusta a este autor y que se encuentra también en otra obra suya de 1992, en la expresión de “fractura social”, retomada en 1996 por una figura de la política francesa, a la que este significante llevó bastante lejos…

Al principio, es un politólogo más bien lacanoide, que define la política como un campo estructurado por S(A/), donde el sujeto tiene, dolorosamente, la experiencia de que la verdad no es una, de que la verdad no existe y de que la verdad está dividida. Y ésta es una definición de la política que tiene toda su virulencia en el momento que estamos viviendo, momento que es, con todo, en su conjunto, un momento “postotalitario” y –lo pongo entre comillas–, en el que entramos desde 1989 con la caída del Muro de Berlín que, por otra parte, no todo el mundo aplaudió.

Por mi parte no valido necesariamente esta categoría, el totalitarismo, útil para cierta propaganda política durante el siglo XX. El totalitarismo fue una bella esperanza, encantó a las masas del siglo XX, algo de lo que nosotros, que somos del siglo XXI, casi hemos perdido el recuerdo. Era la esperanza de reabsorber la división de la verdad, de instaurar el reino de lo Uno en política, conformemente al modelo de la Massenpsychologie. En el plano de esta aspiración a la concordia, a la armonía, la reconciliación, el totalitarismo es impecable, tal como resuenan sus términos en el discurso del Presidente Schreber.

Entonces, el triunfo de la democracia, que lleva el viento en popa en el espíritu de los tiempos, al menos en una buena parte del globo –evidentemente, los chinos son un poco un caso aparte, me indican la aparición allí de una nueva patología, los muertos por exceso de trabajo, en un espacio donde la palabra “sindicato” sería una idea nueva–, no genera el mismo entusiasmo, e incluso se enfrenta a un efecto depresivo: conlleva este efecto en la medida en que implica un consentimiento a la división de la verdad, división que adquiere la forma objetiva de los partidos políticos, empeñados en una contradicción insoluble, ya que la verdad está condenada a estar dividida.

Marcel Gauchet lo dice con un lirismo digno de Merleau-Ponty: “De ahora en adelante sabemos que estamos condenados a encontrarnos con el otro bajo el signo de una oposición sin violencia, pero también sin retorno ni remedio. Encontraré pues, frente a mí, no a un enemigo que quiere mi muerte, sino a un contradictor. Hay algo metafísicamente terrorífico en este encuentro pacificado” –me gusta bastante este vínculo entre terror y pacificación–, “la guerra se gana, dice Gauchet, mientras que con esta confrontación nunca se termina”.

De ahí la idea paradójica de que la pacificación del espacio público corre pareja a un dolor privado, íntimo, subjetivo. Y al mismo tiempo que se celebran las virtudes del pluralismo, de la tolerancia o del relativismo, se tiene la experiencia de una verdad, cito, “que sólo se ofrece en el desgarro”. Queda por considerar, de todas formas, el abordaje que se hace aquí de la política como un asunto de tú o yo. La definición    del                  inconsciente mediante la política va muy hasta el fondo de la enseñanza de Lacan. “El inconsciente es la política” es un desarrollo de “el inconsciente es el discurso del Otro”. Este vínculo con el Otro, intrínseco al inconsciente, es lo que anima desde su punto de partida la enseñanza de Lacan. Se trata de lo mismo cuando se precisa que el Otro está dividido y que no existe como Uno.

“El inconsciente es la política” radicaliza la definición del Witz, del chiste como proceso social que encuentra su reconocimiento y su satisfacción en el Otro, en cuanto comunidad unificada en el instante de reír.

Tercera reflexión:

El inconsciente es político

El análisis freudiano del Witz justifica a Lacan para articular el sujeto del inconsciente con el Otro, y para calificar el inconsciente de transindividual. Se puede pasar de “el inconsciente es transindividual” a “el inconsciente es político” en cuanto se pone de manifiesto que este Otro está dividido, no existe como Uno.

Por este hecho, “el inconsciente es la política” no dice en absoluto lo mismo que “la política es el inconsciente”. “La política es el inconsciente” es una reducción, y cuando Lacan formaliza el discurso del amo, dice al mismo tiempo que es el discurso del inconsciente. De esta manera aporta una clave para numerosos textos de Freud. Mientras que “el inconsciente es la política” es lo contrario de una reducción, es una amplificación, es transportar el inconsciente fuera de la esfera solipsista, para introducirlo en la Ciudad, hacerlo depender de “la Historia”, de la discordia del discurso universal en cada momento de la serie que de él se efectúa.

Cuarta reflexión: La Ciudad no existe

 Hoy en día ya no existe “la Ciudad”, esta es imaginaria. Se la entiende como metáfora para decir la política, pero en la Wirklichkeit, la efectividad histórica, la política ya no se desarrolla bajo la forma de la ciudad. La Ciudad es una nostalgia, un remanente, es también imaginaria en el sentido de que hoy día se la busca para encontrarla en la televisión.

En Milán, en La República del día anterior –consagrada a una crítica del Señor Berlusconi, que posee tres de las seis cadenas de televisión italianas y orienta las tres que no tiene en calidad de Presidente del Consejo– la televisión era calificada de ágora, moderna ágora, destacando hasta qué punto está hecha un desastre. El ágora antigua, el primer movimiento que habría hecho sería votar el ostracismo del Señor Berlusconi. Al mismo tiempo, el periodista hacía de la televisión el lugar donde se elabora y se difunde un consenso. Esto pone de relieve, por fuerza, que el ágora de la época del mercado ya no tiene nada que ver con el ágora antigua, la cual es, por su parte, un lugar de homogeneidad social que supone la exclusión de aquellos a quienes se les negaba el privilegio democrático.

No solo la ciudad homogénea ya no existe, sino que el propio Estado nación ha sido conmovido, cuestionado, demuestra ser poroso, se debilita, y algunos llegan hasta profetizar su desaparición. Más allá incluso de la Ciudad homogénea, es el Estado

nación lo que es cuestionado, de forma que más que hablar de los psicoanalistas en la ciudad deberíamos atrevernos a plantear la cuestión de los psicoanalistas en la “globalización”, concepto aproximativo pero ciertamente más operativo que el de Ciudad.

Pude leer, en Italia, un pasaje de una obra de Hans Magnus Enzensberger, una descripción de personajes sorprendentes que ese encuentran en la campiña de la Baja Baviera, que dejan a los catetos admirados ante tales nuevas identidades, carnaval poético un poco anticipatorio que muestra que estamos muy exiliados del espacio homogéneo de la Ciudad.

“Globalización” dice lo que entrevemos de un espacio social en el que ya nada estaría en su lugar de antes, algo que ya se vio al oponer los mundos antiguo y nuevo, pero aquí es ciertamente la misma noción de lugar la que se sustrae, en lo que de una forma amable se llama la pérdida de puntos de referencia. Cuando ya nada está en su lugar, es la propia categoría de la falta la que tiene que convertirse en obsoleta, de acuerdo con el ejemplo del libro, que solo puede faltar en su lugar en una biblioteca bien ordenada… ¿Y si “globalización” fuera el nombre de lo que hace de esto algo obsoleto?

Quinta reflexión:

Freud y la reina Victoria

Así reciclo una ocurrencia de Lacan en su Seminario. Un día había leído La reina Victoria de Lytton Strachey, y se le ocurrió hacer reír a su auditorio situando a la reina Victoria como la causa histórica de Freud. De esta forma esbozaba el vínculo del nacimiento del psicoanálisis con la sociedad disciplinaria, con una exasperación de dicha sociedad que planteaba interdicciones poderosas, que censuraba el decir concerniente a la sexualidad –cosa que es preciso modular, porque siempre existieron formas transgresivas, pero precisamente como transgresivas: las prohibiciones permanecían en su sitio.

Al contrario, basta con pensar en la banalización del espectáculo sexual hoy en día, que va desde el film pornográfico hasta el libro de la Sra. Catherine Millet, para captar que estamos en otro régimen de la sexualidad: ¡ya no se trata de la reina Victoria, sino de la reina Catherine!

No es la primera vez que destaco que todo el aparato conceptual freudiano sigue llevando la marca de la época disciplinaria: prohibición, represión, censura… Esto permitió la unión del psicoanálisis con el marxismo, bajo la forma del freudomarxismo o la protesta al estilo 1968.

Ocurrió, en efecto, es preciso constatarlo, que el Renacimiento lacaniano del psicoanálisis en los años sesenta y setenta es contemporáneo del momento descrito por Antonio Negri –que duerme todas las noches en prisión por haber sido, en aquella época, inspirador de las Brigadas Rojas. En su primer libro, Imperio, trata de dar una doctrina de la extrema izquierda internacional y advierte, en la página 333 de la edición francesa: “En el periodo de crisis de los años sesenta y setenta la expansión de la protección social y de la universalización de la disciplina, tanto en los países dominantes como en los países dominados, crearon un nuevo margen de libertad para la multitud laboriosa. Dicho de otra manera, los trabajadores utilizaron la era disciplinaria para extender los poderes sociales del trabajo, etc.”

Destaca que el conjunto mismo de liberación le debía algo a las formas disciplinarias de la dominación, y trata de pensar qué seríamos después de aquella sociedad. Lo que él llama impero, imperio, es un régimen que ya no procede mediante la prohibición y la represión y que, por supuesto, hace de la transgresión algo problemático, como de la idea misma de revolución y liberación. Antonio Negri es hijo de Deleuze y Guattari, recicla el Antiedipo de hace treinta años. Podemos recuperar algo nuestro en lo que de todas formas es una lectura de Lacan.

Esta es la idea: Lacan pensó el psicoanálisis en la época disciplinaria, pero también anticipó el psicoanálisis en la época imperial, y a esto es a lo que tratamos de devolver su actualidad con El Otro que no existe.

Sexta reflexión: Lacan y la reina goce

Lacan tuvo el papel histórico de actualizar a Freud y preparar el psicoanálisis para el nuevo orden que Negri llama Impero. Si se toman las cosas así, se ve que se distinguen tres fases:

La primera es la de la formalización del psicoanálisis en la época disciplinaria. Se basa en la formulación del concepto de inconsciente a partir del algoritmo del síntoma: en la formalización unificante del Edipo, de la castración y de la represión mediante los conceptos de Nombre del Padre y metáfora; en la formalización de la libido mediante los conceptos de deseo y metonimia. Este Lacan clásico es Freud formalizado.

Luego viene la transición, en la que Lacan lleva a cabo una subversión de Freud, vía la subversión del Nombre del Padre, que él pluralizó y que desplazó igualmente cuando atribuye la operación de la represión no a la prohibición, sino al hecho mismo del lenguaje; vía la subversión del concepto de deseo vinculado a la prohibición, concepto que desplaza mediante el de goce –mucho más que en la falta, acentúa lo que colma la falta; vía la puesta a punto de la función del objeto a, que sigue vinculado al tema de la falta, pero en el que prevalece aquello que viene a colmar la falta.

Finalmente, está la tercera fase del trabajo de Lacan, en la que el término esencial es el de goce, en tanto que carece de contrario. Hasta entonces, el goce estaba en tensión con el significante represor, mortífero y he aquí que este último se convierte en un operador de goce. El goce estaba en tensión con el placer y, precisamente, la oposición placergoce tiende a disolverse –no es que se le sustraiga toda validez, pero el placer se convierte en un determinado régimen del goce. El nivel de la pulsión, que a diferencia del deseo no está intrínsecamente articulado a una defensa, es el nivel que Lacan marcó con la propiedad “el sujeto es siempre feliz”, siempre feliz… en el plano de la pulsión, se entiende, la única cuestión es la de su modalidad –placentera, dolorosa, etc.– mientras que ella, axiomáticamente, se satisface siempre.

Esto corresponde a la salida de la época disciplinaria. Ahora todo es cuestión de un acomodo, un arreglo. Ya no se sueña con un exterior. Ya sólo hay recorrido, arreglos y regímenes del goce. El nudo borromeo es ya un esfuerzo para salir del binarismo de la estructura de oposición y de la organización disciplinaria que supone dicha división.

Debería volver a referirme a esta noción de sociedad disciplinaria. Procede de Foucault y fue aislada por Deleuze –la oposición entre la sociedad disciplinaria y la sociedad del control, lo cual indica dos regímenes de la dominación. La sociedad disciplinaria es la época en que hay una exterioridad entre los dispositivos y aparatos de represión y de formación, y los sometidos. Época en la que, por lo tanto, sobresale la dominación en cuanto tal, el adoctrinamiento que permite plantear una oposición frontal y circunscribir la figura de los opresores. La resistencia puede entonces apoyarse en las formas de la coerción. Foucault recorrió esos aparatos –prisión, asilo, hospital, escuela, universidad– en los que “vigilar y castigar” supone una delimitación clara entre el in y el out.

Esto tiene todo su interés si se distingue lo que ya se estaba modificando hace treinta años, a saber, que el dominio resultaba estar más bien inmanente al campo social, que los mecanismos de dominación que podían analizar los marxistas estaban interiorizados, y que la sociedad de comunicación o de información los difundía de forma inaprensible o invisible. De ahí la idea de que ahora, como circula una dominación que ya no es exterior, lo hace mediante redes elásticas, modulables y fluctuantes –hasta tal punto que Negri aporta la fórmula de la “alineación autónoma” para designar un dominio que ya no es más externo que interno, y a la que el término de éxtima le conviene a la perfección.

Séptima reflexión: La cura analítica en la época de la globalización

 Tranquilos: La obra de Negri no es el nuevo Capital, es más bien un gran poema spinozista; describe de una forma patética un mundo sin operadores, un imperio que ya no es imperialismo de nadie, que está por todas partes, en ninguna parte y al mismo tiempo sin fronteras, sin exterior. Es muy repetitivo, más bien un canto –Negri es el Dante de la globalización…

Así pues, la cura, sin duda, está marcada por estos tiempos, los padece. Concebida primero como un tratamiento que se desmarcaba de lo médico, se ordenó como un ideal de madurez y una norma de la personalidad. Hasta Lacan tenía que hablar de culminación de la personalidad o de realización efectiva del Edipo y de la castración. La realización efectiva del Edipo y de la castración, incluso hablar de desidentificación fálica, suponen, en efecto, una norma y un ideal que operan. Mientras Lacan estuvo en esta fase de su enseñanza, la cuestión acuciante que se plantea sobre este punto hace resaltar tal ordenamiento –negándose, sin duda, pero sin embargo queda atrapada, ocupada por la insistencia de la norma y del ideal.

Una segunda fase se distingue por la desmedicalización completa de la cura. Es el momento en que la cura pudo ser concebida como exterior, como el lugar donde ocurre algo para uno. Se puede comparar esto con la doctrina actual sobre la edificación de los almacenes tal como ya se está desarrollando en Beverly Hills, Los Ángeles, New York, donde los nuevos almacenes deben responder al concepto de “experiencialización”, o sea, la transformación del shopping en experiencia única e irremplazable, de lo contrario la gente no tiene más que hacer sus compras por internet.

Y ahora hay una tercera fase, propia del régimen de la globalización. Esto se insinúa al final de los Otros escritos, donde el pase es resituado como un relato logrado que satisface a un auditorio, como procedimiento. Como sabemos, en el Campo freudiano, los productos del pase han quedado integrados en un proceso de “espectacularización”. Se ha invitado a los Analistas de la Escuela (AE) a presentarse ante los públicos más amplios que se podían reunir a escala internacional. Nos lo han reprochado, ¡pero no queremos volver atrás! Y aquí, de seguir a Lacan –sin duda, todo es compatible, como en Italia, tienes el templo pagano en el mismo lugar donde se erige la iglesia, ¡es el inconsciente freudiano realizado!– el fin del análisis se ve despojado del pathos del más allá, de la trascendencia, del franqueamiento, y se destacan los cambios de régimen del goce que es posible obtener en la cura. Porque se trata de la satisfacción pulsional, que no tiene contrario, de modo que la referencia es el paso de un régimen al otro.

El famoso “No hay relación sexual” se inscribe en este marco, y signa el borramiento definitivo de la norma. Se sale de lo que retenía al psicoanálisis en la época disciplinaria: sólo hay goce. Es lo que ocurre en la globalización, en la que nos encontramos desde hace mucho tiempo. A este nivel se ha abierto el espacio de la invención sexual, de la creatividad fuera de la norma, que convierte hoy en algo inaudible los temas de la maduración y de la culminación. Esto, evidentemente, es congruente con la inclusión del goce en los derechos del hombre, la “juridificación” del goce.

Y esto va parejo con la promoción de la escritura lacaniana del síntoma, nuevo nombre para indicar el síntoma que no tiene contrario o que ya no lo tiene, estando el sujeto en cuanto tal condenado a él. Hay que decir que el síntoma se pone de manifiesto como el régimen propio del goce, el sujeto –o más bien el ser vivo que habla– lo experimenta necesariamente.

Quedan todavía reflexiones pendientes.

Octava reflexión:

La degradación del psicoanálisis

Ella concierne a lo que esta época supone de degradación del psicoanálisis. Hay que decirlo, de todas formas. Los operadores también la experimentan, su acto se encuentra bajo la amenaza de la degradación, asediado como está el psicoanálisis por la psicoterapia. ¿Cómo va a quedar clasificado? Si uno se remite a un economista americano especialmente astuto, los psicoanalistas serán incluidos en la clase de los attention givers, los que dan atención, en la que se encuentra a los psicoterapeutas, pero también a los baby sitters, los mayordomos, los profesores de gimnasia privados, etc. No hay duda de que es una clase en expansión, pero este crecimiento se acompaña de una descalificación. Esto lleva a cabo cierta degradación de la posición del analista.

II

 Consagraremos esta reunión al inconsciente político, con el que nos ha hecho tropezar el movimiento de la historia, interrumpiendo el laborioso estudio que habíamos emprendido de la contratransferencia. Proseguiré mis reflexiones, aquellas de las que les hice partícipes la última vez. La fórmula “el inconsciente es político”, que saqué la última vez, ha sido como una piedra en el estanque –o sea, propaga ondas tanto en la práctica como en la teoría, aunque aquí “teoría” es una gran palabra a la que le pongo comillas.

La realidad escenificada por la estructura

La teoría, cuando se intenta producirla –la teoría en presente–, no es nada más, al menos en el psicoanálisis, que un atajo, una vía que se abre para tratar de dar alcance a lo que ya ha tenido lugar y que avanza por sí solo. Teoría y práctica en psicoanálisis no son simétricas o paralelas. En psicoanálisis hay, preciso es constatarlo, un retraso de la teoría que no es contingente, que no es accidental, sino que indudablemente es de estructura, al menos en lo que concierne a la elaboración. Y dicha elaboración está ciertamente en tensión con el saber mismo que se trata de elaborar, un saber que sería bello que expresara la realidad efectuándose de acuerdo con un orden necesario, según la proposición 7 del libro II de la Ética de Spinoza: Ordo et conexio idearum –el orden y la conexión de las ideas– idem est –son lo mismo–, puesto que ordo y conexio están aquí reunidos –ac ordo et conexio rerum– lo mismo que el orden y la conexión de las cosas.

Es una proposición esencial –el mismo ideal que anima al estructuralismo de Lacan, a condición de hacer que el orden y la conexión de los significantes reemplacen al orden y a la conexión de las ideas. Es lo que Lacan designaba como la combinatoria pura y simple del significante. Esta combinatoria, se suponía que definía relaciones de necesidad que se encontraban, iguales, en la realidad. He aquí la concepción del saber con la que medimos nuestros esfuerzos, puesto que es la concepción de un saber que no es una representación de la realidad, sino que pretende ser idéntica al principio mismo del desarrollo efectivo de la realidad, idéntica al principio de su producción, de su Wirklichkeit.

En esta concepción, la estructura no es ni una descripción ordenada de la realidad, ni un modelo teórico elaborado a distancia de la experiencia. Vean en cuanto a esto el texto clásico, para nosotros, que constituye la crítica de Lagache por Lacan, en la página 649 de los Escritos. Lacan pretende superar la diferencia, la oposición, la contradicción que él llama la antinomia de estas dos concepciones de la estructura, como descripción y como modelo, introduciendo una modalidad tercera de la estructura, en la que ésta se produce en la misma realidad y determina allí efectos. En Lacan, estos efectos son de verdad, efectos de goce, efectos de sujeto, y la verdad en ella misma un efecto –el goce también e igualmente el sujeto.

Es en esta dirección como se debe entender la proposición de Lacan que se encuentra en esta página, de acuerdo con la cual la estructura opera en la experiencia como –ya he citado alguna vez esta fórmula, que vale especialmente, en el momento en que Lacan la emitió, para el fantasma– “como la máquina original que pone en escena al sujeto”. Expliquemos estos términos. “Máquina” es una palabra que designa una articulación significante, combinatoria y determinista, cuyas variaciones están estrictamente condicionadas. Algunos años más tarde, Lacan dará de esto un ejemplo de referencia en su ciclo de los cuatro discursos. La puesta en escena del sujeto quiere decir, en efecto, que la máquina combinatoria está entre bambalinas, que no se da a ver, que está oculta, lo cual hace creer que está a distancia. Que está escondida supone que escapa a toda fenomenología descriptiva, que no basta con dejar ser aquello que es para acceder ahí. La expresión puesta en escena del sujeto conlleva una ambigüedad que repercute la división misma del sujeto. Es decir, que el sujeto es puesto en escena, es actor, no es el escenógrafo, y al mismo tiempo es espectador, la realidad es puesta en escena para él por la estructura.

¿Qué es lo que añade a esta articulación calificar dicha máquina como original? Sin duda, Lacan entiende esto en el sentido de que la máquina no se deriva de nada anterior, en un sentido propiamente genético, que él critica en esta página, sino en el sentido combinatorio. Y original quiere decir también única. Esta máquina es propia de cada sujeto, tiene que ser reconstituida en la experiencia psicoanalítica para cada sujeto. Pero sería sin duda abusivo limitar la validez o la inspiración de esta proposición a la experiencia analítica stricto sensu, porque el sujeto no es el individuo. Lacan, por ejemplo, habla también del sujeto en la ciencia, y se puede considerar perfectamente que el malestar analizado por Freud apunta al sujeto de la civilización.

Con esto nos enfrentamos cuando algo nos alerta, como ha ocurrido recientemente. Percibimos que nos enfrentamos a la máquina original que pone en escena al sujeto de la civilización en el momento actual, y esto también condiciona la experiencia analítica. He aquí lo que se dibuja de una ambición siempre renovada, esbozada, de recomponer esta máquina original a partir de lo que nos es dado de sus efectos.

El inconsciente es del orden del vínculo social

Debo precisar un punto de lo que evoqué la última vez cuando les cité una frase de Lacan a partir de una cita que de ella se hacía: “Ni siquiera digo la política es el inconsciente, sino simplemente el inconsciente es la política”. Indiqué que esta frase había sido extraída de La lógica del fantasma, y lo cité sin remitirme a la estenografía. Luego lo he hecho. Así pues, quisiera añadir aquí, antes de proseguir, algunas consideraciones sobre este punto. En primer lugar, porque en la estenografía se encuentra la fórmula “La inconsciencia, es la política”. Pero yo soy partidario de corregir esta estenografía y entender “El inconsciente, es la política”.

El pasaje que retomé se inscribe en una frase que quisiera trasladarles de un modo más completo. He aquí lo que decía Lacan: “Si Freud escribió en algún lugar la anatomía es el destino, quizás en algún momento en que, cuando se vuelva a una sana percepción de lo que Freud nos descubrió, se dirá: ni siquiera digo, etc.”. Este complemento pone de manifiesto que la matriz de la frase de Lacan es, ciertamente, una fórmula de Freud, y que Lacan opone aquello que Freud dijo remedando a Napoleón a lo que Freud nos descubrió, o sea lo que Freud dijo verdaderamente. Lo que Freud dijo verdaderamente no es lo que Freud dijo. Ahí, sin duda, se concentra la inspiración de toda la enseñanza de Lacan. Lo que Freud dijo verdaderamente no es que la anatomía es el destino. A lo que Freud nos remite para tratar de explicar la diferencia subjetiva de la sexuación no es al cuerpo anatómico. Por otra parte, la anatomía no determina ni siquiera la historia, puesto que, como Lacan revela en Televisión, la conversión histérica no obedece a la división anatómica.

Junto al cuerpo anatómico, se podría poner en cuestión el cuerpo vivo, distinguirlo de él. Del cuerpo vivo en tanto que habla y la palabra condiciona su goce, se podría decir quizás que constituye el destino. Pero en este pasaje de su seminario, Lacan opera un desplazamiento de “La anatomía es el destino” a “El inconsciente es la política”. Y lo explica diciendo que “aquello que vincula a los hombres entre sí, aquello que los opone, debe motivarse con la lógica que tratamos de articular” –en aquellos tiempos era la lógica del fantasma. “El inconsciente es la política” está relacionado con lo que vincula y opone a “los hombres”, con comillas, entre ellos, o sea el inconsciente es del orden del vínculo social. Y ésta es la concepción que pondrá en matema el ciclo de los discursos –algunos años más tarde en la enseñanza de Lacan.

El inconsciente es del orden del vínculo social –introduzcamos esta glosa– precisamente porque no hay relación sexual. Se podría llegar a decir que allí donde hay relación sexual, allí donde el vínculo sexual está programado, pues bien, no hay sociedad.

Por supuesto, ha habido a quien le ha encantado soñar con la sociedad de las abejas, con la sociedad de las hormigas. Maeterlinck, cuando no hacía soñar con Peleas y Melisanda, nos encantaba, en nuestra infancia, describiéndonos esas sociedades que nos proporcionaban una utopía, precisamente porque eran, porque son –lo que eran y lo que son, precisamente, es lo mismo– sociedades sin política. Son las sociedades sin política las que nos han proporcionado como utopías. Se podría decir que las teocracias han tratado de realizar una sociedad sin política, o también que el estructuralismo etnológico nos presentó sociedades provistas de estructuras elementales del parentesco, y por ese motivo apolíticas, lo cual ha sido discutido posteriormente. Hoy día no parece abusivo plantear que no hay sociedad sin política y que, correlativamente, el inconsciente es político. Esto es lo que Lacan elaboraba en aquellos años. Tras haber mostrado que el inconsciente se produce en la relación del sujeto con el Otro, pasaba a demostrar que se produce en la relación con el Otro sexo, tropezando, precisamente en ese camino, con la ausencia de relación sexual y la interposición del objeto a minúscula.

“El ser rechazado” y la demanda política del Otro

 Esa frase de Lacan –para completarlo un poco más– se inscribe en el curso de una reflexión sobre la fórmula “ser rechazado”, a partir de las consideraciones sobre el masoquismo que él toma de la obra de Bergler La neurosis de base. Bergler introduce este estatuto del sujeto, “el ser rechazado”, a propósito del estadio oral, y funda el “ser rechazado” –ser rechazado que sería el principio del comportamiento, de la actitud de ciertos sujetos–, en un “ser rechazado por la madre”; el deseo masoquista que el sujeto se crearía, en el plano de la pulsión oral, sería lo que le permitiría sentir pena por esta injusticia y gozar de ella. “Ser rechaza- do”, lo que constituiría el motivo de la queja del sujeto, estaría motivado en el deseo de salvarse de ser engullido por el partenaire materno. Esto es lo que en aquella época le había llamado la atención a Lacan, ese gozar de la injusticia, en el que capta también una hostilidad de Bergler respecto a sus pacientes, a quienes estigmatiza como coleccionadores de injusticias para quejarse de ellas –lo cual en la fenomenología no es absurdo.

En aquella época, la actualidad era la que se desarrollaba en cierto pequeño distrito de Asia del sudoeste, la guerra de Vietnam. Lacan situaba lo que estaba en juego allí de esta manera –resuena y puede resonar todavía hoy, cuando Asia se ha regularizado poco a poco, pero otra zona del planeta…

¡todavía no!–: “Tratan de convencerlos de que cometen un error al no querer ser admitidos en los beneficios del capitalismo”. A este respecto, Lacan invita a interrogarse por ciertas significaciones –especialmente sobre la significación “ser rechazado”– y siguiendo esta vena plantea, sin desarrollarlo, su “El inconsciente es la política”.

Lo que Lacan añade –a pesar de su brevedad es capaz de resonar de algún modo para nosotros– es que uno sólo es rechazado si se ofrece. Esto lo lleva a recordar como clave de la posición neurótica la estrecha relación del sujeto con la demanda del Otro. Respecto a dicha demanda, puede suponerse que “hay para el neurótico, dice, necesidad y quizás beneficio en ser rechazado”. Más adelante, Lacan quizás hubiera dicho goce de ser rechazado. Esto supone una indicación clínica del todo precisa, o sea, que hay que pensárselo dos veces antes de tener la ambición de forzar a un sujeto a no ser rechazado, antes de considerar que ser admitido al banquete de los otros es lo mejor que le puede ocurrir.

Lacan indica que proceder de este modo, tener el prejuicio de que es mejor ser admitido en lo que tú consideras como beneficios, ordenar la operación analítica en base a esto, puede darle al analista una función persecutoria. Así se pone coto a lo que supondría darle un valor de forzamiento a aquello que el analista consideraría el principio de realidad, en vez que considerar como válido en cuanto tal el deseo de ser rechazado –o sea, de no someterse a la demanda del Otro.

Esto también es indicativo para el momento actual de la civilización, cuando no es el deseo del Otro lo que está tan presente, sino la insistencia de su demanda, de su demanda política bajo el aspecto de la democracia y del mercado, considerados como valores a los que tu bien está vinculado. De tal manera que se torna incomprensible, hasta monstruoso, algo que se presenta como una preferencia, la preferencia por ser rechazado del orden de esos beneficios.

Ello indica en todo caso una posición de reserva, para el analista, respecto a esos significantes amo de la demanda propiamente política del Otro. He aquí lo que quería añadir, modular, respecto a lo que dije el otro día sobre la frase de Lacan fiándome de la cita que había pescado en un autor.

La degradación del psicoanálisis

Había llegado a mi octava reflexión sobre la degradación del psicoanálisis. Anuncié el recurso que podría encontrar en la obra El futuro del éxito de Robert Reich, economista político, que se inscribe en la línea de los ensayistas que han hecho énfasis en el narcisismo social en la época de la globalización –el primero, en los años ochenta, fue Christopher Lasch y su Cultura del narcisismo. Su idea es que el anonimato de la masa entra en contradicción con el deseo de celebridad inducido por el objeto mass media –de ahí que la gran cuestión consista en llamar la atención.

“¿Cómo llamar la atención?” es una interrogación que está presente en las motivaciones que se pudieron reconocer en el reciente asesino de Nanterre. Encontraba en su acto la ocasión de realizar la frase de Warhol, “ser célebre durante un cuarto de hora”, conseguir al menos una vez que tu nombre aparezca en la televisión y en los diarios.

La idea de Robert Reich es que hay una economía de la atención –una demanda de atención y una oferta de atención. Y, por lo tanto, un mercado de la atención artificial. Es en este registro donde inscribe al psicoanálisis, incluyendo lo que indica sobre su difusión creciente en los Estados Unidos, porque, desde el punto en que él se encuentra, no tiene que diferenciar entre el psicoanálisis, la psicoterapia y cualquier otra forma de psi. Circunscribe, pues, el desarrollo de un sector entero de actividades especializadas en el servicio de la atención. Ello le permite crear una categoría en la que están presentes también los profesores particulares de gimnasia –personal trainers– los que van de compras por ti cuando no tienes tiempo –personal shoppers– y todos los consejeros espirituales, psicológicos. Aísla el sector de los dadores de atención, attention givers, entre los cuales, sin embargo, se incluye también al personal doméstico, los baby sitters. Crea esta categoría como economista, e indica que es uno de los dos sectores que más crecen en la sociedad actual, junto al de los trabajadores creativos. Profetiza que, en el futuro, al menos en los Estados Unidos –pero para él los Estados Unidos presagian el porvenir de las sociedades menos desarrolladas que los Estados Unidos– si no tiene uno lo que es necesario para ser un trabajador creativo, probablemente, cada vez con más frecuencia, acabe trabajando en el sector de la atención especializada. Dice: “Vuestros hijos, si no son creadores, innovadores, acabarán ocupando un lugar en este sector, que es prometedor pero que al mismo tiempo está destinado a la descualificación”. Si la economía crece esencialmente por sectores –los creadores y los donadores de atención–, los donadores de atención son los que no consiguen entrar en el otro sector. Esto también crece, pero dentro de una creciente descualificación. Con todo, puede resultar tranquilizador que pone a los psicoanalistas y a los psicólogos entre los trabajadores de alta cualificación, pero a pesar de todo los inscribe en la misma categoría que los mayordomos y los baby-sitters.

Este análisis no es malintencionado, no apunta esencialmente al psicoanálisis. Es un estudio de las nuevas condiciones de trabajo en el marco de la nueva economía –por otra parte, esto precede en algunos meses al estallido de la burbuja de la nueva economía. Es tanto más precioso cuanto que no resulta polémico. Da la sensación de una degradación del psicoanálisis, por el hecho de que no es entendido en base a un deseo de verdad, sino en función de una demanda de atención personal. Es una degradación, pero al mismo tiempo sabemos que en la dinámica clásica de la cura analítica algo se ha modificado. Esta modificación es lo que conceptualiza, a su manera Robert Reich. Ciertamente, no es la verdad última del psicoanálisis, pero está bien para relativizar la atención que prestamos a las diferenciaciones internas finas que fragmentan el medio analítico y que desaparecen bajo la mirada del economista. He aquí bajo qué enseña es puesto el acto analítico. Resulta chocante que en esta clasificación la actividad del psicoanalista, del psicoterapeuta o del psicólogo aparezca como más próxima al baby sitting que a la medicina. De todas formas –y a pesar, por supuesto, de todas las reservas que podamos tener sobre esta clasificación– ahí surge un efecto de verdad.

La máquina del no-todo

Novena reflexión. La llamaré así: Las burbujas de certidumbre. Sigamos dirigiendo hacia nosotros mismos esta mirada que nos convierte en exóticos para nosotros mismos. Sin duda, esto es fenomenología social, pero es a partir de estos elementos como debemos tratar de reconstituir la máquina original de la civilización de hoy.

El padre. Se ve bien todo lo que todavía vincula al psicoanálisis con el mito del padre, y que la sociedad, que se está modificando en la época de la globalización, ha dejado de vivir bajo el reino del padre. ¿Por qué no decirlo en nuestro propio lenguaje? La estructura del Todo ha dado paso a la del no-todo: la estructura del no-todo supone precisamente que ya no hay nada que constituya una barrera, que esté en la posición de la prohibición. La prohibición aparece como algo contradictorio con el movimiento del no-todo. La estructura del no-todo es lo que es descrito en el plano social y político por Antonio Negri como impero, como el imperio que se desarrolla, precisamente, sin tropezar con límites. Esto para nosotros corresponde a la estructura del no-todo, trasladada al plano de lo que ya no se puede llamar la organización social.

No hay que sorprenderse de que nos encontremos aquí con el no-todo: este no-todo, Lacan lo introdujo en su escrito El Atolondradicho, donde precisamente responde al Anti-Edipo de Deleuze y Guattari –como demuestra el final de ese texto– reconceptualizando lo que dichos autores habían tratado de captar. En efecto, la función del padre está ligada a la estructura que Lacan encontró también en la sexuación masculina. Una estructura que comporta un todo, dotado de un elemento suplementario y antinómico que hace de límite, que le permite al todo, precisamente, constituirse en cuanto tal. Hace de límite y así permite organización y estabilidad. Esta estructura es la matriz misma de la relación jerárquica.

El no-todo no es un Todo que incluye una falta sino, por el contrario, una serie en desarrollo, sin límite y sin totalización. Por eso el término “globalización” es para nosotros vacilante, porque se trata precisamente de que ya no hay Todo y de que, en el proceso actual, lo que produce Todo y hace de límite está amenazado, vacila. Lo que se llama “globalización” es un proceso de destotalización que pone todas las estructuras “totalitarias” (entre comillas) a prueba. Es un proceso en el que ningún elemento está dotado de un atributo que le sea asegurado por principio y para siempre. No se tiene la seguridad del atributo, sino que tus atributos, tus propiedades, son adquiridos y precarios. El no-todo conlleva la precariedad para el elemento.

Se ve todos los días, en efecto, como lo que era el respeto de la tradición cede ante la atracción por lo nuevo, y este fenómeno, abundantemente descrito, es escenificado para nosotros por la máquina del no-todo. Por tomar un ejemplo que para nosotros es muy elocuente, al menos para quienes están al corriente del asunto: el verdadero martirio de la Iglesia católica en Estados Unidos. Se ha llegado a ver a un cardenal, un príncipe de la Iglesia, obligado a acudir a un tribunal y responder a las preguntas –preguntas a la americana, de las que ustedes se pueden hacer una idea por las novelas policíacas de Erle Stanley Gardner o de Perry Mason. Ya saben ustedes cómo se interroga. No hay que hacer alusiones, no se piden discursos, se plantean muchas pequeñas preguntas factuales que se encadenan unas con otras. Tienes que responder exactamente a lo que te preguntan con un sí, un no, y luego el otro te lleva por donde quiere. Pues bien, el cardenal Law –bien llamado– de Boston tuvo que responder, hace quince días, a este cuestionario. En internet he encontrado todo este interrogatorio, turbador para quienes sienten apego por la tradición.

Con todas las narices que supone reclamar a la Iglesia católica transparencia sobre sus operaciones y la renovada desconfianza, incluso entre los católicos norteamericanos, respecto al papel que desempeña en todo ello un potentado que vive en un estado microscópico junto a Italia. He aquí un signo de los tiempos, en el que se ve cómo prácticas multiseculares rodeadas de un respeto universal resultan hoy indescifrables y son rechazadas, apartadas, por el espíritu de los tiempos.

Ciertamente, se tiene la sensación de que hay ahí una máquina original que está poniendo en escena obras del todo inéditas, como la del cardenal Law respondiendo humildemente a las preguntas del procurador, a saber: apellido, nombre, explíquenos qué es un cardenal, explíquenos qué es una diócesis, etc. Nosotros no hemos llegado a eso todavía, pero he aquí algo irresistible que se enuncia en esta máquina original.

Mediante cierto cortocircuito, admitir que la máquina que pone en escena lo que llamamos “globalización” es el no-todo, supone decir –para Lacan, que lo articula con la sexualidad femenina– que esto se puede relacionar con el auge de los valores llamados femeninos en la sociedad, los valores compasivos, la promoción de la actitud de escucha, de la política de proximidad, que ahora deben afectar a los dirigentes políticos. El espectáculo del mundo se torna quizás indescifrable, más descifrable, si lo relacionamos con la máquina del no-todo.

Evidentemente, la escucha como política sólo se propone sobre el fondo de la ausencia de respuesta. La escucha se convierte ella misma en la respuesta, en el silencio del amo. Esto es el uso de la comunicación intersubjetiva, o sea, que nunca recibes ningún mensaje más que el que tú mismo has emitido. Por eso, también, hay quien llora por el elemento tradicional, algo que ya se captaba hace medio siglo, a saber, que lo viril está asediado, y se observa, al menos en las sociedades desarrolladas, cierta dificultad popular de los entusiastas de la guerra. Esto, sin duda, es correlativo de una llamada a la autoridad, al retorno al orden, de una llamada desesperada al reino del significante amo que está en curso de abolición. En todo caso, se observa la tensión entre el funcionamiento de la máquina del no-todo, que exacerba la nostalgia del significante amo, y esta llamada al significante amo, llamada tanto más exacerbada cuanto que aparece como desgajada del resto, y tanto más insistente cuanto que aparece claramente como suplementaria.

En el no-todo social, por el contrario, el significante ya no nos llega en forma de bloques organizados, tiende a presentársenos mediante fragmentos discontinuos, por ejemplo, informaciones inmediatas. Cuando se describe el momento actual, se habla de bombardeo de informaciones –así, los norteamericanos estudian el information overload, la sobrecarga de informaciones. Lo que se llama la información es la forma en que te llega el significante, ya no organizado como discurso sino discontinuo, esencialmente fragmentario, más un esfuerzo para tratar de añadirle una organización que se está deshaciendo constantemente. De ahí lo que el propio Robert Reich puede aislar como una patología de la desorientación.

El S₁ pluralizado y el sujeto sin punto de referencia

Por eso los sociólogos han aislado, frente a la overdose de información, las estrategias subjetivas que consisten en relegarse en zonas limitadas de certidumbre. Descriptivamente, es bastante potente –ya lo anunciaba la promoción de lo posmoderno por parte de Lyotard, que generalizó su concepto. Él lo había caracterizado ya entonces por la desestructuración de los grandes filtros de saber, o sea, las tradiciones, las autoridades consagradas, lo que él llamaba “metadatos”, los estereotipos: son otras tantas organizaciones del significante, que son formas diversas del discurso amo y que tenían el mérito de operar una simplificación y una formalización de la realidad, de difundir modelos de coherencia, modelos de comportamientos coherentes bajo la autoridad de instancias habilitadas y reconocidas con este fin.

Se quisiera que, en esta época de desestructuración de los filtros del saber, como por milagro, la escuela sea capaz de operar esta simplificación y esta formalización de la realidad, mientras que todos los aparatos que los soportaban están como resquebrajados, estropeados, asediados, al menos se encuentran en declive. Lo que los sociólogos advierten es que la globalización se acompaña de individuación. Lo que está afectado es la forma de vivir juntos, el vínculo social, que existe en forma de sujetos desarrumados, dispersos, y que al mismo tiempo induce en cada uno un deber social y una exigencia subjetiva de invención.

Es la fórmula, muy elocuente, de living my own life –vivir mi propia vida, vivir mi vida, la mía, precisamente en su diferencia respecto de las demás– lo que pone de relieve la decadencia, el declive de la organización colectiva de los modelos, y enfrenta al sujeto a una demanda –asumida por él por cuenta propia– de invención y de valorización de su estilo de vida individual. Es la época que nosotros habíamos llamado del “Otro que no existe”, mientras que aquello que un Bordieu trató de recomponer como los mecanismos de la distinción se refería ya a otra época. Hoy día los mecanismos de la distinción a los que él se refiere se confunden –lo que nos presenta es un mundo simplificado, casi el mundo de su infancia.

Ahí es donde se ve, en la enseñanza de Lacan, cómo él aisló y al mismo tiempo cuestionó lo que llamaba S1, el significante central de la identificación. Aisló este significante amo en su matema del discurso del amo. Este matema lleva como agente central el significante amo, que es pre-posmoderno. Es el discurso del amo pre-posmoderno.

Así, primer movimiento, aislar el significante central. Pero, apenas lo había aislado, lo pluralizó, lo multiplicó, haciendo oír en la expresión S1 el valor de enjambre², para decir que no hay sólo uno. Hay varios, y nada asegura, por el contrario, que no sean caóticos, aunque el enjambre se desplace agrupado. Una constelación de significantes más que una unidad del discurso amo. Y luego Lacan esbozó, junto a este matema del discurso del amo, el matema del discurso capitalista, modificación de aquél, donde es el sujeto tachado el que se instala en el lugar de este S1.

Aquí no se trata tanto de una promoción de la histeria como de la promoción del sujeto sin punto de referencia. En función de esta máquina original es como se puede observar, al igual que hacen los sociólogos, la constitución de zonas restringidas de certidumbres que, a pequeña escala, aportan esas referencias.

Las burbujas de certidumbre

De la estructura del no-todo, siempre se puede explicar que es abstracta. Y que de hecho no es así como se produce en la realidad, porque, en efecto, la máquina del no-todo supone la constitución tanto más insistente de micrototalidades cuya multiplicación y el propio investimiento de los sujetos que en ellas están capturados traducen la presencia de dicha máquina. Micrototalidades que ofrecen, dentro del no-todo, nichos, refugios de cierto grado de sistematicidad, de estabilidad, de codificación, y que permiten restituir el control pero a costa de una especialización extrema. Hay que elegir un campo muy restringido de significantes, un campo muy restringido de saber donde se restituye un dominio.

Hay un ejemplo que he encontrado y que me parece muy indicativo, en un estudio publicado hace dos años sobre un fenómeno observado en Japón y que allí llaman “el efecto otaku”. Figura en un artículo que sólo conozco de segunda mano, bastante difícil de encontrar, titulado “The otaku answer to pressing problems of the media society”, la respuesta otaku a problemas acuciantes de la sociedad mediática.

Es algo que han aislado en Japón. Son siempre categorías que se pueden considerar sospechosas, pero que no por ello son menos indicativas. Esto concierne a un comportamiento de adolescentes, o de adolescentes mayores –ya no se sabe dónde termina esto, por otra parte– que se convierten en fanáticos de una zona muy restringida de las nuevas tecnologías. Se convierten en completos especialistas de algo que parece un fenómeno del todo fútil de la sociedad mediática, como ciertos tipos de Manga, historias ilustradas, o bien un ídolo, como se suele decir –actor, modelo, etc.–, o una tecnología, por lo general más o menos vinculada con el ordenador, o videojuegos, sobre lo cual acumulan un saber lo más completo posible, manteniéndose siempre al último grito. Se advierte, entonces, el completo desinterés que sienten, aparte de esto, por sus contemporáneos, hasta tal punto que se dice, en Japón, que no miran a la gente a la cara. “Un otaku prefiere permanecer solo para desarrollar en paz su hobby. Se consagra de forma obsesiva a un solo sector de interés. Los objetos de su pasión pertenecen por lo general a la cultura pop”. También hay objetos militares –es Japón. “La esencia, dice el sociólogo en cuestión, un tal Grassmuck, del estilo de vida otaku no tiene nada que ver con un argumento específico, sino que está ligada a la forma de ser en relación a un tema”. Esta categoría, que parece estar en uso en Japón, no está construida en referencia al tema del interés, sino a la forma de tener relación con dicho tema. “El otaku tiene una personalidad monomaniaca. Su estrategia es recoger informaciones reservadas a una sola sección del saber humano y dejar de lado el resto. El otaku busca una pequeña zona de conocimiento de la que quiere saberlo todo”.

Esto se generaliza a todos los comportamientos inducidos por la sociedad de la información, la sociedad mediática, que consisten en querer saber completamente, en cada momento, lo que es in y lo que es out. Ello se ha extendido en Francia igualmente a las revistas, para indicarte lo in y lo out, de forma que sepas puntualmente cómo orientarte en la multitud.

No puedo juzgar sobre la pertinencia de esta descripción en lo que se refiere al Japón, y también se puede considerar que no es por fuerza una construcción correcta para el estado actual de la civilización en Francia, pero hay algo, con todo, en el psicoanálisis, que permite ser conceptualizado como una respuesta otaku. Hay algo del estilo de vida otaku en las sociedades analíticas, en las Sociedades, en las escuelas de psicoanálisis. Se podría decir incluso que la propia experiencia analítica es del orden de la respuesta otaku –la respuesta analítica como búsqueda de certidumbre, y ello también porque la misma relación que se establece en el marco analítico restituye al sujeto una zona de certidumbre.

El análisis pone la incertidumbre a trabajar, pero lo hace en el marco de una certidumbre por lo menos hipotética –de ahí la extrema valorización del marco que se observa en la IPA, valorización del marco extrema y al mismo tiempo indefinible. Quizá se puede observar lo mismo en Lacan, en la definición del discurso analítico, presentado como una transformación, una versión del discurso del amo, es decir, como una burbuja de certidumbre a la que el sujeto está tanto más vinculado porque se encuentra sumergida en la estructura social del no-todo.

Es preciso añadir, ciertamente, que si bien el psicoanálisis es una burbuja de certidumbre, al mismo tiempo irradia hacia la sociedad, porque se le hace intervenir en la publicidad, y él enseñó a la política la manipulación de la verdad. En verdad el psicoanálisis ha enseñado a los políticos que la verdad es un efecto, lo cual dio lugar al nacimiento de los spin doctors, doctores en la verdad, los expertos en manipulaciones de la verdad. Por otra parte se ha podido observar, muy recientemente en Francia, la extraordinaria promoción de un especialista del marketing convertido en Primer Ministro –esto es una primicia– y aparentemente elegido para eso. Al mismo tiempo, hay que reconocer que la forma en que se ha extendido el tema de la escucha, que perjudica al psicoanálisis, proviene de su expansión.

El psicoanálisis en la época de la globalización

Décima reflexión: El psicoanálisis en la época de la globalización. Tratemos de ver rápidamente cómo se relacionan las modificaciones de nuestra clínica en la época de la globalización y esa maquinaria del no-todo que supuestamente la anima.

La clínica clásica, la que hemos aprendido y enseñado, tenía como eje el Nombre del Padre y se distribuía en función de las posiciones del sujeto respecto al Nombre del Padre. Ahí se distinguían diferentes modalidades del deseo –el deseo insatisfecho, imposible, prevenido, etc., también nuevas formas de defensa. Nuestra clínica clásica respondía esencialmente a la estructura de la sexuación masculina, a la estructura del Todo y el elemento antinómico. Esto es lo que nos permitía tener aquellas clasificaciones estancas, rígidas, potentes, que fundaron la noción del lacanismo durante generaciones.

Digamos que la clínica contemporánea, a la cual nos enfrentamos ya desde hace años, bascula hacia el otro lado, el lado del no-todo. Esta clínica del no-todo es aquella en la que florecen las patologías que se describen como centradas en la relación con la madre, o bien centradas en el narcisismo y que, cuando se disponía de la jerarquía anterior, correspondían al registro edípico, pero ahora de algún modo se han independizado. Calificar esto de preedípico es evidentemente, demasiado estrecho.

Cuando nos interesamos en todo aquello que es del orden de las adicciones, se observa clínicamente el frenesí del no-todo, patologías en las que se destaca precisamente el sin-límite de la serie. Se observa al mismo tiempo la menor efectividad de la metáfora paterna y la pluralización de los S1, su pulverización incluso, de tal modo que, desde ya hace años, hemos reconocido la crisis de nuestras clasificaciones. Tomemos tan solo la categoría de la perversión, a la que estamos vinculados por la enseñanza que hemos recibido y por la que hemos distribuido, debido a la misma potencia de dicha categoría: forzoso es decir que es una categoría que experimenta un rechazo social masivo. Es asimilada a un estigma. No se puede borrar de la categoría de la perversión el hecho de que hace referencia a una norma, pertenece al régimen anterior en que normas e ideales prevalecían.

Evidentemente, objetamos nosotros –Lacan dice que la perversión es la norma del deseo. Pero son los términos en los que se plantea el diagnóstico, la categoría misma, los que han dejado de ser operatorios. Y, por otra parte, Lacan nos indicó otras vías para abordar la clínica contemporánea como clínica del no-todo. Nos indicó la vía del nudo. No es que en sí mismo el nudo sea algo levitatorio, sino que el nudo, en efecto, es una forma de responder a la estructura del no-todo, porque esta clínica nos presenta una serie indefinida de disposiciones a partir de tres redondas de cordel. El ternario RSI se distingue y se opone a lo que era la distinción estanca, discontinua, entre neurosis, perversión y psicosis.

Antes teníamos una combinatoria clínica, centrada en el Nombre del Padre, por decirlo rápido, y cuyos estados eran discontinuos, lo cual nos daba categorías estancas. Es evidente que –y no es que esto no tenga validez– situar la clínica respecto al nudo nos da sin duda disposiciones diferentes pero que están en continuidad las unas con las otras. Se ha perdido la seguridad de lo discontinuo y de lo estanco, y el resultado es que es el síntoma el que se convierte en la unidad elemental de la clínica, no ya lo que se llamaba la estructura clínica, que era una clase. Es el síntoma lo que se convierte en la unidad elemental de la clínica y, después de todo, el síntoma, lo que Lacan llamó el síntoma al final de su enseñanza, es la versión lacaniana de lo que es la fragmentación de las entidades clínicas en el DSM. No es la misma fragmentación, pero es el mismo movimiento de desestructuración de las entidades el que se observa en la segunda clínica de Lacan.

Primero, operábamos con una clínica centrada en la identificación. La primera clínica de Lacan era una clínica de la identificación: en el análisis, aprendo a contar mi historia de forma verídica, es decir que elaboro una identificación que me permite ser verídico. Y el final del análisis responde a la elaboración satisfactoria de una nueva identificación, que pasa por una desidentificación, etc., pero la categoría central es una identificación.

La segunda clínica era una clínica centrada en el fantasma, es decir, una vez más, en una historia, pero esta vez una historia concebida como un guion inconsciente y centrada en la relación del sujeto con el meollo de goce que colma su falta constitutiva.

Pues bien, la última clínica de Lacan tiene como punto central el síntoma, y en esta clínica lo absoluto, la substancia, es el goce. Para remitirnos a la referencia a Spinoza que introduje al comienzo, es verdaderamente Deus sive natura, sive goce. O sea, no hay sino goce en detrimento de la verdad y del sentido. En este momento, ya no se trata de curación para el final del análisis, tampoco es ya cuestión de atravesamiento, se trata sólo del paso de un régimen de goce a otro, de un régimen de goce a un régimen de placer.

¿Qué hay de los psicoanalistas en la época de la globalización?, eso es algo que se descubre a partir del pase. Si se ve bien cuál es su traducción en lo que escenifica la máquina del no-todo, el pase significa que uno se ve llevado a plantear una desconexión entre ser un analista y luego la práctica de analista. Aquellos a quienes Lacan quería consagrar como Analistas de la Escuela, era preciso que fuesen de la Escuela, porque se trataba de una definición del analista independiente de la práctica analítica, que trata de resolver así el problema de preservar el núcleo analítico de la práctica, en un mundo en que el analista tiende a disolverse en la práctica de atención.

Sin duda es en este contexto donde hay que pensar la formación analítica. Al mismo tiempo, esta revela ser difícil de determinar, porque en adelante es necesario pensarla fuera de todo ideal a alcanzar, fuera de la problemática misma del ideal y de la norma. Se trata, pues, de que la formación tiende a ser captada más como la comunicación de un estilo de vida que como el acceso a la realización de un ideal.

*Curso de la Orientación lacaniana 2001-2002, del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad París VIII. La primera parte del texto corresponde a la sesión del 15 de mayo y, la segunda, a la del 22 de mayo de 2002. Texto establecido por Marie-Hélène Doguet-Dziomba y Natalie Georges, publicado originalmente en la revista Mental, Nº 11 y 12, de la Eurofederación de Psicoanálisis, entonces de la NLS. Traducido al español por Enric Berenguer. Publicado en Cuadernos de Psicoanálisis, revista del ICF en España, Nº 29, 2004. La presente edición fue tomada de El Psicoanálisis, Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis ELP, Nº 30/31, 2017, con la amable autorización de su directora.

²S₁ se pronuncia de un modo en francés que se confunde con “essaim”, enjambre. [N. de T.]


 

 

 

 

 

 

Las Olas
El movimiento de la Escuela

 

 

 

 

 

 


Apertura XII Jornadas de la NELcf*

Christiane Alberti**

 

 

 

 

 

 

Estimados colegas, estimados participantes de estas Jornadas de la NELcf

Me dirijo a ustedes desde la Asociación Mundial de Psicoanálisis, a la que los organizadores de estas Jornadas, en su apertura, le han hecho un lugar. Agradezco en particular a María Elena Lora, Luisa Aragón, Mónica Pelliza y Raquel Cors —presidente de la NELcf—, y les transmito las reflexiones que esta invitación me ha suscitado.

Antes de su realización, los organizadores de estas Jornadas nos convidaron a un trabajo preparatorio de reflexión y elaboración que tuvo la ambición de mantenernos lo más cerca posible del discurso analítico. Saludemos esta ambición ya que es preciso mantenernos despiertos sin descanso, si queremos interrogar los problemas de nuestro tiempo desde el punto de vista del psicoanálisis. Esto no es fácil ni evidente, y en especial respecto al tema que la NELcf escogió para poner en el orden del día de este evento a la sexualidad y ‘las sexualidades’.

Este es un tema que se encuentra en el corazón del descubrimiento freudiano. La sexualidad, la causalidad sexual, es la única causalidad psíquica que interesa al psicoanálisis. Sería más analítico hablar de causa del deseo, en lugar de causalidad psíquica. Eso que en nosotros más que nosotros, anima nuestra existencia.

Entonces, es preciso cuestionarnos: ¿en qué contexto se plantean estas jornadas? ¿en qué contexto abordamos la causalidad sexual? Subrayemos esto: una profunda transformación en las costumbres se ha puesto en marcha, emergiendo con el trasfondo del “ascenso al cénit del objeto a” y deterioro de los ideales. Es un contexto en el que dominan dos vectores que tenemos en cuenta, ya que impregnan la subjetividad de aquellos que recurren hoy al psicoanálisis.

El primer vector es la voluntad de un mundo igualitario, un empuje a la igualdad: “todos iguales”. El movimiento que dio lugar al concepto de identidad de género —que en su inicio se preocupaba del cuerpo y de la experiencia sensible del sujeto—, marca una tendencia a postular un “todos iguales”, todos intercambiables. Por lo tanto, es un imperativo en nombre del cual nos encontraríamos con seres sexuados cuyo sexo al contrario del azar de la naturaleza, en un infinito despliegue de posibilidades, queda a elección de cada uno. Cada diferencia se transforma de inmediato en identidad sexuada, en un movimiento sin límite y sin fin.

El segundo vector está vinculado con el primero. Es el vector del derecho, de la ley, ya que el deseo de reconocimiento universal encuentra lógicamente una materialización en el derecho. Este prevalece sobre la experiencia y en especial sobre el goce, la manera con la que cada uno se satisface en su existencia. El goce, por definición específico para cada uno y que no se comparte, debería someterse al régimen del derecho. Esta reivindicación se traduce finalmente en la desaparición programada de la clínica, en beneficio de grupos de presión o de comunidades jurídicamente asentadas. Como J.-A. Miller indicó en la presentación del tema del próximo Congreso de la AMP Todo el mundo es loco, “ya no habrá patologías, sólo habrá —ya hay— en su lugar, estilos de vida libremente elegidos; una libertad imprescriptible —porque es la del derecho—. Si es posible decirlo así, lo derecho prevalece sobre lo torcido”. ¹

Esta fórmula que apunta tanto al derecho (ámbito de lo jurídico) como a lo derecho (recto) en nuestra época, es la inversa de la que J.-A. Miller propone para decir la orientación abierta por Lacan: “lo torcido prevalece sobre lo derecho”.² Lo torcido del síntoma prevalece sobre la norma jurídica.

Ahora bien, no nos equivoquemos, el cuerpo en cuestión en esta reivindicación es un cuerpo sociobiológico, un cuerpo despegado de los significantes que dejaron una marca, que lo afectaron, un cuerpo reducido al silencio en nombre del cual se pretende apuntar a la igualdad total. En esta loca pretensión, el cuerpo debería obedecer a un sujeto de plena voluntad, sin la falla del síntoma que es siempre sexual.

Se trata, entonces, de una empresa de eliminación de los síntomas en su complejidad, que se traduce en el hecho de querer intervenir directamente sobre el cuerpo para concretizar la pertenencia a un sexo. Ese movimiento no deja de lado a los niños, en desprecio de toda democracia. El niño es llamado a elegir “libremente” su sexo.

El cuerpo comprometido en la experiencia analítica es el cuerpo afectado por el significante. La diferencia de sexos no se reduce ni a la anatomía ni a la construcción legal, sino que remite a un modo de goce en cada uno que sobrepasa la anatomía. Va más allá del derecho, como un hecho del sujeto del inconsciente, del parlêtre.

 “De nuestra posición de sujeto somos siempre responsables”,³ escribe Lacan en respuesta a Freud, que se preguntaba si podemos considerarnos responsables de nuestros sueños. Pero Lacan da un paso más y anuncia: “solo hay responsabilidad sexual”⁴ en la medida en que no se trata de voluntad, de moral o de ideología; sino de consecuencias de goce en el ser hablante, las que se organizan a partir de una causalidad significante en el programa del inconsciente. Esta lógica es la de cada uno, lo que quiere decir que el sujeto está solo para responder de ella, solo para poder responder de su parte de goce en su queja o también en su denuncia. Sólo se puede responder desde ahí. En un psicoanálisis se llega a tener una visión sobre ese centro de nuestro ser, ese real de goce en el corazón mismo de mi ser: en mí, más que yo. Se llega a saber esto despejando las identificaciones imaginarias que nos mantenían cautivos.

Es la responsabilidad de un sujeto la que está en juego. La responsabilidad de un psicoanalista, del psicoanálisis, de una Escuela de Psicoanálisis, es la de hacer entender en el mundo igualitario, el relieve de esta singularidad en la modalidad ‘A buen entendedor pocas palabras’.

Debido a esta responsabilidad, saludo la iniciativa de los organizadores de estas Jornadas y les deseo un excelente trabajo.

*Palabras de apertura de las XII Jornadas de la NELcf: “¿Sexualidad(es)?” En Ciudad de Guatemala, octubre 2022.

**Psicoanalista en Paris. Miembro de La Escuela de la Causa Freudiana (ECF) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Presidenta de la AMP 2022-2024.

¹Miller J.-A., Presentación del Congreso AMP 2024: «Todo el mundo es loco», Paris, 3 de abril de 2022.

²Miller, J.- A., “Nota paso a paso”, El Seminario, libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 204.

³Lacan, J., “La ciencia y la verdad”, Escritos 2, Siglo XXI, Buenos Aires, 1995.

⁴Lacan, J., EL Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 204.


¿Qué tiempos corren?
El discurso analítico entra en la conversación

Clara María Holguín*

 

 

 

 

 

 

Acoger el reciente informe presentado y entregado al país por la Comisión para el “Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición”¹ que se realizó en el marco del Acuerdo de Paz con el objeto de esclarecer la verdad del conflicto colombiano, es mi manera particular de hacerme participe, con algunos otros, de este momento inédito para nuestro país. Pero sobre todo de poder interrogar la manera de hacer que la verdad, que siempre es varieté² pueda tomar el valor de un acontecimiento para cada uno.

No podemos olvidar que el sujeto que se hace hablar no es puro sujeto de la palabra, sino también cuerpo hablante. Lo que cuenta no es que la narración sea incapaz de asumir lo que quedó como agujero en la realidad del sujeto, y por tanto da sentido a sus traumatismos, sino que en ésta se manifiestan agujeros y tropiezos que son signos de otra verdad, de otro sentido, que le cuesta conjugarse con la ficción de una narración, emergencias a las que damos el valor de real. La verdad forma pareja con el sentido y ambas forman un trío con la ficción. Que la verdad sea mentirosa no desdice su valor, nos abre camino al dominio de eso que ella no puede decir, en tanto no puede ser dicha “toda”. “En nombre de ella, de la verdad, se cree alcanzar el sustrato más real del acto en juego y de ahí se desprende el don balsámico del perdón”.³

Un legado que, como se ha dicho “contribuye a hacer de la verdad un derecho público y un acontecimiento dentro y fuera del país”,⁴ interroga sobre la posibilidad de que la verdad, entendida como un hecho objetivo, tenga valor de acontecimiento, más allá del discurso religioso. No se trata de hacer de la verdad un instrumento demagógico, sino que lo que se ha llamado un “reclamo de indignación” sea “un acto político, que permita un anudamiento posible entre singularidad y comunidad…contar lo común en la diferencia”,⁵ abriendo un lugar para la conversación, un lugar para ser ocupado y “acoger memorias antagónicas, una polifonía de voces discordantes… donde se sucederán diálogos difíciles y provocadores”.

En este marco interrogo sobre la manera como el analista puede intervenir y cuáles son las estrategias y tácticas para sostenerse en la conversación actual, sin caer en el malentendido que puede hacer de un esclarecimiento, “La Verdad”.

Recordaba a A. Reinoso⁶ en uno de sus testimonios, sobre nuestro corto alcance frente al malestar en la cultura, cuando se trata de una intervención directa, sin embargo, decía que aunque al parecer estamos siempre un paso atrás, se trata de hacer con lo que hay. Si tomo como referencia al Pase, más allá de la singularidad del testimonio y de las resonancias actuales, es precisamente porque, como dice Lacan, más allá del fin de análisis el Pase abre un campo que hace interrogar las relaciones entre la política y el psicoanálisis. “El no-todo —que se encuentra en el final de análisis— conecta con la política entendida como el arte de tratar con el Otro que no existe”.⁷ Si de una parte el pase es nuestra brújula, la precisión hecha por. J-A. Miller⁸ nos orienta a situar la clave de los fundamentos de la intervención política en la clínica individual, consintiendo a saber-hacer con el malestar, sin rechazarlo.

Así, al contrario de la unidad, respondemos con una política anti-segregativa que implica la presencia de un cuerpo que no se deja agarrar ni por la biología, ni por la identificación, un cuerpo articulado a la palabra, troumatizado por lalengua, por el malentendido.

En ese sentido podemos decir que la política lacaniana es la política de los síntomas⁹ en plural, una política del uno por uno y la singularidad, para diferenciarla de la política en general que establece un “no” y el “todos”.

Hace un tiempo me referí a la propuesta artística de Doris Salcedo “Fragmentos”¹⁰ creada en el contexto del proceso de Paz en Colombia, y su manera particular de dignificar el goce, una manera de hacer de lo abyecto, causa de deseo. Se trata de un desafío político que al tiempo que da lugar a la víctima acorde al principio analítico del uno por uno, produce un lazo entre lo singular y lo colectivo. De manera subversiva Salcedo propone un contra-monumento. La obra, como dice la artista, no responde a un líder político o una ideología o partido, es una “experiencia de vida”.¹¹

“El contra-monumento, es una manera de presentarse al mundo, no a partir del Otro, sino a partir de la relación singular de cada uno con su existencia, se construye un nuevo piso, nueva transmisión de la memoria, a partir de la fundición de 37 toneladas de armas depuestas por la guerrilla, que fueron transformadas, en un suelo de acero que constata su fragilidad: “lleno de muescas y arrugas, hecho de un material duro y frío, pero quien toca la escultura siente la tibieza y la suavidad de una piel”.¹²

La obra, tal como su nombre lo indica “Fragmentos”, está hecha de trozos, piezas sueltas. Las mujeres con sus martillazos plasman los fragmentos de vida, ese trozo de historia singular que ha hecho trauma para cada una. Sin disolver la singularidad como lo haría la psicología de las masas.

Docilidad: Estrategias y tácticas

Es por la vía de la docilidad, que me aproximo a lo que podrían ser las estrategias y tácticas de una política lacaniana que pueda estar a la altura del debate actual. Al contrario de aceptar y consentir al discurso de la época, se objeta la sexualidad normativa, segregativa y de los géneros. Si del lado de la estrategia se requiere que el analista se separe de la lógica de la negación y del “todo” donde se pone en juego el poder, la acumulación y la distribución del valor de cambio; del lado de la táctica, la interpretación supondrá un acto sin norma. Un analista-soporte y un analista-lector. Instrumento para ser usado.

Extraigo de esta política algunas consideraciones:

  • Conversar sin convencer.¹³ Al contrario de Convaincre que supone que el otro no sabe ni entiende, que está equivocado y que la verdad es otra, Lacan nos propone ser incautos. Declinar el saber-todo.
  • Dócil sin consentir. No se trata de decir sí o no, pero tampoco de convertirnos en un obstáculo. Ceder el lugar del poder para luchar contra cualquier forma de discriminación.
  • Hacer lazo con el Otro al modo del síntoma. Apostar por el síntoma es arriesgarse por un lazo de amor que no hace masa, y que atraviesa los límites de la cultura y del género. Un amor a lo radicalmente Otro ¹⁴
  • Acoger la palabra, el dicho del sujeto sin cancelar la conversación y la dimensión subjetiva, pero oponiéndose a la instrumentación ideológica.
  • Más que una escucha, una lectura. Por fuera de la práctica religiosa y jurídica, que se edifica sobre el tratamiento de las masas, que escamotea cualquier indicio de agujero en el saber tapando las pasiones anónimas, lo que es del orden singular, sin reconocer lo imposible de decir, apostamos por una práctica no segregadora, que sostiene la alteridad del lazo social. Sin deconstruir el lenguaje al servicio de una supuesta causa de libertad universal, apuntamos a leer e interpretar las inconsistencias de los discursos en los que se funda la sociedad.¹⁵

*Psicoanalista en Bogotá, Colombia. Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NELcf) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Analista Miembro de la Escuela (AME) de la NELcf. Miembro del Consejo de la AMP por la NELcf (2021-2024)

¹Declaración de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición.

²Varieté, condensador de diferentes significaciones, la verdad (verité), la variedad (varieté), la variabilidad (variable) y la verificación (vérifiable).

³Ahumada, L., “Las encrucijadas del perdón”, Conferencia pública, Cochabamba, octubre de 2013, inédito.

Ibid. Declaración de la Comisión…

⁵Holguín, C., “¿Es posible dignificar el goce?”, Lacan 21, www.lacan21.com/…

⁶Reinoso, A., Testimonio presentado en la comunidad Colombia, noviembre de 2021, Inédito.

⁷Vincens, A., No todo es política en la orientación lacaniana, Barcelona, Gredos, 2018, p. 22.

⁸Miller, J.-A., Polémica Política, Barcelona, Gredos, 2021, p. 419.

⁹Indart, J.C., “Política del amor real en psicoanálisis”, Conferencia pública, Comisión Organizadora Regional IOM2 Cuyo, agosto de 2020. https://www.facebook.com/…

¹⁰Holguín, C., ¿Es posible dignificar el goce?, op.cit.

¹¹Idem.

¹²Idem.

¹³Brodsky, G., “Seminario de la NEL. Una orientación, múltiples consentimientos”, agosto de 2021, inédito.

¹⁴Delgado, O., Testimonio presentado en las Jornadas de la EOL “Lo femenino fuera de género”, diciembre 2021, inédito.

¹⁵Stiglitz, G., “Psicoanálisis y política, una amistad estructural”, Lacan Hispano, Grama, Buenos Aires, 2021, p. 507.


El malentendido, trauma original

Gladys Martínez*

 

 

 

 

 

 

El malentendido conduce irrefutablemente a un hecho de estructura para todo ser hablante: hay un agujero, una hiancia, un misterio, un azar, una contingencia en el corazón de las palabras. Con esas palabras o detritos de palabras que entran en el cuerpo por alguno de sus agujeros en tiempos primarios, se intenta —con los recursos más azarosos encontrados al alcance— hacer una trama para dar sentido a la existencia. Frente a eso real, la respuesta es el sujeto y cada uno inventa la suya, disparatadamente.

De allí que Lacan, desde el comienzo de su enseñanza y con todas las letras, remarque el hecho que el lenguaje no se reduce a una función comunicativa. Lacan destacó una función y un campo de la palabra y del lenguaje en lo que se refiere a la emergencia de la singularidad de un ser hablante que no se parece a ningún otro, así se haya bañado en el mismo mar de palabras que sus congéneres. Ciertas palabras que acontecen en el cuerpo son como un sello original del que no hay par.

Al agujero en las narrativas que se utilizan para tratar los inconmesurables, JAM lo llama “una zona gris”. Lo hacía al referirse a las teorías complotistas que impregnan los tiempos que corren. El hecho de que en una narrativa simple, —que siempre conlleva “fallas, incoherencias y sinsentidos”— el complotista introduzca en esta zona un elemento como verdad irrefutable, es extensible a la experiencia de todo ser hablante. En la subjetividad se sufre de la atribución de “una voluntad activa” a un gran Otro “multiforme, tentacular y disimulado”. Enseña JAM que en cierto modo “Todo ser hablante surge de un complot”¹ e interroga, si acaso hablar no es complotar.

Ciertas ideologías actuales, cuando se tornan militancia radical, pretenden suturar ese agujero del corazón de las palabras, personificando demasiado deprisa un enemigo al cual segregar, atacar, eliminar; o la de intentar operar sobre el lenguaje mismo transforma- ciones que sí puedan eliminar esa hiancia entre las palabras y las cosas. Como dice Lacan en el Seminario 1: “El lenguaje no puede ser concebido como el resultado de una serie de brotes, de capullos que surgirían de las cosas. El nombre no es como una punta de espárrago que emergería de la cosa”. ²

Con esta especificación, el gran Otro es el lenguaje como “Otro incorpóreo” que “parasita los cuerpos” de los seres hablantes. Como dice M. Serra en su texto “De un mundo al Otro”³ los significantes, que no significan nada, están en el mundo. Lo que se produce, es un encuentro contingente con algunos significantes primordiales, algunos de ellos, huella imborrable en el cuerpo con los que construye un destino.

Al pretender erradicar los elementos contingentes y traumáticos de la existencia, no sólo se oblitera el misterio irremediable de la vida, del sexo y de la muerte, sino que se expropia a los padres del futuro infans de la posibilidad de transmisión de un deseo no anónimo, es decir, de un deseo encarnado que no es ni puro ni libre de malentendidos.

Lacan en “Disolución” (1980) dice: “trauma no hay otro: el hombre nace malentendido”.⁴ Premisa fundamental que ubica el trauma como un hecho de estructura y de contingencia. Afirmar que “el hombre nace malentendido” abre el campo de responsabilidad subjetiva y de un deseo posible de querer trabajarse para saber algo de esos misterios propios de la existencia y del cuerpo. En el momento que dicta esta clase, Lacan está disolviendo su Escuela por haber fracasado en su fin primordial. Allí también destaca que “la hazaña del psicoanálisis”, su originalidad, es “explotar el malentendido”. En otras palabras, sin denegar lo irremediable, poder capturarlo en tanto tal y hacerlo estallar separando sus elementos amalgamados. Pero explotar, como verbo intransitivo, también implica un “servirse de”.

Antes de nacer, el linaje que nos espera, “ya nadaba en el malentendido a más no poder”.⁵ Es el malentendido de dos goces y dos deseos de los progenitores que jamás son simétricos ni complementarios. Nadan en el malentendido porque no hay relación sexual. Decir que no hay relación sexual es decir que, a nivel de lo que acontece en un cuerpo hablante, no hay palabras que puedan decir todo de eso que se agita y se siente. Hay agujero, hay opacidad. Y es intraducible para el partenaire que a su vez está habitado por esta opacidad. Dos lenguas distintas que se hablan y se agitan en su incesante Babel. Las palabras, a lo sumo, bordean ese agujero permitiendo ciertos destellos en esa opacidad. Dice Lacan: “Es lo que ustedes heredan y lo que explica el malestar que sienten en la piel, cuando tal es el caso. El malentendido ya está antes, en la medida en que, aun antes de este bonito legado, ustedes forman parte, o más bien son parte del parloteo de sus antepasados”.⁶ Ese parloteo es la materia prima en la que se arraiga el inconsciente, “o sea de malentendido”.

La vida secreta de las palabras

 Tomo prestado el nombre de una preciosa película de I. Coixet (2005), para servirme de su resonancia. Las palabras tienen vida y una vida secreta. Son maravillosas pues de sus arbitrarias conjugaciones fonéticas emerge el poder de nombrar las cosas del mundo. Algunas vehiculizan de manera especial el goce y el deseo del que somos hijos.

Pero, como dice Lacan en el Seminario 1, “Una palabra sólo es palabra en la exacta medida en que hay alguien que crea en ella”.⁷ Palabra que, por la mediación de un Otro que retorna el mensaje de forma invertida, no se reduzca a una convención universal. La palabra remite a más de un sentido y vibra en diversas claves. Por eso para Lacan es “ambivalente” y “absolutamente insondable”. Y más allá de ella misma porta la facultad de hacer emerger lo que ahí no está.

Las ideologías actuales que promueven la autodeterminación de un “yo soy lo que yo digo que yo soy” afectan profundamente el poder metafórico de la palabra. Pretendiendo erradicar su vida secreta cada palabra devendría unívoca, fija, inamovible, haciéndola verdad única del ser y de las cosas.

Alberti en su intervención para el Conversatorio de la FAPOL 2022, desarrolla cuánto la función de la palabra está afectada, hoy. “Es una palabra en la que lo dicho esta tomado al pie de la letra, sin incluir la dimensión de lo inconsciente: el sujeto equivale estrictamente a lo que dice, mientras que el psicoanálisis enseña que el sujeto siempre dice más de lo que sabe”.⁸

Es lo que Freud nos enseñó a partir de la escucha interpretante del fino detalle del lapsus, del sueño, de los actos fallidos. Para Lacan “si el descubrimiento de Freud tiene un sentido solo puede ser éste: la verdad caza al error por el cuello en la equivocación”.⁹

Pero, como recuerda Alberti, si bien es cierto que una palabra puede traer la verdad como revelación, “toda verdad no es buena de decir”. Al interrogar que la verdad sea amable pone en cuestión que la verdad cruda deba ser arrojada en la cara como interpretación. Releva la importancia de un medio-decir de la verdad tal como el inconsciente es maestro en realizarlo. La verdad desnuda no es pacificadora, más bien desata el odio, de allí que no sea “promesa de ninguna reconciliación armoniosa ni de ningún bien”.¹⁰

Develaciones: un canto a los cuatro vientos

Si bien con otros medios distintos a los modos en cómo opera un psicoanálisis, el arte no deja de enseñar conmocionantes modalidades de decir sin decir, de sacudir sin horrorizar, de lanzar un destello de luz en la opacidad; así también, sabe explotar agudamente el malentendido.

Como parte de la entrega final del informe de la Comisión de la Verdad en Colombia —una de las instancias creadas a partir del Acuerdo Final para la finalización del conflicto armado entre el gobierno colombiano y las FARC—¹¹ se apeló a un montaje artístico como parte del legado que la Comisión recoge de los territorios afectados. Su nombre: “Develaciones: un canto a los cuatro vientos”.¹² Allí directores,       actores,       bailarines, colectivos y víctimas afectadas, han puesto su cuerpo y sus voces, para hacer de esta obra un acto de palabra. Si bien apunta a la memoria y garantía de no repetición de un crudo conflicto armado que asoló un país por más de sesenta años, trasciende la mera reconstrucción de los hechos. Moviliza afectos profundos, tanto en quienes han hecho parte del montaje, como en la audiencia que se transforma en testigo y caja de resonancia de la barbarie acaecida.

En esta obra resuenan los cuerpos, resuena la voz, resuenan los rostros y las imágenes. En algunas escenas se presencia nítidamente la hiancia entre enunciado y enunciación. En su conjunto percute un decir encarnado, digno y contundente.

Se sabrá de su alcance interpretativo por las resonancias que tenga en los cuerpos este decir de “una verdad de atrás”¹³ despojada de ideologías. Pese a la violencia humana que, desencadenada, causó muertes, desplazamientos forzados, desarraigo, expropiación; las comunidades afectadas han sido altamente inventivas en sus múltiples formas de recomenzar una vida digna. Muchos testimonian con sus actos de palabra, una invención que transmite un saber hacer con lo real: adoptar NN y engalanar sus tumbas, inventar “alabaos” para nombrar lo que no tiene nombre, activar el cuerpo y el rostro para darle valor a lo invisibilizado. Se trata de un modo de tratamiento del dolor, de la impotencia y la desesperanza cuando se toma responsabilidad de esa rasgadura en la carne que tocó el vivir.

*Psicoanalista en Cali, Colombia. Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NELcf) y Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Miembro del Consejo de la NELcf (2021-2023).

¹Miller, J.-A., “En cuanto hablamos, complotamos”, http://www.psicoanalisisinedito.com/…

²Lacan. J., El Seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Barcelona, 1983, p. 381.

³Serra, M., “De un mundo al otro”, https://todoelmundo….

⁴Lacan, J., “Disolución”, En los confines del Seminario, Paidós, Buenos Aires, 2022, p. 80.

Ibíd., p.81

Ídem.

⁷Lacan. J., El Seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud, op. cit., p. 347.

⁸Alberti, C., “Libertad de expresión ¿es la verdad amable?”, https://fapol.org/…/

⁹Lacan. J., El Seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud, op. cit., p. 386.

¹⁰Alberti, C., op.cit.

¹¹“En el marco del Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, suscrito entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo FARC -EP, mediante el Acto Legislativo 01 de 2017 y el Decreto 588 de 2017, se creó la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, como un mecanismo de carácter temporal y extrajudicial del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición – SIVJRNR, para conocer la verdad de lo ocurrido en el marco del conflicto armado y contribuir al esclarecimiento de las violaciones e infracciones cometidas durante el mismo y ofrecer una explicación amplia de su complejidad a toda la sociedad”.(Tomado de la página web de la Comisión de la verdad, ¿Qué es la Comisión de la verdad?, https://www.comisiondelaverdad.co/)

¹²“Develaciones: un canto a los cuatro vientos fue construida a lo largo del 2021, en laboratorios regionales de creación colectiva junto al Colectivo Mafapo (Madres de Falsos Positivos); la Corporación Jóvenes Creadores del Chocó; la Fundación Saüyee’pia Wayuu; Krump Colombia; Sankofa Danzafro; Semblanzas del Río Guapi; Tambores de Cabildo; Tonada; Andrés Parra; Luis Hernando Forero; varios actores de teatro de diversas compañías, y otras muchas personas y aliados. Sus directores son el productor y músico, Iván Benavides, y los dramaturgos, Nube Sandoval y Bernardo Rey (Teatro Cenit). Develaciones es una obra de la Comisión de la Verdad, coproducida por el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo y La Paz Querida, con la producción de Contenido Naranja”. (Presentación tomada de la página web de la Comisión de la Verdad, https://www.comisiondelaverdad…). La obra se puede apreciar en el siguiente enlace: https://youtu.be/wxtLIiSkpec


 

 

 

 

 

 

Fílides
Ciudades
analíticas

 

 

 

 

 

 


La transferencia de trabajo en la clínica carcelaria

Vianney Cisneros*

 

 

 

 

 

 

El prólogo de Raquel Cors Ulloa para el libro “Contribuciones a la criminología” destaca el esfuerzo de Viviana Berger para “devolver a la ciudad el saber extraído de los síntomas que a los psicoanalistas nos compete leer analíticamente” y se pregunta cómo una institución carcelaria abriría sus puertas al psicoanálisis. Brinda una paradójica respuesta: “La llave viene desde dentro”.¹

A finales del 2017, a partir de una entrevista clínica realizada por Guy Briole, surgió el interés vivo de un participante en promover una posible relación de trabajo con Centros Penitenciarios. Dicha relación fue establecida por Viviana Berger y un grupo de colegas de la NELcf Ciudad de México, quienes de manera decidida sostuvieron un lazo de trabajo, resultando un esfuerzo de Acción Lacaniana que rápidamente —como ocurre con las buenas contingencias— tuvo efectos. Se alojó la pregunta del personal que laboraba en las cárceles. Primero de mujeres en el dormitorio psiquiátrico y poco después, de varones diagnosticados con algún desorden psiquiátrico; guiados por el rasgón que Miller nos propone en su curso El lugar y el lazo, un desgarro en el saber que pone a trabajar.² De esta experiencia junto con las “Noches de Psicoanálisis y Criminología” han surgido dos libros: Contribuciones a la Criminología en Acción Lacaniana (2019) y Enseñanzas de la prisión (2021).

La intervención en la clínica carcelaria por parte de psicoanalistas de orientación lacaniana ha tomado lugar poco a poco, promoviendo investigaciones e intercambios con un cuestionamiento constante sobre qué es lo que puede aportar el psicoanálisis al campo de la criminología. Esa pregunta apunta a la invención en Acción Lacaniana, que tal como Miquel Bassols destaca se trata de “la necesidad lógica y ética de situar el lugar del analista en la sociedad de nuestro tiempo, en una posición de exterioridad, de extimidad, en relación a los significantes amo de la época”.³ La intervención con los equipos de profesionistas que trabajan directa mente con las personas privadas de su libertad, permitió alojar sus preguntas y volverlas instrumentos de trabajo desde la ética del psicoanálisis, ejerciendo una función de éxtimo…

Desde esta perspectiva, me sirvo del planteamiento que Jacques Alain Miller hizo del “Lugar Alfa”. Destaca que no se trata de un lugar de escucha sino un lugar de respuesta:

“un lugar en el que el parloteo toma forma de pregunta y la pregunta misma gira hacia la respuesta. No hay Lugar Alfa sino a condición de que, por la operación del analista, el parloteo se revele como conteniendo un tesoro, el tesoro de un sentido otro que valga como respuesta, es decir, como saber llamado inconsciente. Esa mutación del parloteo se sostiene de lo que llamamos la transferencia, que permite al acontecimiento interpretativo tener lugar, acontecimiento interpretativo que supone un antes y un después”.⁴

Es posible ubicar la intervención dentro de la prisión en dos momentos. El primero con la apuesta de trabajo con el equipo clínico de los centros de reclusión. Dicha intervención apuntó a la palabra de aquellos que día a día trabajan con las personas privadas de su libertad, arribando a la pregunta de ¿qué pasa con los sujetos en ese encierro? Al escuchar lo que los equipos tienen para decir, se buscó encontrar al sujeto donde solo hay datos, bajo la brújula de no ver el crimen que el sujeto cometió sino ver al sujeto en ese crimen. Es decir, podemos servirnos de la formulación de Lugares Alfa para entender el trabajo que se armó con estos equipos, advertidos de evitar la deriva psicoterapéutica bajo la orientación de lo real, lo real que hay en cada caso.

El segundo momento tuvo relación con el ejercicio de entrevistas clínicas a cargo de Viviana Berger. La audiencia estaba conformada por el personal clínico de la prisión y los colegas que forman parte de este programa, escansión que tuvo efectos en los profesionales que advertían el automatón que debido a la dinámica institucional se instalaba. Se hizo uso de la extimidad para ocupar un lugar en el corazón de dichos intercambios, produciendo un efecto novedoso que permitió escuchar al sujeto en cada entrevista. Y en concordancia, produciendo efectos también en los sujetos entrevistados, apuntando a la falla dentro del desorden en el sentimiento de la vida, sirviéndonos de las externalidades de las que nos habla Miller: social, corporal y subjetiva.⁵

Para concluir, tomo un fragmento del “Acto de fundación” donde Jacques Lacan plantea que “La enseñanza del psicoanálisis solo puede transmitirse de un sujeto a otro por las vías de una transferencia de trabajo”.⁶ Retomando la frase de Raquel Cors Ulloa “la llave viene desde dentro” ,⁷ encontramos en la transferencia de trabajo una forma de interpretar esta llave, es decir, la enseñanza que el psicoanalista de orientación lacaniana extrae de su encuentro con el sujeto y permite el vínculo con otros discursos, anudados por la transferencia de trabajo. Se trata de una llave forjada en el acto de dejarse enseñar.

* Psicoanalista en Ciudad de México, México. Asociada de la Sección NELcf – CDMX.

¹Cors Ulloa, R., Del prólogo de Contribuciones a la criminología: en acción lacaniana, Grama, Buenos Aires, 2019, p. 13.

²Miller, J.-A., El lugar y el lazo, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 13.

³Bassols, M., “Una política para la ‘acción lacaniana’ ”, http://miquelbassols.blogspot…

⁴Miller, J.-A., “Hacia PIPOL 4, Contextos y apuestas del encuentro”, julio de 2007, http://ea.eol.org.ar/…

⁵Miller, J.-A., “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”, Revista Consecuencias No 15, Año 2015, http://www.revconsecuencias.com.ar/…   ia.html

⁶Lacan, J., “Acto de fundación”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 254.

⁷Cors, R., “Prólogo”, op.cit. p.13


Privilegiar a los jóvenes en la práctica institucional

Maggie Jauregui*

 

 

 

 

 

 

En la “U”, forma de nombrar a la Universidad entre los jóvenes de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, hace unos años se ha gestado un espacio para alojar el interés por el psicoanálisis entre los estudiantes de psicología.

Este espacio, no es sólo un lugar de práctica desde el dispositivo clínico psicoanalítico de orientación lacaniana, sino también otros dispositivos como reuniones de lecturas psicoanalíticas, prácticas institucionales, ayudantías en cátedras y otras acciones en el campo social donde se aloja el deseo joven por la causa analítica.

En el final de la conferencia “Polémica Política”, Miller exhorta a privilegiar a los jóvenes provocando una reflexión que aporta al psicoanálisis orientado a la práctica institucional con jóvenes:

“Lacan ha hecho todo en la institución para dar el privilegio a los jóvenes, el Pase era para dar privilegio a los jóvenes, […] que no es negar la importancia del saber clínico de los viejos, pero eso no debe dirigir y orientar la Escuela […] no debe dirigir la política fundamental de la Escuela. Hay que ser dócil a los jóvenes […] escuchar el cambio de los tiempos. No es con la memoria de los años sesenta que se va a orientar el trabajo”.¹

 Miller insiste en que “la política fundamental de la Escuela” debe estar dirigida a “dar el privilegio a los jóvenes” y parafraseando su reciente intervención sobre “Dócil a lo Trans”, recalca que “hay que ser dócil a los jóvenes”.

Entiendo que esta vez, alude a la pluralidad, no al artículo “lo joven” que apuntaría a un universal categórico o a un supuesto discurso joven. Ser dócil a los jóvenes, uno por uno, a los jóvenes de la Escuela, a simpatizantes de la Escuela, escuchar a los jóvenes de este tiempo y no al joven de los años sesenta.

Ya expresaba Lacan en el Instituto Francés de Milán: “Estoy muy contento de ver aquí mucha gente joven porque en ellas que yo deposito mi esperanza”.² La esperanza de seguir haciendo existir el psicoanálisis, podríamos agregar, el por-venir. Un porvenir que precisa a los jóvenes que, movidos por el deseo del psicoanálisis de orientación lacaniana, leen, interpretan, y están accionando en el campo social y clínico.

Haré uso de un significante inventado en mi ámbito familiar para denominar la jovialidad del viejo: “vejentud”, es lo que se precisa para ser dócil a los jóvenes. “Vejentud” que implica una posición subjetiva que echa mano de la “vieja docta ignorancia”, elevando el ser ignorante a su dignidad. Se puede decir que es la salvación por los deshechos, los propios deshechos, lo que preserva a la práctica psicoanalítica del idealismo de “todo tiempo pasado fue mejor”, el que muchas veces se impone como discurso del amo, en sutilezas plausibles de evidenciarse en el análisis de cada uno.

Esto supone una posición analizante, más allá de la experticia que se tenga, dando cuenta de la relación de cada uno con el saber inconsciente, que es inacabado, nunca completo. “Seguir analizándose –sostiene Miller– seguir siendo analizante […]. La otra vía sería la infatuación, es decir, si el analista creyera estar en regla con su inconsciente”.³

En Comandatuba, Miller refiere a ese tiempo pasado en que, la condición de existencia del psicoanálisis era una relación de reverso con respecto al discurso del amo, en cambio, en esta época hipermoderna todo ha cambiado. Exclama: “¡el discurso de la civilización hipermoderna tiene la estructura del discurso del analista!” y aún así hay psicoanalistas que intentan “volver a poner al amo en su lugar para poder aún ser subversivos” empecinándose en “reconstituir artificialmente el inconsciente de papá, el inconsciente de ayer”.⁴

Lo que distingue a la práctica lacaniana es que, el psicoanalista orientado por lo real, tiene como principio no el éxito de “todo es posible” que pregona el discurso hipermoderno, sino que “eso fracasa”, lo imposible de la relación sexual. De modo que es el fracaso, el que va a contrapelo del todo es posible como “condición para que nos sostengamos en el discurso de la civilización hipermoderna” sostiene Miller.⁵

Un paso más nos propone al expresar la necesidad de acoger a los jóvenes como una orientación política, implica “restablecer el espíritu del psicoanálisis en sus comienzos”⁶ cuando Freud supo mostrarse dócil a la histérica, una por una.

Lacan también, “gracias a los hechos de mayo del 68, ofreció un nuevo pasaje con su invención del discurso del amo como reverso del psicoanálisis”⁷ y ya en tempranas épocas, en el Discurso de Roma, decía: “Abran sus oídos a las canciones populares, a los maravillosos diálogos de la calle. Recibirán el estilo por el cual lo humano se revela en el hombre, y el sentido del lenguaje sin el cual ustedes no liberarán jamás la palabra”.⁸

La Sección NELcf – Santa Cruz de la Sierra, hace lazo con los jóvenes que realizan práctica institucional desde la “U”, escucha sus vivencias, participa de sus eventos y uno por uno, según sus singulares elecciones, son acogidos en los dispositivos de Escuela. Darle un giro más, es el reto: una Escuela que acoge, pero también que privilegia el lazo con los jóvenes que están en la práctica institucional, es la orientación de enseñanza que me queda.

Jóvenes que están en la Escuela, o que sin estarlo, han hecho transferencia con el psicoanálisis de diversas maneras. Ellos son quienes encarnan las ideologías de la época, están atravesados por lo que entusiasma del imperativo a gozar que la hipermodernidad exalta. Son quienes estando en relación a saberes actuales, nos incitan a dejarnos enseñar y desde una posición subjetiva joven, de “vejentud”, permiten articular esos saberes con el saber analítico, que como analizantes nos ubica en un “no saber”. Decir no a la experticia o sea, permitir una relación con el saber inconsciente.

*Psicoanalista en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano (NELcf) y la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

¹Miller, J.-A., Presentación del volumen Polémica Política del 2 de mayo de 2021. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=vGfsFPRySnk

²Lacan, J., “Del Discurso Psicoanalítico”, Disertación pública en la Universidad de Milán, https://www.elsigma.com/…

³Miller, J.-A., Sutilezas Analíticas, Paidós, Buenos Aires, 2011, p.33.

⁴Miller, J.-A., «Una fantasía». Conferencia en Comandatuba. IV Congreso de la AMP. Comandatuba – Bahía, 2004. http://2012.congresoamp.com/…

Ibíd.

⁶Miller, J.-A., Hacia Pipol 4, http://ea.eol.org.ar/…

⁷Miller, J-A., “Dócil a lo trans”, Lacan Cotidiano n° 928, https://www.wapol.org…

⁸Lacan, J., “Discurso de Roma”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 160.


Cuerpos

Claudia Velásquez*

 

 

 

 

 

 

Una pregunta por el cuerpo hace posible una delimitación del campo al interior del cual ubicar el psicoanálisis, diferenciado de otros saberes y prácticas que también se ocupan del cuerpo. El psicoanálisis gana en claridad y precisión cuando atraviesa aquellos otros saberes, pues no está asegurado que en la práctica los psicoanalistas nos ocupemos de ese cuerpo sobre el que efectivamente podemos incidir. Me refiero aquí solamente a dos de esos otros saberes, que son el de la educación y la salud.

El psicoanálisis, por medio de aquellos que lo practican, consigue llegar a la educación escolar, a los sistemas de salud y a diversos tipos de instituciones. Es en estos campos de práctica, que puede producirse una oportunidad para el psicoanálisis, no de instalarse como un saber verdadero para otros saberes que no lo serían, sino de servirse de esos otros saberes para aclarar, precisar y de ser posible, transmitir su especificidad y diferencia.

En esa dirección, y gracias a conversaciones sostenidas en el marco de la Escuela¹ con jóvenes practicantes del psicoanálisis, que llevan su hacer a instituciones de salud, educación y de atención a sujetos en condición de calle; arribo a la conclusión de que para la formación de los psicoanalistas y las posibilidades de existencia del psicoanálisis hoy —en tanto discurso que pueda hacer una presencia que incida en el Otro de los sistemas de salud, educación y diversas instituciones— es pues apremiante abordar problemáticas relativas al cuerpo, tal como es concebido por el psicoanálisis.

Propongo las siguientes:

La distinción cuerpo y organismo.

La articulación universal-singular.

La alianza del capitalismo y la ciencia.

Me referiré brevemente a cada una de ellas.

La distinción cuerpo y organismo

Los humanos tenemos un sistema de órganos que nos constituye en tanto seres vivos. Desde el punto de vista biológico, podemos tener muchas semejanzas con otros seres vivos, pero también hay una especificidad en tanto organismo humano.

Que los humanos tengamos organismo es un asunto que los psicoanalistas no debemos desconocer, pues si bien no intervenimos de manera directa sobre él, ese sistema de órganos está al servicio de las pulsiones. Con base en ello, Miller propone la idea de un organismo que es soporte de dos cuerpos, “Y se ve bien que el mismo organismo debe soportar dos cuerpos distintos, superpuestos: por un lado, un cuerpo de saber, ese que sabe lo necesario para sobrevivir y que podemos llamar finalmente epistémico y, por otro lado, el cuerpo libidinal”.² El “cuerpo yo” y el “cuerpo goce”.

Es manifiesto que el campo de la salud se ocupa del organismo y se aproxima al cuerpo epistémico, al “cuerpo yo” que va en dirección de la regulación, del buen funcionamiento para la supervivencia. El otro cuerpo, el de goce, escapa a cualquier regulación, incluso la pretendida por la medicina. De allí que ésta le niegue su existencia, intente acallarlo; o cuando más, el obstáculo que le genera, lo reduce a problemas psicológicos que mantiene bajo la perspectiva organicista, encontrando en los sistemas neurológicos el asiento único de lo psicológico, confundido muchas veces con lo subjetivo.

La articulación universal-singular

Aquel “cuerpo goce”, desregulado, se goza a sí mismo de manera autoerótica, goza solo, quedando el sujeto sin participación activa en ello, y experimentando que ese cuerpo, como lo dice Lacan, “levanta campamento”.³ Es decir, el cuerpo se levanta como Uno-solo en su goce y al hacerlo deja tirado al sujeto.

El “cuerpo yo”, por su parte, es el que, además de lo ya señalado, es el cuerpo propio. Dice Miller que este “cuerpo propio” es el “Un-cuerpo”.⁴ Y la relación que se puede establecer con ese cuerpo es tal, que “se cree” que se lo tiene. Esta propiedad del cuerpo responde a una relación imaginaria que se establece con ese Un-cuerpo.

Tenemos pues un sujeto que se las tiene que arreglar con un cuerpo que tiene y en ocasiones también se larga,⁵ para de alguna manera poder ir al encuentro con otros. Esta manera de hacerlo no puede ser más que singular y única, pues es algo que obedece a las contingencias de la experiencia subjetiva y no a una conducta o aprendizaje. En el campo de la educación y de lo institucional, este sujeto que hace sus vínculos y aprendizajes no sin ese cuerpo propio y a la vez ajeno, tiene que vérselas con la demanda y el imperativo de ajustarse a una norma del “para todos”. Se ve esforzado a llevar su singular modo de habitar un cuerpo que goza y le da lugar en el mundo, a un programa establecido por Otro. De ello no puede escapar; si escapa, el Otro estará allí, vigilante para querer ingresarlo en el pretendido “universo humano”.

La alianza del capitalismo y la ciencia

 El discurso que resulta de la alianza ciencia y capitalismo, reduce el cuerpo humano a su dimensión imaginaria, orgánica y a una cifra. Esa reducción le impone, de una u otra manera, una servidumbre al discurso dominante, en la cual hay que incluir los dictámenes del mercado y de la medicina que se asume como radicalmente científica. Así, un bebé que sufre de hemofilia, ingresa en este discurso por la cantidad de sangre que pierde ante una lesión, lo que se traduce en un sobrecosto para el sistema de salud.

Para concluir, conviene ingresar los problemas relativos al cuerpo, no solo en aquellos campos que parecen tenerlo de manera evidente como centro de sus preguntas e intervenciones, sino también en otros que pueden, en apariencia, no tenerlo como uno de sus asuntos centrales de discusión; y para ello, hace falta la presencia del psicoanálisis, por las consecuencias que tiene su concepción de el cuerpo que no es sin el organismo, sin lo singular y sin los discursos que se imponen.

*Psicoanalista en Medellín, Colombia. Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano (NELcf) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

¹Se hace referencia a una actividad realizada en la NELcf-Medellín, bajo la coordinación de la Comisión de Biblioteca del período 2020-2022, llamada Bordes, cuyo tema de investigación es el cuerpo.

²Miller, J.-A., La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 2003, p.368.

³Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El Sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 64.

⁴Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 107.

⁵“Se larga” otra manera de traducir foutre le camp.


De la atención a la conversación y la Acción Lacaniana

 José Luis Obaid P.*

 

 

 

 

 

 

La invitación a escribir se presenta como un destello oportuno. Oportuno para intentar formalizar una experiencia, en mi trabajo asociativo en la Sección NELcf – Santiago, y “abordear”¹ la pregunta por la Acción Lacaniana.

I.-

En septiembre del año 2020, con seis meses de confinamiento en los cuerpos, algunos Miembros y Asociados de la Sección proponen la formación de una “red de atención” abierta a la ciudad y a las afecciones de la situación sanitaria. La orientación del Directorio fue la conformación de una comisión de nueve colegas, entre Miembros y Asociados, interesados en dicha red y la Acción Lacaniana, para así poner al trabajo la demanda surgida.

De los dos o tres encuentros de la Comisión Red de Atención, se instala el tiempo de la mirada sobre lo “extensional” y como fue señalado, ciertas dificultades de la Sección para “salir a la ciudad”. También una primera puntuación: conformar una red de atención respondía a la invitación de otras instituciones psicoanalíticas locales, para participar de la atención clínica en red de sujetos afectados por la pandemia.²

Surge, a la vez, una constatación. Desde el movimiento feminista en Chile, pasando por el “estallido social” de octubre del año 2019 a la pandemia y sus medios telemáticos, proliferan las redes de atención psicológicas a nivel local. Algo así como un “todos traumatizados, todo redes de atención”.

Propongo dos recortes del curso de J.-A. Miller “Sutilezas analíticas”. En la primera clase, recuerda que la Escuela si bien es un enclave, refugio y/o base de operaciones contra el malestar en la cultura, no se rige por una lógica de extraterritorialidad; sino que fue creada con el objetivo de realizar salidas al exterior: “…la condición para poder realizar estas salidas es no dejar entrar el caballo de Troya”.³ Ya que, “Lacan no decía partenaire del discurso del amo, sino el reverso del psicoanálisis”.⁴

II.-

Se produce una torsión en los encuentros de la Comisión Red de Atención. Ahí, donde los dichos indicaban que los analistas de la Sección no estaban atendiendo a los efectos de la pandemia en los sujetos y la ciudad, surge una verificación sorpresiva: los analistas de la Sección estábamos atendiendo a las afecciones de los sujetos y la ciudad por la pandemia. Varios colegas manifestaban sus inquietudes y preguntas por los cambios que la virtualidad y lo telemático introducían en una práctica que, sin detención, seguía vigente. No sólo por el paso y la continuidad de algunos tratamientos por dichas vías, sino a la vez, la recepción de nuevas demandas y/o consultas.

En sus “Intuiciones milanesas”, J.-A. Miller, se refiere a la degradación del psicoanálisis. Se sirve, para ello, de Christopher Lash y su libro “Cultura del narcisismo” y la idea que el anonimato de la masa entra en contradicción con el deseo de celebridad inducido por el objeto mass media: “…de ahí que la gran cuestión consista en llamar la atención”.⁵ También, de Robert Reich y su libro “El futuro del éxito”, destacando la idea de una economía de la atención “demanda y oferta”, es decir un mercado de la atención artificial en donde quedaría inscrito el psicoanálisis junto a las terapéuticas: “…da la sensación de una degradación del psicoanálisis, por el hecho de que no es entendido en base a un deseo de verdad, sino en función de una demanda de atención personal”.⁶

III.-

Verificación con alcances interpretativos. Reducción y un saldo formalizado: más allá de las redes de atención, los analistas de la Sección habíamos apostado por no retroceder a la pandemia, aguardando sus efectos en el uno por uno de las demandas que se rearticulaban como también las nuevas, que la práctica nos iba enseñando.

Una Miembro y tres Asociados de la Sección conforman una nueva comisión, que decanta la propuesta de convocar y coordinar, desde la NELcf – Santiago, un tercer encuentro con dichas instituciones, orientado a conversar en función de la práctica, la clínica y la pandemia.

Del encuentro, que llevó por título “Qué lecturas del malestar en la cultura hoy, en tanto practicantes del psicoanálisis”, emerge lo inesperado. Si bien, la apuesta por conversar iba tras la pista de ese “todos traumatizados, todo redes de atención”, las provocaciones presentadas sólo trataron del estallido social y las consecuencias del mismo en los propios analistas y sus instituciones, haciendo caer, en la lectura de la enunciación, el sintagma “psicoanálisis y política”.

IV.-

Siguiendo a Fabián Naparstek⁷ , desde nuestra orientación, distinguimos al menos tres registros de la política: la política de la cura, la política y los analistas y la política del psicoanálisis en el mundo. Si la Acción Lacaniana hace una aportación al análisis de nuestra sociedad contemporánea, me parece que se inscribe en el registro de la política del psicoanálisis en el mundo. Si la Acción Lacaniana se trata de la puesta en acto de los efectos del discurso del psicoanálisis y sus aplicaciones en el contexto social, entiendo que se trata de una puesta en acto del efecto de lectura que anima el discurso del psicoanálisis en cada uno y que, advertida de las ficciones que los dichos comportan, se orienta por lo real, el uno por uno y el no-todo.

En agosto del año 2021 el Directorio nos convoca, en tanto comisión, a trabajar para responder a la invitación por parte de diversas agrupaciones de psicoterapeutas, de sumarnos a la iniciativa “Día de la Condolencia y el Adiós”. La idea era difundir la iniciativa por los medios de la Sección y posibilitar que alguno de los profesionales pudiera referirse a los procesos de duelo. El “Memorial Auditivo”, que fue transmitido por varias radioemisoras del país, hizo escuchar el registro de las voces de familiares y cercanos de fallecidos en Chile y que, por las restricciones sanitarias en pandemia, no pudieron ser acompañados. Transmitimos entonces, a modo de elaboración y propuesta que, si bien no nos convocaba el lugar de “profesional en duelo”, nos conmovió el rito que a través de un tratamiento por la voz pone un punto de dignidad a los nombres de quienes fallecieron. Muertes que no son anónimas ni reductibles a un conteo numérico.

Se difundió la iniciativa por algunos de los medios de la Sección NELcf – Santiago.

* Psicoanalista en Santiago de Chile, Chile. Asociado de la Sección NELcf – Santiago.

¹Neologismo que condensa “abordar” y “bordear”. Intenciona el “abordaje de borde” o el abordar algo bordeándolo.

²La primera invitación, a finales del año 2018, a participar en un conversatorio sobre “suicidio adolescente y su relación con el sistema educativo” y, la segunda, a participar de una conversación en torno al “estallido social” de Octubre del año 2019, ese mismo año.

³Miller, J-A., Sutilezas analíticas, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 20.

Ibíd., p.18.

⁵Miller, J.-A., https://elpsicoanalisis.elp…

Idem.

⁷Naparstek, F., “Psicoanálisis y Política”, Lacan hispano, Grama, Buenos Aires, pp. 489-495.


El analista y el discurso del amo*

 Gabriela Urriolagoitia**

 

 

 

 

 

 

Desaparición de la clínica – Extinción del Psicoanálisis

La invitación del Consejo, a través de la voz de Raquel, que agradezco hoy, es a pensar con ustedes alrededor de la pregunta, formulada por Miller y retomada en el argumento del STP: “¿Qué relación quiere mantener el psicoanalista con el Discurso del Amo entendido en toda su generalidad?”¹

Una manera de bordear la pregunta es pensar en la relación del analista con la civilización. En el “Acta de Fundación” de 1964, Lacan hace un llamado a los psicoanalistas diciendo que es necesario un trabajo que conduzca al psicoanálisis al deber que le corresponde en el mundo.² Y frente a este deber en el mundo Miller se pregunta qué analista le conviene al psicoanálisis para asumir este deber.³ Un analista capaz de mirar lo que pasa en el mundo para garantizar que el psicoanálisis exista en la civilización, porque nada garantiza la permanencia del psicoanálisis. Lo que pasa en nuestro mundo hoy, es que la reivindicación de la igualdad total de los sujetos, lleva progresivamente a la desaparición de la clínica, es decir, a la sustitución de las patologías por estilos de vida.

¿Y es que acaso la desaparición de la clínica es el signo de lo que Lacan predijo sobre la extinción del psicoanálisis, cuando decía que el psicoanálisis podría rendirse ante los impasses crecientes de la civilización? Propongo pensar que los impasses de nuestra civilización hoy, están relacionados con esta despatologización operada por el “todos iguales”.

El inconsciente es la política –
El inconsciente es el Discurso del Amo

Decir el inconsciente es la política es llevar al inconsciente al campo de la ciudad, esto no es un llamado a cualquier activismo o a tomar partido por cualquier movimiento social. Si el inconsciente puede ser llevado al ámbito de la ciudad, es porque él mismo está estructurado a partir de los significantes del Otro. Es su propia estructura la que lo dirige al campo del Otro, encarnado en la ciudad, en las instituciones, en los discursos sociales, en las manifestaciones del arte y de la cultura de su tiempo. El inconsciente es político porque el Otro tiene una función política que es la de capturar al sujeto con un S1 amo. Esta función política del Otro, es la que llevó a Lacan después a formular que el inconsciente es el Discurso del Amo.

Porque el sujeto proviene del lenguaje, Lacan dirá que no hay más que el vínculo social.⁴ A ese vínculo lo llama Discurso porque no hay otra forma de hacer lazo que no sea mediante la palabra. Es un vínculo hecho con palabras. Christiane Alberti nos propone leer este: “no hay más que vinculo social” como una cuestión vital: desde que el ser hablante nace, entra en una dependencia del Otro para poder sobrevivir. Y esta dependencia se redobla porque el sujeto, proviene del campo del Otro y es efecto de esa captura que el Otro realiza, mediante el S1. Esta dependencia radical del Otro, deja una huella indeleble cuyo real es que el ser que habla no puede vivir sin los otros.⁵ Este real es el que con Lacan nos permite decir el inconsciente es la política.

Esta afirmación además implica que el uso que el inconsciente hace del significante, es para ponerse al servicio de la identificación. Situar el S1 amo en el lugar del agente del discurso, tiene como efecto la identificación del sujeto a ese significante, es la identificación al significante mismo la que produce al sujeto como efecto de esa operación. La clave de esta operación es que el sujeto desaparece bajo el significante en que se convierte, a la vez que es entregado a los ideales, que son el sustento de la política. Por eso Miller llegará a decir que la política es una cuestión de muerte mientras que el psicoanálisis nos invita a un esfuerzo de poesía que sería una cuestión de vida, en la medida en que es una invitación a hablar.

Poesía o muerte: El Discurso del Analista

Lacan plantea que el Discurso del Analista es el reverso del Discurso del Amo. Esto significa fundamentalmente que su operación es contraria a la identificación. El psicoanálisis toma los S1 amo no como ideales sino para introducir una operación de desidentificación. Así, el Discurso del Analista opera al contrario que la política, y si está al servicio de ella, es para desidealizarla. El sujeto colocado en el lugar del trabajo, en este discurso, es llamado a producir los S1 amo de su inconsciente, pero para separarse de ellos. Para desidentificarse. Un S1 amo es aquel que representa al sujeto a la vez que lo hace desaparecer.

Miller plantea la hipótesis de que entonces existe un sujeto anterior a la identificación y que subsiste por ser absolutamente nada, antes de la identificación.⁶ Por lo tanto, el Discurso del Analista opera para regresar al sujeto a este estatus anterior, e intenta despertarlo del fading identificatorio. Es el despertar de un muerto, dirá Miller.

Al analista le interesa el campo del Otro, es decir el mundo y la civilización, para ubicar sus significantes y ponerlos en tela de juicio, denunciarlos por lo que tienen de engañosos, subvertirlos. Es en ese sentido que el analista se interesa por la política.

La operación analítica apunta a un sujeto no-engañado para que recuerde mediante su operación que existe un más acá de toda identificación, donde está el $ como no identificado y cuestiona su consentimiento a la identificación. En este punto el $ sería la posición analizante como tal. Entonces estar en posición analizante es estar más acá de la identificación, en el lugar donde Lacan apunta a que de nuestra posición de sujetos, somos siempre responsables: sólo hay identificación si hay consentimiento. En este sentido la posición analizante es solidaria de un despertar que implicaría salir de la mortificación significante. Podríamos decir entonces que hay un inconsciente despierto, que está más acá de la identificación, en la posición analizante de $, y un inconsciente dormido que descansa sobre la identificación y se pone al trabajo de articular un S1 con un S2.

A modo de pregunta

Cuando el Discurso del Analista era el reverso del discurso de la civilización entendido como el Discurso del Amo, la orientación era precisa, se trata de subvertirlo. Sin embargo ¿cuál es la operación analítica que conviene en nuestra civilización que ha sido escrita por Miller en los mismos términos del discurso del analista? ¿Qué operación del analista conviene cuando el discurso de la civilización comparte la misma estructura que el discurso analítico, y no es más su reverso? Los remito al desarrollo planteado por Miller en la conferencia titulada “Una fantasía”. Y dejo abierta la pregunta para la conversación.

*Texto presentado en el Seminario de Textos Políticos STP de la NELcf el 25 de Marzo de 2023

**Psicoanalista en La Paz, Bolivia. Miembro de la Nueva Esccuela Lacaniana del Campo Freudiano NELcf y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis AMP

¹Miller, J.-A., “Cuestión de Escuela: Consideraciones sobre la garantía” 2017 en: https://uqbarwapol.com/cuestion-de-escuela-consideraciones/

²Lacan, J., “Acta de Fundación”, 1964, en: https://www.wapol.org/…

³Miller, J.-A., “Clínica de la civilización”, El Banquete de los analistas, p. 300, Paidós, Buenos Aires, 2000.

⁴Lacan, J., Seminario libro XX, Aún, Paidós, Buenos Aires, 2014, p. 68.

⁵Alberti, C., “El lazo entre los que hablan”, Conferencia pronunciada en el Taller Clínico Cochabamba, mayo de 2022, https://jornadaseol.ar/…

⁶Miller, J.-A., Un esfuerzo de poesía, Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 212.


 

 

 

 

 

 

En-Lazos y Enlaces

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

Enlace Acción Lacaniana

 

 

 

 

 

 


Arreglos con restos de violencias *

Beatriz García Moreno **

 

 

 

 

 

 

En el momento de hacer este escrito, mi país, Colombia, se enfrenta a un estallido social que invade las calles. Por más de un año permanecieron casi desiertas debido a las restricciones del gobierno para combatir la pandemia por el COVID 19. Con este estallido social las calles han vuelto a llenarse de gente, poniendo en escena no sólo discursos e imágenes que respaldan una y otra reivindicación, sino también diversos actos violentos: del gobierno contra la población civil, de la población civil contra las instituciones, entre diversos sectores sociales, entre hombres y mujeres. Violencia que tiene efectos traumáticos en lo social, y produce efectos singulares en cada sujeto como la clínica psicoanalítica lo constata.

¿Cómo tramitar esa violencia que pone en escena Un real que no sólo invade al Otro social, sino que incide en cada sujeto en el troutmatisme que lo constituye?

Abordar la violencia en relación con el sujeto y lo social ha sido una constante del psicoanálisis. Freud en “El malestar en la cultura”¹ se refiere a la pulsión de muerte constitutiva del sujeto y su tendencia a la destructividad, así como también, a la pulsión de vida que le hace contrapeso. Lacan enseña que los discursos del lazo social son modos de mortificación del goce que disrumpe en cada sujeto por fuera de lo simbólico. Señala que el discurso del amo, que es un discurso de dominación, es el discurso de lo social que ha sostenido la civilización.² Miller reafirma el vínculo del psicoanálisis con lo social y argumenta que cuando se habla de racismo se trata del dominio de un goce sobre otro, que la guerra es entre goces y, en ese sentido, se trata del dominio de los cuerpos.³

Con esta orientación situamos la violencia en el lugar de agente del discurso del amo, acompañados de otros como Marie Hélène Brousse quien en su artículo “De la violencia legitimada a la radicalización de la violencia”, afirma que la violencia es la civilización.⁴ También Silvia Elena Tendlarz y Carlos Dante García quienes en su libro ¿A quién mata el asesino?⁵ se detienen en diferentes violencias relacionadas con la particularidad del amo de la época. Ambos trabajos articulan este amo al desarrollo vertiginoso del capitalismo y a la reducción del sujeto a un instrumento de producción o a un simple objeto desecho-resto, cifra de alguna estadística, imagen publicitaria desprovista de cualquier aura. El psicoanálisis aboga por el sujeto del inconsciente, de deseo y de goce, pero éste no es sin el Otro social, y por ello se hace necesario una constante vigilia del discurso del amo en las modalidades en que se presente.

La violencia en el lugar de agente del discurso del amo pone a funcionar valores éticos y morales, ideales y comportamientos que responden a los intereses de quien gobierne, de los cuales da cuenta el lenguaje de cada ser hablante. El amo, agente del discurso se sostiene en un sujeto dividido, localizado en el lugar de la verdad, que pone al trabajo un saber-hacer necesario para mantener su lugar de dominación. De esa operación se obtiene un producto —plus de goce— que puede ser tomado y reabsorbido por el amo para sus intereses, quedar como resto que se consume a la vista de todos o también, como resto a ser reutilizado en otra dirección, como lo proponen el psicoanálisis y el arte.

El lazo social está constituido, como lo indica Freud, a partir de los crímenes de Totem y Tabú y de Edipo Rey.⁶ Desde allí, se instituye la Ley que mortifica el goce a la cual cada sujeto debe someterse, ya sea por el lenguaje o por la normatización y la disciplina que implican la prohibición y el castigo, pero también por el acto violento localizado en el lugar del agente que opera por medio del terror mientras reduce al sujeto a un objeto-desecho.

En las situaciones donde se impone el acto violento como pueden ser las guerras, el sujeto queda enfrentado a la pérdida de las coordenadas de espacio y tiempo, atrapado en un presente que parece aniquilarlo, mientras el pasado se desmaterializa ante sus ojos sin posibilidad alguna de avizorar el futuro.

El acto violento a la vez que introduce un antes y un después, en el vacío que abre de modo paradójico, libera espacio para la relocalización del producto que de él se desprende. El sujeto ubicado en el lugar de resto de la violencia puede optar por consumirse en su identificación con el desecho, adoptar la posición de víctima que la sociedad le ofrece por el trauma sufrido o pasar de ser la víctima del Otro a asumirse como sujeto político que se hace responsable de su goce y se orienta a partir de su deseo hacia un nuevo lazo.

Miller toma la cita de Paul Valery “La salvación por los desechos”⁷ cuando éste se refiere a la vía en el sentido de Tao, que toma el surrealismo de hacer con los desechos para situarse en el discurso y deslizarse en el mundo. Ese saber-hacer que es general del arte, estetiza con sus arreglos, los desechos-restos y dignifica el objeto al elevarlo a la dignidad de la Cosa y posibilitar mediante la sublimación, alguna manera de hacer lazo. Pero si el objeto a la vez que se eleva, cae, como lo enfatiza Miller; de lo que se trata es no sólo de la elevación sino de una acción permanente de recomposición con esos restos, de tal modo que el lazo se sostenga. Esto es lo que el psicoanálisis propone.

El arte toma como materia de la obra lo fuera de discurso, y lo sitúa en lo público con el propósito de introducir un real que descompleta lo universal, impulsado, como dice Wajcman⁸, por el duro deseo de mirar, por el puro deseo de hacer ver, de mostrar.

El psicoanálisis trabaja con los desechos, con los que Freud precisó: el lapsus, el sueño, el síntoma y con los que Lacan continuó su trabajo y radicalizó al final de su enseñanza, al dejar de lado toda búsqueda de sentido y referirse a “la una equivocación”⁹, al síntoma como posibilidad de establecer otro lazo. Eso que no pasa por el discurso, que se resiste al sentido, que es imposible de negativizar, que alude a un goce Otro, no-todo. Lacan lo llamó al comienzo de su última enseñanza, goce femenino y lo diferenció del goce fálico ligado al ideal, a lo universal, a la totalidad que prima en el discurso del amo.¹⁰

La salvación por lo desechos es diferente de la salvación por el ideal, aclara Miller, que es la que prima en el discurso del amo. El desecho es el resto, lo que se desprende, lo que descompleta, lo fuera de discurso, pero también lo que se ofrece para un nuevo arreglo que posibilite un lazo; ya no a partir del plus de goce fálico que tapona el agujero, sino de un saber-hacer un borde con eso que cae, en un permanente recomenzar, como también lo propone la experiencia del arte. El agujero evoca la ausencia, no como la Cosa perdida que hay que alcanzar, sino como lo que nunca estuvo, lo que alude al troutmatismo fundante y constitutivo que deja una marca singular en cada uno. Se trata de abordar el agujero como lo imposible de llenar, pero posible de bordear en la experiencia de cada ser hablante.

Cada ser hablante es efecto tanto de la irrupción de goce que marcó su cuerpo como de alguna mortificación violenta tendiente a establecer un lazo con el Otro. Los AE en sus testimonios dan cuenta de ello. María Cristina Giraldo, por ejemplo, en su testimonio “La voz opaca”¹¹ se refiere a esas violencias fundantes cuando dice “Las piezas de mi cuerpo afectadas por el troutmatismo de lalengua y por el estrago materno”. Piezas que, mediante el análisis, logran un nuevo arreglo que condensa en la expresión “Piernas sueltas manos atadas”, el cual le permite asumir su propio goce, responsabilizarse de su posición ante el estrago materno y poner a caminar lo que tiene entre manos “con las manos libres y los zapatos bien atados” como le dice su analista.

También Raquel Cors en su testimonio “27-28-Uno”¹² da cuenta de cómo tuvo que someterse a lalengua familiar y a los fierros que buscaron sostener su cuerpo, los cuales la acompañaron a través de la vida hasta que por su proceso analítico pudo soltarse de “esa niña que casi muere” y dejar de ser “el peso para el Otro”; hacerse liviana, “Saltar-Soltar-Salir” y encontrarse con un “saber alegre” que puso “en pie la vida”.

El psicoanálisis desde sus inicios se acerca al arte pues encuentra en él un saber hacer con los desechos-restos que logra arreglos que no taponan el agujero constitutivo del sujeto, sino que por el contrario, ofrecen un vacío para ser reactivado por cada quien desde la propia sinrazón que lo habita, desde lo informe que se le escapa. Desde su ética del uno por uno, el psicoanálisis se sirve de su insistencia en agujerear el discurso universal del amo de turno, para insistir en que cada sujeto, en tanto ser hablante, apoyado en lalengua que lo constituye, encuentre la manera de forzar el lenguaje de ese Otro en una acción poética que le permita vérselas con su propio real e introducir movimiento y vida en torno a su propia ausencia.

En esa dirección, Gerard Wacjman¹³ recuerda a Jochen Gerz y sus obras conmemorativas del holocausto judío: la columna en Hamburgo forrada en un material metálico en el que cada visitante puede grabar su nombre, que se entierra poco a poco, para quedar al final como una placa en el piso, como un simple vestigio en medio del silencio de lo innombrable. El piso de una plaza de la ciudad de Sarrebruck en Alemania, conformada con 2146 adoquines escritos cada uno, con el nombre de un cementerio judío de la época del nazismo, que fueron colocados con esos nombres hacia el interior y señalados solamente con una placa que nombra la calle como “La plaza del monumento invisible”. La película La Shoa de Claude Lansmann, en la que se vale del silencio para presentificar la ausencia absoluta vinculada al dolor y a la muerte ocurrida en ese tiempo aciago. Cada uno de ellos se sostiene en algún vestigio que acoge un vacío para que cada quien pueda desplegarse en el encuentro que se produce.

La ciudad que habitamos y recorremos apoyados en el psicoanálisis, exhibe los restos de la violencia localizada en el lugar del amo. En sus calles muestra los goces que no logran recomponerse, lo que el sistema expulsa, lo que no se integra al discurso, los restos que dejan la guerra y otros actos violentos. Es frecuente encontrar en ella, escenas de desplazamiento forzado de hombres, mujeres y niños que deambulan por las calles, de los sin techo que se arman algún cambuche en la periferia, de los que se consumen a los ojos de los transeúntes sin oponer ninguna resistencia. Lo informe se extiende por la ciudad como una mancha sin límite, fuera de discurso, fuera de ley. Sin embargo, en medio de eso informe, la vida parece no rendirse y encuentra nuevos arreglos mediante acciones impulsadas y sostenida por sujetos políticos que, apoyados en su deseo decidido, logran hacer borde al goce mortífero, a lo informe que parece no cesar de no escribirse y de ese modo, abren camino a un nuevo lazo que permite a la vida introducirse sin borrar el agujero propio del real en el que se origina.

Desde el psicoanálisis me acerco a “Fragmentos, museo para el arte y la memoria”. Una obra de la artista Doris Salcedo, localizada en Bogotá y concebida como antimonumento para no olvidar la violencia del país y no taponarla con algo que impida a quien se acerca, la posibilidad de echar a andar una memoria viva ya sea mediante otras obras que allí puedan exponerse —y este es el interés principal del psicoanálisis— con el arreglo que cada sujeto-visitante pueda hacer con sus propios restos en la experiencia de esta obra elaborada con los desechos de una época llena de actos violentos.

De este modo, recojo este dispositivo para decir desde la ética del psicoanálisis que, si bien los restos allí recompuestos y exhibidos hacen un llamado a la responsabilidad social, su arreglo a modo de bricolaje no tapona lo sucedido, sino que se ofrece a cada ser hablante como posibilidad de hacer borde a su propio agujero. Los restos-ruinas de un pasado colonial, las marcas de cuerpos maltratados consignadas en las losas del piso a modo de estelas funerarias, hechas con la fundición de las armas de la guerra y esculpidas con los golpes repetidos de mujeres abusadas en la violencia, el vacío que trae la ausencia de los que ya no están que replican sus pasillos y salas; se ofrecen a cada sujeto como operador para que su propia marca-agujero se despliegue, para que el cuerpo golpeado y fragmentado de cada visitante dispuesto a dejarse activar, elabore su propio borde a partir de una invención con sus piezas sueltas.

La obra “Duelos”¹⁴ de la artista Clemencia Echeverri, expuesta a finales del 2019, en una de las salas de ese museo, redobla la insistencia en la permanencia de una memoria viva, diría pulsátil, que se abre y se cierra de acuerdo con quien se dispone a interactuar con ella. Su acción desplegada en los muros de esa sala mediante la técnica del video da un nuevo borde al vacío. En el audiovisual una volqueta cargada de escombros sube a una montaña para descargarlos una y otra vez, mientras se acentúa por medio de imágenes que la cámara acerca su rodamiento por la pendiente, sus tamaños y texturas, sus formas irregulares sin vestigios de su procedencia.

Rodamiento acompañado de una multiplicidad de ruidos-sonidos-voces al modo de una “polifonía” como dice la artista, que no transmiten ningún sentido, que se confunden y mezclan con los ruidos del motor, del agua que corre, de los escombros que ruedan.

De esta manera, en un gesto que itera una y otra vez, se arma y desmorona “La Escombrera”, una montaña configurada en las laderas de la Comuna 13 de Medellín con los escombros no solo de las obras de construcción sino con los restos de diferentes violencias que ha vivido la ciudad, entre ellas la de la operación Orión realizada en esta Comuna en el 2002, la cual se desarrolló no sólo como un modo de acabar con las milicias de las guerrillas y el narcotráfico que allí residían, sino como una acción para acallar las voces singulares que mediante diferentes expresiones artísticas y comunitarias daban cuenta de la opresión vivida, como lucidamente lo ha descrito el escritor Pablo Montoya en su obra La sombra de Orión.¹⁵

La artista con su saber hacer da borde a lo informe al poner en primer plano la iteración de un real que no cesa de no escribirse, que no cesa de murmurar. Mientras diluye la espacialidad del recinto redobla el silencio del agujero. En ese duro deseo de mostrar y de mirar, que pone a circular en imágenes un real que parece fugarse, el psicoanálisis encuentra un agujero abierto, un vacío para que cada uno invente algún modo de bordear el propio.

En otra sala, la exposición “Vidas robadas”,¹⁶ con curaduría de Doris Salcedo y María Belén Sáenz, se vale del material recogido por la organización “Cuestión pública” para tratar de dar forma al real que se filtró con la violencia de las protestas sociales de los últimos dos años donde perdieron la vida más de setenta personas. Las fotografías de cincuenta y cuatro asesinados con sus nombres, fechas de nacimiento y muerte acompañadas de una breve nota sobre su hacer en el mundo al modo de un ritual funerario, se ofrecen como operadores de una temporalidad-otra que introduce alguna pausa en lo vertiginoso del acto violento, que abre espacio para dar límite a lo que se escapa. Con la intención que cada quien, a partir de su propia ausencia, configure su borde apalancado en los vestigios que allí se presentan, en una acción que como lo propone el psicoanálisis, solo puede hacerse en la soledad de cada uno. Esta obra, a modo de honras fúnebres por la tragedia sufrida, en un intento de acoger en lo simbólico el dolor causado por el real desatado, estuvo acompañada en su inauguración de un coro polifónico de jóvenes que interpretó la obra “Réquiem IV Lacrimosa”, del compositor húngaro György Ligeti, quien fue víctima de la persecución nazi. También por la lectura del poema El Siglo, del polaco Ósip Mandelshtam, reprimido por Stalin.

Como estos ejemplos hay muchos otros que se valen del hacer poético del arte, de la literatura, de formas de relacionarse entre unos y otros que no pasan por la centralidad de un líder, sino que ponen a circular un espacio no-todo, en el que hay lugar para que cada uno pueda ubicarse desde su singularidad. Sus puestas son una invitación al analista, a una acción lacaniana que recoja de algún modo esos lugares abiertos y dispuestos a un despliegue del discurso analítico como reverso del discurso del amo. En el acto analítico cada uno trabaja con la propia violencia, con su marca de goce, con el deseo que lo impulsa a recomponer de sus restos en un arreglo que, como dice Miller, es poesía;¹⁷ el cual a la vez que conmemora la una equivocación, le permite un nuevo lazo con la vida.

*Texto presentado en el encuentro de Enlace Acción Lacaniana NELcf: “Los nuevos lazos”, 10 de julio de 2022.

** Psicoanalista en ciudad de Bogotá, Colombia. Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano (NELcf) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

¹Freud, S., “El Malestar en la cultura”. Obras Completas. Tomo III. Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1968, pp. 1-65.

²Lacan J., El Seminario, Libro 17, El Reverso del Psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 2004.

³Miller, J.-A., “Racismo”, Extimidad, Paidós, Buenos Aires, 2010, pp. 43-58. También en Polémica política, Gredos, España, 2021.

⁴Brousse, M.-H., “Violencia en la cultura. De la violencia legitimada a la radicalización de la violencia”, Revista Bitácora Lacaniana, Número extraordinario, Grama, Buenos Aires, 2017, pp. 9-20.

⁵Tendlarz S. E. y García D., ¿A quién mata el asesino?, Grama, Buenos Aires, 2009.

⁶Brousse, M.-H., “Violencia en las familias. Pegar y ser Pegado”, Revista Bitácora lacaniana, Número extraordinario, Grama, Buenos Aires, 2017, pp. 9-20.

⁷Miller, J.-A., “La salvación por los desechos”, Punto Cenit. Política, religión y el psicoanálisis, Colección Diva, Buenos Aires, 2012.

⁸Wajcman, G., El Objeto del siglo, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2001, p. 201.

⁹Lacan, J., Seminario 24, De la Una equivocación, versión online. http://www.bibliopsi.org/…

¹⁰Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aun, Buenos Aires, Paidós, 2004.

¹¹Giraldo, M.C., “La voz opaca”, Revista Bitácora Lacaniana, Número extraordinario, Grama, Buenos Aires, 2017, pp. 51-58.

¹²Cors R., “27-28- Uno”, Revista Bitácora Lacaniana, Número extraordinario, Grama, Buenos Aires, 2019, pp. 73-83.

¹³Wajcman G., op.cit., pp. 181-200.

¹⁴Echeverri C., su obra: Duelos, en “Memorias del conflicto en fragmentos”, Espacio de Arte y Memoria, Bogotá, 2019

¹⁵Montoya P., su obra: La sombra de Orión, Random House, Bogotá, 2021.

¹⁶Salcedo D. y Sáenz M.B., su obra: Vidas Robadas, Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria, Bogotá, 2019. https://elpais.com/…

¹⁷Miller, J.-A., Un esfuerzo de poesía, Paidós, Buenos Aires, 2016, pp. 160-161


Violencia a lo femenino …
¿Nuevos lazos? *

Heloisa Caldas**

 

 

 

 

 

 

Agradezco a las colegas que organizaron este Enlace Acción Lacaniana «Los nuevos lazos», María Elena Lora y Sofía Guaraguara, y la alegría de estar con Beatriz García Moreno, una querida colega que conocí en el Observatorio FAPOL sobre Violencia y Mujeres en América Latina.

Para empezar, me gustaría aclarar que lo femenino en el psicoanálisis no debe confundirse con el género. El género es un concepto que concierne a los procesos de identificación, procesos que tienen lugar en el nivel del lenguaje y traen de ellos su estructura de oposición, conmutación, presencia, ausencia. Esta estructura es binaria desde los fonemas hasta sus construcciones ideológicas más complejas, como esta de género. De hecho, durante siglos, las lenguas han ordenado un binario fundamental hombre / mujer, cuyas consecuencias sociales y políticas han sido objeto de muchos     debates y    cambios contemporáneos.

De esta manera, en una lectura psicoanalítica, las llamadas identidades sexuales provienen de la articulación simbólico-imaginaria que constituyen lo que Lacan llamó semblantes, formas simbólicas e imaginarias de bordear lo real que el lenguaje no puede decir.¹ Una vez aceptadas y establecidas por la cultura, constituyen prescripciones de roles y lugares que, por un lado, permiten el acceso a lo real, pero por otro, no acceden a él en su totalidad. Caso por caso, los semblantes vacilan, y cada sujeto del inconsciente, estructurado como un lenguaje, como enseñó Lacan, necesita vincular los semblantes con lo real del sexo.

Más que eso, antes de que el lenguaje sea manejado por el sujeto en su estructura, lalengua² —como lo llama Lacan— llega al cuerpo del niño a través piezas sueltas de lenguaje que, fuera de los sentidos y por casualidad, se articulan a experiencias de goce (satisfacción, placer, sufrimiento, dolor, etc.) que ocurren en el cuerpo.

Aquí es donde surge un sujeto muy singular al intentar articularlo con el discurso del Otro.

Por tanto, el cuerpo del sujeto, atravesado por el lenguaje, es una pregunta para cada uno. El parlettre o hablante ser³ , como dice Lacan, busca estructurar semblantes que permitan que su cuerpo parezca deseable a los demás y también busca cuerpos que le causen deseo. Esto conduce al goce sexual, pero también puede estar vinculado al amor en la medida en que el amor requiere encuentros ocasionales entre parejas exitosas. De la contingencia del encuentro, en ese par, se establece la necesidad de permanecer en sociedad. ¡Aquí está el amor!

Y hay muchos tipos de amor, tantos como amantes. Nadie ama de la misma manera, incluso si a veces se engaña pensando que ha encontrado la pareja perfecta. Esto dura un tiempo porque el narcisismo es muy fuerte. Los semblantes adoptados por cada hablante ser⁴ son endurecidos por la constitución del Yo que exige una constancia difícil de sostener. Ahí es donde comienzan los problemas, las cuestiones relacionadas con las identidades sexuales y la orientación sexual que el ser hablante está autorizado a declarar. El sujeto sexual solo se autoriza de sí mismo. Lo que implica que él mismo “pueda no autorizarse”. La división entre la identificación del Yo y el objeto se remonta, todavía con Freud, a lo que nos enseñó en el texto sobre la negación⁵ al situar una operación de corte mediante la cual algo se afirma (Behajung), algo queda afuera, es rechazado (Austossung) y atormenta, muchas veces, siendo negado, renegado, repudiado, atacado por lo que amenaza las identificaciones del ser. Lacan retoma esta cuestión con la topología y nos enseña que lo más íntimo es éxtimo. Se busca afuera el objeto causa del sujeto.

Durante siglos, los semblantes masculinos y femeninos fueron legitimados y transmitidos, en cada sociedad, en un momento dado, regulando la constitución de los modos de satisfacción permitidos o prohibidos. Nunca tuvieron un éxito total. Muchas formas de acceder al sexo y el amor eran clandestinas y silenciadas porque desobedecer las normas impuestas a las categorías masculino/femenino, implicaba segregación, lapidación, tortura, criminalización, patologización.

Este repudio toca lo femenino, presente en el término feminicidio, pero que no es un adjetivo exclusivo de las mujeres. Lo femenino indica, más de lo que dice, algo sustancial pero intangible a través del lenguaje. Es, en efecto, el resto de la operación significante por la que un saber hacer se define con el goce, rechazando y tomándose como “alteridad amenazadora” todo lo que difiere de este saber. En rigor, lo femenino está presente en la segregación en general: sexismo, racismo, homofobia, origen social y/o cultural, etc. Jacques-Alain Miller incluso señala que sexismo y racismo son del mismo orden, ya que “el hombre y la mujer son dos razas”, no en el sentido físico, sino como efecto de discursos⁶ que cambian, según los tiempos, pero establecen rígidas diferencias en términos de acceso social y derechos humanos de los discriminados.

Por lo tanto, los datos que señalan a las mujeres negras como las principales víctimas de la violencia intrafamiliar en Brasil⁷ no son sorprendentes, ya que los cuerpos negros llegaron a América como mercadería y propiedad de los colonizadores. Para ellas, la subordinación es tanto por ser mujeres como por esta forma de esclavitud. Según información del Atlas de la Violencia, los datos sobre feminicidios con víctimas negras casi se han duplicado en la última década, en contraste con el de las mujeres blancas, que tuvo un leve aumento.

Los asesinatos de hombres y mujeres transexuales también se han disparado, colocando a Brasil en el primer lugar del ranking.⁸ Los estudios también muestran que la mitad de las víctimas son asesinadas por familiares y aproximadamente un tercio de los delitos son cometidos por parejas o exparejas.⁹

Estos datos indican el agravamiento de una fuerte resistencia a los logros de las minorías plurales y un retorno ultraconservador a lo peor del régimen patriarcal: la violencia sexista, racista y antidemocrática en general. Una resistencia tan poderosa contra la diversidad sexual y social indica la fuerza pulsional en la lucha entre el orden patriarcal y un nuevo orden que se ha ido instituyendo. El odio por la pérdida de la posesión y el control del cuerpo de la mujer está muy presente.

Lo que el psicoanálisis siempre nos ha enseñado es que ningún discurso puede dar cuenta de lo real del sexo. Este real se vuelve opaco, incluso hoy, cuando se defiende la diversidad sexual. La creciente extensión del acrónimo LGBTQIAP+ indica que el sexo nunca encaja en todos los semblantes. La lógica del sexo implica una X, un enigma, un no-todo imposible de categorizar.

Lacan lo expresó con el aforismo “La mujer no existe”. Usó esta expresión porque dialogaba, en cierto modo, con las feministas de la época. Quería advertirles que el carácter hetero, es una de las formas de nombrar lo real del sexo, que desaparece cuando intentas categorizarlo. Imposible de categorizar pues la contingencia es diferente a la necesidad lógica. Las parejas amorosas intentan hacer de las contingencias una ley que mantenga ese encuentro bajo control. Pero, inexorablemente, tarde o temprano, eso se perfora.

Así, la cuestión de la propiedad del cuerpo de la pareja es un fuerte vestigio del sistema patriarcal, en el que el cuerpo de la mujer no le pertenece a ella, sino al Otro. A pesar de muchos cambios, la propiedad del cuerpo todavía necesita ser afirmada por las feministas que, hoy, claman “mi cuerpo, mis reglas” para combatir innumerables formas de abuso sexual y defender su derecho al aborto. Así, muchos feminicidios resultan de la dificultad de los hombres para aceptar que sus parejas los abandonan y que sus cuerpos no son su propiedad sexual.

Freud fue el primero en señalar la presencia de lo femenino en hombres y mujeres, su fuerza creadora y el repudio que provoca cuando se manifiesta. En Contribuciones a la psicología del amor,¹⁰ ya había destacado la hostilidad hacia lo femenino, abordando las formas en que los hombres ejercen su superioridad, separando a las mujeres prohibidas de las sexualmente accesibles. La paradoja reside en el hecho de que a las mujeres de la familia se les prohíbe tener relaciones sexuales, pero no amar. De esta dicotomía se deduce que, para muchos hombres, separar el goce desconocido del amor familiar dificulta que el amor, el deseo y el goce confluyan en una misma mujer. No por casualidad, durante la cuarentena, debido a la pandemia de coronavirus que obligó a las familias a aislarse en el hogar, aumentaron las tasas de violencia contra las mujeres por parte de sus parejas, debido a la mayor duración de convivencia de las mujeres con los agresores¹¹ y verificando también la dificultad, por parte de los hombres, al enfrentarse al goce femenino, que por ser amenazante se reacciona ante él de manera brutal.

Hoy en día, estas consideraciones freudianas también están presentes en lo que se ha llamado masculinidad tóxica para calificar a hombres que siempre se colocan en una posición de superioridad, de ataque e incluso desprecio por lo que las mujeres piensan, dicen o hacen. A esta recurrente descalificación a la que alude Lacan por el equívoco en francés entre «hablar de mujer» (en dit femme) y «difamar» (diffame).¹²

Es posible considerar que el recrudecimiento de la violencia física contra las mujeres, y la violencia femenina en general, se debe también a que los hombres han perdido su exclusividad en muchos campos de actividad y trabajo. Gran parte de la masculinidad de la que se enorgullecían los hombres parece estar restringida, en la actualidad, a la virilidad de su desempeño sexual, único refugio para ejercer su dominio sobre el cuerpo femenino, lo que hace que la negativa de la pareja se convierta en una grave herida narcisista. Esto parece ser, en parte, lo que motiva los delitos de venganza por la pérdida de un goce supuestamente arrebatado por la mujer, ya que la relación sexual idealizada de plenitud fracasa inexorablemente.

Entre los aportes de Freud a la psicología del amor, El tabú de la virginidad¹³ es un texto más complejo porque en él Freud asume la hostilidad por el lado de la mujer, al tiempo que señala que su división subjetiva difiere de la de los hombres. Aquí tenemos un plano más radical de división subjetiva: ceder o negarse a que su propio cuerpo sea tomado como objeto, esto hace que la división de la mujer se desdoble entre la que ama u odia, es lo que sucede en su cuerpo cuando el Otro lo toma como objeto de amor/odio. Su pregunta, por tanto, la divide entre sujeto y Otra para sí misma.

El tabú se refiere al goce que se atribuye a la figura de la mujer privilegiada como heteros, o sea alteridad. Pero el goce femenino no es exclusivo de las mujeres, apareciendo, más o menos velado, en cualquier relación. La ilusión es juzgar que aparece solo en el cuerpo de otra persona. Por el contrario, el goce femenino es lo más ajeno al propio cuerpo. Su presencia se remonta a la posición estructural del advenimiento del sujeto desde una posición de objeto de goce. Freud lo señaló con el repudio de lo femenino, o lo masculino del Penisneid, dos expresiones que provienen de la misma experiencia humana de carencia e incompletitud, que encarnan la inexistencia de la relación sexual.

Por otro lado, cuando se sienten traicionados y pierden a su mujer por otro, los hombres se feminizan.¹⁴ Herido por la pérdida de posesión, el hombre experimenta una posición de objeto desechable que lo conduce a la apasionada locura de la venganza. La ilusión que le permitía concebirse a sí mismo sin falta ni hueco se ha roto.

Lo que voy a decir aquí es audaz: pero en la raíz del feminicidio está el repudio en el autor del crimen, de lo femenino que hay él, que lo atormenta de sí mismo.

Y si el número de estos delitos ha aumentado tanto, victimizando mayoritariamente a mujeres negras, indígenas, pobres, homosexuales y transexuales, es que hay algo en el discurso actual que alimenta, al menos en parte, este crecimiento. Odio hacia quienes       rechazan    posiciones extremadamente subordinadas. El mayor problema entre el goce fálico y el goce femenino es la subordinación que el primero requiere en personas empoderadas para ‘saber hacer’ sobre el segundo, que es una potenciaingobernable.

Las dicotomías hombre/mujer; masculino/homosexual; razón/locura; conciencia/inconsciente;rico/pobre; sano/enfermo;joven/viejo;europeoblanco-colonizador/negro-indio-escla vizado se derivan de la segregación que repudia lo femenino para dar más fuerza al plus de goce, raíz de la acumulación capitalista.

Como ya dijimos, Lacan trató los términos hombre y mujer como razas de discurso. Así como el racismo se basó durante siglos en la creencia errónea de la raza y hoy sabemos que los negros y los blancos no se distinguen como razas diferentes, tampoco lo hacen los hombres y las mujeres, especialmente en el inconsciente. La anatomía y la biología masculinas o femeninas importan cada vez menos, solo para la procreación. Pero no determinan deseos, ni formas de goce, menos aún de amor. Las diferencias fueron creadas, animadas, perpetuadas por discursos de subordinación. Como nos muestra Silvia Federici,¹⁵ durante siglos se ha invisibilizado, expropiado y controlado el trabajo de las mujeres, así como la reproducción humana, que depende de sus cuerpos, para aumentar los brazos al servicio de los señores feudales; a favor de las instalaciones del capitalismo, que luego aprendimos con Marx que se alimentan de la plusvalía. Las formas fálicas de subordinación organizan así la colonización y revelan el carácter dominante del plus-de-gozar.

Entramos entonces en las modalidades de goce de la última enseñanza de Lacan, cuando distingue un goce fálico en el que Un significante amo cumple la función F(x) de cifrar goce. Una función que nace azarosamente, pero que se fija como necesaria, es homóloga a lo que comentamos sobre el encuentro romántico. Pero es una función consistente. A ella le toca dominar el goce, pero no funciona para todo goce y el goce desborda. El goce al ser dominado, subordinado, siempre resta, se escapa. Lacan llamó goce femenino al que escapa y no puede ser tratado por los significados conocidos del lenguaje. Esto es lo femenino de lo que estamos hablando aquí: un acontecimiento de cuerpo desconocido, bárbaro, salvaje y… amenazante.

Sin embargo, lo femenino puede atraer por lo que trae de nuevo e interesante, o ser fuente de deseo por lo desconocido, o brindar materia prima para flujos creativos. Pero es un goce desconocido, innombrable, indecidible, aunque de él se puedan extraer nuevos nombres y utilizarlos para avanzar, crear, inventar. Es una fuente de arte, invención, artificio. Así, el arte sigue siendo una violación: licencia poética, Witz, que propone nuevas miradas, nuevas perspectivas. La cultura cambia porque lo singular de cada sujeto es rebelde al Uno establecido por el sentido común. Para la felicidad de unos y la rebelión de otros, varía, para cada sujeto, para cada generación.

Hay violencia cuando se establece el Uno. Recuerden que todo comienza con un goce que acontece en el cuerpo y lo perfora con fuerza traumática: troumatisme. De ahí que se funda una función para cifrar y controlar este goce, pero cuando lo cifrado que accede a él no funciona, algo amenaza.

En psicoanálisis, entonces, en términos de Freud, tenemos la violencia de la pulsión que mezcla inexorablemente la vida y la muerte. En términos de Lacan, el goce, que puede ser desencadenado en la forma fálica por el plus de gozar reiterado o por el goce femenino que carece de límite. El goce puede entonces seguir caminos trazados y previstos, se puede encajar en el status quo de una cultura determinada, también puede crear e inventar nuevas direcciones. Para mejor y para lo peor, el goce destina y atraviesa barreras impulsadas por las pasiones del amor, el odio y la ignorancia.

¿Qué nuevas formas de vínculo podemos hacer para acomodar lo que al principio es amenazante? ¿Cómo pasar del amor narcisista que se convierte en odio al amor nuevo? Las pasiones de las alianzas de odioenamoramiento tienen lugar en el espacio moebiano que articula de manera éxtima, agresor y víctima. Una cita de Lacan instala este puente entre ellos: “Te amo, pero porque inexplicablemente amo algo más en ti que tú, el pequeño objeto a, te mutilo”.¹⁶ Es necesario, que cada uno pueda tolerar al extraño que habita en sí mismo para poder tolerar a sus compañeros.

Los servicios en las instituciones que acogen a víctimas de violencia son, en general, terapéuticos. Esto tiene su lugar y no se trata de descartar inmediatamente este sesgo. Estos permiten escuchar, instaurar entrevistas preliminares que permitan ubicar la posición subjetiva. Podemos utilizarlos para seguir, en el camino de una ética psicoanalítica e ir más allá de la víctima para llegar al sujeto. Esto implica acoger a la víctima, pero no perder la perspectiva de que el sujeto puede involucrarse y ser responsable de lo que le ocurra en la sociedad modificada. Miller señala al parteinaire-síntoma para aclarar que el verdadero compañero del sujeto es su forma de gozar.¹⁷ En este sentido, el síntoma es un compañero más fiel del sujeto, ya que porta un goce que compensa la inexistencia de la relación sexual. Este modo de sustitución presenta distintas soluciones y atañe a la particularidad de cada uno en la lógica de la sexuación. La pareja hace soportable al síntoma para el sujeto, atenúa lo insoportable. Como señaló Lacan: “lo que suple a la relación sexual es precisamente el amor”.¹⁸

La experiencia psicoanalítica busca responsabilizar a cada uno de su modalidad de goce sintomático y posibilitar cambios en su posición respecto a la elección de un objeto amoroso. En definitiva, esta es la ética del psicoanálisis frente a la violencia contra la mujer: escuchar caso por caso, llevar al sujeto lo más lejos posible para cambiar su posición frente a la violencia destructiva del goce, inventando nuevas formas de hacer lazos de amor.

* Texto presentado en el marco de la actividad Enlace Acción Lacaniana de la NELcf el 10 de Julio de 2021

** Psicoanalista en Río de Janeiro, Brasil. Miembro de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis (EBP) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Analista Miembro de la Escuela (AME) de la EBP.

¹Lacan, J., O seminário livro 18, De um discurso que não fosse semblante, Zahar, Rio de Janeiro, 2009.

²Lacan, J., A terceira. Teoria de lalíngua, Zahar, Rio de Janeiro, 2022.

³Lacan, J., O seminário, livro 20, Mais, ainda, Zahar, Rio de Janeiro, 1985.

Idem.

⁵Freud, S., “A negativa”, Obras completas de Sigmund Freud, volume XIX, Imago, Rio de Janeiro, 1980.

⁶Miller, J.-A., Extimidad, Paidós, Buenos Aires, 2011.

⁷Mapa da violência no Brasil em 2019. IPEA, Fórum Brasileiro de Segurança Pública. http://www.ipea.gov.br…

⁸Fundo de População das Nações Unidas (UNFPA) é a agência de desenvolvimento internacional da ONU: https://brazil.unfpa.org/…

⁹United Nations Office on Drugs and crime (UNODC): https://www.unodc.org/…

¹⁰Freud, S. “Contribuições a vida amorosa: Um tipo especial de escolha feita pelos homens” [1910], “Sobre a tendência universal à depreciação na esfera do amor” [1912], “O tabu da virgindade” [1918]. Obras completas de Sigmund Freud, volume XI, Imago, Rio de Janeiro, 1980.

¹¹“La pandemia en la sombra: violencia contra las mujeres durante el confinamento” em ONU: Mujeres. https://www.unwomen.org/…

¹²Lacan, J., O seminário, livro 20, Mais, ainda, Zahar, Rio de Janeiro, 1985.

¹³Freud, S., “O tabu da virgindade”, Obras completas de Sigmund Freud, volume XI, Imago, Rio de Janeiro, 1980.

¹⁴Miller, J.-A., Los divinos detalles, Paidós, Buenos Aires, 2010, pp. 110-111.

¹⁵Federici, S., Calibán y la bruja: Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, Colectivo Sudakuir, Buenos Aires, 2004.

¹⁶Lacan, J., O seminário, livro 11, Os quatro conceitos fundamentais da psicanálise, Zahar, Rio de Janeiro, p. 254.

¹⁷Miller, J.-A., El parteinaire-síntoma, Paidós, Buenos Aires, 2008.

¹⁸Lacan, J., O seminário, livro 20, Mais, ainda, Zahar, Rio de Janeiro, 1985, p. 62.


La promoción del sujeto sin punto de referencia: discurso capitalista, autodesignación y nuevos lazos*

Manuel Fernández Blanco**

 

 

 

 

 

 

Me parece importante partir de los fundamentos. Por eso, comenzaré mi intervención recordando que, para Lacan, las diferentes formas de lazo social dependen del modo de inclusión en un discurso. Lacan formalizó en el Seminario 17 cuatro modalidades discursivas: el discurso del amo, el de la histérica, el discurso universitario y el del psicoanalista.

Dos años después de dictar el Seminario 17 Lacan producirá un quinto discurso: el del capitalista, que ya había adelantado en el Seminario 18 sin llegar a formalizar su escritura. Lo hará en la conferencia dictada en la Universidad de Milán, el 12 de mayo de 1972, con el título “Del discurso psicoanalítico”. En esta conferencia expresa lo siguiente: “El discurso ¿qué es? Es lo que, en el orden, en la disposición de lo que puede producirse por la existencia de lenguaje, tiene la función de lazo social”. Y, casi a continuación, añade: “Y no hay treinta y seis posibilidades, hay solamente cuatro”. No deja de ser sorprendente el hecho de que Lacan, cuando introduce la escritura de un quinto discurso, diga que solo hay cuatro posibilidades de lazo social. Para pensar los nuevos lazos, tal vez resulte de interés explotar esta paradoja.

Lacan expresó en el Seminario 17 que “Solo es factible entrometerse en lo político si se reconoce que no hay discurso, y no solo analítico, que no sea del goce […]”.¹ Esto es lo mismo que afirmar que el sujeto no puede hacer vínculo sino a partir de su modo de goce. No hay, por tanto, lazo social por fuera del síntoma. Como dice Jacques-Alain Miller, “No me parece difícil la pregunta ¿qué constituye el lazo social en su conexión con el síntoma? La resuelvo suprimiendo la conexión. Considero que el lazo social es el síntoma […] si se plantea una exterioridad entre el lazo social y el síntoma, nunca se saldrá de allí”.²

El imposible que se juega en los discursos es su síntoma. Si bien la característica principal del discurso del capitalista es que intenta eliminar la barrera de la imposibilidad, también podemos pensar que encuentra su imposible, su síntoma, en los límites de la autodesignación a la que aspira el sujeto del discurso capitalista, aunque solo fuese porque cualquier semblante fracasa a la hora de inscribir el goce.

Desde la perspectiva psicoanalítica, no hay ningún vínculo susceptible de establecerse entre dos seres humanos que no pase por la vía del síntoma.³ Cuando el sujeto se relaciona, su goce entinta el vínculo. Esta podría ser la posible contribución del psicoanálisis a las teorías del lazo social. Por eso, si queremos interrogarnos por el destino del lazo social en el siglo XXI, tenemos que extender la pregunta a las modalidades políticas del goce en los sujetos contemporáneos, a las nuevas formas que adquiere el cifrado del síntoma en la actualidad. El síntoma reúne en sí lo hetero-erótico y lo autoerótico, lo que pasa por el Otro y la satisfacción autística del goce que no se entrega al vínculo. El síntoma como mensaje incluye al Otro, pero su satisfacción prescinde del Otro. Por eso el síntoma posibilita el lazo y lo impide al mismo tiempo. Freud, hombre de su época, ponía el acento en el carácter del síntoma como formación de compromiso, lo que suponía su aspecto de cesión de goce. Pero ahora el síntoma es menos freudiano y se presenta, a menudo, sin el auxilio del enigma y la división subjetiva. Se trata de un síntoma que no rinde cuentas al Ideal (prácticamente inexistente) ni se oculta ante el Otro de la represión. Esto tiene efectos sobre la función de la castración.

En el Seminario 18, Lacan expresa que el “[…] arreglo entre el goce y el semblante que se presenta como castración […] se muestra, de alguna manera, inepto.”⁴ Esto es así por estructura, ya que el intento de capturar el goce en la palabra siempre produce un resto. Pero la castración tiene un tratamiento diferente en el discurso del capitalista. El discurso del capitalista, al contrario que el discurso del amo (que es también el del inconsciente), se basa en el rechazo de la castración. El sujeto antideterminista del discurso capitalista se postula pretendiendo dirigir sus propias identificaciones, por eso la ideología queer le viene como anillo al dedo. Se trata de un sujeto que pretende decidir todo, sin deberle nada al Otro.

Lacan había establecido el concepto de discurso como opuesto al movimiento perpetuo, implicando una barrera en su circuito. Pero si observemos cómo se configura el discurso del capitalista con relación al discurso del amo:

El cambio de términos se produce en la parte izquierda (se invierten los términos). Si en el discurso del amo la verdad del sujeto determina los significantes amo, en el discurso del capitalista el sujeto aparece dirigiendo sus propias identificaciones, ya que existe un vector descendente que va del sujeto en el lugar de agente, al lugar de la verdad. Se trata aquí del sujeto pretendiendo determinar su propia verdad. Por otra parte, la circularidad del discurso sin barrera de impotencia o de imposibilidad, permite al sujeto reunirse con el objeto. Esto supone un movimiento perpetuo del superyó como imperativo de goce.

El discurso del amo, que no implica un movimiento perpetuo, permite una producción y una separación del plus de gozar, del goce suplementario, enmarca el objeto a con respecto al $. De hecho, la parte inferior del discurso del amo es equivalente a la fórmula del fantasma que sostiene la realidad y enmarca el goce. Esto supone limitar el goce en el marco del fantasma inconsciente.

El objeto a, en el discurso del amo, no satisface al sujeto más que sosteniendo la realidad en el fantasma. Esto aporta una satisfacción al sujeto, pero solo a nivel de la realidad del fantasma. El límite al goce que esto supone se levantó con la emergencia del discurso del capitalista. Lacan lo presentó, como  decimos,           simplemente invirtiendo en el discurso del amo, los términos que ocupan el lugar de agente y de la verdad.

Podemos plantearnos la pregunta de si realmente el discurso del capitalista es un discurso, tomando en cuenta que, en este discurso se restablece el circuito entre a y $, hay conexión entre ambos términos, mientras que en el discurso del amo hay ruptura.

Como hemos dicho, Lacan presentó su escritura del Discurso del Capitalista en la Universidad de Milán, el 12 de Mayo de 1972. El 12 de mayo de 2002 (30 años más tarde), Jacques-Alain Miller acudió a Milán al acto de creación de la SLP. Miller improvisó una conferencia sobre el tema de las jornadas: “Los psicoanalistas en la ciudad”. Tres días más tarde, en su curso en París que se desarrollaba bajo el título Le dèsenchantement de la psychanalyse, continuó con las reflexiones iniciadas en Milán que fueron publicadas bajo el título de “Intuiciones Milanesas”.⁵

Lacan anunció, en 1972, que el discurso del capitalista “marcha sobre ruedas, no puede marchar mejor, pero justamente marcha demasiado rápido, se consuma, se consuma tan bien que se consume”. Treinta años después, J.-A. Miller expresó que el S1, el significante central de la identificación, que comanda el discurso del amo, es pre-postmoderno. Es el discurso del amo pre-postmoderno.

Miller aclara que apenas Lacan aisló el significante central, el significante amo, “lo pluralizó, lo multiplicó, haciendo oír en la expresión S1 el valor de enjambre para decir que no hay solo uno. Hay varios y nada asegura, por el contrario, que no sean caóticos aunque el enjambre se desplace agrupado. Se trata de una constelación de significantes más que de la unicidad del discurso del amo. Y luego Lacan esbozó, junto a este matema del discurso del amo, el matema del discurso capitalista, modificación de aquél, donde es el sujeto tachado el que se instala en el lugar de este S1”.⁶

Miller aclara que en el discurso capitalista con esta escritura, “[…] no se trata tanto de una promoción de la histeria como de la promoción del sujeto sin punto de referencia”.⁷

De algún modo, el sujeto del discurso capitalista sabe que la verdad es inherente al discurso. No hay verdad última. La verdad es un lugar que varía y en el que diferentes elementos pueden venir al lugar de la verdad. Del mismo modo, hay tantos padres como S1. Cualquier significante capaz de abrochar sentido y goce cumple esa función, por eso hemos pasado del monoteísmo del Nombre del Padre al politeísmo de su función.

El sujeto sueña, entonces, con poder comandar sus propias determinaciones, sus S1.

En esta lógica, su aspiración más radical es la de poder decidir y elegir todo sin limitaciones y abolir cualquier determinismo, incluido el sexual. Se trata de un rechazo radical, en la línea de la ideología queer, a ser encasillado en cualquier categoría. Este rechazo va acompañado del deseo del sujeto de autodesignarse, al margen de cualquier definición establecida. Esto supone la abolición del límite de la imposibilidad. Un transexual masculino puede ser el padre de los hijos a los que da a luz.⁸ O como ha reflejado Éric Laurent: “Muchos apuntan a la diversidad de situaciones trans, especialmente entre sujetos que se consideran no binarios. Un paciente de MtF dice: ‘Soy una mujer y tengo un pene. Por tanto, es el pene de una mujer’. Quiere utilizarlo en sus relaciones sexuales […]”.⁹

El sujeto, “sin punto de referencia”, sueña con poder autodesignar su identificación sexual en base al uso performativo de los semblantes. Este sujeto ignora, como ha señalado Daniel Roy, que una identificación sexual sostenida en un semblante “siempre es sintomática, en la medida que los semblantes convocados fracasan en la inscripción del goce en juego, goce sexual siempre en exceso en la economía del propio cuerpo: la identificación sexual señala la discordancia entre los semblantes y el goce”.¹⁰ Por eso el “tránsito” puede resultar fallido.

Xavier Esqué en su texto de orientación para las Jornadas de la ELP de 2019, sobre “La discordia entre los sexos a la luz del psicoanálisis”, refiriéndose al Seminario 11 de Lacan expresaba que “El objeto de un análisis es saber qué se satisface”.¹¹ Esto debe llevarnos a tomar en cuenta, sin fascinarnos, el desorden creciente en la sexuación. Algunos de los fenómenos en los que se expresan este desorden tal vez sean la expresión actual de fenómenos antiguos. Podemos pensar, por ejemplo, que la envidia del pene “se hace trans”. Por eso, tras la diversidad, y la ruptura del ordenamiento fálico binario, el mejor modo de orientarse en la clínica es el síntoma como singularidad de goce.

Como ha señalado Marie-Hélène Brousse:

“La identidad, y el género como identidad sexual, son del Otro y están en el Otro. […] Lo que es nuevo hoy es que han aparecido recetas alternativas a las que estaban en juego en el lazo social. Esto es todo y es mucho […] pero la multiplicidad de las identidades no modifica en nada su modo de funcionamiento. Siguen estando en el Otro, e intentan proponer nuevos modos de empleo del lazo social […]. El gender es una tentativa de reducir el sexo al significante y a la función del semblante. […] La identificación sigue estando en el Otro […]”.¹²

Que las recetas se hayan multiplicado, no quiere decir que no vengan del Otro. No quiere decir que el sujeto pueda autogenerarse a voluntad. Desde esta perspectiva la autodesignación solo es un sueño narcisista, sustentado en confundir la diversidad imaginaria con la diferencia.

Como intento desarrollar, me parece que el mejor modo de entender el auge del fenómeno trans y, en general, la pretensión autodeterminista del sujeto actual, es apoyándonos en la formalización que Lacan hizo de su “quinto discurso”: el discurso del capitalista. Lacan, en su conferencia de Milán, comienza diciendo que hay confusión, en nuestros días, entre lo que se hace público y lo que se hace basura ( juega con la homofonía con poubelle, cubo de la basura en francés). Afirma que ya casi cincuenta años atrás, hubo un tiempo en el cual lo público no era lo mismo que lo privado y que, cuando uno pasaba de la exposición de lo público a la de lo privado se sabía que era un develamiento, “pero ahora –dice Lacan en 1972– eso no devela nada, porque todo está develado”. Lacan afirma en ese momento que el discurso capitalista “es algo locamente astuto, pero destinado a estallar”. Esto puede hacernos pensar que el nuevo estatuto de sujeto que postula este discurso puede ser, usando un significante de la época, poco “sostenible”.

El sujeto del discurso capitalista es el sujeto empresario de sí mismo. Sabemos que el superyó freudiano exigía la renuncia al goce en nombre de los ideales. La culpabilidad correlativa al superyó clásico se ligaba al conflicto entre los ideales y el goce, y a la deuda simbólica que podríamos describir diciendo que “los pecados del padre se heredaban”. Si el sujeto, que ya llamaremos clásico, se culpabilizaba por gozar o por querer gozar del modo inadecuado, o por su herencia simbólica familiar, el sujeto neoliberal se siente culpable de no gozar lo suficiente.

Por eso la lógica del capitalismo pulsional empuja a lo ilimitado. La culpabilidad no se liga a querer gozar de más, sino a no gozar lo suficiente. En la lógica neoliberal, somos culpables de nuestros fracasos. El discurso neoliberal produce así un nuevo sujeto. Un sujeto que debe, en palabras de Éric Laurent, maximizar su vida: “Debemos pensar más, disfrutar más, experimentar una vida sexual más intensa. Si no lo maximizamos, lo vemos como un fracaso donde los únicos culpables somos nosotros mismos”.¹³

El superyó actual exige el éxito, por eso la felicidad ha pasado a ser un deber, una obligación. La obligación de ser feliz ha instalado en la civilización la depresión generalizada. Además, la promesa de felicidad se hace depender del consumo, favoreciendo la ilusión de la posibilidad de una relación directa del sujeto con el objeto de goce. Esta especie de naturalismo lleva al fantasma al primer plano de la relación social. Cuando el discurso del amo clásico era dominante, la satisfacción del sujeto se confiaba al fantasma íntimo y a la clandestinidad.

Podemos pensar que la búsqueda de la maximización de nuestra vida-empresa, el sometimiento a la cultura de los resultados, podría verse recompensada por la exhibición del éxito que el sujeto mostraría como espectáculo al mundo. La contracara de esta exaltación narcisista es que, si hay fracaso, la identificación es con el deshecho prescindible.

El sociólogo Christian Laval y el filósofo Pierre Dardot han realizado aportaciones fundamentales al análisis del capitalismo neoliberal y a la producción de una nueva subjetividad. Defienden que el capitalismo es un proceso de subjetivación tanto como un proceso de producción. En el año 2018 se publicó un libro de estos dos autores, resultado de la conversación con nuestro colega Enric Berenguer, con el título El ser neoliberal.¹⁴ La tesis de Laval y Dardot es que el capitalismo neoliberal produce un nuevo sujeto. Este nuevo sujeto tendría que adaptarse a las exigencias del movimiento perpetuo del capital, siendo él mismo un recurso humano que debe autogestionarse y actualizarse permanentemente en función de la comparación y evaluación continua de sus resultados.

Pero este esfuerzo de maximización del sujeto neoliberal es muy fatigoso. Christian Laval menciona las descripciones que pretenden dar cuenta del correlato psicopatológico del “[…] estado del sujeto contemporáneo, del nuevo sujeto, (cansado de ser sí-mismo), agotado por esta carrera hacia el siempre más. En ellas se analiza, retomando términos que vuelven con frecuencia: el sufrimiento en el trabajo, la depresión generalizada, la erosión de la personalidad, la ‘perversión ordinaria’, la cultura de la desconfianza e incluso la desimbolización y los fenómenos psicóticos de masa”.¹⁵

Se destaca a menudo que mucha gente piensa que la burocratización de las prácticas (sanitarias, educativas y de todo tipo) suponen una carga pesada e ineficiente. Pero Laval incide en que la eficacia fundamental de las prácticas gerenciales se da en el plano de la subjetividad, en reformar a los individuos, es decir que la eficacia mayor se da en el plano del consentimiento a la competencia y a la evaluación.

El mayor éxito del neoliberalismo es que el sujeto no se vive haciendo algo que se le impone. De este modo, la producción de esta subjetividad, es una de las claves del éxito del proyecto neoliberal a nivel planetario. Tal como ha destacado Enric Berenguer, se trata “[…] de un dispositivo productor de conformidad y de sometimiento a una forma de vida que se plantea siempre como la única posible”.¹⁶ Esta conformidad se hace extensiva al capitalismo de vigilancia que permiten y promueven las nuevas tecnologías. Vemos como el sujeto que cree autodeterminarse es al mismo tiempo, el del mayor conformismo.

La optimización del sujeto neoliberal incluye también una neuropolítica, la gestión de nuestro capital neuronal. Es por esto, por lo que algunos autores, como Negri, se refieren al capitalismo actual como capitalismo cognitivo. Pero tal vez el aspecto más radical de la tendencia a lo ilimitado, en el capitalismo actual, es el movimiento transhumanista y la pretensión de poder abolir la muerte en el horizonte de este siglo. Google fundó en el año 2013 Calico, una sociedad de biotecnología destinada a luchar contra el envejecimiento con el proyecto explícito de Matar la muerte. Los gurús del transhumanismo ya están prometiendo la inmortalidad. Prometen ganarle la partida al amo absoluto, a la muerte.

*Texto presentado en el encuentro de Enlace Acción Lacaniana NELcf: “Los nuevos lazos”, 10 de julio de 2022.

** Psicoanalista en La Coruña, España. Analista Miembro de la Escuela (AME). Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

¹Lacan, J., El Seminario, libro 17, El reverso del Psicoanálisis, Paidós, Barcelona, 1992, p. 83.

²Miller, J.-A. y otros: Los inclasificables de la clínica psicoanalítica (La conversación de Arcachon: “Matema de la nebulosa”), Paidós, Buenos Aires,1999, pp. 347-348.

³Miller, J.-A., “Tres conferencias brasileñas sobre el síntoma” (Tercera conferencia: “El amor sintomático”, El síntoma charlatán, Paidós, Barcelona, 1998, p. 52.

⁴Lacan, J., El Seminario, libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 154.

⁵Miller, J.-A., “Intuiciones Milanesas I y II”, Cuadernos de Psicoanálisis, 29, pp. 21- 45.

⁶Miller, J.-A., “Intuiciones Milanesas II”, Cuadernos de Psicoanálisis, 29, p. 41.

Ibíd.

⁸Fernández Blanco, M., “Cuando mi padre estaba embarazado de mí…”, https://www.lavozdegalicia.es/…

⁹Laurent, E., “Edad de la razón, ¿edad de la inclusión?, https://elp.org.es/edad-de-la-razon-edad-de-inclusion/

¹⁰Roy, D., “Cuatro perspectivas sobre la diferencia sexual”, Carretel 15, p. 156.

¹¹Esqué, X., “Fracaso perpetuo”, http://discordia.jornadaselp.com/…

¹²Brousse, M.H., “Las identidades, una política, la identificación, un proceso y la identidad, un síntoma”, http://identidades.jornadaselp.com/…

¹³Laurent, E., Entrevista realizada por Ir Ezrati para Haaretz (publicada el 29 de julio de 2012).

¹⁴Pierre Dardo, Christian Laval, Enric Berenguer: El ser neoliberal, Barcelona, Gedisa, 2018

¹⁵Presentación de Christian Laval en el seminario “Pensar con la Antropología”, Laboratorio Sophiapol, lunes, 30 de marzo de 2015, Universidad Paris Oeste, Nanterre La Défense, http://lalibertaddepluma.org/…

¹⁶Dardot P., Laval C, Berenguer E., op. cit., p. 16.


 

 

 

 

 

 

En-Lazos

 

 

 

 

 

 

 


Terror, asimetría en el lenguaje

 Débora Rabinovich**

 

 

 

“El lenguaje
-yo no puedo más,
alma mía, pequeña inexistente, decidíte;
te las picás o te quedás, pero no me toques así,
[…]”¹
Alejandra Pizarnik, 1971

 

 

 

Hay discordia entre los sexos. Es en su Seminario 19 dónde Lacan la aborda y estudia sus raíces. Explica e insiste en qué es, porque de un lado y del otro de sus fórmulas de la sexuación la posición del hablanteser no es la misma. Del lado izquierdo colocó a los machos. Sitúa en ese lugar lo universal, el falo, lo necesario. Del lado derecho, las hembras, lo contingente. Lo no-todo. Entre los dos lados no hay ninguna especie de tendencia espontánea hacia el Uno.

“Si hay en efecto algo que causa dificultad en la relación, y que el análisis no solo articula, sino que está hecho para hacer que juegue en todos los sentidos, son las relaciones entre las mujeres y los hombres. Nada en ellas se parece a no sé qué tendencia espontánea al Uno […]”.²

Entre los seres sexuados, no hay ningún tipo de simetría, reciprocidad o complementariedad. Lo no-todo, desde la perspectiva fálica, implica la presencia de algo tan importante como inquietante. De este lado, se refiere a Otro goce. Suplementario. Lo misterioso de este goce hizo decir a Lacan, en 1974, que esperaba de las mujeres analistas que dijeran algo… mutis por el foro.

Para aquellos que se rigen por la norma macho,³ la confrontación con lo imposible de cernir de este goce sin ley, que no por nada Lacan nombró también goce femenino, se torna a veces insoportable.

En los encuentros, persiste un punto irreductible de querella, comedias.

Pero también hay tragedias. Se llega a veces a una vertiente árida, la de la segregación. Formas extremas de violencia con resultados siniestros.

Cuando en 1974 J.-A. Miller interrogó a Lacan en Televisión, su respuesta fue taxativa.

“J.-A. Miller: De dónde le viene por lo demás la seguridad para profetizar el ascenso del racismo? ¿Y por qué diablos decirlo?”

 J. Lacan: Porque no me parece divertido y porque, sin embargo es verdad”.

Lo elucida a continuación cuando expresa que el parlêtre se orienta más, rechazando el goce del otro –al que considera como subdesarrollado– que con su propio goce, dado que respecto a este, está totalmente extraviado.

Ellas hablan de los machirulos. Ellos de las feminazis. Dos expresiones contemporáneas. Ninguna de las dos existe en el diccionario. Ambas muy utilizadas.

Machirulo está formado por la palabra macho y chirulo. En chirulo se escucha chulo, pirulo. El chirulo del macho hace de él un pirulo, un chupetín, un menos que nada. La autora española Soledad Puértolas propuso la inclusión de este significante en el diccionario. Es así que esta noción está siendo examinada por la comisión de neologismos de la real Academia Española (RAE). Machirulo es un significante con un tinte simpático. Un neologismo nuevo y creativo. Sirve para denunciar ciertas actitudes del lado macho. Esta invención del lenguaje agujerea la norma macho. El término machirulo pone al macho en cuestión al mismo tiempo que lo descalifica. Lo deja, sin duda, bien distante de la norma macho y de lo normal. Un machirulo no tiene nada de serio. En efecto, la palabra ironiza la virilidad que se podría esperar del lado izquierdo de las fórmulas.

Ellos, en cambio, se refieren a las feminazis. Wikipedia señala que esta expresión fue popularizada por un locutor de radio conservador Rush Limbaugh. Es un término que surgió en los años 1990. Para las mujeres el asunto es de otro orden. La tonalidad es netamente agresiva. Hablar de feminazis implica comparar, poner en relación, acercar las feministas con el nazismo. El significante feminazi, que es tanto un adjetivo como un sustantivo, ataca con ferocidad al feminismo.

Lacan lo dijo: A la mujer: «se la difama»⁵. Es así. Al mismo tiempo que se le dice feminazi, se la dice mujer difamándola. Aquí no hay chiste. El lenguaje se usa en este caso de manera injuriante, insultante. Se la compara de este modo con lo peor. Para nombrarla, no hay significante. De ella, se dice mal.

“cuidado con las palabras (dijo) tienen filo, te cortarán la lengua!, cuidado te hundirán en la cárcel cuidado!”

Decir feminazi no presenta ninguna especie de simetría posible con la connotación ridícula y poco seria de machirulo. «Como de todos modos no debo pintarles únicamente el porvenir color de rosa, sepan que lo que crece, que aún no hemos visto hasta sus últimas consecuencias, y que arraiga en el cuerpo, en la fraternidad del cuerpo, es el racismo. No dejaran escuchar hablar de él”.⁷

El racismo se impone. El goce del otro está, ya sea en el límite de lo soportable –machirulo–, o se vuelve insoportable y sin concesiones –feminazi–. Desgraciadamente los ejemplos de actos violentos y agresivos que golpean a las mujeres no dejan de azotarnos. El racismo se dirige todavía hoy, con una insistencia feroz y de un modo certero contra el cuerpo de las mujeres.

¹Pizarnik A., Poesía completa, Ed. Lumen, España 2018, p. 417

²J. Lacan, El Seminario 19, …opeor, Ed. Paidós, Bs. As. Argentina 2012, p. 104.

³Lacan, J. El Seminario, Libro 19, …opeor. Op.Cit., p. 96. Lacan escribe normale, haciendo equivocar lo normal con lo macho.

⁴Lacan, Jacques. Otros Escritos, Televisión. Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 560

⁵Lacan, J., El Seminario Libro 20, Aún, texto establecido por J.-A. Miller, p.79.fr

⁶Pizarnik, A., Op.Cit., p. 304

⁷Lacan, J., El Seminario, Libro 19, p. 231


El malentendido de la despatologización

Elisa Alvarenga*

 

 

 

 

 

 

En su conferencia de cierre al Congreso de la AMP en 2022, Jacques-Alain Miller comenta el aforismo lacaniano «todo el mundo es loco»¹ como una reivindicación democrática de igualdad fundamental entre los ciudadanos, que se traduce por la desaparición programada de la clínica. Los individuos afectados por un trastorno mental, antes juzgado como anormalidad, son agrupados en comunidades inscriptas jurídicamente.

En tal contexto, el aforismo lacaniano podría ser interpretado como la validación del término de despatologización y parecería perfectamente en acuerdo con el espírito de los tiempos, si Lacan hubiera dicho «todo el mundo es normal». Decir «todo el mundo es loco, es decir, delirante», hace resonar una especie de despatologización que todavía busca, dentro de las particularidades clínicas, la singularidad sinthomática.

La despatologización hoy en boga, supuestamenre en contra de la estigmatización de los pacientes, aplicase de manera especial a los «trans», que plantean el derecho a la transition de un sexo al otro. Miller lo considera como un efecto de la democracia, donde el sujeto jurídico prevalece sobre el sujeto del inconsciente.

Francesca Biagi-Chai² considera que la despatologización es contempornáea de una búsqueda del goce que substituye la referencia al significante y opone a la despatologización salvaje, operada por la sociedad, que desconoce a las estructuras clínicas; la despatologización lacaniana, donde el goce suplanta la estructura, pero mantiene las nuances de lo real de la clínica. Tomar el goce como brújula destaca la proposición de Lacan según la cual «de nuestra posición de sujeto somos siempre responsables».³

Veamos el ejemplo de dos pacientes que demandan una nominación «non binaria» para sus síntomas y piensan que la hormonización podría ayudarlos a tratar un goce disruptivo que toma a sus cuerpos y que asocian al hecho de tener un cuerpo de mujer.

Esos dos jóvenes llegaron al mundo nombrados como niñas y a partir de un determinado momento pasaron a hacer uso de una identidad de género disponible en la cultura para tratar un goce extraño que irrumpió, para cada uno, a traves de fenómenos difíciles de traducir en palabras o imágenes.

La primera es traida por la madre en la entrada de la adolescencia porque quiere ser un chico. Empezó a sentirse desconfortable con los cambios en su cuerpo y encontró, en internet, una nominación y una solución: tiene disforia de género y piensa que es un hombre trans. Le gustaría ser llamada por un nombre masculino. Atar los senos le aporta alivio y cree que ser hombre va a conectarla mejor con el propio cuerpo. Encontró en los mangás el cuerpo alto y flaco, indefinido, que le gustaría tener. Al no saber qué hacer con su cuerpo adolescente, extraño para ella, quiere iniciar el proceso de hormonización lo antes posible.

Una interconsulta con un endocrinólogo tiene como efecto un acto fallido y un cambio de discurso. Pasa a construir su novela familiar. La separación de los padres cuando tenía 5 años fue para ella muy traumática. Se sentió abandonada por el padre y se pregunta si no ha asumido una posición masculina junto a la madre, asociandolo con el rechazo de lo femenino.

No sabe que hacer con sus similitudes con las mujeres de su familia, frágiles y sometidas. Muestra su capacidad de hacer uso de semblantes masculinos y femeninos y se pregunta si podría ser un andrógino o no binario. Su construcción parece hacer litoral a lo femenino, bordeando el agujero en el saber sobre el goce experimentado en el cuerpo.

Bien distinto es el segundo caso y las cuestiones planteadas por una joven que adopta un nombre neutro, inspirado en el anime Pokemon. Su madre pensaba hospitalizarla para tratar «sus cuestiones sexuales», supuesta causa de sus agitaciones y crisis de rabia. Hace algunos años hace tratamiento de los síntomas de depresión y aislamiento social, además de presentarse como un niño y automutilarse.

La mirada de la madre exige de ella algo «imposible de satisfacer» y piensa que, si se parece con el hermano homosexual, será más amada por la madre. Quiere sacarse los senos y hacer hormonización. El analista dilata el tiempo de compreender, permitindole el relato del encuentro traumático con la mirada insistente del tío para sus senos en el inicio de la pubertad. Sufrió gran incomodidad con sus reglas, formas femeninas y voz aguda. Su encuentro con la comunidad LGBT le ofrece una nominación apaciguadora: «soy trans no binario». Se refiere a si misma, ora en el masculino, ora en el femenino. Los desencuentros amorosos con mujeres son vividos con mucha angustia, desvitalización e ideas suicidas.

A diferencia del primer caso, el segundo parece vivir un «desorden en la juntura más íntima en el sentimiento de vida en el sujeto».Después de una decepción amorosa, hace una grave ingesta de medicamentos. No quiere ser mujer, pero «cuando pienso en ser hombre, no tengo donde apoyarme».

Lo no binario aqui parece distinto de lo no binario en el primer caso, que equivale al andrógino, en el cuál se encarna un falo, aunque bien flaquito, para la madre. En el segundo caso, al contrario, la mirada que la desvitaliza y desprecia parece encontrar Phi0. La institución tiene entonces un papel fundamental para separarla de su madre y dar lugar a su trabajo artístico, que puede hacer función de síntoma.

La clínica psicoanalítica rescata así una forma de despatologizar vía el sinthome, lo más singular de uno, pero solo dispensa las estructuras clínicas con la condición de servirse de ellas.

*Psicoanalista en Belo Horizonte, Brasil. Miembro de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis EBP y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis AMP. Analista Miembro de Escuela AME

¹Lacan, J. «Transferência para Saint Denis?» Correio da EBP n. 65, São Paulo, abril 2010, p. 31-32.

²Biagi-Chai, F. «La dépathologization lacanienne et l’autre», Quarto n. 131. Bruxelles, Juin 2022, p. 30-33.

³Lacan, J. «A ciência e a verdade», Escritos. Rio de Janeiro: Zahar, 1998, p. 873.

⁴Lacan, J. «De uma questão preliminar a todo tratamento possível da psicose», Escritos. Zahar, Rio de Janeiro, 1998, p. 565


 

 

 

 

 

 

Hexágonos
Las Bibliotecas de la NEL

 

 

 

 

 

 


Judith Miller y Colofón*

Adolfo León Ruiz L.**

 

 

 

 

 

 

Me integré al trabajo como editor general de Colofón a partir del número treinta y tres de la revista, momento en el que se produjo con el acompañamiento de Judith Miller, en tanto su directora, la permutación en el Comité editorial.

Es desde esta función que he cumplido en los cinco últimos números de Colofón, que quiero esta noche, como homenaje a Judith, recordar unos cuantos momentos de la historia de la revista y compartir con ustedes algo de lo que esto ha significado para mí.

Un poco de historia

 En 1979 Lacan constituye la Fundación del Campo Freudiano cuya presidencia queda a cargo de Judith Miller. En una intervención que hace en Caracas, a mediados de los años ochenta, afirma que “presidente del Campo Freudiano” es un título que “no es… fácil de llevar”. Aun así, ella demostró con creces, que estaba siempre a la altura, en una labor de trabajo decidido cuyas marcas tocaron de manera profunda a quienes tuvimos ocasión de estar en algún momento cerca de ella. En mi caso personal, es así como la recuerdo en el año 2012 en Buenos Aires, en ocasión del Congreso de la AMP sobre “El Orden simbólico en el siglo XXI”, trabajando con entusiasmo por las bibliotecas y más tarde, cuando entré a formar parte del Comité editorial de Colofón, acompañándonos en el proceso de producción de la revista durante todo el tiempo que estuvo en condiciones de hacerlo.

Fue a finales de los años ochenta que Judith inventó Colofón. Nació como Boletín de la Federación Internacional de Bibliotecas del Campo Freudiano, que en ese entonces estaba constituida por seis “Bibliotecas Miembros” (dos de España, dos de Argentina, una de Caracas y la Biblioteca de la ECF) y cuatro “Adherentes” (todas ellas en España). El objetivo del Boletín, que en ese entonces consistía solo en unas cuantas hojas cosidas con uno o dos ganchitos para evitar que se desperdigaran, era el de hacer circular información sobre las actividades de las distintas Bibliotecas, establecer intercambios de información e impulsar relaciones de trabajo entre ellas.

Desde siempre Colofón se editó en español. Al principio circulaba, al parecer, como un anexo de la revista Correo del Campo Freudiano, que se editaba en Buenos Aires. Ya en la primavera de 1991 empezó a numerarse y la redacción se trasladó a España. Era aún, y siguió siendo durante varias ediciones, una publicación sencilla y de pocas páginas, lo cual no resta nada a su importancia. Aunque posteriormente tomó la estructura de una revista, conservó siempre su nombre original y todavía hoy lleva como subtítulo en su tapa, bajo el título COLOFÓN, la designación como Boletín de la FIBOL. El Comité editorial se alternó cada cierto tiempo entre España y Argentina hasta el año 2012.

Siguiendo algunos detalles de la historia del Boletín, es interesante notar algo de lo que podemos ver en los fragmentos de los primeros números de Colofón que fueron reproducidos en el número extraordinario que se editó en homenaje a Judith Miller y a su trabajo “en/con y por” las Bibliotecas del Campo Freudiano.

En el N°1, en la nota Editorial, Judith Miller —que no deja de hacer referencia a uno de los “Pequeños tratados” de Pascal Quignard—, sitúa las líneas que orientan el trabajo de las Bibliotecas en una Escuela de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana. El número se completa con los Reglamentos de la Federación de Bibliotecas del Campo Freudiano y la lista de las Bibliotecas Miembros y Adherentes.

Las simpáticas consultas publicadas como “SE BUSCA”, para ir tras alguna referencia bibliográfica importante; notas como “¡Sin local, pero con Biblioteca!”, en la que se comenta una circunstancia particular en Europa del Este; la difusión de actividades como el “Ciclo de psicoanálisis y psiquiatría” organizado por la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona en 1995, entre otros, dan cuenta tanto del espíritu inaugural de Colofón, como del empuje del trabajo decidido de Judith Miller por la Federación de Bibliotecas. Algo a destacar a lo largo de la vida de la revista son las precisas, comprometidas y orientadoras notas editoriales de Judith, siempre acompañando, sosteniendo y difundiendo la Orientación Lacaniana y señalando el norte de trabajo de las Bibliotecas. El N°9 de Colofón, en palabras de Judith Miller, “se engalana” y “cuenta ahora con una tapa casi lujosa, impresión en fotocomposición …”. Es la realización de un deseo confirmado que se ha sostenido y enriquecido a lo largo del tiempo, durante los ya treinta años de existencia en los que son ya treinta y siete ejemplares publicados (treinta y seis regulares y el número extraordinario publicado en homenaje a Judith Miller) y uno más, el N°37, que ya está listo, a la espera de la ocasión para ser publicado.

Por su parte, la FIBOL, que se inició con diez Bibliotecas ubicadas en cuatro países, está integrada el día de hoy por setenta Bibliotecas en dieciocho países de América y Europa. Allí entonces, en Colofón y en la FIBOL, está no tanto la herencia como la presencia viva de Judith.

Editar Colofón

Formar parte del Comité editorial de Colofón ha sido una experiencia que me ha posibilitado el contacto e intercambio con colegas de las diversas Escuelas de la AMP, tanto los que integran el Comité como los autores de quienes recibimos textos para cada uno de los números. Es la ocasión, por supuesto, de conocer y aprender sobre múltiples vertientes de trabajo abordadas por los colegas que escriben para la revista.

La labor de edición es un trabajo conjunto, de intercambio y acuerdos, buscando siempre lograr la expresión más adecuada de las ideas y planteamientos de cada autor, respetando al mismo tiempo su estilo.

En un campo como el nuestro, el psicoanálisis, en el que el significante tiene la importancia que tiene y en el que estamos advertidos de la presencia inevitable de los equívocos, la labor del editor apunta, justamente, a la mejor precisión de las palabras y a una construcción que contribuya a la expresión más adecuada de la idea que se quiere transmitir. Es por eso por lo que el editor es, ante todo, un lector cuidadoso que trabaja —al menos así procuro hacerlo yo— pensando en el autor y su “querer decir” y también en el lector, en la medida en que, como lo recuerda Lacan: “la puntuación decide el sentido”.¹

En su texto “La lectura del inconsciente”, Miller se refiere a que “la puntuación es la esencia de una gramática de la legibilidad”.² Señala también allí que la puntuación no existe en la palabra y afirma que “En mi opinión, el psicoanálisis no hubiera podido existir sin el invento previo de la tipografía. La tipografía es una condición de posibilidad del psicoanálisis”.³

No hay duda de que como lo muestra Miller en dicho texto, hay una afinidad entre el trabajo del editor y el del psicoanalista, en la medida en que éste, al introducir, agregar, desplazar o incluso suprimir la puntuación en el texto verbal del analizante, hace legible el inconsciente. Por eso nos dice con relación a la interpretación que “Lo más importante no es el contenido conceptual de la interpretación; el resorte de la interpretación analítica es del registro de la puntuación agregada a la palabra del paciente”.⁴

En algunas ocasiones el analista también hace legible el inconsciente o el goce en juego mediante otro ejercicio gramatical, que también tiene presencia en el trabajo de edición. Me refiero al tema de los acentos. Cambiar el acento de una palabra del analizante puede introducir un equívoco que lo sorprenda y genere un enigma que permita capturar algo del goce elusivo y opaco al sentido.

Hay, sin duda, muchos otros elementos que podrían señalarse de la relación entre el trabajo de edición y la experiencia en la clínica, pero me detengo aquí, agradeciendo de nuevo a las colegas de la NELcf-Guatemala por la posibilidad de compartir con ustedes algo de lo que es para mí esta experiencia, y a la querida Judith Miller por permitirme haber hecho parte de Colofón.

*Texto presentado en un encuentro de Biblioteca de la Sección NELcf–Guatemala el 24 de agosto de 2021.

**Psicoanalista en Medellín, Colombia. Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano (NELcf) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Analista Miembro de la Escuela (AME) de la NELcf.

¹Lacan, J., “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, Escritos 1, Siglo XXI Editores, Argentina, 2003, pp.301-302.

²Miller, J.-A., “La lectura del inconsciente”, Seminarios en Caracas y Bogotá, Paidós, Buenos Aires, 2014, p. 567.

³Ibíd, p. 566.

Ibíd, p. 569.


La letra de una experiencia*

 

 

 

“Ni a ustedes, ni al gran Otro.
Hablo solo. Esto precisamente es lo que los concierne.
Interprétenme ustedes”.¹
Jacques Lacan

 

 

 

Evelyn Schejtman Melgar**

El 10 de junio de 2022, se llevó a cabo el cuarto encuentro de Biblioteca de la NELcf, titulado “Traduttore, Traditore”, en el que conversaron, desde su experiencia como psicoanalistas traductores, Juan Luis Delmont, Mario Elkin Ramírez, Susana Schaer y Cinthya Estrada.

Del decir de esta experiencia, se puede extraer que, para realizar una traducción de los textos psicoanalíticos (sean estos orales o escritos) no es suficiente conocer el idioma o los códigos que permiten traspasar de un idioma a otro, sino que está en juego un saber distinto, “Uno” que permite dejarse llevar por la letra, que no apunta al sentido sino a aquello que va más allá, “donde el lenguaje no alcanza a decir y nos encontramos con lo real de la traducción, como un imposible de traducir”.²

Hay una posición en la que el traductor se coloca en acto, para poder “hacer pasar algo del secreto” de quien está traduciendo. No se realiza la traducción de una persona, ni del lenguaje o la palabra, sino que se realiza ante la instancia de la letra; una letra que nunca llega a resolverse, que itera, nunca se acaba y siempre se presta a más.³ Como La carta robada de Edgar Allan Poe, de la cual no sabemos qué dice y tampoco importa su contenido, sino más bien “la función que cumple, aquella que se mantiene mientras se va desplazando y que genera un efecto en la posición de quien la porta, haciendo que siempre llegue a destino”.⁴

Es interesante el efecto que se genera en aquel que aprende un idioma extranjero y lo lleva a descubrir que “la lengua materna es también una lengua extranjera”. Esta misma lógica ocurre en “nuestra Babel”, la NELcf, en la que a pesar de ser un mismo idioma el que se habla, genera este efecto de extrañeza.⁵ La idea no apunta a hacer consistir un metalenguaje que nos pueda librar de los equívocos o diferencias, sino dar lugar a ese real imposible de decir que nos lleva al trabajo.

Tanto para la traducción como para la formación de un analista, cabe esta pregunta: ¿es necesario solo el amor por el psicoanálisis, que apunta no tanto a la persona del analista sino al psicoanálisis, para poder llevar a cabo una lectura que permita ir más allá del sentido y no quedarse fascinados en la repetición vacía y la lógica fálica?

Este “saber leer” que encontramos en Sigmund Freud, cuando descifra los textos de sus pacientes, así como también el de Jacques Lacan que en su retorno a Freud elabora una experiencia, y el de Jacques-Alain Miller que en su lectura de Lacan nos sigue movilizando al trabajo ¿es posible realizarlo solo con la transferencia al psicoanálisis?

Jacques Lacan nos dice, aludiendo a la trasmisión que hacía de sus seminarios:

“Soy yo quien se encuentra aquí en la posición de analizante. Se puede decir […] que al menos en lo que concierne a mi palabra, que evidentemente se debe distinguir del discurso, no hay lo que se dice, en sentido estricto, incomprensión […] esta palabra es una palabra de enseñanza. […] Si en cierto nivel mi discurso permanece aún incomprendido, digamos que se debe a que […] en cierto sector, estuvo prohibido. No prohibido escucharlo […] sino prohibido venir a escucharlo”.⁷

Es orientador este recorte porque coloca en primer lugar la posición de analizante, aquella que se pone en forma en el propio análisis y que puede ser la más conveniente para habitar la Escuela. En segundo lugar, ubica que hay una diferencia entre la palabra y el discurso y que es necesario un paso lógico para poder autorizarse a escuchar esta enseñanza. Nos dice: “La gente que está aquí, entre los muros, es plenamente capaz de hacerse oír a condición de que haya orejas apropiadas”.⁸

Esta escucha, este saber oír ¿es posible sin el propio análisis? Está claro que para poder leer y escuchar los textos del psicoanálisis es necesario ir más allá de la escucha del sentido, del fantasma y la significación fálica. Este más allá, como nos dice Miquel Bassols, “no se lo puede encontrar desde el exterior”, sino que se trata de “un saber que requiere adentrarse en el texto del propio inconsciente”, que está articulado según la lógica del significante, pero también de la instancia de la letra.⁹ Se trata de un trabajo de elaboración que, así como a Freud y a Lacan les llevó casi toda una vida, y que Miller sigue elaborando; está “orientado por lo real” y apunta a “la materialidad de la escritura”, es decir a “la letra que itera a distancia del ser”.¹⁰

Para concluir, es importante el propio análisis, cada uno en su soledad pero no sin los otros. La formación no es posible sin la experiencia en acto del trabajo de Escuela, en el que algo del decir del Otro hace resonar lo Uno y hace posible agujerear algo de ese tapón que no deja escuchar, así como tampoco es posible sin la lectura y la escucha del Otro social que en su movimiento toca el cuerpo y lleva al trabajo.

*Reseña del cuarto encuentro de Biblioteca, “Traduttore, traditore”, desde una experiencia de trabajo en el equipo de la secretaria de Bibliotecas de la NELcf. http://www.nel-amp.org…

** Psicoanalista en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Asociado a la Sección NELcf – Santa Cruz.

¹Lacan, J. citado por Miller, J.A., Hablo a las paredes, Colección dirigida por Jacques-Alain Miller y Judith Miller, Segunda reimpresión: noviembre de 2018, contratapa del libro.

²Secretaría de Bibliotecas de la NELcf, Reseña del cuarto encuentro de Biblioteca, “Traduttore, traditore”, http://www.nel-amp.org/…

³Idem.

⁴Bassols, M., “50 años de la publicación de los Escritos de Jacques Lacan”. https://radiolacan.com/…

⁵Apuntes del cuarto encuentro de Biblioteca de la NELcf, “Traduttore, traditore”.

Ibíd.

⁷Lacan, J., “De la incomprensión y otros temas”, Hablo a las paredes, Colección dirigida por Jacques-Alain Miller y Judith Miller, Paidós, Bs. As., Segunda reimpresión: noviembre de 2018, pp. 49-54.

Ibíd, p. 100.

⁹Bassols, M. “50 años de la publicación de los Escritos de Jacques Lacan”. https://radiolacan.com/…

¹⁰Godoy, C., Seminario “La letra del síntoma”. https://radiolacan.com/…


De la cera perdida a una creación*

Ramón J. Ochoa Brando**

 

 

 

 

 

 

“¿En qué consiste el trabajo que el duelo opera?”¹ Es una pregunta introducida por Freud al trabajar la naturaleza de la melancolía en comparación con la manifestación de un duelo.

El duelo, es una reacción esperada al perder a una persona amada o “una abstracción que haga sus veces, la patria, la libertad, un ideal, etc.”.² Podemos ubicar como Freud otorga al ideal un valor preponderante al momento de su perdida, sobre todo por su efecto, aquel donde aparecen graves desviaciones de la conducta “normal” en la vida de un sujeto, que sin llegar a ser patológicas, logran conmover el alma de aquel que anhela alcanzarlo con devoción.

Me interesa otra lectura del duelo a partir de esta pregunta, ya no como una invitación a concentrarse en el objeto perdido, sino más bien, en el consentir a la pérdida como una acción con múltiples posibilidades.

El consentimiento deviene así en una contraoferta a lo que insiste en la vida de un hablante, a saber, su ligadura al objeto odioamado a como dé lugar. Apostar por atravesar el duro camino que ofrece un duelo, precisa del coraje de abandonar una posición de satisfacción libidinal para acoger un vacío que sirve de hábitat al ser. Es a partir de ahí, que se materializaría una nueva creación, desenlazándose de aquello que fijamente determina a un hablante en lo que cree es su “destino” y donde quizá, pueda dar cabida a un enlace más amable.

Sí de acoger, crear y materializar se trata, la escultura ofrece un espacio que se puede consultar. Y es que ella busca producir nuevas formas por medio de la transformación de materiales a partir de la manipulación de su solidez, por lo que requiere de un saber hacer que va desde la imaginación hasta la obtención de un producto, elaboración que puede durar semanas, meses o años. Un sujeto decide incidir sobre la materia, desde su ausencia, para crear un producto que llamará “obra”.

El escultor y su obra entran en el campo del Otro, y a partir de este lazo se consigue animar los espíritus de aquellos que lo permitan, aunque por supuesto, algunos quedan más conmovidos que otros.

Destaco un procedimiento en la escultura que considero se articula a la pregunta freudiana con la que he iniciado. El mismo alberga un lugar que favorece una materialización a partir de un espacio sin densidad ni solidez, e invita a que los materiales se reúnan a su alrededor creando la forma que un escultor desea. Un lugar que no es otro que el de un vacío.

“La cera perdida’’ es el procedimiento que lo crea. En ella, es necesario cubrir un molde formado a partir de una pieza moldeada por un artista, luego se cubre el molde con varias capas de cera que se irá endureciendo, para finalmente cubrirlas con otro material más resistente, quedando un bloque sólido. A este molde se agregan algunos agujeros que conectan el interior donde se encuentra la cera, con el exterior de la futura pieza.

Seguidamente, el molde es llevado a un horno y por efecto del calor, la capa de cera que ha quedado en medio de ambos materiales se derretirá y saldrá dejando finalmente, un espacio vacío en su interior. Es en él que se verterá el material sólido previamente fundido, dando cuerpo a la pieza que será trabajada por el escultor en las dimensiones que ha imaginado.

Es a partir de esta pérdida que su vacío permite el advenimiento de una pieza e incluso, una nueva relación con los materiales que emplea. Es formidable el uso que incluye el trazo dejado por una pérdida en cuyo vacío habitan sus resonancias, aquellas que existen y conmueven a los hablantes.

Consentir al trabajo de duelo quizás sea una vía para consentir a nuevas formas de esculpir la vida, formas más amables, menos mortíferas.

  • Texto con relación al Segundo Encuentro de Biblioteca de la NELcf 2022, titulado “Bronce, Encuentro y Lazo”.

*Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano (NELcf) y la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

¹Freud, S., “Duelo y melancolía “, Obras completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1996, Volumen XIV, p. 242.

²1. Ibíd., p.241.


Conversar sobre el campo de la infancia*

 Francisco Pisani**

 

 

 

 

 

 

Compilar un libro, surgió como un deseo de encontrarse con otros en un momento en el que parecía importante sostener los lazos. Pasado un tiempo, de medidas sanitarias por la pandemia, se podría decir que la apuesta de asumir ese real sin desconocerlo tuvo efectos.

Durante la cuarentena se gestó la compilación sobre infancia y psicoanálisis a partir de la suspensión de las XI Jornadas de la NELcf “Lo insoportable de la infancia”, cuya ausencia tuvo un efecto movilizador.

La etimología de la palabra libro viene del latín liber, que apunta a la parte interior de la corteza de los árboles, que no es otra cosa que la página en blanco, una plataforma vacía. La invención solo se habilita desde un vacío que necesita de bordes que lo figuren, una pregunta puede tener esa función habilitadora.

La invitación fue hecha a compartir lo que el vacío de la página en blanco posibilita. Hacer un lazo de trabajo con las distintas prácticas y experiencias, que como dice Raquel Cors Ulloa en el prólogo del libro “Infans”,¹ no hacen uno. El no hacer uno con el dos, no sólo resuena con la formación del analista, sino también con la puesta en forma de su deseo.

La práctica clínica en el campo específico de la infancia, como también “las jornadas inexistentes” fueron la pregunta con la cual se invitó a participar en el tejido que arma este libro.

A partir de las invitaciones desde distintas Bibliotecas de la Escuela a presentar el libro, se constatan diferentes lecturas que permiten situar distintos efectos en los lectores. Se pueden destacar las preguntas sobre lo clínico en la articulación entre síntoma y el campo del goce; las preguntas epistémicas sobre el estatuto de la infancia en psicoanálisis y también en la dimensión política, el lugar de lo infantil en la formación del analista.

Lo infantil desde la orientación lacaniana, en tanto no hay psicoanálisis con niños, solo psicoanálisis; fue un elemento que habilitó la conversación sobre el significante “campo de la infancia” en tanto articulador de la práctica. El campo de lo infantil y sus marcas, nos enseña que se trata del campo del goce.

Que un libro provoque encuentros con otros, que construya puentes y que contagie el deseo de conversación, se podría decir que es un “libro logrado”. La experiencia de editar tiene algo de hacer pasar un deseo que despierte, promueva nuevos encuentros y lazos. Es ocupar la función de articulador, de un operador lógico de enunciaciones que dan cuenta de los efectos de la transferencia de trabajo. Compilar y editar es una forma de leer y escribir sobre esa experiencia.

Para finalizar, renovar la apuesta por lo infantil que no es solo cosa de niños, nos enseña sobre su extraordinaria actualidad y vida.

* Conversar sobre el campo de la Infancia a través de la compilación y la publicación de un libro con relación al tema, fue la invitación que cursamos desde la dirección de publicación de Factor a. Apuntamos a que Francisco Pisani pueda transmitirnos algo de ese deseo de compilar, editar y publicar que lo habita desde una posición de analista en formación.

** Psicoanalista en Santiago de Chile. Asociada a la Sección NELcf – Santiago.

¹Pisani, F. (Compilador), “Infans – Psicoanálisis en el campo de la infancia”, Editorial Trouma, Santiago de Chile, 2021.


India Song, una película que no sería del semblante*

 Ricardo Torrejón Morales**

 

 

 

 

 

 

Ver hoy la película India Song¹ supone un encuentro con una obra que está franca y decididamente en contraposición a las formas imperantes de producción  audiovisual como espectáculo. No deja de provocar un efecto de conmoción ya que es la dimensión del sentido la que se disloca; nada está en el lugar donde se espera.

Hay un procedimiento en especial que hace de India Song una película diferente: la separación realizada por Marguerite Duras entre la imagen y la voz, más precisamente entre la imagen y la banda de sonido.

La historia de India Song está indicada de forma precisa por su autora y directora en un resumen que realizó a modo de una indicación para su representación. Dice Duras: “Es la historia de un amor vivido en la India de los años treinta, en una ciudad superpoblada a orillas del río Ganges. Se evocan dos días de esta historia de amor. Es la temporada del monzón de verano”.² Subraya el nivel de pasión que conduce a cierto paroxismo de esta historia amorosa, además de desarrollarse en un escenario inmovilizado, cercado por otra historia de horror, hambruna y muerte.

Es la visión y la decisión artística, el cómo está montada la película, lo que hace de ella una obra que parece no “emitirse” desde el semblante. Así lo decía Lacan con relación a lo que llama “la literatura de vanguardia”. Se trata de una separación entre sentido y goce, un ejemplo claro es Finnegans Wake de Joyce. También podemos ubicar la obra de Becket, Sollers y a la misma Duras en su obra India Song que no se sostiene en la significación clara y por momentos, rechaza el sentido.

La separación entre las imágenes y la banda de sonido a la que hicimos alusión, Duras la realiza con actores que no pronuncian una sola palabra. Se los escucha hablar y conversar, pero no podemos ver que muevan o abran la boca para hacerlo. Los diálogos escuchados son en una voz en off, pero no coinciden con la imagen que vemos. Los protagonistas se miran, sonríen, pero no los vemos abrir la boca para emitir palabra. No solo son las voces las que provienen del “fuera de campo”, hay toda una banda de sonido que escuchamos proveniente de otro espacio: las voces que narran, la música, el bullicio de una fiesta cuyos personajes jamás vemos.

Esto es lo desconcertante para nosotros los “occidentados”³, acostumbrados a las imágenes como espectáculo, acompañadas de bandas de sonido que copan todo espacio como una extensión de las imágenes. Con historias cada vez más políticamente correctas y claramente sostenidas en el sentido, en lo comprensible; pero que en la lógica moderna de la “serie” se trata de un sentido que jamás cierra en un efecto de significación y no deja de fugarse como el agua del tonel de las danaides.

Duras ha logrado lo opuesto: sabemos que la protagonista Anne-Marie Stretter está muerta. Las voces nos lo dicen desde otro tiempo que no es el de las imágenes. Estas voces que no sabemos ni podremos identificar, parecen comentar las imágenes como si tuvieran que explicarlas, argumentarlas, ampliarlas y además, saben mucho más de esta historia que nosotros. Si bien esto como primer efecto nos puede hacer buscar el sentido, en realidad nos libera de él. La desincronización de las voces y las imágenes, el “fuera de campo” que introduce Duras, parece tener la intención de hacernos despertar de la historia parafraseando a Stephen Dedalus en Ulises.

Duras tiene una intención clara de romper con esa lógica de la historia. Con el procedimiento de India Song logra evitar, como ella dice: “…la colusión entre el pasado y el presente […] He utilizado incluso el término ‘despoblación del actor’. Creo que hay una magnífica despoblación general en India Song. Nadie esta ahí. Ahí donde los he puesto. […] y es una presencia relajada, distanciada, lejana.”⁴

Esta presencia relajada en India Song es lo que emparentó a la película con el teatro de marionetas japonés aludido por Lacan, llamado Bunraku. Una forma de teatro que también puede desconcertar al público occidental por su forma totalmente diferente de empalmar cuerpo y palabra. El marionetista, encargado de mover al muñeco, de hacerlo gesticular, no tiene que asumir o soportar en su cuerpo el texto. Esa es la distancia lograda en India Song, la que además permite que esa historia de amor de la que habla Duras nos aleje del drama y permita soportar en su totalidad la tragedia.

El ser hablante padece el significante, éste siempre tiene una condición traumática. Jacques-Alain Miller dice que el bunraku “[…] sirve entonces como ficción de un mundo en el que los cuerpos no estarían afectados por el lenguaje, el cual sería asumido al lado”.⁵ Creo que la obra, en este caso India Song, introduce un vacío que le quita el efecto de tragedia clásica. Duras nos priva de ver la muerte de Anne-Marie Stretter así como el contexto de horror, lepra y muerte de esa ciudad en las orillas del Ganges.

La música también juega un papel importante en este efecto de vaciamiento de la “sangre roja” de la tragedia. Hay una cadencia, un ritmo musical en la película, de allí su título: Song. Ella no parte del sentido, no se sostiene en él, no quiere encaminarse por esa vía. Al ser una obra de “litoral” separa el goce del saber, se cuenta en los efectos de la letra pero no tanto como registro material de la palabra, sino como efecto de vacío que aloja goce en el cuerpo. Es por esto por lo que se puede hablar de “escritura cinematográfica” tal como lo propuso Miquel Bassols.⁶ Allí la imagen funciona como tratamiento que detiene la deriva del sentido, produciendo un efecto de vacío que alude a otro campo como el “fuera de campo” de India Song.

Aquí podemos encontrar la afinidad de lo femenino con la letra, los efectos que produce no como fuga de sentido que pretende atrapar el objeto, sino como efecto no-todo tal como lo pensó Lacan en su última enseñanza.

*Texto presentado en un encuentro de Biblioteca de la Sección NELcf – La Paz. Actividad preparatoria hacia el Congreso de la AMP “La mujer no existe” (2022) – La Paz, 14 de octubre de 2021.

**Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano (NELcf) y la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

¹Marguerite Duras, India Song, 1975.

²Duras, M., India Song – La música, Buenos Aires, El cuenco de plata, 2010, p.159.

³Lacan, J., “Lituratierra”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 25

⁴Duras, M., “Marguerite Duras habla de India Song” entrevista de Dominique Noguez, en: India Song – La música, Buenos Aires, El cuenco de plata, 2010, p. 170.

⁵Miller, J.-A-. La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 288.

⁶Bassols, M., “Argumento sobre Lituratierra”, Cuadernos del INES Nº 9 – Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11 – Lituratierra. Publicación del Instituto Nueva Escuela, Gama, Buenos Aires, 2014, p. 175.


La agresividad y el psicoanálisis*

Paula Del Cioppo**

 

 

 

 

 

 

El problema de la agresividad en psicoanálisis resulta interesante por su carácter controvertido. Articulado por Lacan al concepto de pulsión,¹ goza de prestigio en la comunidad analítica por su estatus de fundamental, la agresividad, es por el contrario un asunto resistido. Tal es así, que la distribución del Cuaderno del INES N°15² ha sido lenta, en parte por las vicisitudes de la pandemia, aunque se intuye que se juega algo más en esta demora.

En un principio, la lectura que hicimos en las comisiones de Librería y Biblioteca de la sección de la NELcf – CdMx es que este hecho no respondía exclusivamente a la coyuntura, sino que se trataba de un síntoma. Así, orientados por la política del psicoanálisis, propusimos el cuarto Ciclo de Mesas de Biblioteca en torno a una publicación que consideramos fundamental. Si no se quiere saber nada de la agresividad, ergo, conviene hablar de ello.

Tal como nos enseña la experiencia del XIX Seminario del INES y de la V Conversación Clínica de la NELcf, actividades en torno al Escrito “La agresividad en psicoanálisis”,³ se trata por un lado de un asunto crucial de la clínica y de un problema que se ubica en la intersección entre aquella y lo social. Por lo tanto, constituye una excelente oportunidad para hacer presente al psicoanálisis en el diálogo con otros discursos.

En América Latina las manifestaciones de la agresividad en las dos dimensiones propuestas por Lacan, —intención de agresión en el plano discursivo y tendencia a la agresión en el plano estructural del narcisismo— son elocuentes, mientras que las explicaciones sobre sus causas y su escalada resultan  trilladas  e  insuficientes.

¿Podría el psicoanálisis aportar oxígeno y alguna luz en este debate?

El valor del Escrito resaltado durante el seminario radica en el esfuerzo de Lacan por despegar la agresividad de una determinación biológica para otorgarle una demostración analítica: ella está en la base de la constitución del yo que para edificarse debe pasar necesariamente por el otro, el semejante y es por esta misma razón que se conforma como una instancia desdoblada y amenazada. Por otra parte, durante la conversación se ubicaron las orientaciones que el discurso analítico ha dado para abordar este elemento consustancial de la condición humana; más cercanas al Ideal en los años 40, más próximas al sinthome y al tratamiento mediante lalengua hacia el final de su enseñanza, la tela analítica se juega en la posibilidad de sublimar el componente agresivo de la subjetividad para hacer posible un nuevo lazo en la particularidad de cada cura.

Como efecto de sorpresa constatamos que los cuatro encuentros sobre la agresividad en psicoanálisis dieron lugar a un trabajo mancomunado, el cual contó con la participación de colegas de diferentes secciones de la NELcf y abrió una conversación sobre la relación moebiana entre Escuela e Instituto, las publicaciones del Campo freudiano —entendidas como resto de la puesta en acto de la experiencia de la Escuela—, así como del emplazamiento de los verbos leer, escribir e investigar en psicoanálisis y también de las identificaciones y la Escuela del pase. De esta manera, la agresividad nuestra de cada día se despojó de algunos de sus contenidos de rivalidad, negación, vergüenza, infatuación, etc. para dar paso a lecturas, resonancias, escritos, puntuaciones, elaboraciones y un grato acercamiento entre colegas de diferentes puntos de nuestra América.

*Lectura de una experiencia de trabajo entre la biblioteca de la Sección NELcf – México y su librería.

**Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo Freudiano (NELcf) y la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

¹Lacan, J., “La agresividad en psicoanálisis”, Escritos 1, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2003

²Miller, J.-A., Lacan y la agresividad en psicoanálisis, Grama, Buenos Aires, 2021

³Lacan, J., “La agresividad en psicoanálisis”, op. cit.


 

 

 

 

 

 

En-Foco
El Dossier de Factor a

 

 

 

 

 

 

 

 


Crímenes y pasiones* 

 Viviana Berger**

 

 

 

 

 

 

¿Cuáles son las causas que hacen que un hombre agreda físicamente a su mujer a tal punto de ser ésta asignada a ocho días de impedimento? Por supuesto, no fue una única vez, el ejercicio de la violencia se repite en diversas ocasiones. Otro hombre, ha sido denunciado sistemáticamente por sus diferentes parejas, todas relaciones muy conflictivas, escandalosas. Se presenta como infiel “más veces de las que puede recordar”,¹ “con todas las mujeres posibles”,² en la persistencia de someterlas a su voluntad y hacerlas de su propiedad.

Es muy habitual escuchar historias de infancias dolorosas, muy sufridas, con padres abusadores capaces de encadenar al hijo “como un perro en un árbol”³ y romperle “un palo en la espalda”,⁴ forzar a sus hijos a trabajos, cometer abusos sexuales o promoverlos de parte de otros. Sin embargo, para la ley y para el psicoanálisis también, no hay justificación que exima al sujeto de las consecuencias de sus actos.

A pesar del énfasis en el determinismo del sujeto, el psicoanálisis no promueve ninguna absolución –todo lo contrario– propone más bien una ética de las consecuencias.

Si bien Lacan señala en su texto “Psicoanálisis y criminología” que el psicoanálisis contribuiría a la comprensión del sentido de algunos crímenes, la propuesta para la cura se orienta hacia “la integración por el sujeto de su verdadera responsabilidad”,⁵ reconociendo el valor curativo de la punición “que puede ser quizás más humano dejársela encontrar a él”.⁶

Así resulta que, si bien por un lado el psicoanálisis no deja de reconocer el imperativo al que responde el sujeto, de ningún modo lo absuelve de su estatuto con relación al deseo, insistiendo en la posición subjetiva que, por supuesto, tampoco corresponderá eliminar en la psicosis. Recordemos la fórmula de Lacan: “siempre somos responsables de nuestra posición de sujetos”,  base prínceps del respeto por lo humano.

La respuesta que da Freud para intentar descifrar los resortes de las violencias es a través de lo que él ha propuesto como la “pulsión de muerte”. Abre así un camino clínico muy valioso que posibilita escuchar sus incidencias en los seres hablantes más allá de la lógica víctima /victimario y acercarse al sujeto en singular; distinguiendo, sobre todo, el modo propio de presentación de cada agresividad, las circunstancias particulares y la lógica del acto violento, que permitirán echar luz sobre el caso clínico.

El psicoanálisis contribuye, de esta manera, con una perspectiva novedosa que amplía la cuestión de los tratamientos en lo que respecta a las problemáticas sociales y los procesos jurídicos generalmente implicados.

Hay varios textos de Lacan que les recomiendo especialmente: “Acerca de la causalidad psíquica” (1946), “La agresividad en psicoanálisis” (1948), “El estadio del espejo” (1949) e “Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología” (1950), desde los cuales se puede explorar la propuesta de Lacan para explicar estos fenómenos. A esta altura de sus elaboraciones, Lacan va a otorgar valor causal a lo que él introduce como del orden del narcisismo imaginario, desplazando un poco la cuestión de la pulsión de muerte freudiana y despejando, con esta perspectiva, nuevos ejes y orientaciones para la práctica analítica.

Partimos entonces, de la base del reconocimiento freudiano de la pulsión de muerte, “la inclinación innata del ser humano al mal, a la agresión, a la destrucción y con ellas también a la crueldad”;⁷ para desplazarnos de la mano de Lacan hacia el campo de la agresividad y el terreno del narcisismo imaginario. Una fórmula que me interesó especialmente y que quería compartir con ustedes es la expresión “agresión suicida del narcisismo. En este campo la dimensión trágica de la clínica se hace presente de una manera particularmente descarnada, promoviendo una enseñanza y una producción de saber incluso, necesarios, para producir cierto velo que la vuelva más soportable.

Tenemos que ubicar que la agresividad en el hombre no corresponde a un instinto, no se debe confundir con una función vital como lo es en el caso de los animales. Para el psicoanálisis, a partir de que el hombre es un ser que habla, un ser atravesado por el lenguaje, el instinto está perdido. Y por eso, el psicoanálisis propone hablar de “pulsiones”.

Decía que Lacan desplaza este enfoque proponiendo pensar la cuestión en referencia al estadio del espejo y la constitución del yo, siendo la agresividad la tensión fundamental de la relación entre el yo y su semejante donde se apoya la imagen de sí. Para Lacan, el fundamento de la agresividad es la identificación narcisista y la estructura del yo, cuya esencia es paranoica. El estadio del espejo es presentado por Lacan como la paranoia original del hombre: Es el hombre fundamentalmente dividido por el semejante de tal modo que se siente agredido o agresor con respecto al otro y con respecto a sí mismo. Cabe aclarar que, si bien la intención primordial es agredir, hay también la palabra, una intención de decir al otro. En la medida en que funciona el reconocimiento del otro, la agresividad queda mediatizada por la palabra, lo cual disminuye e incide sobre la potencia de la agresividad, introduciendo recursos que la derivan, como la sublimación o que la ordenan, como el Edipo, la identificación al padre y el sentimiento de culpa, la referencia al Otro de la ley, llevando al sujeto a renunciar a estas inclinaciones agresivas o desplazarlas.

Ahora bien, ¿por qué la agresión del narcisismo sería suicida?, ¿por qué “suicida”? Uno de los datos preocupantes que nos fue planteado en el trabajo en las cárceles fue el aumento inquietante de los intentos de suicidio en la población carcelaria. ¿Qué puede decir el psicoanálisis al respecto más allá de las explicaciones del sentido común que ponen la causa en el encierro, la depresión, el abandono o la censura social?

La institución penitenciaria funciona como una suplencia al desarreglo del sujeto respecto de la ley, conteniendo a la fuerza, la intención y la tendencia a la agresión de los sujetos en cuestión. Así, la tendencia a la agresión produce la ruptura de la posibilidad del sujeto de lazo social, por un lado; y por el otro, el acto delictivo provoca la comparecencia del Otro de la ley, del dispositivo del significante, de la justicia que responde y determina la privación de su libertad o la implementación oportuna de tratamientos psicológicos y/o psiquiátricos.

De esta manera, el sujeto es introducido dentro del sistema, con la intención de contener con los recursos exteriores, ese goce desregulado en aquel a quien le ha fallado su propio sistema de interdicción interior. Ahora bien, a partir de la intervención institucional, se detiene la tendencia a agredir, entonces, ¿qué destino para esa pulsión mortífera? ¿Será que, cuando ya no se puede matar o atacar al otro semejante, la agresión se vuelve contra el propio sujeto, y sólo queda morir? ¿o será, entonces, que se trataba de matar en vez de morir? Finalmente, ¿es posible matar y no morir? En este sentido la teoría de Guiraud tiene toda su vigencia, “lo que el alienado trata de alcanzar en el objeto al que golpea no es otra cosa que el kakon de su propio ser”.⁸

Hemos observado en los reclusorios, que indefectiblemente se impone una inercia a la melancolización, en la que más allá del encierro y el aislamiento, el dolor de existir entierra al sujeto, ¿qué otra salida resta?

Es por ello, por lo que la agresividad es del narcisismo suicida. Es la agresión que, finalmente, el propio sujeto se hace a sí mismo, encerrado en el eje imaginario del círculo infernal de la violencia: cuando agrede al otro quiere extraer esta marca de sí —suya— en el otro. En Acerca de la causalidad psíquica Lacan hace notar que los fenómenos de transitivismo consisten en el tipo clínico fundamental para explicitar tanto la función de desconocimiento del yo como su estructura paranoica. Lo ilustra a través de los fenómenos que habitualmente se observan en los niños cuando imputan a otro niño recibir el golpe que él recibe. En el momento en que el niño se identifica con el otro niño, éste desconoce lo que viene de él y lo que viene del otro. El sujeto atribuye al otro el desorden interior que en el fondo es el suyo, y la única manera que encuentra para salir de eso será asestar su golpe contra lo que en el otro aparece como su propio desorden. Pero es a sí mismo, paradójicamente, al que acierta al realizarlo.

Entonces, la pregunta: ¿A quién mata el asesino?,⁹ o ¿a quién golpea el “hombre golpeador”? es otra de las brújulas en esta clínica. Por ejemplo, tenemos el trabajo que discutiremos en un rato, cuyo autor tituló “Monstruo”, preguntándose qué lugar para el psicoanálisis en este caso. Se trata de un hombre que sistemáticamente sostiene relaciones muy conflictivas, escandalosas, que pareciera querer poseer a todas las mujeres y apropiarse absolutamente de ellas y de cada una; en un campo que no es del orden de la fantasía, sino que lo actúa en la realidad. Podemos decir en este caso que no hay una localización específica con una mujer en particular, es una serie.

Hubo un caso en el CEVAREPSI¹⁰ de un hombre privado de su libertad que irónicamente provocaba: “No se preocupen, me pueden dejar salir. Ya maté a quién tenía que matar, no voy a matar a nadie más. Era a mi madre a quién tenía que matar”. En este caso el kakon estaba localizado en su madre y en ninguna otra persona más. Muerta su madre, su acto quedaba concluido. En el caso que discutiremos luego se trata de una serie sin fin, es con una y luego otra, y otra, y otra: “con todas las mujeres posibles”, en una serie infinita. ¿Qué es lo que el sujeto busca poseer en La mujer, y que se le escapa, y entonces, tiene que dirigirse a una y luego a otra y a otra más?

También  podríamos  preguntarnos ¿por qué el kakon estaría encarnado en La mujer? ¿Qué relación habría entre la violencia y La mujer? Las mujeres que sufren violencia ocupan esta posición, una posición de objeto que debe ser inmolado y destruido en ese momento del acto violento. Freud habló del repudio o rechazo de lo femenino como una característica notable de la vida psíquica de los seres humanos, presente tanto en los hombres como en las mujeres. Pero ¿por qué se hace presente este objeto a destruir, este kakon, particularmente en las mujeres?

Decíamos que el criminal desconoce las causas que determinan su crimen. Desconoce que, golpeando al otro, se ataca a sí mismo. La violencia no es más que un intento desesperado de depositar en el otro la pulsión que lo mortifica. En el pasaje al acto agresivo opera un movimiento en el que el sujeto golpea en el otro lo que no pudo integrar de su propia alteridad en la imagen narcisista y unitaria del yo.

Pero la paradoja es que, golpeando al otro, golpeando contra aquello que se le presenta como el desorden del mundo, no se golpea sino a sí mismo, por la vía del contragolpe social. La violencia del acto criminal sobre el cuerpo mutilado que comanda la extracción del objeto a, le regresa contra él mismo. Un goce imposible de soportar volcado sobre el Otro, que se vuelve perseguidor y retorna sobre el criminal. Cruda constatación de ese postulado de Lacan que cuestiona que el sujeto del pensamiento quiere su propio bien. Es la evidencia misma de la capacidad mortífera del superyó, la destrucción de un sujeto por él mismo.

“Nada es más humano que el crimen” –esa frase tan atinada del artículo tan conocido de Jacques-Alain Miller–¹¹ destituye la idea de que el sujeto trabaje para su bien. La clínica del acto evidencia, por el contrario, que el sujeto más bien trabaja para su autodestrucción que, en el crimen se lanza la pulsión mortal al otro, se deposita la destrucción en el otro lo cual de ninguna manera libera al sujeto del encierro en su propio circuito mortífero, resultando la prisión la alegoría última de su destino.

Así, la clínica carcelaria nos ha hecho plantear la hipótesis de la emergencia de la violencia como un intento del sujeto de separarse de este circuito, de acceder a alguna identificación que lo recupere de la condición de objeto resto en la que está fijada su existencia. El atolladero se presenta por el hecho de que el pasaje al acto implica un borramiento del discurso, lo cual acentúa aún más la importancia de introducir un dispositivo que resguarde el valor y la oportunidad de la palabra en este campo, que preserve la distancia entre el sujeto y el objeto, entre un decir y la violencia. Vienen al caso las palabras de Lacan “Lo que puede producirse en una relación interhumana es o la violencia o la palabra”.¹² Es fundamental entonces, promover el advenimiento de la dimensión de la palabra y el lenguaje allí donde la violencia sustrae al sujeto para, al menos, mantenerlo en los alrededores del agujero. “¿No sabemos acaso que en los confines donde la palabra dimite empieza el dominio de la violencia, y que reina ya allí, incluso sin que se la provoque?”¹³

*Conferencia Pública presentada en Cochabamba – Bolivia, 8 de junio de 2022.

**Psicoanalista en Ciudad de México, México. Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NELcf). y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Analista Miembro de la Escuela (AME) de la NELcf. Presidenta de FAPOL (2020-2022).

¹Se hace alusión a los casos que se presentarán en la Conversación Clínica en la Sección-Cochabamba de la NELcf.

²Ídem.

³Ídem.

Ídem.

⁵Lacan, J., “Psicoanálisis y criminología”, Intervenciones y Textos, Manantial, Buenos Aires,1985, p. 22.

Ídem.

⁷Freud, S., “El malestar en la cultura”, Obras Completas, Vol. XXI, Amorrortu, Buenos Aires, 1992, p.116.

⁸Lacan, J., “Acerca de la causalidad psíquica”, Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires, 1995, p.165.

⁹Tendlarz, S., García, C., ¿A quién mata el asesino?, Paidós, Buenos Aires, 2014.

¹⁰Centro Varonil de Rehabilitación Psico-social de la Ciudad de México.

¹¹Miller, J.-A., “Nada es más humano que el crimen”, Virtualia, Revista digital de la Escuela de Orientación Lacaniana, N° 18, Octubre-Noviembre, 2008. http://www.revistavirtualia.com/…

¹²Lacan, J., El Seminario, Libro 5, Las formaciones del inconsciente, Paidós, Buenos Aires, 2011, p.468.

¹³Lacan, J., “Introducción al comentario de Jean Hyppolite”, Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires,1995, p.360.


¿Por qué sexualidad(es)?*

 Zindy Valencia**

 

 

 

 

 

 

En nuestras actividades preparatorias hacia las XII Jornadas de la NELcf, ciento diecisiete años después de “Los tres ensayos” de Freud¹, nos preguntamos por la importancia de seguir hablando sobre sexualidad en el psicoanálisis. Y ¿cómo no orientarnos por aquellos sujetos que están atravesados y agobiados por ella? Los adolescentes, caracterizados por su contemporaneidad, nos muestran un abanico de soluciones y atolladeros ante lo real del sexo.

Durante la adolescencia se experimenta un cambio importante a nivel de la imagen, conforme el cuerpo se estira, se ensancha, se deforma y se transforma. Algunos adolescentes comienzan a concebirse como feos, desprecian su imagen, evitan las fotos, cubren su cuerpo con ropas anchas y se encierran en su cuarto. Algo se desarregla.

Sabemos por el texto “El estadio del espejo como formador de la función del yo” que su función es establecer la relación entre el organismo y la realidad, a partir de una imagen que se anticipa al desarrollo del cuerpo propio y que, debido a su totalidad, su pregnancia y su exterioridad, simboliza la permanencia mental y la alienación del yo [je].² Esto quiere decir que es gracias a la imagen que cada uno de nosotros puede decir “yo soy esto”, “yo soy así”, y así puede ubicar su lugar en el campo del Otro por alienación. Como en la adolescencia la imagen cambia radicalmente, se produce un extrañamiento consigo mismo y costará asumir esa otra imagen. Sin embargo, no es el único cambio que sucede, también se da un despertar de la sexualidad.

José Fernando Velásquez en su texto “Infancias y adolescencias en el laberinto de la sexualidad”, refiere que el adolescente “… está afectado por la pulsión, por un empuje que se experimenta como exigencia y es traumática en la medida en que para el sujeto que la padece, es un requerimiento mayor a lo que es capaz de responder por la vía que como organismo podría ofrecer”.³ Esto quiere decir que la imagen no es la única que se anticipa al desarrollo del organismo, sino que éste experimenta también una insuficiencia para responder a la demanda pulsional. Entonces, ¿qué hace el adolescente con su alteridad cuando es Otro para sí mismo?

Podemos comenzar ubicando esta alteridad en el lado derecho de las fórmulas de la sexuación, ya que no se trataría del prójimo, ni de la Otra mujer o del rival; sino de una imposibilidad: ser Otro para sí mismo.⁴ Marie-Hélène Brousse, ubica modos de satisfacción y modos sintomáticos que incluyen un goce no simbolizado, como “el borramiento de la imagen” y “desaparecer”.⁵ Borrarse y desaparecer remiten a la pulsión de muerte, a una anulación de la existencia. Brousse, recuerda aquí la frase de Edipo: “hubiera sido preferible no haber nacido” y nos hace pensar en la barra sobre la Ǝ de la existencia en las fórmulas de la sexuación. Si en el goce del Otro barrado, lo imaginario tiende a recubrir lo real, ¿qué sucede cuando la imagen que lo sostiene se borra?

El adolescente queda suelto, un poco fuera del Otro, marginado. “El goce de la barra misma”,⁶ nos dice M. H. Brousse, el goce de tacharse, de barrarse a sí mismo, es una manera de no dejarse atrapar en ningún todo, de permanecer marginado y no localizado.

El silencio favorece este exilio. Sin embargo, hay otras maneras por las que algunos adolescentes intentan localizar algo o decir algo, por ejemplo, los cortes en los brazos y el cuerpo que conocemos como la práctica del cutting. Estas marcas sanguinolentas actualmente se esconden menos. Muchas veces –pero no en todos los casos– los adolescentes se las muestran a la madre o a los compañeros de colegio, hablan de eso en las sesiones y en muchos casos logran, sin saberlo, hacerse llevar a un tratamiento luego de enseñárselas a los padres.

Herir el cuerpo propio, en algunos casos, puede tener una función de localización de goce. También el intento de alguna escritura, incluso puede ser un mensaje para el Otro. Pero poner el cuerpo en peligro o en riesgo de muerte, es un acto mucho más solitario y en algunos casos pareciera un intento de devenir “La mujer”. Una adolescente con dos intentos graves de suicidio dice que no puede perdonar a su madre por haberla dejado con un familiar para ir a buscar a un hombre. Acto seguido, intenta matarse dos veces y piensa en volver a hacerlo hasta tener éxito, a pesar de que la madre volvió a penas se enteró del primer intento. Expresa: “Mi mamá siempre me dice que yo soy lo más preciado que tiene”.

Graciela Brodsky define qué es una verdadera mujer de la siguiente manera: “Es la ferocidad de la posición del no tener… posición feroz, loca, una mujer puede despojarse de todo lo que vale en el registro del tener… para privarse del tener, hay que privarse de lo valioso”.⁷ Así como Medea mata a los hijos de Jason, o la esposa de Gide quema sus cartas, quizás esta adolescente le quita lo más preciado a la madre con su propia muerte, luego de que la madre la dejara por otro. Para Héctor Gallo el pasaje al acto, además de no dirigirse al Otro, es también una manera de fundirse con el otro especular.⁸

Para concluir, quisiera plantear una pregunta por investigar: ¿qué relación tiene el empuje a La mujer con el pasaje al acto? Y finalmente, me gustaría resaltar la importancia de la palabra, de dirigirse a Otro en un tratamiento para abrir otras vías de solución ante lo real de lo sexual.

*Texto presentado en el marco de las actividades preparatorias para las XII Jornadas de la NELcf ¿Sexualidad(es)? en APL-Arequipa, el 11 de noviembre de 2021.

**Psicoanalista en Arequipa, Perú. Asociada de APL-Arequipa.

¹Freud, S., “Tres ensayos para una teoría sexual”, Obras completas, tomo VII, Amorrortu, Buenos Aires, 1993.

²Lacan, J., “El estadio del espejo como formador del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, Escritos I, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2003, pp. 86-93.

³Velásquez, J.F., “Infancias y adolescencias en el laberinto de la sexualidad”, https://jornadasnel2022.com/…

⁴Brousse, M-H., Modos de gozar en femenino, Grama, Buenos Aires, 2020, p.61.

Ibíd, pp. 62-65.

Ibíd, p. 66.

⁷Brodsky, G., Clínica de la sexuación, Nueva Escuela Lacaniana Sede Bogotá, Bogotá, 2004, pp. 76-69.

⁸Gallo, H., Por qué se suicida un adolescente: pasaje al acto, urgencia y acto, Grama, Buenos Aires, 2021, p.17.


El tabú de la virginidad y la relación entre los sexos*

Aurora valladares**

 

 

 

 

 

 

Inicio el texto con una frase de Sigmund Freud, “No puede tampoco afirmarse que el tabú de la virginidad haya desaparecido por completo en nuestra vida civilizada. El alma popular lo conoce, y los poetas lo han utilizado en sus creaciones”.¹

Siguiendo el trabajo Hacia las XII Jornadas de la NELcf ¿Sexualidad(es)? que la Sección NELcf – Guatemala ha estado realizando con la participación de miembros, asociados y participantes del CID, surgió mi interés por trabajar en esa serie de actividades, el texto de Freud “El tabú de la virginidad”. Un texto de 1918, época de moral victoriana cuyos valores se podrían clasificar como puritanos, sin embargo al leerlo sus ideas alcanzan nuestra época en el Siglo XXI.

El hilo de mi recorrido será por un lado el desprecio y degradación de la mujer por parte del hombre y por otro lado la hostilidad y el odio de la mujer hacia el hombre y sus alcances en nuestra época actual. Una de ellas, la violencia contra la mujer. ¿Será como dice Freud “hostilidad que nunca falta por completo en las relaciones entre los dos sexos”?²

Encontramos en la obra de Freud una trilogía de la vida amorosa que comprende los textos “Sobre un tipo particular de elección de objeto”, “Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa” y “El tabú de la virginidad”. Sin embargo, J.A. Miller en su texto “Lógicas de la vida amorosa” señala que el texto de Lacan “La significación del falo” se puede considerar como la cuarta contribución de la vida amorosa. Siempre y cuando se lo retome desde la perspectiva de la dialéctica fálica relacionada con la castración que repite la psicología de la vida amorosa y al mismo tiempo completa el funcionamiento conceptual presentado por Freud.³

En su primera contribución “Sobre un tipo especial de la elección de objeto en el hombre”,⁴ Freud se ocupa de las condiciones específicas que determinan un tipo particular de elección de objeto en el hombre. La cuestión la plantea en términos de disyunción o conjunción del amor y el deseo: entre la madre y la prostituta. Hay algo siempre en la elección particular que hace a la mujer un poco ligera. En la prostituta aparece la degradación mientras que en la madre aparece la idealización.

En este texto me interesa remarcar el planteo de Freud cuando dice que la mujer elegida debe pertenecer a otro hombre, que denomina el “perjuicio del tercero”, y que la condición amorosa es que la mujer sea de otro hombre; lo cual se articula con la segunda condición y es que ella no debe ser muy fiel, debe tener una mala reputación, su fidelidad debe ser dudosa, “el amor por mujeres fáciles”.

En ese sentido, en el texto “Lógicas de la vida amorosa” Miller hace una lectura de esta primera contribución de Freud y señala que ese otro hombre, ese tercero, es necesario en tanto es quien tiene el derecho a la mujer en cuestión. Que el marido es el propietario legítimo de la mujer y es fundamental para el sujeto estar en una relación ilegítima. De esta manera:

“la mujer aparece como un bien, un tener de ese otro que merece ser llamado Otro porque no es un doble del sujeto sino alguien que tiene el derecho de su lado. Vemos una disyunción entre el derecho y el goce. La condición del acceso al goce es “no tener derecho a”, porque tener derecho mata el goce”.

Miller menciona el Libro 3 de “Gargantúa y Pantagruel” en el que se plantea que tener derecho legal a una mujer asegura que el goce, el goce de ella, estará en otro lugar. Agrega que solo a través de la infracción a la ley se puede tener acceso al goce lo cual tiene una vertiente positiva: “el sujeto necesita la interdicción del Otro, el sujeto necesita al Otro para que el Otro pueda indicarle el camino del goce”.⁶ Y en Freud, la vida amorosa confluye en que la mujer para ser reconocida debe serlo del Otro.

Vemos así, que entre los hombres se sitúan las mujeres como un valor de cambio que da cuenta de su investidura libidinal como objeto idealizado o como objeto degradado. “El valor fálico que reviste una mujer permite su deslizamiento de la virgen a la prostituta. Esta investidura implica un consentimiento del sujeto en su búsqueda de ocupar el lugar de objeto de deseo del objeto amado”.⁷

En “El tabú de la virginidad”, Freud pone su interés en las particularidades de la vida sexual de los pueblos primitivos y su valoración de la virginidad. Inicia señalando:

“El hombre primero en satisfacer los deseos amorosos de la mujer, refrenados durante largos años, y al haber tenido que vencer previamente las resistencias creadas en ella por la educación y el medio ambiente, conduce a una asociación duradera cuya posibilidad excluye para los demás. […]se establece para la mujer una servidumbre que garantiza su posesión ininterrumpida y le otorga capacidad de resistencia contra nuevas impresiones y tentaciones”.

Plantea que, para los pueblos primitivos, el desfloramiento constituye un acto importante pero ha llegado hasta el punto de ser objeto de tabú, es decir una prohibición de carácter religioso. El desfloramiento se realiza en un acto ceremonial, se exige que el prometido eluda esa función y el privilegio de la desfloración se le asigna a un tercero, a una persona de carácter sagrado, un sacerdote, una anciana, o al padre de la joven.

Freud despliega una serie de tabúes, vinculados todos con el cuerpo de la mujer y con la sexualidad femenina y se asientan estos tabúes en situaciones particulares de la vida sexual de las mujeres como la menstruación, el embarazo, el parto, el puerperio entre otros. El trato generalizado hacia la mujer está sometido a serias restricciones que lo llevan a formular “casi podría decirse que la mujer es tabú en su totalidad”.⁹ Así, concluye que el primitivo establece un tabú donde teme un peligro, peligro de carácter psíquico. Se manifiesta así un temor fundamental a la mujer basándose en la idea de que la mujer es muy diferente del hombre, incomprensible, enigmática y singular, enemiga. Mostrando de esa manera el temor de ser debilitado por la mujer, contagiarse de su feminidad y mostrarse luego incapaz de hazañas viriles. Se la considera como una fuente de peligro y ven el primer acto sexual como un riesgo amenazador.

Menciona la frigidez como una de las consecuencias de la pérdida de la virginidad en la mujer ya que supone un desengaño. Así, el peligro oculto, para el hombre, en el desfloramiento de la mujer sería el de atraer su hostilidad. En cuanto a esta hostilidad de la mujer hacia el hombre el primer coito activa antiguos impulsos, el Penisneid, que pertenece al Complejo de Castración. Retorna el odio materno y se transfiere hacia el marido. Se produce entonces la combinación particular de dependencia, una sujeción amorosa y la hostilidad de la mujer hacia el hombre. El marido es siempre un sustituto. Emerge la frigidez entonces como una inhibición neurótica.

Así, Freud concluye que:

“El desfloramiento no tiene tan sólo la consecuencia natural de ligar duraderamente la mujer al hombre, sino que desencadena también una reacción arcaica de hostilidad contra él, reacción que puede tomar formas patológicas, las cuales se manifiestan … en fenómenos de inhibición en la vida erótica conyugal, y a los que hemos de atribuir el que las segundas nupcias resulten muchas veces más felices que las primeras. El singular tabú de la virginidad, y el temor con que entre los primitivos elude el marido el desfloramiento, quedan plenamente justificados por esta reacción hostil”.¹⁰

En la práctica clínica encuentra Freud mujeres quienes manifiestan las dos reacciones de servidumbre y hostilidad y algunas permanecen ligadas a sus maridos por servidumbre, no por cariño, pero no logran liberarse porque no han acabado de vengarse de ellos.

Siguiendo el último hilo del recorrido, me encuentro con el libro de Marcelo Barros “La condición femenina”, el cual me resulta una “perlita” para esta parte final. Tomo algunos puntos que nos servirán para el cierre del tema que nos convocó a este trabajo.

En el Seminario Aún, leemos en Lacan esta frase “[…] en aquello de que a uno de esos seres como sexuado, al hombre en cuanto provisto del órgano al que se le dice fálico […] el sexo corporal, el sexo de la mujer […] no le dice nada, a no ser por intermedio del goce del cuerpo”.¹¹ Señala Barros “¿Cuál es el sentido de eso? Que una mujer es enigmática porque no hay en su cuerpo nada que haga signo del deseo ni del goce, sobre todo cuando se trata de su deseo y de su goce, de los que le son más propios, para quien habla la lengua del deseo que es la lengua del falo. El enigma de la feminidad es el de su sexo corporal. Es un asunto que concierne al cuerpo de la mujer […] ”.¹²

Barros señala que al abordar el tema de la feminidad debemos tener en cuenta dos regímenes, el primero, parte de lo que llamamos feminidad que se vincula a la comedia de los sexos y a la dialéctica falo-castración. La Otra parte, nos remite a las relaciones más estrechas entre lo femenino y el registro de lo real. Se trata de un aspecto de la mujer, de su amor, de su deseo y de su goce, que no entra en la lógica del eje falo-castración, que está fuera del juego de los semblantes fálicos de la feminidad y la masculinidad.¹³

Lo anterior lo vamos a encontrar relacionado con el tema de “El tabú de la virginidad” pues Barros lo trabaja y considera que es un texto que anticipa dos puntos importantes de la enseñanza de Lacan. El primero, “la intimidad entre lo femenino y lo real, concebido éste como lo que estaría fuera del campo del sentido. Hay algo “virgen” en la feminidad, pero no en el sentido de ausencia de relaciones sexuales, sino como lo que no ha sido tocado por la lógica misma del falo y la castración. El segundo, “la pretendida frigidez de la mujer” (Lacan) que en realidad pone en juego el enigma de su goce Otro y no solamente el problema de su inhibición del goce fálico”.¹⁴

En este texto de Freud, considera Barros, que:

“La mujer, pero sobre todo la mujer virgen, aparece como una metáfora de un real no marcado por el significante, y eso refuerza el valor de acto del gesto –el que sea– que implique enfrentarlo. Lo virgen se presenta como carente de marca, carente de nombre en cierto sentido. […] la categoría de lo virgen no solamente alude a lo que permanece intocado, sino que más remotamente apunta a lo que es por esencia, estructuralmente, intocable, pero no como prohibido sino como imposible”.¹⁵

Según Barros, la tierra que no ha sido arada no ha sido cultivada, se le llama “virgen”. Eso virgen que no ha recibió las marcas del orden simbólico, que no fue tocado por el significante. Se pregunta:

“¿Admitiremos en la feminidad una zona virgen …? ¿A la que el significante no llega a marcar? …. Esto significa que hay algo en la mujer que permanece innominado aún después del acto sexual, el matrimonio o la sexualidad. ¿Cómo se deja una huella en la feminidad? … ¿Qué quiere decir “dejar una huella?”¹⁶

Queda aún mucho por trabajar. Retomo mi pregunta inicial ¿Será como dice Freud “hostilidad que nunca falta por completo en las relaciones entre los dos sexos”? ¿Lo planteado en este recorrido nos podría dar alguna respuesta en relación con la violencia sobre la mujer? Para el hombre, al poseer un cuerpo —que no comprende, que es enigmático que a la vez de causar deseo también suscita angustia, y que lo confronta con su propia impotencia—. ¿Qué marcas puede dejar? Desde lo femenino y lo masculino ¿qué implica ese algo virgen, carente de marca, que permanece innominado?

Seguramente surgirán muchas más interrogantes. Los invito a la conversación.

*Texto presentado en el marco de las actividades preparatorias para las XII Jornadas de la NELcf ¿Sexualidad(es)? en la NELcf – Guatemala, el 8 de Marzo de 2022.

**Psicoanalista en Ciudad de Guatemala, Guatemala. Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NELcf) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

¹Freud, S., “El tabú de la virginidad”, Obras Completas, Tomo 3, Biblioteca Nueva, Madrid, 1996, p. 2452.

²Ibíd., p. 2452.

³Miller, J.-A., “Segunda conferencia”, Lógicas de la vida amorosa, Manantial, Buenos Aires, 1991, p. 20.

⁴Freud S., “Sobre un tipo especial de la elección de objeto en el hombre”, Obras Completas, Tomo 2, Biblioteca Nueva, Madrid, 1996.

⁵Miller, J.-A., “Segunda conferencia”, Lógicas de la vida amorosa, op. cit., p. 26.

Ídem.

⁷Tendlarz, S.E., Las mujeres y sus goces, Colección Diva, Buenos Aires, 2012, p. 101.

⁸Freud, S., “El tabú de la virginidad”, Obras Completas, Tomo 3, op. cit., p. 2444.

⁹Freud, S., “El tabú de la virginidad”, Obras Completas, Tomo 3, op. cit., p. 2447.

¹⁰Íbid., p. 2453.

¹¹Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aún, Paidós, Buenos Aires, 1981, pp. 14-15. ¹²Barros, M., La condición femenina, Grama, Buenos Aires, 2011, p. 14.

¹³Ibíd., p. 20.

¹⁴Ibíd., pp. 22-23.

¹⁵Ídem.

¹⁶Ídem.


El deseo femenino y la sexuación*

Fernando Gómez Smith**

 

 

 

 

 

 

La sexualidad es un término muy específico en psicoanálisis que, tanto en Freud como en Lacan, hace referencia a la pulsión. Esta sexualidad pulsional está direccionada hacia la sexualidad infantil: objeto parcial de la pulsión, satisfacción en el recorrido que usa el objeto como escusa, zona erógena, lo que Lacan termina definiendo del lado de lo que va a llamar goce fuera del cuerpo.

Pero cuando damos el paso hacia lo sexual no alcanza con la definición de la pulsión, hace falta incluir otro elemento que la teoría psicoanalítica despliega, especialmente en la teorización de Lacan: el falo. Si vamos a hablar de lo sexual hace falta el falo. Por lo tanto, a partir de ahí hay que diferenciar entre el falo como Fi mayúscula Φ – Fi, como significante del deseo, y diferenciarlo del falo como Fi minúscula ϕ ,significante del goce.

En posición masculina un hombre está casado con el falo (Fi mayúscula), si ubicamos eso en términos del goce tendremos que decir que del lado masculino hay una primacía del goce fálico. Por eso la fórmula del deseo masculino es Fi mayúscula:
Φ → a 

En la fórmula del deseo femenino esa fi minúscula está acompañada del S(A/) que da cuenta de la condición de un goce dual, en términos freudianos, que no hay libido femenina y en los lacanianos que el significante de “La mujer no existe”.
φ → S(A/)

Desde el comienzo de su elaboración, Lacan privilegió la relación del deseo de la mujer con este A tachado, con el Otro que no es Uno y qué es esencialmente el Otro que habla, presentado a modo de una exigencia por Lacan.

En el Seminario 20,¹ con las fórmulas de la sexuación Lacan afirma que hay un lado masculino y otro femenino de la sexuación, que permite la articulación del goce propio de cada sexo.

Del lado masculino, el sujeto está regulado por la lógica fálica. Lo que pone al hombre en una relación fetichista con el objeto causante del deseo. El objeto a es el compañero síntoma del hombre.

En el lado femenino, el sujeto es un no-todo regido por la lógica fálica. Esto implica que las mujeres tienen una forma de goce, una forma de unir el significante al cuerpo, o de encarnar el significante que no está enteramente regulada por el falo. Su objeto es erotómano, es decir, la mujer quiere un objeto que la ame y que le hable.

Lacan plantea que la mujer en su forma de gozar es no-toda, y ello quiere decir que goza de una manera dual. Por consiguiente, se circunscribe el campo propio de un goce Otro, más allá del falo, un goce opaco que concierne especialmente a las mujeres. El goce femenino se siente en el cuerpo, “Solo hay goce del cuerpo a través del significante y solo hay goce del significante en tanto que el ser de la significancia esta enraizado en el cuerpo”,² pero no tiene borde localizable en ninguna de las zonas erógenas, no tiene órgano. Se expande por el cuerpo todo, a veces se manifiesta por oleadas, bajo la condición de contigüidad. No tiene límite, tampoco tiene nombre.

El síntoma es la forma que un sujeto, hombre o mujer, encontrará para vincularse con su pareja. Así lo explica Jacques-Alain Miller en 1998: “el compañero síntoma masculino tiene la forma fetiche, mientras que el compañero síntoma femenino tiene la forma erotómana”.³

Para Lacan son dos formas del amor, el fetichista y el erotómano, pero teniendo en cuenta que detrás de este término “amor” está “el Liebe freudiano, que condensa en su interior amor, deseo y goce en una sola palabra”.⁴

Entonces, cabría preguntarnos orientados por Miller, qué es lo que va a buscar cada uno de los miembros de la pareja en ese encuentro de amor, ¿qué objeto se impone? Miller nos señala que hay dos objetos, el objeto fetiche y el objeto erotómano.

El objeto fetiche se caracteriza por ser un objeto capaz de encontrarse como Uno en los diferentes partenaires. Es decir que no es el Otro, en tanto es un objeto que satisface prescindiendo de la palabra. El objeto fetiche por excelencia es el objeto que no habla y eso es coherente con una exigencia de goce que admite que la palabra quede fuera del juego.

Desde el comienzo de su elaboración, Lacan privilegió la relación del deseo de la mujer con este A/ tachado, con el objeto erotómano, con el Otro que no es Uno y qué es esencialmente el Otro que habla. La A/ tachada es un goce sobre el que no hay saber, es un goce del que no se puede decir nada, que está marcado por el sello de la ignorancia.

Hay que defender que el goce es para el hombre lo que el amor es para la mujer, aunque Miller nos va a decir que del lado de la mujer el amor está entretejido en el goce hasta el punto en el que es indisociable de él y de este modo, se trata de un goce que exige pasar por el amor en la medida que el amor habla y no puede ser pensado sin la palabra.

La erotomanía para Miller es la compañera-síntoma de la mujer, en tanto el goce femenino pasa por las palabras de amor. Es la otra satisfacción, es el intento de ubicar al goce más allá de la regulación fálica.

La lógica del fantasma

Cuando una mujer se constituye como objeto causa del deseo para un hombre, se vuelve entonces objeto del goce de este hombre. Al ser el objeto a que el hombre recupera sobre el cuerpo de ella, pagando con el falo, le permite localizar el goce fálico de ese hombre.

¿Pero cómo funciona para ella desde el punto de vista de su fantasma? La versión lacaniana dice que en el momento en el que ella es reconocida como objeto causa por el hombre, ella está en contacto con su A/ tachado. El consentimiento al goce fálico pasa por la relación con el A/ tachado y por la posición de objeto que ella ocupa. En este sentido, se puede decir que el hombre no es más que el instrumento del acceso a este goce que desborda al goce  fálico.  Esto  supone  el uno-por-uno del fantasma y no obedece a ninguna regla universal.

La apuesta de la padre-versión orientada, es el encuentro y la conjunción del A/ tachado y del rasgo de perversión masculina que desea en la mujer un fetiche que la designe. En esta perspectiva, el goce en el hombre está localizado, limitado por el órgano fálico. En la mujer está del lado de lo sin límite, en el sentido de ser no-localizable. La relación con el límite en una mujer es contingente e incumbe a la certeza del amor.

*Texto presentado en el marco de las actividades preparatorias para las XII Jornadas de la NELcf ¿Sexualidad(es)? en la NELcf – Lima, en marzo de 2022.

**Psicoanalista en Lima, Perú. Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NELcf) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Analista Miembro de la Escuela (AME) de la NELcf.

¹Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Buenos Aires, 2008.

²Miller, J-A., El partenaire síntoma, Paidós, Buenos Aires, 2008, pp. 367-387.

³Ibíd., p. 290.

⁴Miller, J-A., “Eres la mujer del Otro, te deseo”, https://www.pagina12.com.ar/…


Sobre el género “no binario” y “lo femenino” *

 Ximena Castro**

 

 

 

 

 

 

Durante el primer trimestre del año 2022, en la NELcf Cali, se llevaron a cabo una serie de tertulias con motivo de la preparación de la Gran Conversación de la AMP sobre “La mujer no existe”.¹ Esta fue para mí la ocasión de comentar un hecho de la actualidad jurídica en Colombia a partir de la pregunta propuesta en la tertulia: ¿Qué lugar para lo femenino en los tiempos que corren?

El 1° de marzo de ese año, la Corte constitucional ordenó al gobierno colombiano y a la Registraduría Nacional del Estado Civil que en seis meses, dispongan de todo lo necesario para poner en marcha un esquema de identificación que incluya la categoría “no binario” en los marcadores de sexo. Lo anterior, es para que, en palabras de la Corte, “las personas no binarias que cumplan los demás requisitos previstos en relación con la corrección del componente sexo, puedan optar por esa categoría con las mismas garantías de quienes se identifican oficialmente en forma binaria”.²

La inclusión de esta categoría “paraguas”³ representa un avance en el marco jurídico nacional en la medida que responde a las reivindicaciones de los colectivos LGBTIQ+ y posibilita el reconocimiento de sus derechos. El orden jurídico colombiano ahora reconoce a unos ciudadanos que no se identifican ni como hombre ni como mujer.

¿Cómo pensar esta inclusión de lo no binario en el discurso jurídico desde el psicoanálisis, a partir de la lógica de “lo femenino” y el aforismo “la mujer no existe”?

Con el aforismo “La mujer no existe” Lacan quiso decir que no se puede encontrar una definición que portaría una esencia de “La mujer”. Las mujeres existen una por una; no se puede hacer un conjunto universal de las mujeres. Pero podríamos preguntarnos ¿significa esto que el hombre sí existe? Así como no hay una esencia para la mujer, tampoco habría una esencia que defina “El hombre”. Pero ¿por qué Lacan puso el énfasis en La mujer, y formuló un aforismo?

La respuesta es quizás, porque las mujeres analizantes y analistas tuvieron un papel crucial en el desarrollo de la teoría psicoanalítica y en particular con relación a la teoría del goce.

Recordemos que la escucha clínica de Freud lo condujo a preguntarse “qué quiere una mujer” y fue a partir de este enigma que el goce Otro surgió al principio para Lacan. Es decir que el goce comenzó siendo femenino para Lacan. Más adelante Jacques-Alain Miller, hizo del goce femenino el régimen del goce como tal.⁴

El goce femenino es lo que hace a cada mujer y a cada ser hablante no-toda, no-todo. Otra para siempre en su goce y por ello, irreductible a un rasgo especifico o a una supuesta identidad de género. Lo que caracteriza lo femenino es su inconsistencia ya que no puede estar en un lugar. Lo que caracteriza lo femenino es una alteridad, una suerte de exilio de sí mismo.

¿Qué interés tiene hoy sostener el aforismo lacaniano “La mujer no existe”? Tal vez sea la forma que tiene el psicoanálisis de abrir y preservar un lugar para “lo femenino” en los tiempos que corren, entendiendo lo femenino en la lógica del no-todo.

El aforismo “La mujer no existe” serviría entonces para cuestionar las reivindicaciones identitarias de todo tipo, cuestionar esos conjuntos normados que hoy se diseminan y que se afirman a sí mismos para rivalizar. También sirve para cuestionar esos conjuntos ideológicos históricos que pretenden imponerse a la mayoría para unificar los modos de gozar a escala de las naciones⁵, clases, etnias y que incluso derivan en nuevas segregaciones y conflictos bélicos.

La promoción contemporánea de los “todos” nos invita así a considerar “lo femenino” o “no-todo” como algo necesario en la medida que subvierte los conjuntos totalizantes. “La mujer no existe” es una manera de hacer agujero al universal y a los discursos totalizantes y totalitarios.

“La mujer no existe” quiere decir que no hay significante para nombrarla. Desde el psicoanálisis se apuesta por dejar el lugar vacío, sin saturar el agujero de la significación, que es lo que hacen algunos movimientos identitarios: poner un nombre que tapona el agujero que preserva la lógica de lo femenino.

“La mujer no existe” agujerea la idea de que una identidad de género resuelva la cuestión del sexo para el ser hablante. Siempre habrá una brecha entre el género y el goce y no solo en el caso de las mujeres, sino de los hombres, gays, trans, queer y todo el abanico LGBTI- Q+. Es interesante constatar, por ejemplo, que en Inglaterra ¡se han establecido más de 30 categorías de género!

Entonces, para finalizar la reflexión, nos preguntamos en la Tertulia: ¿Qué efectos sociales y subjetivos tendría la inclusión de la categoría “no binario” en el orden jurídico?

Aún está por verse si la inclusión de la categoría “no-binario” tiene el valor de preservar el no-todo, dejando una “página en blanco”⁶ para que cada uno escriba lo singular del encuentro con lo familiarmente extraño que es el propio goce; o si, por lo contrario, promoverá la tendencia al taponamiento de la significación y a la producción de nuevas formas de segregación. El debate sigue abierto.

*Texto presentado en el marco de las actividades preparatorias para la Gran Conversación Virtual de la AMP 2022 “La Mujer no existe” en Cali en marzo de 2022.

**Psicoanalista en Cali, Colombia. Asociada de la NELcf-Cali.

¹Argumentos de la Gran Conversación AMP. https://www.grandesassisesamp…

²Registrador dice que ya han avanzado en la inclusión del género “no binario”. Diario El Tiempo, 1° de marzo de 2022. https://www.eltiempo.com/…

³Cider X. “No binario: un avance que abre debate” https://uniandes.edu.co/…

⁴Miller J.-A., Curso de la orientación lacaniana “El Ser y el Uno”, clase 5, 2 de marzo de 2011, inédito.

⁵Lebovits-Quenehen, A. “Si la mujer no existe, ¿son los hombres mujeres como las otras?” Argumentos de la Gran Conversación Virtual  Internacional  de  la  AMP,  2022,  https://www.grandesassisesamp2022.com/…

⁶Referencia de Miquel Bassols a un cuento de Isak Dinesen (Karen Blixen) en su conferencia “Lo femenino, más allá de los géneros” https://www.youtube.com/…